martes, 22 de agosto de 2017

Reflexionando sobre el NAFTA (TLC)

Leer esta nota en: www.talcualdigital.com
Felix Arellano

Las negociaciones del TLC que iniciaron entrando la década de los noventa, representaron una ruptura profunda, un cambio de paradigma, en la orientación de política exterior tanto para México, como para Estados Unidos y generaron una tormenta de debates

El Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México (TLC/NAFTA), tan cuestionado por Donald Trump en su campaña electoral, ya entró formalmente en escena en el ejercicio de su presidencia, pues las negociaciones para su revisión iniciaron el pasado miércoles en Washington D.C. y, no obstante los discursos optimistas del acto de instalación, la negociación se perfila dura, enmarañada, eventualmente larga e ilustra las complejidades del mundo que vivimos, pues representa un reto para las visiones radicales que pretenden dominar la agenda política. Abordemos este último punto y, al desarrollarlo, seguramente podremos apreciar las complicaciones del tema.

Las negociaciones del TLC que iniciaron entrando la década de los noventa, representaron una ruptura profunda, un cambio de paradigma, en la orientación de política exterior tanto para México, como para Estados Unidos y generaron una tormenta de debates. En el clásico libreto de las visiones revolucionarias populistas y autoritarias, con muchos seguidores en México, la situación se podía resumir en la metáfora de “la ballena (EUA) comiéndose a la sardina (México)”. Desde este clásico libreto se pregonaba sobre soberanía, entrega, dominación, destrucción; para ellos, obviamente el imperio aspiraba avasallar la periferia mexicana. En este falso libreto la historia avanza a favor de la revolución, que representa un proceso inexorable, pues solo con ella se resolverían los problemas de los pueblos oprimidos. Ahora bien, luego de dos décadas de vigencia del TLC, el libreto revolucionario ha resultado, de nuevo, un rotundo fracaso.

Gracias al TLC el comercio ha crecido enormemente y México ha logrado un significativo superávit en su balanza comercial con Estados Unidos, que llega a los 64 mil millones de dólares. En estos años de TLC han crecido las inversiones, la generación de empleos y el bienestar general en México; lo que ha permitido confirmar las bondades del libre comercio. Incluso en el sector agrícola, que los críticos esperaban resultados catastróficos, México ha logrado superávit en sus exportaciones. Ahora bien, esto no significa que haya desaparecido la pobreza y que México ha logrado un pleno desarrollo. No olvidemos que un acuerdo comercial es solo uno de los mecanismos que pueden coadyuvar al desarrollo, no es la panacea.

Por otra parte, estos positivos resultados exacerbaron la posición de los radicales liberales, el otro extremo, que estiman que la historia avanza linealmente a favor de la globalización y que la inserción en el mercado es inexorable. Este grupo nunca ha entendido casos como Irán, donde un monje puede transformar la modernidad en edad media y, para su desconcierto, ahora tiene que vivir, como parte de nuestras paradojas, que Estados Unidos, el paladín del liberalismo, se ha convertido en defensor del proteccionismo, un sacrilegio desde sus perspectivas.

Desafortunadamente las dos posturas se han radicalizado y no logran comprender la complejidad de nuestro mundo. El libre comercio genera importantes beneficios en términos de bienestar social, pero también genera problemas de exclusión y pobreza. Eliminar el libre comercio no es la solución, cerrar el mercado tampoco. En temas comerciales sorprendentemente el discurso nacionalista y populista de Donald Trump coincide con los radicales latinoamericanos, como el proceso bolivariano; empero, satanizar el comercio y cerrar los mercados no resuelve nada, solo agrava los problemas existentes y crea nuevos.

Donald Trump amenaza con eliminar el TLC, si la renegociación no modifica el déficit de la balanza comercial y permite generar más empleos en su país. Con este discurso y sus ambiciosas propuestas para la renegociación, Trump evidencia que no comprende ni la dinámica del comercio, ni el mundo de la IV Revolución Industrial que estamos viviendo, y que le gustaría retomar el pasado. Adicionalmente, conviene destacar que no tiene la fuerza legislativa para poder aplicar efectivamente sus amenazas.

Pretender forzar las normas de origen para incrementar las compras de productos norteamericanos; eliminar el mecanismo de solución de diferencias, para no perder los arbitrajes; aplicar normas laborales que resten competitividad a México; regular desde el TLC la dinámica del tipo de cambio en México; son aspiraciones que evidencian que desconoce la dinámica de la economía; pues, en la mayoría de los casos, los problemas son internos al mercado norteamericano, tiene que ver con políticas públicas, productividad, competitividad su tradicional consumismo y baja tendencia al ahorro; y, esos problemas, no se pueden resolver con la renegociación del TLC.

Nos toca vivir como un liberalismo radical que se transforma en proteccionista radical, posturas rígidas, que no logran avanzar efectivamente en la solución de los problemas, que en gran medida tienen que ver con la creación de mecanismos de equidad y protección temporal, que permitan enfrentar la situación de los más débiles que no pueden ser menospreciados a su suerte; es decir, que resulta fundamental trabajar los problemas sociales que puede generar el libre comercio, sin destruirlo y promoviendo mecanismos de equidad. El proceso bolivariano nunca ha logrado comprender esto y por eso ha preferido destruir que crear comercio.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario