EL
TROTSKY BOLIVARIANO
Enrique Viloria Vera
Trotsky (seudónimo
tomado de su carcelero en 1902) vivió tres largos exilios fuera de Rusia
(1902-1905, 1907-1917 y 1927-1940), pero también participó de tres
revoluciones. Fue dos veces presidente del soviet de Petrogrado. Trabajó como
periodista en dos guerras: en los Balcanes, en 1910, y durante la Primera
Guerra Mundial, en 1914. Miembro del Comité Militar Revolucionario durante la
insurrección de octubre de 1917, dirigió los operativos que llevaron los
bolcheviques al poder. Después de la victoria de la insurrección, asumió el
Comisariado del Pueblo para Asuntos Extranjeros y estuvo en la cabeza de las
negociaciones de la paz con Alemania en 1918. Formó y dirigió el Ejército Rojo,
cuyo contingente llegó a cinco millones de hombres y mujeres, en 1920. Venció
14 ejércitos extranjeros durante la guerra civil. Después de 1921, se dedicó a
las cuestiones económicas del joven estado obrero. Inspiró, junto a Lenin, la
formación de la III Internacional, redactando sus principales documentos y
declaraciones. Tras la muerte de Lenin, trabó una batalla política contra la
burocratización del estado soviético y la degeneración del Partido Bolchevique.
Expulsado de la URSS, en 1927, por denunciar el curso anti-proletario de la
fracción de Stalin, Trotsky recorrió el mundo durante 10 años en busca de
asilo, hasta ser su solicitud aceptada por el gobierno mexicano en 1937; en
Ciudad de México fue asesinado por un seguidor de Stalin de nombre Ramón
Mercader.
La Revolución
Bolivariana no es menos que la Soviética y cuenta con su propio Trotsky,
cómodamente exiliado en Nueva York. El nuestro- a pesar de los dotes y logros
revolucionarios que alude -, no compite ni de lejos con los del camarada ruso.
Ciertamente, fue Ministro de la Revolución, Presidente de PDVSA roja – rojita y
combatiente embajador ante la ONU. Sin embargo, ambos coinciden en sus ataques
reiterados y furibundos contra el Padrecito de turno, a quien acusan haberse
alejado y traicionado los principios revolucionarios de Lenin y Chávez.
El nuestro igual que
el otro permanece encerrado en su oficina en Manhattan maquinando cómo derrotar
al Robusto Guasón, escribe largos artículos en los que exalta la obra de su
mentor, el Comandante Supremo y Eterno, y sobre todo la suya propia; además
señala la incompetencia de los actuales dirigentes revolucionarios,
responsables de la quiebra del país y de la hambruna reinante, aduce que en su
gestión la PDVSA roja- rojita - de la que ordenó expulsar a caracazos a los
opositores de Chávez -, la petrolera socialista era ejemplo mundial de
productividad, innovación, motivación del personal y seguridad industrial,
según su criterio desinteresado.
Hoy. como el ruso
anda, protegido y con miedo por las avenidas de la Gran Manzana,
permanentemente vigilado por los integrantes del colectivo revolucionario
neoyorquino denominado The Little Stone.
Sólo lo prevenimos de que la nomenklatura madurista ya contactó a sus camaradas
socialistas y podemitas en España a fin de que identifiquen un nuevo Ramón
Mercader que desee pasar a la historia como el Valente revolucionario vengador
del Padrecito socialista del siglo XXI y salvador de la Revolución
Bolivariana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario