Pedro Raúl Solórzano Peraza
Septiembre 2017
La última dinastía en gobernar
el Imperio Ruso fue la Dinastía Románov, la cual finalizó con la abdicación de
Nicolás II, el último zar. El zarismo es un sistema político que gobernó a
Rusia desde 1547 hasta 1917, es decir, 370 años, durante los cuales desfilaron
cerca de 30 zares. Zar era el título del gobernante o emperador y es una
palabra que proviene del latín caesar (César),
lo cual se considera muy apropiado ya que los zares eran autócratas, por lo
tanto, dueños de todo el poder político y económico de su imperio.
En Venezuela desde 1999 se está
tratando de instaurar una especie de sistema monárquico, donde el poder se
hereda si hubiera una descendencia adecuada, o simplemente se designa el
sucesor. Los gobernantes de este sistema son una especie de zares, ya que son
autócratas, y dueños de todo el poder político y económico del país.
Nikolái Aleksándrovich Románov
(1868-1918), conocido como Nicolás II, gobernó el Imperio Ruso desde la muerte
de su padre en 1894 hasta su abdicación en 1917. Durante sus 23 años de
gobierno llevó a Rusia a la debacle económica y militar, y protagonizó tantos
episodios sangrientos que lo apodaron Nicolás El Sanguinario.
Por supuesto, el Zar Nicolás
tenía el linaje de los Románov, era descendiente de zares, reyes, reinas y
princesas; fue educado por tutores que le enseñaron idiomas (francés, alemán e
inglés) y llegó a dominar el inglés a la perfección que decían que podía
hacerse pasar por un profesor de Oxford. Además, estudió geografía y otras
materias importantes. Viajó por Egipto, India y Japón para completar su
educación formal. Su padre, el Zar Alejandro III, muere repentinamente de un
problema renal a los 49 años, por lo que Nicolás tiene que sucederlo de forma
imprevista sin tener la fuerte personalidad de su padre, ni la preparación
mínima requerida para una Rusia convulsionada, y ese pobre dominio de la
política acabó por llevar al caos a la Rusia Imperial.
Sabiendo Nicolás que iba a
suceder a su padre, dijo: no estoy preparado para ser zar, nunca quise serlo.
No sé nada del arte de gobernar, ni siquiera sé la forma en que debo hablar a
los ministros. Sabía que carecía de la formación política y lo ignoraba todo
acerca del gobierno del imperio, incluso su propio padre dudaba de su habilidad
para administrar y mantener un territorio tan extenso.
Esas debilidades de Nicolás II
facilitaron que fuera fácilmente manipulado por sus tíos y por el Kaiser
Guillermo II, quienes se aprovecharon del nuevo e incapaz gobernante para sacar
partido en favor de sus conveniencias. Los desastres de la I Guerra Mundial y
las instigaciones de los Bolcheviques, provocaron una situación que Nicolás II
fue incapaz de controlar y abdicó sus derechos y los de su hijo, terminando con
la dinastía Románov en 1917.
En Venezuela, en 1999, comienza
un nuevo gobierno con base democrática porque fue electo por una considerable
mayoría de ciudadanos que lo apoyaron en aquel momento; sin embargo, este
gobierno poco a poco comienza a desviarse del camino de respeto a los
diferentes poderes, lo cual se afianzó con un holgado triunfo en unas
elecciones con poca competencia para dominar, con inmensa mayoría, el Poder Legislativo.
Con esto, progresivamente se fueron adueñando de los demás poderes, el Poder
Moral, el Poder Judicial y el Poder Electoral, para convertirse en lo que
tenemos hoy, un gobierno autocrático dominado por el chavismo, que al igual que
el zarismo, es dueño del poder político y económico del país, apoyado y
sustentado por el “Poder Militar” representado por los jefes de los diversos
componentes de las fuerzas armadas.
Al zar venezolano le llega la
muerte inesperadamente y el poder no es heredado porque no hubo un descendiente
adecuado, por consiguiente, se designa un sucesor y el escogido es Nikolái
Aleksándrovich Madúrov. Aquí tenemos la primera gran coincidencia, ambos
Nicolás tienen exactamente el mismo nombre bautismal. Las coincidencias
continúan cuando Madúrov tiene que suceder de manera imprevista al moribundo
zar venezolano sin tener la fuerte personalidad de su predecesor, ni la
preparación mínima requerida para una Venezuela convulsionada y esta falta de
dominio en la política, esta marcada ignorancia de todo lo relativo al arte de
gobernar, terminó llevando al caos a la Venezuela “Chavista”, donde la gente
muere de hambre porque no hay alimentos, muere por la falta de medicinas o
muere porque una bala o un puñal ciegan sus vidas impunemente. Terminó
arruinando a uno de los países más ricos del mundo en cuanto a sus recursos naturales,
con la inflación más alta de todo el planeta, y un indetenible porcentaje de
pobreza extrema en la población.
Otra coincidencia entre los dos
Nicolás es que además de llevar al país a una debacle económica y militar (el
desprestigio de los militares, especialmente los de alto rango, es abrumador),
en los años más recientes Madúrov, al igual que Románov, se ha convertido en un
sanguinario al provocar los más absurdos enfrentamientos entre la Guardia
Nacional y otras fuerzas de “orden público” y la población desarmada y
desesperada por la situación de pobreza, que han resultado en la muerte de
muchos compatriotas manchando de sangre nuestras calles.
La ineptitud de Madúrov también
ha permitido, como ocurrió con el último zar de la Rusia imperial, que sea
fácilmente manipulado por personas cercanas, pero muy especialmente por el
Kaiser Castro II, quien desde una miserable isla del Caribe lo ha guiado para
convertir a Venezuela en el más miserable país de América.
Por supuesto existen profundas
discrepancias entre los dos Nicolás comenzando por la educación, ya que Románov
hablaba varios idiomas a la perfección y Madúrov habla español de vaina, con un
verbo muy limitado y repetitivo de expresiones vulgares y ofensivas. De
geografía conoce poco, porque cree que la tierra tiene cuatro latitudes y cinco
puntos cardinales (aunque creo que esto último es a propósito una manera de
tratar de esconder su ignorancia). Románov fue sincero al reconocer que no
estaba preparado para ser zar, mientras que Madúrov cree que gobernar consiste
en las barbaridades que él está haciendo en lo social, económico, diplomático y
demás áreas donde debe intervenir el gobierno.
Los venezolanos estamos a la
espera de una pronta coincidencia entre los dos Nicolás, referida a que las
instigaciones de los nuevos libertadores, de esa resistencia que lucha contra
esta dictadura que avanza en Venezuela con un golpe de estado continuado,
provoque una situación tal que Nikolái Madúrov sea incapaz de controlar y tenga
que abdicar terminando con el chavismo en nuestro país. Tenemos la esperanza
también, que al igual que el zarismo terminó en el año 17 del siglo pasado, el
chavismo también termine en el año 17 de este siglo con la salida del último
zar chavista.
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Septiembre de 2017
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