martes, 5 de marzo de 2019

EL COMERCIO EXTERIOR DE AMÉRICA LATINA: repeticiones, pocas sorpresas y un contexto de otras necesidades


EL COMERCIO EXTERIOR DE AMÉRICA LATINA: repeticiones,  pocas sorpresas y un contexto de otras necesidades


EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ


Muchos discursos en la región en los últimos 50/60 años plantean la necesidad, la proximidad e incluso la inevitabilidad de que la misma aumente sus niveles de comercio, desarrolle su competitividad (concepto íntimamente relacionado con el comercio internacional), aproveche distintas formas de integración[1] para que se de el gran salto en ingreso de divisas, aportes al desarrollo e incluso la autarquía y auto abastecimiento, rompiendo por fin –si se diesen tales aumentos- formas rutinarias de dependencia de las importaciones y sobre todo de las que vienen de los países más avanzados, que le producen innegable escozor en ciertos casos a algunos.

La región, desde comienzos de los años sesenta del siglo XX, teniendo una representación de alrededor del 7% en las exportaciones mundiales, vio ya ya para los setenta y ochenta  descender su participación en el comercio mundial, pasando a ser ocupado tales porcentajes primeramente por las naciones del sudeste y nordeste asiático; en cualquiera de los casos, la región participa y representa menos de lo que en las fechas iniciales señaladas representaba.

Grosso modo y obviando ajustes que hubiesen podido haberse hecho, las exportaciones regionales totales de bienes y servicios fueron para los años 1998, 1999 y 2000 de 326, 342 y 409 miles de millones de dólares, representando Brasil y México cerca del 61% del total en el año 2000 y, este último en particular, el 44%. En tal año algunas economías de las pequeñas El Salvador y Guatemala se acercaban a 4 mil millones de dólares y Costa Rica se aproximaba a 8 mil millones de dólares; Bolivia rondaba el 1,5 miles de millones y Chile ya se había encaminado hacia alrededor de 22 mil millones de dólares[2]. Hay que decir que, a excepción del balance de bienes para el año 2000 el balance en bienes o servicios para los tres años fue deficitario.

En el caso de Corea del Sur, una economía en considerable pujanza en el año 2000 sus exportaciones ya se acercaban a los 200 mil millones de dólares[3], pero para 2017 ascienden a casi 600 mil millones de dólares. Claro, para el año 2000 y ni que decir para el 2017, Corea ya recogía y recoge los frutos de un largo proceso de transformación iniciado en los años sesenta que la convirtió una verdadera economía emergente y a la cual le dedicó Alice Amsden uno de sus notables libros[4]. Logros industriales, tecnológicos, desarrollo de la competitividad y avances en el desarrollo de la democracia conforman, junto a otros, un conglomerado de éxitos de tal nación.

Mientras, la región, tiene en la mayoría de las naciones asuntos pendientes y retrocesos recurrentes y, en ello, Venezuela es caso notable en los últimos veinte años. Dentro de las pinceladas en cuanto al comercio que persigue esta nota, tenemos lo acumulado para 2018.

Para 2016, 2017 y 2018 América Latina alcanzó por exportaciones de bienes la suma de 882, 954 y 1.050 miles de millones de dólares[5]. Correspondientemente, las exportaciones en 18 años se habrían un poco más que duplicado (en el caso de Corea del Sur se habrían triplicado para un periodo de 17 años). En el caso de Brasil, este representaría para 2018 cerca de 23 % del total exportado y en el caso de México 43%, alcanzando los dos 66%. Habría aumentado al comparar los dos años y con lo restringido del caso, en un 5%, lo que representan las dos naciones en el total. En el caso de Chile, se habría más que triplicado el valor absoluto de exportación y el valor relativo habría aumentado de 5% a alrededor de 7% del total exportado por la región. El caso de la evolución de Bolivia y tres países centroamericanos, es llamativo en su participación: Bolivia entre 2000 y 2018 habría pasado a representar de 0,36 a 0,8% del total exportado lo cual en los dos casos denota baja representación y evolución poco relevante; en el caso de Guatemala,  la evolución se presentó entre un 0,9  y un 1% y merece igual valoración;  en los casos de Costa Rica y El Salvador, la evolución es más dramática aun, pues en el caso de la primera nación, se evolucionó de un 1,8 a un 1% y en el caso de la segunda de un 0,8 a un 0,4%. Debe anotarse la influencia de otros factores que condicionan algo de los resultados comerciales de estas naciones, en cuanto a sus resultados en comercio exterior y sus representaciones en el mismo en cuanto al total regional.

Se trata del caso de las remesas para algunos de ellos -en el caso de una relación inversa o compensatoria entre remesas y comercio exterior-, aunque en México no adquiere propiamente la misma connotación, pues es uno de los más activos y representativos receptores de remesas, pero sus resultados lo ubican por variadas razones como el principal exportador de la región.

Las remesas familiares a 17 países de América Latina y el Caribe crecieron en más de 8% entre 2016 y 2017, alcanzando a más de US$75 mil millones. El aumento de las remesas en 2017 se ha acercado al crecimiento de las exportaciones (9%). Entre los factores principales que han impulsado el crecimiento de las mismas se encuentran las pautas de migración de Haití, República Dominicana, Guatemala, Honduras, El Salvador y Colombia. Estas naciones representan el 45% de los flujos en remesas (puede verse. https://www.thedialogue.org/wp-content/uploads/2018/02/Remesas-a-ALC-2017.pdf). Se pueden mencionar así ingresos de 5.021 millones de dólares por remesas para El salvador en 2017; 8.192 millones de dólares en el caso de Guatemala; 28.630 millones de Dólares para México, recibiendo los dos primeros más por remesas que por exportaciones[6],  o la nación mexicana que es el mayor receptor de remesas.   En el caso de honduras como tendencia de datos recientes se observa que las remesas (4.331 millones de dólares para 2017) bordean la mitad de la exportaciones en años recientes.

Hay otras particularidades en la presentación de la evolución de los montos exportados y de los superávits o déficits comerciales, dada la marcha de las importaciones y también, problemas estructurales que se repiten en el comercio exterior de los países de la región: continuidad en la superior presencia de los productos primarios, lo cual también tiene dos versiones (países donde se da tal primado con desarrollo de bienes no tradicionales y aquellos donde se presenta sin ese impulso); pocos países donde se avanza en bienes de alto contenido tecnológico; insuficiencias en infraestructuras necesarias para el desarrollo de la calidad, regularidad y constancia en el arrastre de las exportaciones como transportes, puertos, sistemas de conservación de bienes, entre otras; necesidades de otras áreas –como las financieras y tecnológicas- que afectan el comercio y que aprovechan naciones -como China- que impulsan en casos nuevas formas de dependencia o de tutelaje[7] económico que no son nada inocentes. O los casos de países que si siguen avanzando según líneas ya estipuladas de tiempo atrás como Brasil y México; o casos de recuperación relativa como Argentina o de avance en captación de mercados como Chile; y también, naciones como Ecuador que han presentado recientemente impulsos en la industria camaronera, superando incluso al banano en la cual ha sido líder mundial.

Hay, obviamente, desde la perspectiva contextual asuntos del desarrollo de las democracias y de las instituciones que siguen afectando considerablemente la evolución general de las economías y el comercio en particular. Persiste en la región el fenómeno de la corrupción; así lo ilustra el tenebroso caso de Odebrecht[8]. Igualmente, siguen afectando los llamados abusos de poder que en casos vienen del presidencialismo y otras desviaciones, pero sobre todo de nuestras particulares democracias[9]; si bien no se puede generalizar abarcando a todos los países, dados los desarrollos positivos que de tiempo a acá se observan en algunos casos. El caso es que, economías que abarcan este tipo de problemas políticos/institucionales no tienen ni tranquilidad ni dedicación y tampoco la canalización de recursos para desarrollar el comercio y la competitividad.



05 de marzo de 2019
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com





[2] Puede verse CEPAL Balance preliminar de las economías de América latina y el Caribe 2000. Chile; también Evolución del comercio América Latina-África en 2000-2015, https://latinamericahoy.es/2018/01/09/evolucion-del-comercio-america-latina-africa-en-2000-2015-i/.
[3] Puede verse https://atlas.media.mit.edu/es/profile/country/kor/. También,  Corea del Sur: Una potencia tecno-económica emergente. Relaciones económicas, comerciales y de cooperación con América Latina y el Caribe SELA; Seminario Regional: Análisis de las relaciones económicas, comerciales y de cooperación de  América Latina y el Caribe con la República de Corea Lima, Perú 9 y 10 de mayo de 2017 SP/SRARECC-ALC-C/DT N° 2-17
[4] Alice Amsden. Asia's Next Giant: South Korea and Late Industrialization, Oxford University Press 1990.

[5] CEPAL, Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2018, Chile.
[6] Se estarían comparando ingresos de remesas de 2017 con ingresos de exportaciones de 2018, pero no se altera la tendencia observada.

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