No más oposición
babélica.
Pedro Raúl Solórzano
Peraza
Mayo 2021
Venezuela está viviendo una profunda desgracia, la cual comenzó en 1994 con el indulto o sobreseimiento de la causa que eliminó el proceso penal que se le seguía a Hugo Chávez Frías, significando que el inculpado no había cometido delito alguno. Sin embargo, Chávez dirigió un golpe de estado contra el gobierno democrático de Carlos Andrés Pérez en febrero de 1992, motivo por el cual fue encarcelado ya que éste es el delito más grave que se puede cometer contra un gobierno legítimo. Una situación controversial, producto de alguna debilidad o de algún maléfico compromiso político. Peor aún, por descuido o por incomprensión de la magnitud y consecuencias posibles de aquella acción golpista, la enquistada dirigencia política del momento fue incapaz de alertar a la ciudadanía acerca del peligro que representaba que un personaje de esa categoría llegase a dirigir el país. Para ello dispusieron de cuatro años, desde 1994 hasta 1998, cuando se realizan las elecciones presidenciales y son ganadas por Hugo Chávez.
El
gobierno de Chávez, con altos y bajos, se extendió desde 1999 hasta su muerte
en el año 2013, para ser continuado por Nicolás Maduro hasta el día de hoy. Es
decir, es una forma de gobernar que ya cumple 22 años, durante los cuales la
población venezolana ha sido testigo de innumerables sucesos que han convertido
a uno de los países con las mayores riquezas naturales del mundo, apuntaladas
por el petróleo, en una nación miserable, extremadamente pobre, con una
población infeliz diezmada por la falta de recursos y la emigración de buena
parte de su juventud.
Durante
esos 22 años, ante el progresivo deterioro de las condiciones del país, las
violaciones a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la
pérdida de soberanía, la población ha realizado diversas acciones para tratar
de lograr un cambio de gobierno que la saque de esta pobreza intolerable. Todas
esas actividades han sido infructuosas ante el poder y las armas del régimen,
utilizados para infundir miedo a los ciudadanos.
El
devenir del tiempo y las circunstancias han permitido que hoy dispongamos de un
Presidente Interino, Juan Guaidó, designado como tal porque así lo establece
nuestra Constitución. De esta manera, Juan Guaidó ha tenido la suerte de ser
presidente, pero también ha adquirido la responsabilidad, al frente del pueblo
venezolano unido, de dirigir al país hacia nuevos caminos de recuperación con
el mandato del cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones
presidenciales libres y confiables. Ha sido evidente que este mandato no ha
tenido éxito, a pesar de los esfuerzos realizados para lograrlo.
En
la búsqueda de nuevos derroteros, Juan Guaidó lanza una Propuesta de Negociación
de un Acuerdo de Salvación Nacional con varios objetivos. En primer lugar una
convocatoria pública de elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales y
municipales, con un CNE legal, con otras condiciones electorales adecuadas y con
reconocimiento internacional. Que se logre la entrada masiva de ayuda
humanitaria y de vacunas anti covid 19 para todos los ciudadanos que lo
requieran. Que se establezcan garantías democráticas para todos los actores
políticos, que contemplen entre otras cosas, la liberación de los presos
políticos. Finalmente y muy importante, que se obtenga un compromiso
internacional para la recuperación del país, que permita el levantamiento
progresivo de las sanciones, sujeto al cumplimiento del Acuerdo.
Para
muchos parece más de lo mismo, sin embargo, las condiciones siempre cambian y
hoy el régimen está desmejorado porque los recursos para seguir comprando
conciencias y otras cosas escasean, y la solidez monolítica del chavismo se
puede considerar que no existe. En esas condiciones puede verse obligado a
negociar, y negociar es ceder hasta llegar a un acuerdo satisfactorio para
ambas partes.
El
posible éxito de esta nueva estrategia va a depender de que la oposición deje
de ser babélica y que los líderes de las diferentes tendencias hablen el mismo
idioma y se entiendan, que formen un solo bloque. Luego será más fácil unir a
toda la ciudadanía opositora, que es abiertamente la mayoría, como base para
lograr los objetivos, obtener el necesario apoyo internacional y la
recuperación del país.
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