martes, 4 de mayo de 2021

LAS DEMOCRACIAS INESTABLES DE AMERICA LATINA.

 

LAS DEMOCRACIAS INESTABLES DE AMERICA LATINA.

 

EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ

 


Hace unos cuantos años, discutía con un izquierdista extremista, sobre que era la democracia y él me decía, que hacer la revolución era construir una auténtica democracia. Parece estar suficientemente demostrado que con extremismo de uno u otro tipo no se accede/ni se desarrolla la democracia. La democracia en las versiones de la antigüedad clásica, en los efluvios venidos de las revoluciones políticas de los siglos
  XVII Y XVIII requiere instituciones así sean embrionarias, hombres y mentes abiertas. Ya se  vislumbraba, en la antigüedad clásica o en la edad media, cuando se hablaba y pensaba en respirar el aire de la libertad. Después, en los siglos XIX/XXI, esto se ha perfeccionado en el pensamiento y acciones presentes en variadas naciones. Estructura de castas, noblezas, dictaduras, tradiciones, costumbres, colonialismo, gustos de los pueblos y terquedades, indudablemente que condicionan su desarrollo y las ejecutorias políticas.  No es fácil encontrar perfecciones en este campo, como saben ciertos analistas. Hay, sin embargo, tendencias fundamentales. Muerte política y sanciones en la sociedad política, libertad de pensar y ejecutar reclamos, institucionalidad, autonomía de poderes, relativa ausencia de personalismo y numerosos otros detalles, hacen pensar en la democracia y en la factibilidad de sus imperfecciones. Es fácil, por lo demás, que cualquier hombre pueda creerse predestinado y dueño de la razón; y, más aún, en condiciones de democracias inestables. El escenario es bastante polimorfo en la región. Andrés Manuel López Obrador en México, con su socialismo tardío y justiciero; Daniel Ortega en Nicaragua, con sus mecanismos agotados y bastante conocidos; Bukele en el Salvador, con sus apuros, tremendismos e irrespetos a la autonomía de poderes; Bolsonaro en Brasil, con sus autosuficiencias; Alberto Fernández en Argentina, con las pesadas cargas que arrastra; y Nicolás Maduro en Venezuela, con sus bastante conocidas estrategias y artimañas que siguen profundizando la destrucción de la economía y el país.

Referirse a la región no le permite a uno igualar las condiciones de la democracia o la economía, como si todos los países fuesen iguales. No. Nuestras naciones son suficientemente diferentes y no tomar en cuenta tales diferencias fue una de las deficiencias de numerosos análisis realizados durante el primado -en algunos ambientes- de la teoría de la dependencia, el antiimperialismo y algunas perspectivas estructuralistas, pero también del propio neoliberalismo y de las recomendaciones de políticas de organismos internacionales durante los años noventa sobretodo, donde eran las mismas políticas para variados países, y ello es y seguirá siendo polémico. Quiere decir que la expresión América Latina, como espacio de naciones con iguales condiciones, es de observarla con reserva. Esta nota considera también aquellas naciones –o algunas de ellas- que se presentan como socialistas o auténticas democracias populares, pero son genuinas tiranías, dictaduras o falsas democracias o sus mandatarios quieren convertirlas en eso.

En los años sesenta y setenta, líderes de izquierda hablaban de construir verdaderas democracias partiendo  del concepto fundamental de que democracia es la soberanía que ejerce el pueblo. ¿Qué tipo de desarrollo y democracia ha construido parte de la izquierda victoriosa y más radical en la región? Dentro de las restricciones de la nota, pueden destacarse tres casos (Cuba, Nicaragua, Venezuela). Son variopintos se deduce, pero la mayoría coincide con atraso, miseria y falta de estabilidad en el crecimiento y consecución del desarrollo en sus perfiles actuales.

¿Qué tipo de sociedad y de democracia[1] se ha construido en las naciones señaladas? No son precisamente de las democracias más puras u hospitalarias y de brindar cabida a los desarrollos y posibilidades de participación de la sociedad civil o de aprecio de la temeridad  e iniciativas de los jóvenes. Que explicación tienen líderes que hablaron del desarrollo de las potencialidades del ser humano y de los jóvenes, cuando hoy día presentan ante el mundo los asesinatos de decenas y cientos de ellos que actúan con ideas y sentidos distintos a los que previeron sus proyectos[2] y planes para crear el socialismo que, por lo demás ha terminado en fracasos, en general y en particular en Cuba, Nicaragua y Venezuela. En estos fallecimientos de jóvenes son emblemáticos los de Venezuela 2014 y 2017[3] y los de Nicaragua en 2018  y 2019[4].

Visto así, son varios los problemas que presentan nuestras inestables e inhóspitas democracias para alcanzar mejores equilibrios políticos y la propia conducción del desarrollo. En primer lugar, el presidencialismo. Discutido en distintos organismos, centros de investigación y universidades, se sabe cómo viene de raigambres caudillistas y mesiánicas así como en asociación a la estructura política del poder colonial; de tal manera que, el poder de los presidentes termina siendo omnímodo para tomar decisiones y para conducir procesos. En segundo lugar, la falta de sanciones definitorias de exclusión en la participación política: expresa el hecho de los líderes que renacen permanentemente[5], no dándose la desaparición política del líder o funcionario, sino la posibilidad de que vuelva al ejercicio político, a diferencia de las democracias de otras latitudes, donde las infracciones o inadecuadas ejecutorias no solo se pagan con la pérdida del cargo sino también con la muerte política del funcionario o dirigente del caso. En tercer lugar, la estructura particular que asumen los partidos políticos, cuya manera de funcionamiento es estrictamente vertical y de continuación de la línea de mando, sin darle al individuo participante la menor posibilidad de discrepancia. Esto, en parte, es una influencia o herencia de la estructura partidista leninista, que fue ejecutada fuertemente en el socialismo real y con determinaciones claras en los partidos y organizaciones de la izquierda política, colándose también -en nuestros ambientes- hacia los partidos políticos de la derecha política. En el caso de Venezuela, pasó a ser elemento harto determinante en la llamada democracia de partidos. En cuarto lugar, las alteraciones a la autonomía de los poderes. Elemento fundamental de la estructura democrática y de cualquier forma o expresión del contrato social, pasa a ser espacio de abordaje de las anteriores desviaciones o disfuncionalidades. En las democracias más fuertes que existen en el mundo –dentro de sus imperfecciones- no es fácil percibir que los poderes públicos sean influenciados con designios  o intereses que son consustanciales a las tiranías y las dictaduras. En quinto lugar, el resultado negativo, con déficit o faltante, que también convierte a nuestras democracias en inhóspitas y que se asocia al temor que produce la verdadera estructuración del poder popular a partir de la sociedad civil, que no pasa a ser más que el espacio donde el individuo se consigue como un fin a sí mismo para la defensa de sus intereses, según la definición de Hegel. Y esto no es más que, la propia posibilidad de sentirse respetado y con posibilidad de obtener respuesta de defensa y protección, desde los organismos a los cuales recurre la familia/el ciudadano o el empresario para defender sus derechos e intereses.

A diferencia de eso último, en casos extremos como el de Venezuela, un proceso iniciado –liderado por HC y sus acólitos- con las ideas de adecentamiento, eliminación de la corrupción y necesidades de impulsar una democracia participativa y protagónica, terminó igualando el Estado al gobierno y el gobierno al Estado, con los fines no de profundizar las formas democráticas, sino todo lo contrario, las conveniencias y desempeños consustanciales a un ejercicio tiránico y no democrático del poder político.

En el caso de el Salvador con Bukele, están por verse hasta donde llegarán las urgencias y fuerzas que se han venido presentando como interesadas en el desarrollo de las libertades y el individuo, pero que de no darse con mecanismos más entendibles y digeribles, pueden atrincherar la tiranía, el personalismo y fuerzas distintas a la democracia. Varias de sus actuaciones generan esa sospecha, y ni que decir las recientes, de irrespeto a la autonomía de poderes.

 

4 de mayo 2021

@eortizramirez

eortizramirez@gmail.com



[1] Artículo 2: “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político” Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Diciembre 1999. 24 de Marzo de 2000.

[2] Son de no olvidar estas palabras del presidente Hugo Chávez “…los productores, los campesinos, así como los indígenas se organizan, las mujeres, los militares, las familias de los militares, los militares retirados, los pescadores, los trabajadores, todos, organización, organización y más organización, eso es parte de la ofensiva social, que no haya por ahí nadie, que no haya ningún ser humano, que no haya ningún venezolano consciente, que no haya nadie aislado, todo el mundo debe estar organizado, debe estar incluido en algún circulo, en alguna organización y nada mejor que la juventud para tomar la antorcha de la batalla repito aquel verso del poeta español “Sangre que no se derrama, juventud que no se atreve, ni es sangre, ni es juventud, ni reluce ni florece”” http://www.todochavez.gob.ve/todochavez/4146-alo-presidente-n-139. 

[4] Alrededor de 325 en los dos años. “De acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), "crímenes de lesa humanidad" cometidos por el gobierno y enfrentamientos entre manifestantes y policía dejaron ya más de 325 muertos, aunque grupos locales elevan la cifra a 561”. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-47600065 

[5] En los tres casos que resaltamos, ha podido observarse con frecuencia en Venezuela y también en Nicaragua; en el caso de Cuba, dadas sus particularidades políticas de dictadura y gerontocracia ha estado limitado este aspecto. Numerosos ejemplos existen para variados países y personajes en otras naciones de la región.

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