martes, 1 de septiembre de 2020

Irán en el tablero global

 

Irán en el tablero global, por Félix Arellano

Irán en el tablero global

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Irán, por razones históricas, culturales y religiosas parece predestinado a la expansión hegemónica. Tal tendencia está generando serías tensiones en el Medio Oriente, al punto que se va convirtiendo en el epicentro de geopolítica regional. En ese contexto, su presencia en nuestra región, acompañada de un lenguaje belicista como tarjeta de presentación, en contravía a la tradición de paz que ha caracterizado a Suramérica en las últimas décadas, debe encender las alarmas.

En la esencia del pueblo iraní está arraigada la noción de un vasto imperio que se va conformando, según algunos historiadores, con Ciro II desde el año 559 a. C. que logra su máximo esplendor con Darío (522-486 a. C.). En la identidad iraní los antecedentes de un imperio de orígenes bíblicos deben ejercer una marcada influencia, que los políticos aúpan y manipulan.

Por otra parte, también se considera epicentro religioso del movimiento chiita, una de las dos divisiones que enfrentó el islamismo luego de la muerte de Mahoma en el año 632, la otra es el sunismo, cuyo centro está en Arabia Saudita. Dos visiones históricamente enfrentadas para liderar el pueblo musulmán. En el caso de Irán, el chiismo se asume como la religión oficial desde el año 1501, representando otro de los factores que contribuyen a la conformación de una fuerza expansiva iraní en el mundo.

Desde una perspectiva chiita, la religión es condición de vida, definición social y determinación política; en consecuencia, no parece factible pretender occidentalizar un pueblo y hacer que la religión, esencia de su existencia, sea relegada a la esfera privada, como lo pretendió Mohammad Reza Pahlevi, quien asume el poder en 1941, con el total apoyo de las potencias occidentales.

Grandes esfuerzos del Sha Reza Pahlevi y su revolución blanca, para modernizar la economía iraní, pero pretender desplazar la religión, fue un proyecto fracasado, que implicó mucha sangre y finalmente la causa de su salida del poder en 1979.

Cuando el Sha Reza Pahlevi abandonaba Teherán, estaba llegando desde Francia el ayatolá Ruhollah Jomeni, quien controló el poder hasta su muerte en 1989, cuando asume el actual ayatolá Alí Jamenei. La revolución islámica instauró en Irán un proceso autoritario y teocrático, con un barniz electoral totalmente controlado por el ayatolá, su Consejo de Guardianes de la Revolución y el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (Quds).


La lucha contra occidente y, en particular contra los Estados Unidos, representa un tema central de la revolución islámica. Pero ha sido el programa de desarrollo nuclear, claramente con fines no pacíficos, lo que ha generado las mayores tensiones con occidente y la adopción de sanciones colectivas en el marco del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Luego de muy duras y complejas negociaciones occidente logró establecer un acuerdo para la regulación de los planes nucleares de Irán, que se conoce como el Acuerdo 6+1, los cinco miembros del Consejo de Seguridad y Alemania + Irán, firmado en el año 2015.

Pero en mayo del 2018, Donald Trump denuncia el Acuerdo Nuclear y decide aplicar sanciones a la revolución islámica. Cabe destacar que los cinco países restantes y la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) siguen respaldando el acuerdo.

Con la combinación de las sanciones de Estados Unidos, la defensa histórica del chiismo y el destino imperial persa, la revolución islámica se está transformando en el epicentro de las tensiones en el Medio Oriente, entre otras, promoviendo un rígido bloque de países chiitas, con la participación de Siria, Irak, Líbano y apoyando movimientos subversivos como: Hezbolá, los Huties en Yemen, y el radicalismo palestino de Hamas.

Por si fuera poco, en su lucha contra el imperio, la revolución islámica está manipulando sus relaciones con Rusia y China. En el caso de Rusia, con la revisión de un viejo acuerdo que vence en marzo del 2021, e Irán está presentando con un lenguaje estratégico y belicista, que no se corresponde en el lado ruso.

Recordemos que Putin se ha esmerado en mejorar sus relaciones con el mundo sunita y con Israel. En el caso de China, la revolución islámica está vociferando sobre un nuevo acuerdo que aún no se ha firmado.

La amenaza iraní está desplazando la atención del clásico enfrentamiento árabe palestino contra Israel, que se mantiene pero pierde relevancia, cuando los países árabes sunitas observan la amenaza que representa los planes nucleares de Irán. Este temor está estimulando acuerdos de los países árabes sunitas de reconocimiento al Estado de Israel, como ha sido el caso del reciente acuerdo suscrito por los Emiratos Árabes Unidos, y se esperan nuevos acuerdos, que en el fondo están dirigidos contra la amenaza iraní.

En este contexto, existen sobradas razones que nuestra región se preocupe ante la creciente presencia iraní en apoyo a la revolución bolivariana, y más aún al estar presente el tema venta de armamentos.

No debemos olvidar que en la región está vigente el Tratado de Tlatelolco, firmado en 1967, que proscribe el uso de armas nucleares. Ahora bien, debemos tener presente que el protagonismo iraní en la región forma parte de su enfrentamiento con Estados Unidos, en el fondo su objetivo es lograr retomar las negociaciones con occidente, en el caso de lograrlo, el ataque al imperio y el apoyo a los revolucionarios pierden relevancia.

 

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