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De nuevo algunos sectores de nuestra oposición democrática, desde una perspectiva radicalmente crítica y con exageradas expectativas, están cuestionando la labor de la comunidad internacional democrática, e incluso el esfuerzo de nuestros jóvenes líderes. En esta oportunidad, la elección del proceso bolivariano como miembro del grupo de 47 países que integran el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, ha sido el detonante de un creciente escepticismo.
Tal actitud olvida o menospreciando los importante avances que, nuestra lucha por el restablecimiento de la democracia, ha logrado en el plano internacional, en particular en el marco de las organizaciones internacionales; evidencia poco conocimiento sobre la naturaleza y dinámica de funcionamiento de tales organizaciones y elude errores y responsabilidades que nos corresponden en la construcción y ejecución de la estrategia de acción para el logro de nuestro objetivo.
Es importante precisar que los países son electos para ocupar posiciones en las organizaciones internacionales fundamentalmente como resultado de un arduo proceso de negociaciones, de intereses, de equilibrios geográficos; en términos generales, poco cuentan las credenciales.
En esta oportunidad se requería ocupar dos puestos vacantes de los ocho correspondientes para América Latina y el Caribe, el resto de los miembros de la ONU esperan la decisión de la región e inician las negociaciones.
Que se haya presentado la candidatura bolivariana representa un primer problema, se ha debido en rechazar de inmediato esa candidatura y presentar una propuesta alternativa. El Grupo de Lima ha debido estar muy atento del caso, pero también nuestra oposición democrática, que debe estar vigilante y alertar. Pareciera que perdemos tiempo en la descalificación y las luchas internas y olvidamos que somos los principales responsables de la estrategia para retomar la democracia.
Corresponde a la oposición democrática promover acciones tanto de presión como de incentivos y coordinar todos los esfuerzos. Estimular la mayor participación de los aliados que apoyan la lucha por la democracia y articular todos los esfuerzos, evitando contradicciones innecesarias. La oposición democrática debe propiciar las acciones, la hoja de ruta y evitar que el tema de la lucha por el restablecimiento de la democracia y la defensa de los derechos humanos, se debilite, que se transforme en una competencia entre actores, o un juego geopolítico en el cual seamos simple ficha de las potencias y sus intereses.
El esfuerzo de Costa Rica, al lanzar su candidatura para enfrentar la situación es admirable y, sorprende que en tan corto tiempo de campaña, haya logrado un apoyo significativo. Ahora bien, no podemos negar que la iniciativa se presentó tarde y privó la dinámica y las rutinas de las organizaciones. La búsqueda de apoyos se realiza con suficiente antelación y abarca un espectro muy amplio de posiciones que se negocian. El proceso bolivariano llevaba un largo tiempo impulsando su candidatura, con el respaldo de los gobiernos autoritarios en la ONU y, en particular, de la diplomacia cubana.
Esta experiencia nos está ayudando a comprender la complejidad de las organizaciones internacionales, que básicamente son el producto de sus países miembros. Las Naciones Unidas no constituye una asociación de países democráticos, su composición es muy heterogénea y los países autoritarios, que son bastantes, están decididos a controlar las instituciones que velan por los derechos humanos, para reducirlas a su mínima expresión y eliminar los potenciales controles a sus tropelías.
Siendo un hecho cumplido la incorporación del proceso bolivariano en el Consejo, por el plazo de tres años previsto en la normativa, nos encontramos frente a grandes retos, pues corresponde a los gobiernos democráticos que conforman el Consejo, la tarea de mantener el seguimiento de la situación en Venezuela.
En particular, el Consejo y todos los defensores de la democracia y los derechos humanos debemos estar atentos, sobre el pleno cumplimiento de la Resolución 42/25 recientemente aprobada que, entre otros, establece la conformación de un comité de verificación de hechos, que permita llevar el seguimiento de la grave situación venezolana.
Los países democráticos en las Naciones Unidas deben mantener en sus agendas el seguimiento permanente de la grave situación venezolana, pero corresponde a nuestra oposición democrática mantener la presión, promover acciones, estimular la creatividad.
Evidentemente otros temas se van presentando en la agenda internacional, eso es obvio e inexorable, pero corresponde a nuestras fuerzas democráticas realizar los esfuerzos y acciones necesarios para que el tema se mantenga en la agenda, para que la presión se mantenga y se incremente; para trabajar en el escenario de los incentivos y unir todas las fuerzas posibles en favor de la salida pacífica y democrática.
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