Guillermo Márquez
Esta exposición tuvo su origen en una invitación que me hizo
la Profesora y amiga María Consuelo Chaparro, para que conversara con sus
alumnos en la Maestría de Economía
Internacional, a quien agradezco altamente la oportunidad que me brindó y las
generosas frases que tuvo sobre mi labor académica. Allí me fue muy grato
saludar a antiguos alumnos que han permanecido mis amigos y que se han
convertido en profesionales y profesores destacados. Agradezco a la estudiante
que hizo la grabación de mi exposición, la cual me ha sido útil para esta
versión escrita, pero lamentablemente no pude obtener su nombre. La charla se
realizó en julio del 2007. Se publica aquí con algunas modificaciones y
ampliaciones que estaban preparadas, pero que por falta de tiempo no pudieron
ser expuestas.
Cuando recibí la invitación de la
profesora y amiga María Consuelo acepté con gusto y, además, me alegré por
tener la oportunidad de volver a estas aulas que han sido muy importantes para
mi vida académica. Me decidí por este tema porque pienso que mis experiencias
pueden ser útiles para ustedes, tanto en los estudios como en la vida
profesional, y sobre todo a los que vayan a ejercer la docencia.
Principios Docentes
Mirando retrospectivamente, me doy cuenta
que a lo largo de mi vida docente fui desarrollando algunos principios
esenciales que paso a explicar.
Rechazo a la clase magistral por ser la menos
magistral de las formas de enseñanza. En ese método el estudiante cumple un
papel pasivo, sin conocer previamente el tema explicado por el profesor. Toma
apuntes y si los exámenes son una simple exigencia de lo que el profesor ha
explicado, el conocimiento adquirido por el alumno es altamente deficiente. En
el transcurso de la charla explicaré los métodos que utilicé para evitar esa
negativa práctica.
No improvisación. El profesor, en sus dos
primeros años de docencia debe preparar la estructura fundamental de su
materia. Pero no debe confiarse en que ya conoce su materia. Cada año debe
revisar nuevamente las clases que va a dictar y examinar nueva literatura para
incluir los avances que se han producido. Incluso cuando se explica en clase
algo que uno mismo ha escrito, si no se revisa previamente no se da bien.
Cuando un profesor se dedica a dictar simplemente lo que preparó al principio,
se va ampliando cada vez más la diferencia entre sus clases y el estado
corriente de su materia. Al respecto, quiero ponerles un ejemplo propio:
De lo que yo les estoy hablando hoy es mi
vida y la recuerdo perfectamente. Pero si me hubiera confiado en eso, mi
exposición habría sido deficiente, incoherente, tratando de recordar en cada
momento lo que les iba relatando. En cambio, escribí totalmente la charla e hice
un esquema, aunque no dudo que tendré ciertas fallas en mi exposición.
En relación a la improvisación, hace algún
tiempo me encontré en El Universal con un artículo de Juan Carlos Sosa Azpurua,
un párrafo que me gustó mucho por interesante y hasta humorístico: “En su
abrumadora mayoría los políticos venezolanos no destacan por la actualidad de
sus ideas y un entendimiento serio y profesional de los asuntos que abordan, y
un rasgo venezolano, pero muy especial de los políticos, es la infinita
capacidad de hablar pistoladas con cara de circunspecto y con el convencimiento
de estarse comiendo al mundo”.
Consulta de los autores originales. Cuando un profesor
prepara sus clases solamente consultando libros de texto, se presentan
diferencias, a veces importantes, respecto a lo que verdaderamente expusieron
los autores. Los libros de texto son resúmenes y a veces interpretaciones
erradas de los fundadores.
Les voy a dar un ejemplo de un aspecto que
se explica en estas aulas. Se trata de la llamada Teoría de la Dotación
Relativa de Factores de Heckscher-Ohlin. En los libros de texto se critica esta
teoría, porque es muy simplificada, porque no toma en cuenta factores
importantes, como la tecnología, las innovaciones, los cambios en la
competitividad, las economías de escala, los factores dinámicos.
Yo mismo caí al principio en ese error y
lo tengo escrito. Hasta que descubrí un libro difícil de conseguir,
“Interregional and International Trade” de Bertin Ohlin, uno de los fundadores
de esa teoría. Cuando se lee ese libro uno se da cuenta de que Ohlin analizó
todos los factores que supuestamente omitió. Hasta el punto que he aconsejado
que los profesionales que trabajan en la práctica del comercio internacional
deberían leerlo. Lo que sucedió fue que Paul Samuelson, para darle formulación
matemática a esa teoría, eliminó los factores supuestamente omitidos. La teoría
ahora se llama Heckscher-Ohlin-Samuelson.
Libertad de Expresión al Estudiante. La Universidad, como su nombre lo
indica, es un sitio especial donde se debe discutir sin restricciones todas las
ideas. La censura es anti-Universidad. El estudiante debe sentirse libre de
discutir, aún acaloradamente con el profesor, siempre que la discusión se
mantenga en el plano intelectual. Por eso, me preocupó un caso del que tuve
conocimiento, pero debo aclarar que no tuve información directa de los
participantes. Se trata de una amarga discusión que se produjo entre un
estudiante y un profesor muy apreciado por mí, tanto en lo personal como por su
alta inteligencia y profundo conocimiento profesional. Pues bien, derivado de
esa discusión el profesor solicitó al Consejo de la Facultad la expulsión por
un año del estudiante, lo cual fue aprobado. Pienso que aunque hubiera habido alguna
alusión personal por parte del alumno, el profesor ha debido obviarla,
tratándose de que fue una discusión fundamentalmente intelectual.
Algunos profesores no aceptan en los exámenes otra
cosa que no sean sus ideas. Y se da el caso lamentable que, cuando comienza el
año escolar, muchos estudiantes tratan de descubrir la ideología del docente,
para proceder en consecuencia.
En una clase, un estudiante me increpó airado:
“Profesor, yo no estoy de acuerdo con sus clases porque usted lo que da es
economía burguesa”. Aparte de que ello era falso, porque procuraba exponer las
distintas tendencias respecto a un tema, le expliqué pacientemente que para
poder criticar una teoría, había que conocerla profundamente y que la estructura
fundamental de la teoría del comercio internacional, Adam Smith, Ricardo,
Hecksler-Ohlin, debía ser estudiada. No me pasó por la mente una retaliación
contra él. Por cierto, que ese estudiante, después de graduado, ha sido muy
exitoso en empresas de la “economía burguesa”.
En otra ocasión se me presentó una situación
interesante. Con motivo de los extraordinarios ingresos que Venezuela estaba
recibiendo con motivo de la llamada “crisis energética” a principios de los
años 70, puse en un año como examen final, la siguiente única pregunta: “A la
luz de la crisis energética actual, examine la política económica internacional
de Venezuela”. Cuando estaba revisando los exámenes, muchos muy interesantes,
me encontré con que un estudiante había puesto una nota al margen, en la
primera página de su respuesta:
“Considero que examinar la política económica de un
país capitalista no tiene sentido. Pero ya que es una exigencia del examen, lo
haré”. Era un insulto, su examen no tiene sentido. Mi primer pensamiento fue:
“Ojalá que haya escrito para el 10, porque si es aplazado puede considerar que
es una retaliación por su nota; y así fue, pasó con 10 puntos. Pero a su vez yo
le puse también una nota al margen y le entregué su examen: “Considero que un
economista que se dice marxista y que desprecia examinar la política económica
de un país capitalista, servirá muy poco, como economista, en una economía
socialista”.
¿Qué es eso de
“falta de respeto” por parte del estudiante hacia el profesor en una discusión
intelectual? No es universitario. A este respecto quiero comentarles sobre un
artículo de un profesor muy destacado de nuestra Universidad, hace varios años.
El escribió un artículo donde criticaba, desde su punto de vista, el libro del
antropólogo norteamericano, Oscar Lewis, “Los hijos de Sánchez”. Su método de
investigación consistía en vivir un tiempo largo en una casa de familia para
analizar desde el punto de vista antropológico y sociológico las diversas
facetas del comportamiento de todos los integrantes de esa familia.. Hasta casi
el final el análisis crítico del profesor se mantenía en el plano intelectual,
en lo cual uno podía estar de acuerdo o diferir. Pero el profesor concluía con
la siguiente frase: “A la luz del análisis realizado, este libro debe ser prohibido
en la Universidad Central de Venezuela.” Los comentarios sobran.
Sistema de Evaluación. Los exámenes no deben estimular el
caletre. Deben fomentar la creatividad de los estudiantes. Si el examen es de
caletre, en que al estudiante se le exige simplemente saber lo que el profesor
dictó, y esto se combina con la situación que delinée en el punto sobre la
clase magistral, el resultado es desastroso para la formación profesional del
estudiante. Más adelante me referiré a esto, de lo cual también es un ejemplo,
el examen a que hice referencia en el punto anterior.
Un método de evaluación que me parece negativo, es
cuando en el primer día de clase el profesor hace entre los estudiantes una
distribución de los temas del programa. Cada alumno o grupo de alumnos tiene
que dictar ese tema en clase y esa es la evaluación. La consecuencia es que
cada estudiante prepara su tema y ya los otros no le interesan porque ya fue
evaluado. El resultado es un conocimiento fraccionado del programa, lo que
atenta contra el conocimiento integral de las distintas materias que se debe
tener.
Honestidad. A este respecto me refiero a que
el profesor debe ser transparente con los estudiantes. La honestidad comienza
por preparar con profundidad las clases. Cuando un estudiante hace una pregunta
cuya respuesta el profesor no conoce bien, éste no debe tratar de “guabinear”.
Debe decirle claramente que no conoce bien la respuesta, que la buscará y le
dará una respuesta satisfactoria posteriormente. A este respecto, hay que
reconocer que los latinoamericanos tenemos la característica de que
consideramos como un pecado decir “no conozco esto”, especialmente entre los
políticos. Uno puede observar por televisión muchas situaciones, en que a un
político un periodista le hace una pregunta y aquel comienza a darle vueltas al
asunto, sin decir nada de sustancia, pero nunca se le ocurre decir, “no se”. En
cambio, con frecuencia uno puede ver en los países del hemisferio norte, hasta
premios Nobel, que ante una pregunta responden: “Yo no se de eso, quien sabe de
eso es X”.
Inicios Docentes
Me inicié en la docencia como auxiliar, todavía estudiante,
en la cátedra de Estadística Económica del gran profesor e investigador Armando
Córdoba. Ese fue un período muy fructífero, tanto para mi formación
profesional, como para mi futuro docente, bajo la sabia orientación del Prof.
Córdoba.
Luego de graduado, cuando le llevé mi diploma para que
me lo firmara al cimero Prof. D.F. Maza Zavala, éste me dijo: “Mire Márquez, yo
quiero que el próximo año académico me ayude en la Cátedra de Economía
Internacional. Cuando abran la Escuela en septiembre hable con el Prof. Mejías
(Luis Esteban Mejías, Director de la Escuela) que tendrá instrucciones mías”.
Así lo hice y para mi sorpresa el Prof. Mejías me dijo: “Ya tengo instrucciones
del Prof. Maza. El va a dar la clase diurna y usted la nocturna”. Debo confesar
que eso fue una conmoción para mí, porque yo me figuraba que el arreglo sería
que el Prof. Maza me indicaría que yo dictara algunos temas, espaciados en el
tiempo y que, por lo tanto, podría prepararlos con mucha comodidad.
Comencé entonces, de inmediato, a fichar toda la
bibliografía que tenía sobre Economía Internacional. Cuando terminé esa labor,
preparé la primera clase del programa, la cual “dicté” con la ayuda de un
pizarrón que tenía en mi casa. Cuando terminé mi simulación habían pasado 40
minutos, y en esa época la clase era de 50 minutos. Me horroricé que me
sucediera lo mismo que a algunos de mis profesores, que después de 30 o 35
minutos no tenían nada más que decir. Pero el resultado fue que los 40 minutos
que había hablado se convirtieron en tres clases, porque no había tomado en
cuenta la interacción con los estudiantes, preguntas y respuestas, comentarios.
Por algunos años mis clases se basaban en la clase
magistral, pero estimulando la discusión. Después comencé a alejarme de este
método, indicando a los estudiantes la bibliografía para la semana siguiente,
de manera de poder dar yo un resumen del tema y comenzar entonces la discusión.
Debo confesar que no me fue fácil aplicar ese método en la Escuela de Economía,
por el gran número de estudiantes en el aula. Donde mejor pude aplicarlo en el
pre-grado, fue en el Instituto Universitario de Nuevas Profesiones, donde por
unos años dicté la Cátedra de Desarrollo Económico. Los grupos eran pequeños y
el sistema funcionó; los estudiantes respondieron excelentemente, estudiando
previamente y produciéndose vivas e interesantes discusiones.
En lo que se refiere a la evaluación, no he estado de
acuerdo con un sistema de exámenes parciales y que la suma de estos sea
simplemente la evaluación. Los conocimientos deben ser consolidados en un
examen final; pero este examen debe ser global, que ponga a prueba el
conocimiento por el estudiante de todo el programa, como el examen relacionado
con la crisis energética a que me referí antes.
Como Director de la Escuela de Economía
Acepté la Dirección de la Escuela de
Economía en el Decanato del Profesor y amigo Héctor Silva Michelena. Mi mayor
estímulo para esa aceptación fue un proyecto de reforma académica de la
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. No me toca a mí evaluar mi gestión
en ese cargo, en el cual estuve poco tiempo. Diversas circunstancias impidieron
avanzar plenamente en ese proyecto, por lo cual renuncié y preferí dedicarme
plenamente a la actividad docente y a la investigación.
Voy a referirme solamente a un aspecto de
esa gestión. Me plantee lo siguiente: Yo voy a dirigir una institución
académica. Su esencia es la exposición y discusión de los aspectos teóricos y
fácticos de la economía. Si yo no conozco lo que se está discutiendo en las
aulas, seré sólo un administrador. En cualquier institución o empresa, un
supervisor puede acercarse a un subalterno y decirle que le explique la esencia
de su trabajo, porque sin ese conocimiento la dirección no puede ser eficiente.
Entonces, diseñé un plan por el cual me iba acercando a profesores, les
explicaba esto y les perdía permiso para asistir a sus clases, no en términos
de supervisión, sino para involucrarme en la sustancia de lo que yo estaba
dirigiendo. A todos los profesores a quienes les hice el planteamiento
aceptaron y puedo decir que lo mejor que me llevé de la Dirección de la Escuela
fue el conocimiento y la experiencia que adquirí en esas visitas. Pero supe de
algunos profesores que dijeron: “Si Guillermo Márquez pone los pies en mi
salón, lo saco a patadas”.
Sin embargo, hubo un caso que siempre me
trae problemas de conciencia cuando lo recuerdo. Asisto a la primera clase del
primer año de Teoría Económica. Los estudiantes eran jóvenes imberbes,
generalmente con mala preparación del bachillerato y sin idea de que era eso de
Teoría Económica. El profesor se para, no recuerdo si dio los buenos días, sin
ni siquiera una palabra introductoria, se dirige al pizarrón y escribe:
“FUERZAS PRODUCTIVAS”. Y a continuación comienza a escribir una clasificación
de esas fuerzas productivas, concepto marxista, y luego explica cada una de sus
significados. Eso fue la clase.
Yo estaba horrorizado. Esa primera clase
requería de parte del profesor una panorámica de lo que se estudiaría, una
explicación de que en qué consiste la ciencia económica y su ámbito conceptual.
Comencé entonces una lucha mental interna: entre la barbaridad que había
presenciado y mi compromiso de que mis visitas no tenían carácter de
supervisión. Y venció el compromiso y no le comenté nada. Años después se
descubrió que ese “profesor” era un farsante, que no tenía título de Economista
ni ningún título universitario y, por lo tanto, fue expulsado de la
Universidad. Para alivio del gentilicio venezolano, les aclaro que ese sujeto
era extranjero. No me explico cómo pudo entrar al personal docente.
Cuando estaba dando los últimos toques a
este texto, leo una entrevista a Verónica Villarroel, una soprano chilena de
fama mundial. Ella tiene ahora una academia de canto en Santiago. En la
respuesta a una pregunta, ella dice: “…ahora que estoy en Chile, te
cuento que cuando estoy acá siento que tengo que entrar a las clases de
la Academia, no puedo dejar de hacerlo”.Un buen espaldarazo a mi necesidad de asistir a las
clases de la Escuela. También se que los directores de las escuelas Berlitz de
idiomas tienen un dispositivo por el cual pueden escuchar cualquier clase que
se esté dando.
En el Instituto de Investigaciones
Económicas y Sociales, FACES
Estuve allí en una investigación sobre la
economía venezolana en el primer período presidencial de Carlos Andrés Pérez y
a la vez fui miembro de su Consejo. Solo me referiré a una faceta de mi labor
allí.
El modus operandi del Instituto era la
existencia de módulos de investigación sobre diversos temas cuyos resultados,
algunos muy interesantes, se publicaban en la revista del Instituto.
Periódicamente se organizaban jornadas, para exponer algunas de esas
investigaciones. Pero cotidianamente había un aislamiento entre los distintos
módulos de investigación; existía poca relación intermodular. Normalmente, los
investigadores no sabían lo que se estaba investigando en otros módulos.
Situación ésta insatisfactoria pues las diversas investigaciones deben
alimentarse de las demás. Lo deseable es un intercambio permanente, no
solamente de las investigaciones terminadas sino de las que están en proceso.
La discusión de las investigaciones en curso debe ser tan rutinaria en los institutos
de investigación como las clases en las escuelas. Ello se logra con la
exposición y discusión en forma continua de las investigaciones, con la
asistencia de todos los investigadores. Propuse entonces al Consejo del
Instituto iniciar un programa de encuentros semanales con ese propósito, lo
cual fue aprobado. A mi juicio su realización fue muy exitosa y a todos nos
nutrió intelectualmente en forma importante. En este momento no tengo
conocimiento de cómo está funcionando el Instituto.
En la Maestría de Economía
Internacional
En esta Maestría, donde me siento muy agradado de
estar hoy, dicté inicialmente la cátedra de Política Comercial y luego un
seminario sobre Teoría y Negociaciones sobre el Comercio de Servicios.
Aquí, con un grupo pequeño, sí pude aplicar un método interactivo y un sistema
de evaluación de acuerdo a mis concepciones. Debe enfatizarse que en un
postgrado es menos aceptable la clase “magistral”. Cito dos experiencias de
esta etapa docente.
En la cátedra de política comercial puse una pregunta
que englobaba toda la materia, se los di con un mes de anticipación y les dije:
“En el examen ustedes van a trabajar como trabaja un profesional en su oficina;
pueden traer toda la bibliografía que necesiten, y así se hizo. Salieron de
allí ensayos muy interesantes; incluso un estudiante me pidió permiso para
traer una máquina de escribir y se lo di.
En el seminario sobre servicios promoví una discusión
sobre dos concepciones económico-políticas, asignando a una estudiante el papel
de la señora Thatcher y a otra el de la señora Ghandi, dándoles un tiempo
prudencial para que se documentaran sobre sus respetivos roles. La discusión
fue sumamente interesante, a la cual se sumó el resto de la clase.
Quiero ahora referirme a un proceso de reforma del currículo
de este postgrado que se realizó mientras estuve de profesor aquí, auspiciado
por el Consejo Directivo.
La reforma de los currículos en nuestra Universidad se
convierte en un proceso traumático. Primero se realiza la reforma en la escuela
o postgrado respectivo, De allí pasa al Consejo de la Facultad y luego al
Consejo Universitario. Generalmente tarda mucho ese proceso, y no menos de un
año. Cuando el programa queda aprobado ya hay algunas obsolescencias. Pienso
que el programa que salió de ese trabajo mejoró el nivel del postgrado y se
puso al día con algunos desarrollos ocurridos en el pasado. En consideración de
lo que he explicado arriba hice la siguiente proposición: En cada materia
teórica debería incluirse un último tema que dijera “Nuevos enfoques teóricos”.
Y en las materias fácticas, de tipo histórico, el último tema sería; “Nuevas
evoluciones fácticas”. De esa manera no había que reformar el programa más, el
cual en la práctica iría cambiando con el desarrollo científico e histórico. Y
así fue aprobado e incluido en el programa actual. En las universidades sajonas
el programa consiste en no más de dos páginas, elaborado por el profesor
respectivo, con un resumen de los puntos fundamentales de la materia y una
extensa bibliografía que el estudiante debe estudiar, y sobre el cual el
profesor tiene libertad para modificar de acuerdo a los desarrollos respectivos.
Yo he estimado que en esos países, por cada hora de clase del profesor, los
estudiantes tienen que leer y estudiar alrededor de 100 páginas.
En el Instituto de Estudios
Superiores de Administración (IESA)
Allí dicté inicialmente la cátedra de Economía
Internacional. Como se trataba de un curso con participación de estudiantes de
varios países de América Latina, establecí como exámenes un ensayo en que se
aplicaba la materia estudiada al país respectivo. De allí salieron análisis muy
interesantes. Hubo uno tan notable, de un estudiante chileno de apellido
Artigas, que gestioné para que saliera publicado en la Revista del Banco
Central de Venezuela.
Al terminar un curso, un grupo de los estudiantes me
pidió que en el siguiente período académico les diera un seminario, lo cual
acepté con mucho gusto. En la primera clase les plantée como tema del seminario
lo siguiente: como habíamos dejado de analizar tres libros interesantes de la
bibliografía señalada en el curso anterior, examinaríamos esos libros. Ello fue
aceptado por los estudiantes. Pero en la segunda clase, antes de que
comenzáramos propiamente, un estudiante se paró y pidió la palabra con mucha
seriedad. Yo pensé, ¿“qué habré dicho o hecho en la clase anterior, que van a
protestar?” En cambio el planteamiento del estudiante fue el siguiente:
“Profesor: Nosotros hemos estado conversando y nos parece que su propuesta es
muy buena, pero tenemos otra. No llegamos a discutir los ensayos que hicimos en
el curso. Podríamos entonces discutirlos en el seminario y luego como
evaluación, nosotros haríamos un (macro) ensayo, que incluiría las principales
ideas de los ensayos individuales y el resultado de nuestras discusiones”.
Acepté de inmediato, pues me pareció muy creativo y es una de las experiencias
docentes más singulares que he tenido. El ensayo final fue de primera
categoría.
En el Sistema de Integración
Económica Centroamericana (SIECA)
En esa institución, como parte de una asesoría, me
tocó dar diversos cursos y seminarios de formación, sobre el comercio de
servicios y sus negociaciones. El evento mayor a este respecto fue el Curso
Avanzado sobre Comercio de Servicios, que se me pidió que diseñara y dictara,
con la participación de 20 profesionales de los diversos países
centroamericanos y también de una participante venezolana, respecto a la cual
el Banco Central de Venezuela pidió su inscripción y fue aceptada.
El modus operandi del curso fue el siguiente. Después de preparar el
programa, se imprimió toda la bibliografía indicada y se le entregó a cada
estudiante. Se concentró a los participantes durante la duración del curso, que
fue de 17 días, en un hotel idílico, situado en una montaña también idílica. A
partir de la clase introductoria, los estudiantes tenían que estudiar en la
tarde y noche previas, lo que se iba a tratar al día siguiente en la mañana. El
facilitador daba una introducción al tema de alrededor de 20 minutos, al cabo
de los cuales se iniciaba la discusión. Esta fue riquísima y nunca tuve que
forzar a los estudiantes para que participaran. Al final se hizo una simulación
de negociaciones, entre grupos por países, con resultados notables. Esto
confirma los resultados positivos de una docencia en que los estudiantes llegan
a las sesiones con el conocimiento previo de la materia que se va a dictar. Las
profesoras María Consuelo Chaparro y Mina Vivas saben que no soy una persona,
de las que en criollo se les llama “echonas”; pero debo confesarles que ese
curso constituye una de mis mayores satisfacciones académicas. En un futuro,
junto a algunos escritos míos sobre servicios, voy a publicar el programa de
ese curso en este blog. Puede ahora
consultarse en el Anexo B de http://masterecointerucv.blogspot.com/2015/03/el-rol-de-los-servicios-en-la-economia.html
En el Colegio St. Antony’s de la
Universidad de Oxford
Allí fui por un año Profesor de la Cátedra Andrés
Bello, asignación académica que se financia con un fondo otorgado por el Banco
Central de Venezuela, con la responsabilidad académica y administrativa por
parte de las autoridades de ese colegio. Durante ese tiempo inicié una
investigación sobre el proceso económico venezolano en la década del 70, que
posteriormente se convirtió en un libro. Dicté sobre ese tema un seminario de
tres sesiones sobre los avances de mi investigación, con la asistencia de
profesores y estudiantes de la Universidad. El seminario en Oxford no tiene la
misma connotación que tiene en Venezuela. Consiste en una conferencia que dura
(y debe durar nada más) una hora, con un tiempo de discusión de media hora (y
no más de media hora). Las preguntas deben ser muy precisas y breves; quien se
tome más de dos minutos para su pregunta está abusando. Y tampoco el exponente
puede tomarse demasiado tiempo en las respuestas.
Cuando regresé a Venezuela comenté en la Universidad
que, en lo que se refería al modus operandi de impartir conocimientos, o en
Venezuela estábamos en la posición normal, la cabeza para arriba y los pies en
el suelo y Oxford anormalmente al revés o viceversa. La razón de esto es la
siguiente. En Venezuela lo que da prestigio a un profesor es el dictado de
clases, estar a cargo de una cátedra. El seminario se ve en forma peyorativa y
como una forma de reposo. Se pueden oír conversaciones en que se dice:
“Fulanito lo que está dando es un seminario”. En cambio, la base fundamental en
Oxford son los seminarios, es decir, la exposición de los temas que se están
investigando. Y en las comidas colectivas en los colegios se puede escuchar en
forma peyorativa: “Fulanito hace tiempo que sólo está dando clases”, es decir,
no está investigando.
Es usual la invitación a profesionales o académicos
extraños a la Universidad o extranjeros, para dar seminarios sobre la materia
de su especialidad. Estos invitados tienen que tener un dominio total de la
materia que exponen, porque si no pasan un mal rato. En una ocasión se presentó
un profesor latinoamericano. Por el currículo distribuido se notó que no era su
especialidad sobre la que iba a disertar. La exposición no fue satisfactoria y
luego, investigadores especialistas de la Universidad en dicho tema comenzaron
a preguntar. Aquello fue una situación incómoda cuando el invitado se mostró
imposibilitado de contestar satisfactoriamente las preguntas.
No creo que existan las posibilidades en Venezuela de
implantar un régimen académico como el de Oxford; en realidad ésta es una
Universidad con características muy especiales que, junto con la de Cambridge
se diferencian bastante de las demás universidades británicas. Pero pienso que
un ejemplo que debe seguirse es darle mayor énfasis a la investigación y
realizar un trabajo riguroso y permanente.
Muchas Gracias.
NOTA. Una
primera versión de este escrito se publicó en mi blog. Para esta publicación se
han hecho ligeras modificaciones y correcciones.
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