Pedro Raúl Solórzano Peraza
Agosto de 2017
En una oportunidad mencioné
nueve aspectos que afectan negativamente la producción agrícola venezolana, y
el primero de esa lista fue la inseguridad personal y jurídica, aunque es un
aspecto que va más allá de la vida campesina por ser un problema de alcance
nacional, ya que en todas las instancias de la vida del ciudadano venezolano,
existe un peligro permanente de inseguridad personal y de inseguridad jurídica.
Es común, en las noticias diarias, recibir información de los delitos que se
cometen contra las personas y sus bienes. Crímenes, secuestros, robos,
expoliaciones de propiedades, son sucesos cotidianos en nuestras ciudades, pero
también al campo venezolano ha llegado esta situación afectando profundamente
la producción agrícola.
Las noticias actuales referentes
a la agricultura nacional, están concentradas en dos situaciones muy
específicas: ha continuado el proceso de expoliación de fincas como ejemplo de
inseguridad jurídica, y los trabajadores del campo abandonan sus labores debido
a la inseguridad personal. Estas noticias indican que se está promoviendo el
abandono total del campo, ya que ni los propietarios ni el personal que labora
en las unidades de producción pueden asistir a sus sitios de trabajo por temor
a ser asaltados, perder sus bienes y hasta llegar a perder la vida.
Los problemas de inseguridad
personal comienzan en las carreteras nacionales debido a las malas condiciones
en que se encuentra la vialidad, y a la escasez de vigilancia y de equipos de
apoyo vial. Luego los riesgos continúan en las unidades de producción,
alimentados por la ausencia de los cuerpos de seguridad del Estado en las
regiones agrícolas, o por su presencia timorata y hasta posiblemente cómplice
con las bandas irregulares que hacen vida en las áreas campesinas de nuestro
país. Estos riegos incluyen robo de maquinarias y equipos, robos de cultivos y
de ganado, peligro de secuestros y asaltos, cobro de vacunas y otros.
Lógicamente, esta exposición al secuestro y la extorsión causan descontrol en
las fincas, las cuales en ocasiones son abandonadas por ser la mejor opción que
encuentran los propietarios.
La inseguridad jurídica está
expresada claramente por las expoliaciones de fincas tradicionalmente
productivas, que ante la ignorancia y vandalismo de su manejo por parte de los
asaltantes, porque esa es la mejor definición para ellos, son transformadas en
terrenos abandonados, yermos, una vez que han consumido todo lo que allí existía
comestible, como son los frutos de los cultivos o los rebaños de ganado. Esta
inseguridad jurídica también ha invadido a la agroindustria que apoya a la
agricultura, como son las empresas que producen y suministran insumos para los cultivos,
otras que procesan alimentos para su preservación y poder ofrecerlos a los
consumidores de manera continua a lo largo del año, otras procesadoras de
materia prima para la industria de alimentos.
Para enfrentar los problemas de
inseguridad personal se tiene que comenzar por mejorar la vialidad a nivel
nacional, incrementar los servicios de vigilancia y apoyo vial, y desarrollar
serios programas contra la delincuencia en todos los ámbitos del país. En el
caso de las zonas agrícolas hay que incrementar la presencia del ejército y la
Guardia Nacional, y crear algunos comandos específicos que se encarguen del
verdadero resguardo de las fronteras. Iniciar acciones para el control de la
infiltración de cualquier tipo de guerrillas y procurar eliminar los focos
existentes, tanto de guerrillas importadas como de los grupos que se han estado
organizando por nuestros propios conterráneos.
Los problemas de inseguridad
jurídica, para su solución, requieren que los ciudadanos afectados tengan un
interlocutor dentro del Poder Judicial, que sea capaz de atenderlos con
honestidad, a quien puedan presentar sus denuncias y adelantar juicios, con la
intención de recuperar sus propiedades si éstas no hubieran sido correctamente
expropiadas o procurar el cobro de sus bienes confiscados. Por supuesto, esto
no es posible con un régimen donde el Poder Judicial está subordinado al Poder
Ejecutivo que es el que ordena y autoriza las expoliaciones.
Quiere decir,
que la solución a los casos de inseguridad personal y jurídica que vive la
población venezolana solamente será posible con un cambio de este régimen por
un nuevo sistema de gobierno. Es evidente que el gobierno promueve las bandas
de asaltantes por medio de los grupos paramilitares, armados por el propio
gobierno, y denominados “colectivos”, los cuales han incrementado la
inseguridad personal de los ciudadanos. Por otro lado, este régimen de corte
comunista ha buscado, durante los últimos quince años, ser el dueño de todos
los bienes y recursos del país. Bajo esa consideración, es imposible solucionar
la inseguridad jurídica que amenaza permanentemente a la propiedad privada, se
vive bajo una constante indefensión institucional.
Ejemplos de
estas situaciones son la expoliación de Agroisleña, C.A., empresa líder en el
suministro de insumos y servicios a los agricultores del país, cuyo lema era
cierto: ”Todo para el agricultor”, y que al ser asaltada la convirtieron en
Agropérdida y hemos visto las carencias que está sufriendo el campo venezolano
y la vertiginosa caída de la producción agrícola. El otro ejemplo es el
reciente asalto a la Hacienda El Gólgota, lleno de progreso y riquezas, que
pronto será convertido en un verdadero Calvario por el manejo vandálico al que
será sometido por las huestes destructoras del gobierno actual.
¡¡Cómo ha
cambiado nuestro campo!! No tiene comparación la paz que se sentía al reposar
en uno de estos fundos, especialmente de noche, escuchando los ruidos de la
naturaleza. Estas haciendas se hicieron tan atractivas que llegaron a convertir
al campo venezolano en un sitio excelente para vacacionar, motivando incluso la
construcción de muchas posadas para que los viajeros, después de esas apacibles
noches campestres despierten con el mugido de vacas que están siendo ordeñadas,
o con el concierto matutino de innumerables aves que alegres saludan al nuevo
día con sus cantos sonoros y variados, o con el murmullo del río corriendo
aguas abajo. Ahora en esos lugares, gracias a la incuria y la maldad del
gobierno, se siente es desasosiego, miedo, temor a la llegada de las pandillas
de asaltantes de los colectivos o del INTI.
Pedro Raúl
Solórzano Peraza
Agosto 2017
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