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Felix Arellano
El show incluye amenazar con revisión y ruptura; pero, también necesitamos que el imperio pague la factura petrolera, son los únicos reales que llegan para financiar el show y mantener la corrupción. Además, también tenemos que comprarle gasolina
Se ha confirmado una vez más la irresponsable administración de la política exterior del gobierno bolivariano, que ha utilizado temas tan importantes para el país, como los Estados Unidos y Colombia, como los comodines para satisfacer los radicales, afectando con ello el posicionamiento del país en el contexto internacional y perdiendo oportunidades para el pueblo, sobre el que tanto pregonan.
El discurso para los radicales se va agotando. El cambio del mundo, la destrucción del capitalismo, la transformación de la diplomacia y la dinámica multilateral, fueron algunos de los temas del falso discurso para captar ingenuos y mantener radicales; pero, el tiempo pasa y la realidad indica todo lo contrario. Ahora el proceso bolivariano enfrenta una nueva etapa, desconocer la realidad (bordeando la esquizofrenia) y desarrollar discursos agresivos con los que busca mantener el show; empero, el discurso es mediocre y la dimensión de la problemática colosal. Todo indica que el circo es pobre y el pan insuficiente.
Con el radicalismo el proceso trata de mantener cautivos susfanáticos, que lo acompañan en sus espectáculos y conforman los “colectivos de paz”. Con esta estrategia el proceso se aleja aún más del pueblo y de la realidad. El insulto permanente, la criminalización de la protesta, el amedrentamiento, la detención de periodistas, el cierre de medios son algunas de las estrategias evasivas que lo van reduciendo políticamente. El gobierno niega los resultados del 6D, clara evidencia de su pérdida de pueblo y, el pueblo observa que con violencia se aspira perpetuar una camarilla corrupta en el poder.
La corrupción de la camarilla es tan grande que van surgiendo reacciones internacionales. Las investigaciones que desarrollan poderes judiciales autónomos tanto en Brasil, como en Argentina están salpicando al proceso. La Orden Ejecutiva de Obama, ha sido renovada, claro indicador de la impunidad reinante en el país frente los actos ilícitos, como el lavado de capitales o el narcotráfico; pero, sobre todo, la violación de los derechos humanos.
El proceso asume que tal renovación le otorga un nuevo oxígeno para movilizar el país contra el imperio, pero es evidente, que con un año de vigencia, el pueblo no observa sanciones contra el país, ni contra el gobierno; por lo tanto, como lo indica la norma, es un mecanismo contra los corruptos y contra la impunidad.
El proceso apela a la solidaridad internacional que le promueve Ernesto Samper desde la UNASUR o al Movimiento de Países No Alineados, pero, ambas instituciones proyectan el sabor amargo del autoritarismo. Frente a las violaciones de los derechos humanos o la progresiva destrucción del orden democrático y constitucional, un silencio cómplice. Frente a los que alertan sobre esta grave situación venezolana, el más duro de los ataques.
El respaldo de los aliados incondicionales también se agota. Por una parte, la chequera se reduce para comprar conciencias y silencios; varios aliados están de salida (Kirchner, Evo, Dilma) y, el radicalismo cubano, líder de la lucha, está cambiando sin reconocerlo públicamente y espera con gran expectativa la visita del emperador, pero también ha iniciado una estrategia de ambicioso relacionamiento con los “perversos capitalistas” incluyendo la Unión Europea.
Una vez más las contradicciones frente al imperio evidencian un trastorno bipolar: te odio, pero te necesito. La lista de ataques: expulsión de funcionarios diplomáticos, amenazas de congelamiento o ruptura de relaciones contra el imperio es muy larga. Es el trapo rojo dentro del libreto para complacer radicales. Ahora tenemos un nuevo episodio, se retira nuestro Encargado de Negocios en el imperio, para designar otro nuevo la próxima semana. El show incluye amenazar con revisión y ruptura; pero, también necesitamos que el imperio pague la factura petrolera, son los únicos reales que llegan para financiar el show y mantener la corrupción. Además, también tenemos que comprarle gasolina.
Con esta irracional política exterior se ha perdido la oportunidad de diálogo que promovió el Presidente Obama, que algunos países han aprovechado con diversidad de acuerdos. Con su ceguera ideológica el proceso bolivariano cultiva miseria.
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