miércoles, 10 de mayo de 2017

Tiempos de mentiras

Felix Arellano

Debemos aprender la lección tanto sobre los falsos discursos cargados de mentiras emotivas, como de los supuestos salvadores de la patria y más aún si tiene charreteras

En el mundo de la política pareciera que vivimos tiempos de nuevas mentiras; empero, la mentira ha sido una constante, ya lo reconoce Maquiavelo en el Príncipe y, el ciudadano común con frecuencia lo resiente, de allí su escepticismo y desasosiego con los políticos y la política. Empero, algunas mentiras en estos tiempos tienen elementos novedosos pues le asignan especial importancia al manejo o manipulación de los sentimientos, las emociones, las pasiones y maximizan la utilización de las redes tecnologías para llegar con más rapidez y facilidad a cada individuo. En los países industrializados se reconoce su progresiva influencia, fue un hecho evidente con la candidatura de Donald Trump; pero el proceso bolivariano puede dictar cátedra sobre las múltiples formas de mentir, manipular, amedrentar con tal de perpetuarse en el poder.

La mentira emotiva, que intenta reducir o limitar el mundo de los hechos concretos, apelando más directamente sentimientos y emociones, ha sido definida como “postverdad”, considerada por el diccionario ingles Oxford como la palabra internacional del año 2016. Podemos observar su presencia hegemónica en la campaña electoral de Donal Trump, o en el proceso del Brexit en el Reino Unido para retirarse de la Unión Europea y más recientemente en la campaña electoral de la Sra. Marine Le Pen candidata de la ultra derecha en las actuales elecciones presidenciales de Francia.

Entre los elementos que el falso discurso emotivo de la llamada “postverdad”, manipula profundamente encontramos: el nacionalismo, el honor nacional, la grandeza nacional, la manipulación de la historia para redactarla en función del candidato y de sus proyectos faraónicos. El nacionalismo como manifestación de exclusión de otros grupos sociales: étnicos, religiosos, raciales, sexuales. También se manipula la religión en función de un falso discurso para atraer y mantener fanáticos.

Reconstruir una supuesta grandeza histórica, en un discurso apasionante que manipula, tergiversa, inventa, cambia; sin rigurosidad histórica, ni el menor vestigio de capacidad crítica. Raza, religión y sexo son ingredientes fundamentales para estimular las hormonas de los electores y generar ceguera ideológica. Uno de los grandes maestros en estos menesteres es Vladimir Putin de Rusia, incluso con influencia internacional como se revela en el caso de la conexión rusa que se está investigando en Estados Unidos; pero la lista es larga y Donald Trump y la Sra. Le Pen representan aprendices aventajados.

Nacionalismo, racismo, xenofobia, islamofobia, homofobia, satanización del mercado y la economía forman parte de las principales expresiones de estos grupos que mienten con gran frecuencia apelando a los sentimientos y trasmiten su información por las redes sociales.

Esta tendencia constituye un gran reto para los políticos honestos, pues los radicales practicantes de la mentira emotiva, aprovechan los serios problemas sociales que enfrentan las sociedades, manipulan los hechos, y promueven soluciones faraónicas inoperantes que incluso pueden agravar la situación, como es el caso del “muro de Trump”, pero que estimulan pasiones y votos. El fracaso de los resultados llega luego, pero el daño ya está hecho y corregirlo será más complicado. En el caso de Trump, su campaña cargada de mentiras emotivas cautivó a muchos pobres, ahora Trump en el gobierno gracias a sus votos, les garantiza más pobreza al destruir el “Obamacare”, que según estudios podría dejar a 24 millones estadounidenses sin seguro médico.

Desde nuestra perspectiva, el proceso bolivariano puede dictar cátedra sobre todas las formas de mentir y manipular, ha recurrido desde las más clásicas como el nacionalismo histórico, la imagen del libertador ha sido tan manipulada que el sincretismo del chavismo se define como “proceso bolivariano”, con plena ignorancia de la historia la manipulan para estimular pasiones. También la mentira repetida mil veces es una práctica cotidiana, veamos algunos ejemplos: “colectivos de paz” para grupos armados que atropellan con total impunidad; “mar de la felicidad” para un proyecto que destruye con tal de perpetuarse en el poder; “país potencia” para un país destruido, “democracia participativa” para un gobierno donde una camarilla lo decide todo de forma arbitraria e inconstitucional.

La práctica de la mentira es tan permanente y compleja en el gobierno bolivariano que el expresidente uruguayo Julio María Sanguinetti la definido bajo el atrevido termino de travestismo y ha dicho: “La dictadura venezolana vive en permanente travestismo. Cuando se siente acorralada, intenta mostrarse diferente, proclama una nueva etapa de su vida y hasta modifica su vestimenta, pero —en definitiva— preserva esa condición autoritaria de la que no puede alejarse”. (http://grupoavila.blogspot.com 06/05/2017)

En estos tiempos de mentiras resulta fundamental la cautela, mucha prudencia en el manejo de las redes sociales, verificar las fuentes de la información, no promover la alarma ni la burla; muy importante, la reflexión crítica; adquirir consciencia sobre la manipulación de la información, entre otros, por el hackeo de datos con fines de propaganda perversa. Debemos aprender la lección tanto sobre los falsos discursos cargados de mentiras emotivas, como de los supuestos salvadores de la patria y más aún si tiene charreteras.

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