MANTEQUILLA. Andanzas del “hombre nuevo” en el contexto hiperinflacionario
venezolano.
EDUARDO ORTIZ RAMIREZ
Antonio, un
amigo académico destacado me conversaba en una mañana de ejercicio sobre los
límites de la hiperinflación. También,
más tarde, conversando con José, un familiar pequeño empresario, sobre el mismo
tema, pude observar una reacción de importancia sobre mi respuesta a tal temática.
Esta última, fue brutal: los límites de
la hiperinflación son la propia destrucción del ser humano. En eso se anda
en Venezuela en un contexto donde, a pesar de las euforias y afirmaciones gubernamentales,
ni se ha controlado la inflación, ni se ha derrotado el mercado paralelo del dólar
(hoy multiplica en alrededor de 5 el particular
mercado Dicom II) y mucho menos se ha contenido el deterioro creciente en el
bienestar de grandes mayorías de venezolanos. Pero tampoco el petro ha pasado a ser ni a abarcar, todo lo que la administración
bolivariana se ha planteado para él.
La escasez, por
otra parte, tampoco se ha logrado disminuir. A la concerniente a productos básicos
se le añaden ahora desapariciones permanentes de productos con las
correspondientes distorsiones de precios relativos. Se ha pasado entonces a
construir leyendas y orientaciones derivadas de las vocerías populares y de la
comunidad. En tal lugar hay huevos, en esta ciudad si y en esta no, son
expresiones no infrecuentes hoy día. Por otra parte, el aumento contenido en el
precio de la gasolina, pues las razones fiscales se compensan con la emisión de
dinero inorgánico, aminora el miedo de los efectos inflacionarios en el combustible
que, en este contexto, será echarle gasolina al fuego de la hiperinflación. Los
servicios las infraestructuras y las vías transitan por un agudo deterioro y
dentro de un tiempo cercano, nos encontraremos con un Soberano nuevamente con una aguda pérdida de valor de la moneda. Nada
que ver, pues con lo prometido el 17 de agosto de 2018. Pero tampoco la administración
bolivariana logró crear un hombre nuevo
(sin comillas) como se plantearon algunos políticos Latinos o europeos e
incluso soviéticos (como Leontiev/área de la psicología). A todas estas, existe
un venezolano asediado y presionado por la escasez y la falta de productos. Ilustremos
con el caso de la llamada mantequilla[1].
Continuemos con
la idea inicial. El mismo día por la noche nos acercamos a un supermercado, en
el interés de encontrar algún producto de provecho. En este caso se trata de un
supermercado de dos pisos. Observamos llegando que había agentes policiales, en
algo que parecía una cola que ya se había acabado. Al tratar de entrar al
segundo piso apreciamos un pequeña cola en la planta y, preguntándole a alguno
de los agentes nos dijo casi como respuesta automática: “pase, esa cola es para
mantequilla”.
La zona donde se
ubicaba la cola estaba totalmente aislada del resto del supermercado, formándose
una especie de cuadrilátero, que terminaba enfrente de 4 o 6 cajeras dispuestas
para el cobro de la mantequilla. Nadie usaba otras cajeras para otros pagos, parecía
que el supermercado solo vendía mantequilla. A renglón seguido, pasa un
funcionario contando los miembros de la cola donde me incluía ya. Eran sobre
las 40 personas y se comprobó que si había suficientes ejemplares del bien. Pero
como por arte de magia y a pesar de que ya era de noche, empezaron a aparecer
personas. El que haya estado en una de estas situaciones, comprende el variopinto
escenario que se construye: el que estaba pero salió, el amigo tal o cual,
entre otras tantas figuras. La decisión del grupo de más de 40 personas fue categórica.
Ya la cola estaba contada. A esto se le añadió el que, varias personas, fueron
haciendo la cola más grande e intervinieron por ello agentes gerenciales del
supermercado que, ante la protesta de los que querían hacer cola allí y no ,
dijeron categóricamente: “esto no es asunto de la policía sino de esta empresa
privada y si no se salen no les venderá mantequilla”. Demostrativamente triunfó
la posición de estos funcionarios del supermercado y las personas salieron.
Tan llamativo
como eso, fue el momento cuando se vio físicamente la llamada mantequilla, ante
lo cual los mismos funcionarios policiales llamaron al orden, incluso a los más
de cuarenta de la cola inicial. Era como si la presencia física de la mantequilla
pudiese colmar los ánimos de algunos y, entonces, los agentes policiales se
pusieron como custodios de funcionarios del supermercado y de la propia mantequilla.
Igualmente lo fue el hecho de que personas, sin porte de bajo nivel de ingresos
o de comportamiento desordenado bordearan las distintas líneas del cuadrilátero
referido, pudiéndoseles observar decisión sobre sus intenciones, ante la más mínima
posibilidad de saltar talanqueras y líneas de bloqueo. En ese momento pensé tantas
cosas sobre lo fundamental de ese bien, que solo después de adquirirlo, en casa,
se me señalo había sido aumentado a 200 soberanos, pero seguía siendo más bajo
de precio que la versión light. Mientras uno observaba estas cosas, una joven
señora elegante con una niña de unos 6 años, logró articular esfuerzos e
intenciones y burló -sin mayores movimientos- las miradas de gerentes, policías
y hasta de varios de la cola de los más de 40 iniciales.
Se trata
entonces de peripecias y desventuras por las cuales transitan consumidores
honestos de distinto nivel económico y social, así como también revendedores y
acaparadores para la adquisición de bienes que se consideran o son importantes
o básicos y que, según los administradores del país, son problemas que no
existen o son solo resultado de una supuesta guerra económica o imperial.
Como paradoja o contrasentido
para los “revolucionarios”, realmente el hombre nuevo no existe. Hasta ahora,
con fuerza –aunque no únicamente- sigue existiendo el homo económicus, que algunos le adjudicaron a los marxistas iniciáticos, a pesar de que Engels
aclaró en alguna parte (de la carta a Bebel) que él y Marx solo habían dicho
que lo económico era determinante en última instancia.
26 noviembre
2018
@eortizramirez
[1]
Realmente este término se ha
extendido para distintas formas de margarinas que se encuentran en las
necesidades de mayorías de consumidores
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