martes, 1 de marzo de 2016

Coincidencias de modelos autoritarios

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Felix Arellano

Afortunadamente Evo no decidió destruir su economía, por el contrario, la ha fortalecido y organismos como el FMI reconocen su crecimiento. Al no recurrir a las expropiaciones e invasiones, no necesitó la farsa de la guerra económica

Ante su reciente derrota Evo Morales optó por seguir el libreto autoritario y culpar “al otro”: al imperio, las redes o los traidores; jamás reconocer sus propios errores, el modelo se está agotando y ya han sonado varias alarmas, pues en las pasadas elecciones regionales, de marzo del 2015, la oposición avanzó en ciudades fundamentales como: El Alto, Cochabamba, La Paz, Tarija, Santa Cruz y Beni. En general ha crecido la crítica, pero la soberbia del poder genera la ceguera ideológica, que paraliza el pensamiento.

Al llegar al poder Evo Morales y su partido socialista MAS, generaron grandes expectativas de cambio, en un país con años de exclusión y enorme pobreza.Donde la política tradicional fue perdiendo la vinculación con su realidad. Al nuevo discurso y símbolos de cambio, de un indígena sindicalista en el poder, se sumaron elementos coyunturales favorables, tales como: el incremento de los precios de las materias primas, base de exportación boliviana; los vientos de izquierda en la región: Lula, Chávez, Kirchner, Lugo, Correa y, muy importante, el despilfarro de la chequera petrolera venezolana a su favor. Y la coyuntura facilitó cambios: reducción de pobreza, mayor inclusión social, particularmente de los indígenas, pero con costos políticos altos.

En el ambiente de izquierda, Evo se incorpora la Alba e inicia su seguimiento a los dictados castro-chavistas, con esto inicia, tanto el fin del sueño de cambios consensuados, como el proyecto autoritario hegemónico que, con algunas diferencias, reproduce los graves errores del proceso bolivariano venezolano. Aprovechar la democracia para, con un falso discurso humanista, tomar el poder y, luego, destruir los valores e instituciones democráticas.

Las coincidencias del libreto autoritario de los miembros de la Alba son significativas, mucho se debe a la labor de la dictadura cubana. Al tomar el poder, destruir la autonomía de los poderes y en Bolivia también encontramos un poder judicial politizado, jueces controlados que cumplen su tarea de criminalizar la protesta y perseguir a los críticos. El respaldo militar es desicivo y se convierte en la casta privilegiada. Evo también promueve el militarismo, con muchos militares en el gobierno, compras de armas como aviones caza checos, acuerdos con Rusia y muchas prebendas para complacer y silenciar las fuerzas armadas. Aprobar la nueva constitución en un cuartel es una señal preocupante.

Muy importante la polarización de la sociedad, con un discurso de odio y violencia que promueve el enemigo externo (el imperio, el capitalismo) y un enemigo interno (los críticos, los libre pensantes, ahora traidores a la patria). El control de los medios un paso clave, y Evo también ha desarrollado la hegemonía comunicacional (Tv Boliviana, Radio Patria Nueva, Agencia Boliviana de Información, Periódico Cambio) para repetir el falso discurso como la información veraz. También en Bolivia se acecha la libertad de expresión y se acosa y persigue a medios y periodistas.

Se aspira conformar una “democracia tutelada” con una población sin mayores espacios de libertad, sometida a la presión, de allí la importancia de los grupos paramilitares, los “colectivos de paz” bolivarianos y los Ponchos Rojos bolivianos, para crear miedo y sumisión. Este un caldo de cultivo para la violación de los derechos humanos, que en Bolivia también se aprecia.

Al avanzar el autoritarismo, también avanza el rechazo y muchos partidarios se distancian, como ha ocurrido con movimientos sindicales, como la Central Obrera Boliviana, e incluso con asociaciones de indígenas aymara y quechuas como la Conomaq y la Cidob que, entre otros, denuncian la destrucción de la autonomía de las organizaciones civiles indígenas. Otro elemento coincidente de estos modelos es su colosal corrupción.

Afortunadamente Evo no decidió destruir su economía, por el contrario, la ha fortalecido y organismos como el FMI reconocen su crecimiento. Al no recurrir a las expropiaciones e invasiones, no necesitó la farsa de la guerra económica.

Pero todo cambia, los pueblos se agotan del falso discurso y aspiran verdaderos cambios; además, los vecinos con modelos de centro más prudentes políticamente, están logrando mejores resultados y, en el referéndum el pueblo boliviano nos ha dado una lección de fortaleza democrática. No necesita Evo ir muy lejos a buscar enemigos fantasmas, sus errores son sus verdaderos enemigos.

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