Guillermo Márquez
En este escrito voy a
examinar las interpretaciones de la crisis mundial que se desprenden de las escuelas
keynesiana, liberal y marxista.
El keynesianismo y la crisis
Como sabemos, Keynes se puso de moda nuevamente con motivo de la Gran
Recesión. Sus formulaciones habían sido dejadas
de lado en los años 70, sobre lo cual hacemos algunos comentarios en la Nota 1. Las políticas económicas aplicadas para combatir
la crisis han sido básicamente
keynesianas. Actualmente hay un gran debate al respecto, parte del cual fue
comentado en el 4º avance. Aquí lo revisamos
en términos teóricos.
No es fácil precisar lo que es el keynesianismo. La Teoría General es un libro difícil, oscuro. Robert Skydelsky
(2009), keynesiano y el gran biógrafo de Keynes, dice de “ese complicado libro” y Paul Krugman
(2012) el máximo economista keynesiano hoy, se
refiere a “estilos arcaicos”. La opinión de Paul Samuelson es muy
interesante: “Es un libro mal escrito,
pobremente organizado, con gran cantidad de confusiones: desempleo
involuntario, unidades de salario, la igualdad del ahorro y la inversión, la
oportunidad del multiplicador, las interacciones de la tasa marginal de capital
con la tasa de interés y muchas otras…Una
difícil definición da paso de
repente a una cadencia inolvidable. Cuando finalmente es comprendido
encontramos que el análisis es obvio y al mismo tiempo nuevo. Brevemente, es la
obra de un genio”. En relación con las dificultades del libro, fue ese el
sentir general de los economistas de la época, por lo cual la magna obra fue más conocida por las interpretaciones que
hicieron otros economistas, como “A Guide to Keynes” de Alvin Hansen y otros,
además de la popularización que hizo Samuelson en su libro de texto
“Economics”, que por la consulta del
texto original. En adición, como
siempre, sus seguidores en distintas época modificaron o agregaron aspectos que
cambian en distinto grado su pensamiento original. A pesar de lo anterior, mi
objetivo de tratar el tema se facilita, pues se trata de la posición de
Keynes y sus seguidores sobre la relación entre el mercado y el estado, que con
diferencias de grado es sostenida por todo lo que puede considerarse
keynesianismo. En este sentido, la exposición más clara de Keynes la he
encontrado en su ensayo “The End of Laissez-Faire” (1926). Dice Keynes:
“Estemos claros desde la raíz los
principios generales sobre los cuales, de tiempo en tiempo, el “laissez-faire”
ha sido fundado. No es cierto que los individuos poseen una prescriptiva
“libertad natural” en sus actividades económicas. No hay un “compacto” (tal
vez patrón, GM) que confiera derechos perpetuos
de aquellos que Tienen sobre los que Adquieren. El mundo no está gobernado
desde arriba de manera que intereses sociales y privados coincidan. No es
manejado aquí debajo de manera que en la
práctica ellos coincidan. No es una deducción correcta de los principios de la
economía que los intereses propios
siempre actúan en el interés público. Tampoco es verdad que los intereses propios generalmente son racionales;
más frecuentemente los individuos actúan separadamente para conseguir sus
propios fines y son demasiado ignorantes
o demasiado débiles para incluso lograrlos. La experiencia no muestra que
cuando los individuos establecen una
unidad social, tienen menos visión que cuando actúan separadamente.
De seguidas, para prever errores de traducción transcribo la versión
original en inglés.
“Let us
clear from the ground the metaphysical or general principles upon which, from
time to time, laissez-faire has been founded. It is not true that individuals possess a
prescriptive 'natural liberty' in their economic activities. There is no 'compact' conferring perpetual
rights on those who Have or on those who
Acquire. The world is not so
governed from above that private and social interest always coincide. It is not so managed here below that in
practice they coincide. It is not
a correct deduction from the principles of economics that enlightened
self-interest always operates in the public interest. Nor is it true that
self-interest generally is
enlightened; more often individuals acting separately to promote their own ends
are too ignorant or too weak to attain even these. Experience does not show that individuals, when they
make up a social unit, are always less clear-sighted than when they act
separately.”*
*Creo que en este párrafo se pueden notar los arcaísmos
de que habla Skydelsky. El inglés actual es más sencillo, más claro.
Las inferencias de la posición adoptada están en otro párrafo más adelante en el
mismo ensayo:
“Muchos de los aspectos negativos de nuestro tiempo
son frutos del riesgo, de la incertidumbre y de la ignorancia. Ello es así
porque individuos particulares, afortunados en su situación o en sus
habilidades, son capaces de aprovechar la ventaja de la incertidumbre y de la
ignorancia, y porque por la misma razón los grandes negocios son frecuentemente
una lotería, que produce grandes desigualdades de riqueza; y estos mismos
factores son la causa del desempleo del trabajador, o la caída de expectativas
de negocios razonables y del empeoramiento de la eficiencia y de la producción. Sin embargo, la curación a través de las actuaciones de los individuos puede
incluso agravar la situación. Creo que
la solución debe buscarse parcialmente
en el control deliberado de la moneda y del crédito por una institución
central. Y en parte en la recolección y diseminación a gran escala de los datos
sobre la situación de los negocios, incluyendo una publicidad completa, por
ley si es necesario. Estas medidas significan que la sociedad
ejerza una inteligencia directiva a
través de algunos órganos apropiados
sobre muchas de los aspectos
internos de los negocios privados y, sin
embargo, dejará a la iniciativa privada y la empresa sin obstáculos. Pero si esas medidas fueran insuficientes,
ellas nos nutrirán con un mejor conocimiento para tomar los próximos pasos. (negrillas mías).
“Many of the greatest economic evils of our time are
the fruits of risk, uncertainty, and ignorance. It is because particular
individuals, fortunate in situation or in abilities, are able to take advantage
of uncertainty and ignorance, and also because for the same reason big business
is often a lottery, that great inequalities of wealth come about; and these
same factors are also the cause of the unemployment of labour, or the disappointment of reasonable
business expectations, and of the impairment of efficiency and production. Yet
the cure lies outside the operations of individuals; it may even be to the
interest of individuals to aggravate the disease. I believe that the cure for
these things is partly to be sought in the deliberate control of the currency
and of credit by a central institution, and partly in the collection and
dissemination on a great scale of data relating to the business situation,
including the full publicity, by law if necessary, of all business facts which
it is useful to know. These measures
would involve society in exercising directive intelligence through some
appropriate organ of action over many of the inner intricacies of private
business, yet it would leave private initiative and enterprise unhindered. Even
if these measures prove insufficient, nevertheless, they will furnish us with
better knowledge than we have now for taking the next step.” (negrillas
mías, GM).
Keynes agrega a su tratamiento de la política fiscal, la política
monetaria. En realidad, su primera obra importante fue
“Treatise on Money”. Para los efectos de este escrito, me pareció
suficiente un párrafo de la Teoría
General, en el cual aboga por bajas tasas de interés, como un instrumento para
reducir las desigualdades.
“Hay, sin embargo, una segunda inferencia
mucho más fundamental de nuestro argumento, que tiene que ver sobre el futuro
de las desigualdades de riqueza, a
saber, nuestra teoría de la tasa de interés. La justificación para una tasa de
interés moderada había sido encontrada hasta ahora en la necesidad de lograr un
estímulo suficiente para el ahorro. Pero hemos mostrado que el ahorro efectivo está necesariamente determinado por el nivel de la inversión y que el nivel
de la inversión es promovido por una baja tasa de interés, siempre que no
intentemos estimularlo en esta forma más allá del punto que corresponde al
pleno empleo. Así, es ventajoso reducir la tasa de interés a ese punto,
relativamente al nivel de la eficiencia
marginal de capital en el cual existe pleno empleo.”
“There is, however, a second, much more fundamental
inference from our argument which has a bearing on the future of inequalities
of wealth: namely our theory of the rate of interest. The justification for a
moderately rate of interest has been found hitherto on the necessity of
providing a sufficient inducement to save. But we have shown that the extent of effective saving is
necessarily determined by the scale of investment and that the scale of
investment is promoted by a low rate of
interest, provided that we do not
attempt to stimulate it in this way beyond the point which corresponds to full
employment. Thus it is to our best advantage to reduce the rate of interest to
that point relatively to the schedule
of the marginal efficiency of capital at which there is full employment.”.
El concepto del multiplicador
juega un papel importante en el keynesianismo. Keynes lo desarrolla en el
capítulo 10 de la Teoría General, idea que
tomó del artículo de RF Kahn, “The Relation of Home Investment to Unemployment”
publicado en el Economic Journal en junio de 1926. Un gasto inicial tendrá un
efecto final multiplicado sobre el producto, debido a los encadenamientos de
los diversos sectores económicos. Dependiendo del valor del multiplicador,
habrá un mayor o menor efecto. Krugman cita un cálculo en el cual se sitúa en Estados Unidos en un valor de
1.50. En cambio la corriente anti
keynesiana tiende a minimizar su valor y a cuestionar su validez.
En los párrafos citados está la
esencia de lo que me interesa de Keynes
y del keynesianismo para los fines de esta sección: los aspectos relativos al
funcionamiento de la economía, en términos de desigualdades, desempleo, eficiencia productiva y
fluctuaciones económicas, no pueden resolverse
exclusivamente por medio de la
iniciativa individual, es necesario una intervención gubernamental que a la vez
permita la iniciativa individual y la empresa privada.
En el capítulo 24 de la Teoría
General Keynes escribe unos párrafos que dan a entender su aceptación bajo
ciertas condiciones de la teoría
económica clásica:
“Nuestra crítica de la teoría económica clásica
aceptada ha consistido no tanto en encontrarle fallas lógicas en su análisis
como en puntualizar que sus tácitas suposiciones nunca son satisfechas o muy
raramente, con el resultado de que no puede resolver los
problemas del mundo actual. Pero si nuestros controles centrales tienen éxito
en establecer un volumen agregado de producción que se corresponda con el pleno
empleo tan cercanamente como sea posible, la teoría clásica vuelve a ser válida
a partir de ese punto. Si suponemos dado el volumen de producción, por ejemplo,
determinado por fuerzas ajenas al esquema de pensamiento clásico, entonces no
hay objeción al análisis clásico, en el cual los intereses privados
determinarán qué será producido en particular, cómo se combinarán los factores
de producción para producirlo y cómo el valor del producto final será
distribuido entre ellos. De nuevo, si hemos resuelto el problema de economizar
(thrift), * no hay objeción a la moderna teoría clásica de conciliación entre
los intereses privados y los públicos en condiciones de competencia perfecta.
Así, aparte de la necesidad de controles centrales para hacer un ajuste entre
el consumo y la propensión a invertir, no hay más razón para socializar la
vida económica de lo que era antes.”
*La paradoja keynesiana del “thrift” consiste en que lo
que es racional para el individuo no lo es para la sociedad en su conjunto.
“Our criticism of the accepted classical theory of economics has
consisted not so much in finding logical
flaws in its analysis as in pointing out that its tacit assumptions are seldom
are never or seldom satisfied, with the
result that it cannot solve the economic problems of the actual world. But if
our central controls succeed in establishing an aggregate volume of output
corresponding to full employment as nearly as is practicable, the classical
theory comes into its own from this point onwards. If we suppose the volume of
output to be given, i.e. to be determined by forces outside the classical
scheme of thought, then there is no objection to be raised against the classical analysis of the manner in which private self-interest
will determine what in particular is
produced, in what proportions the factors of production will be combined
to produce it, and how the value of the final will be distributed between
them. Again, if we have dealt otherwise
with the problem of thrift, there is no objection to be raised against the
modern classical theory of consilience between private and public advantage in
conditions of perfect competition respectively. Thus, apart from the necessity
of central controls to bring about an adjustment between to consume and the
inducement to invest, there is no more reason to socialize economic life than
there was before.”
Todo lo que tengo sobre este párrafo son interrogantes. ¿Si la
producción total es realizada centralizadamente, cómo puede decirse que a partir de allí, actúan las fuerzas del
mercado? ¿Quiere decir que la concepción
keynesiana no sería solamente influir sobre la coyuntura económica a través de las políticas fiscal y
monetaria, sino decidir en forma centralizada sobre la producción? Cuando
se dice “then there is no objection to be
raised against the classical analysis of the manner in which private
self-interest will determine what in particular is produced, in what proportions the factors of
production will be combined to produce it,” quiere decir
que una vez que el estado decida cuál es
el volumen total de producción, el
sector privado puede decidir qué se puede producir sectorialmente? Y si es así,
una vez que comiencen a actuar las
fuerzas del mercado, ¿cómo se puede lograr que la suma de las
producciones sectoriales coincidan con lo que ha sido decidido
centralizadamente? De ser afirmativas las respuestas a estas interrogantes,
ello alteraría el perfil que hice arriba del keynesianismo, al menos en el caso
de Keynes propiamente. Consulté el libro
de Skidelsky que tiene la más reciente
interpretación de Keynes y no encontré nada al respecto, tampoco en internet.
En la literatura keynesiana no he leído
ningún planteamiento donde se discuta el funcionamiento general del
mercado en Estados Unidos como causa de
la crisis. Sidkelsky (idem) tiene una línea donde dice que la crisis fue una
falla del mercado, pero no la argumenta. Una interpretación de su frase podría ser que como el sector financiero
forma parte del mercado… ergo. He
hilvanado entonces algunos comentarios que paso a exponer.
Me planteo en primer lugar la
pregunta de si cuando estalló la burbuja en el 2007, existía en Estados Unidos
una situación keynesiana de
desequilibrio, una alta tasa de desempleo, una tendencia insatisfactoria
de la demanda efectiva, que impulsaran la contracción de la economía. La
respuesta es NO, a mi juicio.
Con respecto a la demanda, todos
los diagnósticos, como se ha examinado en este escrito, indican que el
consumo privado en el período antes del estallido de la burbuja en el
2007, estaba creciendo a una tasa muy alta, demasiado alta, y el consumidor estadounidense había reducido
considerablemente sus ahorros, hasta hacerse negativos. Por supuesto que esa
situación no está desligada de los factores que llevaron a la crisis, pero lo
que quiero señalar es que no había una
situación keynesiana de rezago de la demanda efectiva. Por otra parte, el porcentaje del gasto fiscal federal respecto al
producto en el período 2000/2007 sólo se
elevó de 18% a alrededor de 19.9%; incluso ese gasto redujo su
participación en el 2007 a alrededor de 19.6%. Sólo fue a partir del 2007 que
ese porcentaje se elevó considerablemente, para llegar a 25.5% en el 2010, como
política fiscal anti-cíclica. Debemos tomar también en consideración la
política de bajas tasas de interés de la Reserva Federal, que también se ha
examinado en este escrito, la cual
indudablemente influyó en la coyuntura
económica, particularmente en las
hipotecas subprime. Cuando el banco
elevó la tasa de interés, dio el
toque final para el desplome de los precios de las viviendas, que de todas
maneras iba a ocurrir.
Como sabemos, la evolución de
la coyuntura económica en ese período
estuvo anormalmente influenciada por el
crecimiento del sector financiero, el mayor
entre todas las actividades económicas. Por ello, me ha parecido conveniente examinar un
aspecto particular de la economía real: la industria manufacturera. En 2006 ese
sector creció a una tasa de 4%, superior al de la economía total que fue de
2.7%. Fue sólo en el 2007 que la
manufactura redujo su tasa de crecimiento a 3.8%, afectada por la crisis. La
tasa de desempleo en ese sector fue en 2006 de 4.2%, mientras que para economía no rural en su conjunto fue casi 5%;
el promedio para el período 1948-2012 fue de 5.8.%. Al respecto, dice Mark J. Perry (internet) :
“El sector manufacturero de los
Estados Unidos está al frente de la
expansión económica en todas las cifras
importantes de comportamiento económico: utilidades, producción y desempleo. En
cada una de esas variables el sector manufacturero está liderando la economía
en su conjunto con mayor crecimiento en utilidades después del pago del impuesto sobre la renta
por empleado, mayor crecimiento del producto, y una tasa de desempleo
menor. Usando las series del Bureau of
Economic Research “Real Value-added by Industry” (en dólares constantes del
2005) hasta el 2011 (y estimaciones para el 2012), estoy informando que la industria manufacturera ha estado liderando a la economía total de
los Estados Unidos por lo menos en los últimos 15 años…Mis estimaciones para el
2012 son de 4% para la industria manufacturera y de 2.2% para el PIB total”.
Mi conclusión tentativa es que no
hubo un desequilibrio de tipo keynesiano antes del estallido de la Gran
Recesión. Más bien parece que se hubiera
hecho una simulación: hagamos un “cocktail”
de concesión de hipotecas a hogares de bajos recursos, sin preocuparnos si
pueden pagar o no, mintiendo sobre los ingresos de los candidatos, dando
créditos “ninja”, con intereses fijos y
pago sólo de intereses, para luego incluir las amortizaciones y tasas
variables. Agreguemos la titulación sin importarnos qué hay en cada paquete porque el acreedor será otro,
y veamos qué pasa. Y lo que pasó lo sabemos todos.
Estoy consciente de que éste mi
planteamiento requeriría un estudio más amplio, más riguroso, con la
incorporación de otras variables y
factores. Pero lo ofrezco como un borrador para su discusión y enriquecimiento.
Donde sí ha habido una discusión feroz es en la segunda parte de esta
sección: el uso de la política keynesiana frente a la crisis, y ello no sólo en Estados Unidos sino en
Europa y a escala mundial. Pasamos a
examinarla.
Paul Krugman ha liderado la posición keynesiana para la salida de la crisis. Con su
característico dinamismo y pasión la ha
propulsado desde su blog y en sus artículos en el “New York Times”. Su libro,
“END THIS DEPPRESION NOW”!*, publicado
en marzo del 2012, es un desesperado
llamado para una mayor acentuación de la
política keynesiana, tanto en Estados Unidos como en Europa. Enfatiza mucho el
costo humano del desempleo y considera que debe y puede enfrentarse rápidamente.
.
La tesis inicial de Krugman es que se trata de una severa deficiencia de
demanda efectiva total, no sólo de los consumidores sino del gobierno y de la
empresa privada. La única salida para él es el incremento del gasto
gubernamental mientras el sector privado se recupera. Krugman sale al paso al
argumento de que es un mito que el gasto gubernamental impulsa el crecimiento,
pues ese gasto tiene que ser financiado
con incremento de los impuestos o
endeudamiento, montos que son sustraídos del sector privado. Al refutarlo,
usa lo que considera la diferencia entre
la demanda privada y la gubernamental: ésta última se invierte en proyectos que
crean empleo, por lo que tiene un efecto neto positivo: “El gobierno está simplemente buscando uso para el exceso de lo que el
público quiere ahorrar en relación a lo que está dispuesto a invertir.” En
este particular, el economista sostiene que el gasto gubernamental, el estimulo
fiscal, se quedó corto frente a a la
profundidad de la Gran Recesión y el alto desempleo: “…la Ley de Recuperación y Reinversión, fue el más grande programa de
creación de empleo en la historia de los Estados Unidos, pero fue completamente
inadecuado para la tarea…En enero del 2009, cuando los bosquejos del plan se
conocieron, economistas que simpatizaban con la idea manifestaron públicamente
su preocupación por lo que temían serían las consecuencias económicas y
políticas de las medidas a medias que se contemplaban; sabemos ahora que
algunos economistas en la administración, incluyendo a Christina Romer, jefe
del Consejo de Asesores Económicos, compartía esos sentimientos..Pero las
políticas nunca fueron ni remotamente suficientemente fuertes para evitar un
desempleo muy alto y persistente”. Esto está relacionado con lo que informé en el
4º avance, que la revisión de las cifras de crecimiento indicaron una
contracción más fuerte de lo que fue informado inicialmente; en consecuencia,
el estímulo fiscal decidido de acuerdo a una estimación de la contracción,
era claramente insuficiente. Krugman elabora acerca de las causas de esa
decisión, en especial una débil y errónea política de Obama frente a la nueva mayoría republicana en el senado.
El
premio nobel respalda sus afirmaciones con algunas verificaciones, que no son
abundantes, según él mismo afirma; especialmente un estudio del FMI, al que ya
me referí en el 4º avance y que considero útil
transcribir aquí: “En el
informe sobre la economía mundial del FMI de abril del 2010 se publicó un
estudio sobre la incidencia de la consolidación fiscal sobre el crecimiento.
Estas son sus conclusiones finales: “La
idea de que la austeridad fiscal deriva en un crecimiento más rápido en el
corto plazo encuentra poco soporte en
las cifras. Las economías fiscales tienen típicamente un efecto contractivo en
el corto plazo, producción más baja y desempleo más alto. Un corte fiscal de 1% generalmente reduce el
PIB en 1% y eleva la tasa de desempleo
en 0.3 puntos porcentuales. Al mismo tiempo ocurre un crecimiento de las
exportaciones, que limita la declinación del producto a 0.5%.”
Krugman reconoce que el presupuesto federal debe ser ajustado, pero que
no es éste el momento. Tal como sostiene Keynes, el superávit fiscal es
apropiado en la época del boom.
Krugman extiende su análisis a la Reserva Federal. Comienza con una
triquiñuela. Cita a un “prominente profesor de Princeton” quien en el año 2000 criticó al Banco Central
de Japón por “no hacer todo lo que sea
necesario” para sacar a ese país de la recesión. Para luego descubrir que ese economista es Ben Bernanke, el Presidente
actual de la Reserva Federal, a quien acusa de no hacer lo que le recomendó al
banco japonés, una serie de medidas específicas, ante la imposibilidad de usar
la política de tasas de interés, como es
el caso de los Estados Unidos. La explicación más probable en este caso es
similar a la relacionada con el gobierno federal: “…puede que haya sido intimidado por las presiones políticas (de los
republicanos, GM) y citando a Laurence Ball “…empujó a Bernanke a tomar una posición que diera mayor prioridad en
mantener modestas las metas de la Reserva Federal y por ende haciendo más fácil
la vida de la institución, que ayudar a la economía con todos los medios
necesarios.” Krugman llama a la institución a implementar una política
monetaria más expansiva.
Krugman culmina su libro con tres propuestas para salir de la crisis. La
primera, un estímulo fiscal de $300.000 millones para los estados, los cuales
han tenido que recortar gastos por carencia de ingresos. El calcula que esto
crearía 1 millón de empleos y alrededor de 3 millones al considerar los efectos
indirectos. La segunda, una política monetaria más expansiva de la Reserva
Federal, estableciendo una meta de inflación más alta que la actual de 2%, 3 o
4%. * La tercera, relacionada con la deuda hipotecaria de los propietarios de
viviendas, para lo cual propone un programa masivo de financiamiento.
*Comentarista. Como se trata de
una discusión entre pesos pesados mejor es no meterse, ya que como reza muy
bien el dicho,” en pelea de tigres no hay burros con reumatismos…”. Sin embargo, veo que pasar a 4% duplicaría la meta
inflacionaria, lo cual sería mucho pedirle a la Reserva Federal…Razón tuvo Samuel Brittan al objetar fuertemente esta
propuesta de Krugman.
He leído dos reseñas sobre el libro. En una, Robin Harding, editor
eonómico del Financial Times en Estados Unidos, considera que las propuestas
son bastante modestas y a la vez no muy convincentes. En la otra, Samuel
Brittan, destacado economista británico, se manifiesta, en general, de acuerdo
con la posición del autor. Pero no está de acuerdo con elevar la meta de
inflación y esa oposición la califica de
“fuerte objeción”. Entre otros comentarios al respecto, “¿quién creería ahora una declaración gubernamental
en el sentido de que la meta no sería elevada nuevamente?
En un artículo en el Financial Times, Jeffrey Sachs, a
quien no se le puede tildar de partidario a ultranza del laissez-faire* dice:
*Su último libro, “The Price of
Civilization”, es una catilinaria contra lo que él considera la situación
inaceptable de la política, la economía y la sociedad estadounidense.
“En el mundo
simplificado de Krugman no hay desafíos estructurales, sólo hay caídas
coyunturales de la demanda agregada. No hay problemas de deuda pública. No hay
problemas de competitividad porque la competitividad es un mito cuando se aplica a las economías nacionales. Los multiplicadores
fiscales son pronosticables, atemporales, persistentes y grandes. Todas las
reversiones del crecimiento pueden ser resueltos por medio de grandes déficits.
Puede tenerse confianza en los políticos para diseñar programas de gasto para
estimular por cientos de millones de dólares. Las reducciones
impositivas son tan buenas como
incrementos en el gasto gubernamental e
incrementos de corto plazo en el gasto gubernamental son casi tan buenos
como inversiones públicas de largo plazo. Ninguna de esas conclusiones resiste un análisis serio.”
Una contribución importante a la posición keynesiana frente a la crisis
es el libro de John Cassidy, “How
Markets Fail” (2009). Aunque por la fecha de publicación no pudo examinar la
evolución de la crisis a partir de 2009,
su diagnóstico es interesante, hace propuestas de reforma y es, a la vez, un
excelente examen de la teoría económica moderna.
En su crítica del libre mercado Cassidy usa dos
conceptos: “la teoría económica utópica”
que es la fe ciega en el funcionamiento libre de los mercados. En ese
sentido dice que los economistas
clásicos eran menos dogmáticos que sus seguidores actuales, al reconocer fallas
del mercado que hacen necesaria la intervención del gobierno. El otro concepto
es “la teoría económica basada en la realidad”, a través de la investigación de
fenómenos como la información asimétrica,
la aplicación de la psicología a la economía, asociado al concepto de “espíritus animales” –tratado
en el 2º volumen-. El autor argumenta que a través de esos análisis se deduce
que las fallas del mercado no son una excepción a la eficiencia del libre mercado,
sino un fenómeno permanente que obliga a
la intervención, también permanente, del gobierno en la actividad
económica. Las recomendaciones de Cassidy se circunscriben al área financiera.
Ellas tienen similitudes con la Ley
Dodd-Frank, como la de someter a los derivados a registro en una entidad ad-hoc
y a cámaras de compensación La prescripción keynesiana para la post-crisis es
obvia: mayor intervención del gobierno en la actividad económica.
El liberalismo y la crisis
Para la posición anti-keynesiana frente a la crisis, he trabajado,
principalmente, con dos libros. “Keynes-What Went Wrong” (2009) de Hunter
Lewis. Este libro tiene el mismo problema cronológico del de Cassidy, pero es
igualmente muy nutrido en su análisis. El otro
es “The Real Crash: America’s Coming Bankruptacy (2012) –un título
incendiario- de Peter Schiff. El libro de Krugman fue publicado en marzo del
2012 y el de Schiff en julio; los dos análisis son polos opuestos.
La posición anti-keynesiana de
Lewis frente a la Gran Recesión
tiene su origen en la Escuela Austriaca. (Ver nota 1). El autor cuestiona la intervención
gubernamental tanto en el área fiscal como en la monetaria como política
anti-crisis. Según esta línea de pensamiento las contracciones de la economía
no se deben contrarrestar; ellas cumplen un papel útil al limpiarla de las
empresas que por su evolución se han venido abajo y, por lo tanto, la economía
se recupera en una forma más pujante y eficiente. El mercado solucionará la
recesión.
Lewis hace una observación interesante. Frente a la afirmación,
plenamente establecida, de que el consumo privado es la variable económica más
importante de los Estados Unidos, al representar alrededor de 70% del PIB: Ello
es así sólo porque en el valor del consumo están incluidos los de los productos que son insumos para su producción. Esto es correcto; de acuerdo al cálculo del
producto por la vía del gasto, en el concepto de “consumo privado” se incluye el valor de los insumos necesarios
más el valor añadido creado en el
proceso de producción. Concluye el autor que la variable más importante de la
economía es la producción.
En un párrafo irónico critica lo que llama “Paradojas Keynesianas de la
deuda”, sobre lo cual citamos un párrafo de Krugman, donde le sale al paso a
esa argumentación. “A. Si el problema es
demasiada deuda, por ejemplo durante el “Crash” de 2008, la solución es agregar
más deuda. B. Una economía depende
de la confianza de los agentes económicos. Si esa economía ha sido sacudida por
demasiada deuda, restablezca la confianza añadiendo más deuda. C. Si el público ha derrochado dinero con deudas y gasto imprudentes, ayúdelo a
incurrir en más deudas y gastar más. D.
Si el control gubernamental de las tasas
de interés ha bajado las tasas de interés, estimulando un mayor endeudamiento,
nacionalice las tasas de interés y bájelas más aún.” En este sentido, Lewis considera que se cometió
un error crucial cuando la Reserva Federal bajó drásticamente su tasa de
interés a principios de septiembre del 2007. E.
Después de imprimir suficiente nuevo dinero para bajar las tasas de interés a
fin de estimular un mayor endeudamiento, agregue algunos controles legales
sobre el endeudamiento para evitar un endeudamiento excesivo. F. Si pareciera que el público
no está muy dispuesto a endeudarse y
gastar más, sus representantes electos deben endeudarse por ellos.
Para esta línea de pensamiento, el desastre de las subprime fue causado
exclusivamente por el gobierno, a través de la política de vivienda para
las capas más bajas de la población, implementada por Freddy Mac and Fannie Mae.
*Comentarista. Me parece que esta opinión es extrema, y si no fue esa
su intención, por lo menos aparenta
querer sacar a los bancos y otros
agentes de Wall Street, de su parte de culpa en lo que muy gráficamente has
llamado como el cocktail de la subprime.
Lewis se enfrenta directamente al Presidente Obama, en lo que llama
“Algunas Paradojas al Estilo Keynesiano del Presidente Obama”. Por ejemplo. En
su primer presupuesto, que elevó fuertemente la deuda y el gasto, dijo que
dicho presupuesto “lleva a un crecimiento más amplio al moverse de una era de
endeudamiento y gasto a una donde ahorramos e invertimos. Los déficits ayudaron a esta crisis (pero déficits más grandes ayudarán a
resolverla, Lewis). programas de gasto gubernamental que se ha considerado que
no pueden ser financiados antes de una
contracción, se convierten en financiables durante la contracción. A fin de reducir el gasto en salud, es
necesario incrementar ese gasto.
Como dije antes, el libro de Schiff está en la antípoda del de Krugman.
El es un financista de tamaño mediano y a la vez analista financiero. Se hizo
muy conocido después que estalló la crisis porque en diversos documentos y en
un libro “Crash Proof” predijo el estallido de la burbuja inmobiliaria. En una
carta a sus clientes del 22 de agosto
del 2006, les decía:
“Estimado cliente, Durante muchos
años anteriores he observado con asombro como los especuladores inflaron la más
grande burbuja de que se tenga memoria. Sin embargo, la evidencia reciente
indica que ella ha llegado finalmente a los límites de su expansión. Cuando
estalle, las pérdidas serán enormes, tanto para los que apostaron a ella
comprando bienes raíces, como para los que la financiaron, otorgando
hipotecas.” Y de seguidas explica a
sus clientes cómo beneficiarse de esa situación, apostando contra las subprime.
Y en su libro, publicado en marzo
de 2007, pero seguramente investigado el 2006, afirmaba:
“…No nos equivoquemos, vienen tiempos extremadamente
difíciles. El carácter de nuestra nación se pondrá a prueba como nunca antes…Mientras
deseamos que suceda lo mejor, el pragmatista
que hay en mí sugiere que es mejor que nos preparemos para lo peor. Por años he
estado dirigiendo talleres con el título de “La burbuja de la economía
estadounidense; implicaciones para su inversión cuando finalmente estalle.”
De manera que no sólo fue Roubini quien avizoró lo que venía, y me parece que Schiff lo hizo con más
precisión que el “Dr Doom”, remoquete que también se le aplicó a él cuando su
libro fue publicado. En el transcurso de mi trabajo sobre la crisis, me he
encontrado con otros “profetas del desastre”, sobre lo cual he comentado.
Su tesis es que la crisis que él predijo no ha ocurrido todavía. Las
políticas keynesianas aplicadas para la Gran Recesión sólo demoraron el
verdadero estrellamiento, peor que la actual crisis, el cual es necesario para
que la economía se depure y surja con más fuerza y más sólida. Si Schiff tiene
razón por segunda vez sólo el tiempo lo dirá.
Su pensamiento económico está
resumido en el siguiente párrafo de la
introducción:
“Mi receta es ésta:* necesitamos detener los financiamientos, los gastos
gubernamentales, el endeudamiento
público y la manipulación de las tasas de interés por parte de la Reserva
Federal. Necesitamos reducir el gasto gubernamental de manera que podamos
ofrecer alivio impositivo a los sectores productivos de la economía.
Necesitamos revocar regulaciones, mandatos y subsidios, los cuales crean
riesgos morales, conducen a derroche y uso ineficiente de los recursos, y
elevan artificialmente el costo de hacer negocios y de contratar trabajadores.
Es necesario permitir que los sueldos y salarios bajen, permitir que la gente
pague sus deudas y comenzar a ahorrar, y permitir las inversiones de capital de
manera que Estados Unidos comience de
nuevo a hacer cosas. Ya estamos quebrados. Es tiempo de que lo declaremos.
Estados Unidos está insolvente y debe aplicar al equivalente soberano del
Capítulo 11 sobre quiebras. Entonces, tal como una compañía quebrada, podemos pagar una fracción de nuestra deuda a
China, a los recipientes del seguro social y otras deudas y entonces reorganizarnos. Mi propuesta es
suavizar el golpe. En lugar de un violento estrellamiento, mi plan logrará
una dolorosa pero limitada recesión…Además
de salvarnos de la recesión económica, mi plan tendrá beneficios inmediatos
para los estadounidenses. Tasas impositivas más bajas y menos regulación
significará más libertad y más espacio para las pequeñas empresas. Los
ahorradores se beneficiarían de una política monetaria sana y de tasas de
interés realistas.”
*Comentarista. Con
todo respeto, pero se trata de una receta muy difícil de vender políticamente,
además de inconveniente. Para empezar,
los países no quiebran, al menos en el sentido que quiebran las firmas
comerciales. Esta es una asunción que derrumba todo el edificio que parece
estar en la base de la proposición de Schiff, a quien por cierto ví en una
entrevista breve hace algunos meses, cuando apareció su nuevo libro, sin dejar
de producirme la impresión de ser un tremendista que le gusta pescar en río
revuelto…Ciertamente, los imperios como el romano desaparecen, o como el inglés
se adaptan simbólicamente a las nuevas
circunstancias, pero se trata de historias distintas a la que parece enfrentar
actualmente Estados Unidos. Una declaratoria de quiebra, como la que propone
Schiff, lo que haría es acelerar el caos
económico, además de que estaría reñida con el papel que corresponde en la era moderna al Estado como catalizador
de soluciones a la crisis y procurador de la necesaria cohesión social que permita
la implementación de dichas soluciones.
A
lo largo del libro el autor argumenta
sus recomendaciones; comentaremos algunos aspectos directamente relacionados
con la crisis.
Respecto
al sistema financiero considera que el problema no ha sido falta de regulación
sino demasiada. La supervisión no debe estar a cargo del gobierno sino de los
consumidores y acreedores. La solución no es más regulación, ni siquiera una
“regulación más inteligente”, “necesitamos
algo más drástico, un verdadero libre mercado”. Observo que en la
argumentación de Schiff está implícita la suposición de un mercado de
competencia perfecta, concretamente de que no existe información asimétrica, de
que los consumidores y acreedores poseen la misma información que poseen los
bancos y por lo tanto, sin ninguna organización
específica para la supervisión, pueden captar las señales de alarma. Sin
embargo, algunos párrafos posteriores indican que él está consciente de que
ello no es así. En lo que el autor tiene razón es que hay algunas regulaciones
absurdas, que lo que hacen es entorpecer las actividades y no contribuyen a una
supervisión eficiente. Esto lo ilustra
con un caso de su compañía que me parece bien razonado. Por supuesto, de su
argumentación se desprende, lo cual expresa explícitamente, que está en contra de la ley Dodd-Frank. En
este sentido, hace una interesante formulación, en el sentido de que muchas de
las regulaciones establecidas sólo pueden ser cumplidas por las grandes
instituciones financieras, perjudicando así a las medianas instituciones y
convirtiéndose en una situación que favorece la concentración.
De
manera que Schiff retoma el pensamiento que Allan Greenspan exponía antes de la
crisis y del cual se retractó públicamente, como lo hemos reportado en este
escrito. Sería interesante conocer la opinión de Greenspan sobre el libro de
Schiff. ¿Lo estimularía a volver a sus
ideas anteriores? De hecho, el
ex-presidente de la Reserva Federal ha dado algunas declaraciones indicativas de que está desandando el camino.
Después
de hacer una extensa explicación de la historia de los sistemas cambiarios,
Schiff llega a la conclusión de que la
única solución para la existencia de una política monetaria sana y de un dólar
estable es el regreso al patrón oro. Para examinar apropiadamente su
argumentación sería necesario escribir el equivalente de una tesis de
doctorado, pero en la práctica es ilusorio, y él está consciente de ello, de
que Estados Unidos y otros países desarrollados lleguen a tomar esa decisión.
Schiff
hace explícita la lista de sus países preferidos, por corresponder más
cercanamente a sus ideas sobre política económica: Australia, Singapur,
Hongkong, Nueva Zelandia, Noruega,
Holanda, Canadá y China. Respecto a éste
último país hace una explicación: “…China
no es una país libre. Los disidentes son encarcelados y la internet está
censurada. Pero China ya no es una economía controlada por el Estado o por el Partido Comunista. En
muchos respectos, su economía es más libre que la nuestra.” En esta
afirmación me parece que hay una buena dosis de exageración.
El
autor se hace eco de una seria acusación que se le hizo a Krugman: el de haber
promovido el desarrollo de la burbuja inmobiliaria. Cita varios párrafos
alusivos y ante la respuesta airada del premio nobel y de que se le había
citado fuera de contexto, le publica un
artículo completo, que termina así: “Allan Greenspan necesita crear una burbuja
inmobiliaria para reemplazar la burbuja de Nasdaq (la burbuja tecnológica, GM).
Con relación al dilema libre mercado vs intervencionismo cité un párrafo de Kenneth Rogoff en el 4º
avance y sobre él cual manifesté mi acuerdo, por formar parte de mis propias
convicciones, las cuales expondré en el 6º avance. Me parece útil reproducirlo aquí para
finalizar estos comentarios sobre este
aspecto.
“Un extremo es el remedio keynesiano simplista que supone que el déficit
de los gobiernos no importa cuando la economía está en una profunda recesión;
en realidad, mientras más deuda mejor. En el otro extremo están los
absolutistas del tope de déficit, que quieren que los gobiernos balanceen sus
presupuestos mañana (si no ayer). Ambos son peligrosamente superficiales.* Los
últimos subestiman crasamente los masivos costos de ajuste de un auto impuesto
y súbito freno al financiamiento de la deuda…Por supuesto, hay una clara lógica
cuando se dice que los gobiernos deben
balancear sus presupuestos, como todos nosotros, para lamentablemente esto no
es tan simple. Los gobiernos corrientemente tienen multitud de compromisos
relacionados con servicios básicos, como defensa nacional, infraestructura,
educación, salud, para no mencionar a los jubilados. Ningún gobierno puede
deshacerse de esas responsabilidades
repentinamente…Es correcto argumentar que los gobiernos deben tener como
meta balancear solamente sus presupuestos a lo largo del ciclo económico,
teniendo superávit durante los períodos de auge y défícit cuando la actividad
económica es débil. Pero es erróneo pensar que una masiva acumulación de deudas
no tiene costos “free lunch”. **
*Consulté
el diccionario Oxford para precisar el significado de la palabra que él usa,
“facile”: “ignoring the true complexities of an issue.”
**Comentarista.
A mi también me parece juiciosa esta posición de Rogoff.
No le he seguido mucho la pista desde que fue economista jefe del FMI, pero se
ve que sigue produciendo buenos trabajos…
Después de haber terminado este
escrito el 29 de agosto de 2012, abrí mi correo y me encontré con una
comunicación de la “Sovereign Society”. En esa comunicación se dice: “Ahora estamos alertando a los individuos
sobre una crisis más grande, tan grande, que sería una nueva etapa económica
cataclísmica. Mientras esta transformación devastará a millones, para aquellos
que continúen escuchando (es decir,
siguiendo las recomendaciones que da la sociedad, GM) será un período de gran
prosperidad.” Hace un ataque devastador de la Reserva Federal, desde el
inicio de su creación y lo acusa de
haber logrado la pérdida del poder adquisitivo del dólar y de haberse endeudado
en $16 billones, de lo cual no puede
deshacerse sin arruinar a los ciudadanos estadounidenses. A eso se agrega la
inmensa deuda gubernamental y la del sector privado y los ciudadanos.* El
cataclismo, según esta predicción, llegará el 23 de diciembre del 2013, ** cuando todos los
países abandonen el dólar como moneda de intercambio internacional, proceso que
ya está en marcha. Yo soy reacio a creer
en esas predicciones con fechas tan fijas, pero considero un deber hacerla del
conocimiento de los lectores. Esta predicción tiene similitudes con la de
Schiff. Amanecerá y veremos. (Por
supuesto, eso no sucedió).
*Comentarista. Lo de la deuda es relativo. A menudo vemos al deudor
como un débil jurídico, lo cual es producto de ideas ya bastante superadas. En
el mundo moderno, parte de las entidades económicas más poderosas son grandes
deudores, como los bancos…Guardando las distancias, Estados Unidos es un gran
deudor del mundo, pero ello no necesariamente lo hace débil. Al contrario, esta
condición le da la ventaja que brinda el interés de sus acreedores (por
ejemplo, China…), para que EEUU supere sus problemas con el fin de que pueda
pagar sus deudas….
**Comentarista. Dios nos agarre confesados… A mí tampoco me convencen
estas predicciones con fechas tan precisas. Al parecer la predicción Maya dice
que el mundo se acabará este año…Ahora, sería bueno saber ¿cuál moneda
sustituirá al dólar en su actual papel como instrumento de intercambio
internacional…? Por otra parte, si bien
es cierto que el liderazgo de Estados Unidos en el mundo tiende a
disminuir, mientras que el de China se
incrementa, pareciera que se trata de un proceso que llevará algún tiempo. EEUU todavía tiene músculos tecnológicos
y en materia de armamentos convencionales y no convencionales, con los cuales
mantenerse entre las primeras potencias del mundo por varios años, yo diría que
al menos hasta la mitad de la presente centuria. ..
El Marxismo y la Crisis
Igual
que en el caso de Keynes, Marx se puso de moda nuevamente con motivo de la
crisis. Se han hecho nuevas ediciones de sus libros, frecuentemente hay comentarios en la prensa
sobre él y existe ya alguna bibliografía
que relaciona la crisis con las ideas marxistas.
Para
el marxismo la causa básica de la crisis actual es la existencia misma del
capitalismo, una de cuyas características
es el ciclo económico, las crisis
periódicas. Algunos autores marxistas, además de esa causa básica, encuentran
algunos factores específicos dentro de esa concepción como por ejemplo, la baja en la tasa de ganancia. Enseguida hacemos una breve revisión de ese concepto.
La
tasa de ganancia es la relación entre la
plusvalía (el valor añadido de que se apropia el capitalista, que según
Marx es producido exclusivamente por los trabajadores) y el capital. g= p/K; g=
tasa de ganancia. p=plusvalía; K= capital. El capital total está compuesto por
el capital constante (C) –capital fijo y materias primas- más el capital
variable (V) –los salarios pagados para el proceso de producción-, K= C + V. La ponderación en que se combinan el
capital constante y el capital variable es denominada composición orgánica del capital. En su
sentido estrictamente matemático “g” es
solo una tautología: se moverá en forma directamente proporcional a las
variaciones de la plusvalía e inversamente proporcional a las variaciones del
capital total. Lo que le da importancia es el análisis realizado por Marx, Frederik Engels, los autores
marxistas posteriores y también los cuestionamientos no marxistas.
La
formulación de Marx es que el
capitalista, en su afán de aumentar sus utilidades, su plusvalía, incrementa la utilización de capital
constante en desmedro del capital variable, modificando en favor del
primero la composición orgánica del capital.
Pero como “V” es la única fuente
de creación de valor, al disminuir éste disminuye la plusvalía. Leamos a Marx:
“Si además,
como partimos del supuesto de que este cambio gradual en cuanto a la
composición del capital no se opera simplemente en ramas aisladas de
producción, sino que más o menos en todas ellas o, cuando menos en las esferas
de producción decisivas y que, por tanto esos cambios afectan la composición orgánica del capital total
existente en una determinada sociedad, llegaremos necesariamente a la
conclusión de que este incremento del capital constante en proporción al
variable tiene como resultado un descenso gradual de la cuota general de
ganancia, siempre y cuando permanezca invariable la cuota de plusvalía, o sea
el grado de explotación del trabajo por el capital.” *
*La tasa
de plusvalía (p) es la relación entre la
plusvalía generada en una empresa y el capital variable utilizado en la
producción: p= P/V.
Raymond
Aron (2002) hace una acotación interesante a la formulación de Marx: esa
tendencia debe considerarse de carácter macroeconómico y no microeconómico. En
unas empresas la tasa de ganancia puede bajar y en otras subir, lo importante
es la tendencia promedio de la economía.
Como deducimos del párrafo citado, Marx la consideró una tendencia. En esto coincidió
con los clásicos, Ricardo, Smith, etc, pero difirió en sus causas. Enfatizó
mucho que era sólo una tendencia, que podía ser neutralizada por factores contrarrestantes, pero insistió también que en el largo plazo la tendencia se imponía. Los
capitalistas harán todo lo posible para aumentar la tasa de explotación del
trabajador, lo cual hará un efecto de corto plazo, pero a la larga la modificación de la
composición orgánica del capital en
favor del capital constante prevalecería. También reconoció que el incremento
en la productividad del trabajador bajaba el precio del capital fijo y de las
materias primas, con un efecto negativo sobre el peso del capital constante en
el total. Cuando salió el primer
volumen de El Capital, una objeción fue
levantada, incluso por el propio Engels. Partiendo de la concepción de
Marx de que sólo el trabajador crea
plusvalía y de que el capital constante tiene valor, pero no genera plusvalía: “Si eso es verdad, ¿por qué las compañías
usarían maquinaria? Quien use más maquinaria que su rival perderá, porque la
composición orgánica de su capital será alta y dada una base baja de capital
variable, tendrá también una base menor de su tasa de explotación”. (Mehnand
Desai, 2004). Según el propio Desai, cuando Engels levantó esa objeción, Marx
respondió que en el primer volumen había mantenido el análisis simple y que en
el volumen III él probaría que estaba en lo correcto y que la objeción no tenía
asiento, pero “Marx nunca preparó los siguientes dos volúmenes para su publicación.
Realmente él trabajo muy poco en ellos en los restantes 16 años de su vida
después de 1867”. (Desai Idem). Como
se sabe, fue Engels quien revisó y publicó los volúmenes II y III.
Una
tendencia compensatoria de la tendencia
es el fenómeno por el cual una innovación tecnológica, que comienza con un
precio alto inicial por el beneficio del monopolio para la compañía innovadora, una vez que el bien se estandariza y es producido por otros productores, su precio se
va reduciendo aceleradamente
hasta venderse por una fracción muy pequeña de su precio original. Esto
lo vemos todos los días: DVDs, celulares, computadoras, etc. Incluso un autor
marxista como David Harvey (2011), después
de examinar una lista de factores compensatorios dice: “Esta lista es tan larga que hace a la esmerada explicación de una sólida “ley” de
innovación tecnológica ahorradora de
mano de obra más que debatible”. Entre esos efectos compensatorios se
han señalado también: un alza en la tasa
de plusvalía, derivada de un incremento en la productividad del trabajador,
causada a su vez por diversos factores; un incremento en la rotación de capital
en la producción, lo cual implica que un mismo nivel de capital respalda una mayor creación de valor
añadido y por lo tanto de plusvalía; el
comercio exterior, que permitiría importar materias primas a más bajo
costo que en el país, lo cual tiene un efecto de baja en el capital constante;
la exportación de capitales, impidiendo así la sobre acumulación. Con relación
a los factores contra restantes acotan
Pierre Salama y Tran Hai Hac (1992) dicen: “Se
nos da un ejercicio matemático que conserva su interés, en tanto que ejercicio,
pero su examen conduce a una crítica radical a la tendencia de la tasa de
ganancia.”
Algunos
autores señalan cifras que indicarían que a partir de los años 60 se habría
producido en Estados Unidos una baja en la tasa de utilidades. Al respecto
pienso que es muy difícil, con la metodología
actual de las estadísticas, poder hacer estimaciones aceptables de ese término marxista. Esas estadísticas no responden a lo que sería
una metodología marxista. Por otra parte, el considerar la tendencia examinada
como causa de la crisis encierra en sí una contradicción desde el punto de
vista estricto de Marx. La tendencia estaría presente permanentemente, con sus
altibajos, y por lo tanto no puede ser explicación de un fenómeno cíclico. Por
ello pienso que, incluso para bien para del
marxismo es mejor para el marxismo
que se mantenga con la
explicación primigenia, la propia existencia del capitalismo.
Para el
marxismo la solución de esta crisis y de todas es la transformación del régimen
político-económico-social en un estado socialista que luego se convertiría en
comunista. Es decir, la solución de la crisis y el mundo post-crisis ideal
coinciden. Sin embargo, no hay muchos aportes en esta materia. Harvey (idem)
afirma: “Si podemos salir de esta crisis
en una forma diferente, depende mucho del balance de fuerza de las clases.
Depende del grado en que la masa del pueblo se levante y diga: “Es suficiente,
cambiemos el sistema”. Me pareció extraño que Harvey, considerado como una
autoridad mundial en Marx, nos ofrezca una versión socialdemócrata de socialismo,
cuando es bien sabido que el divorcio entre la socialdemocracia y el marxismo
no fue pacífico: “Desde hace tiempo ha
sido el sueño de muchos que una
alternativa a la (ir)racionalidad
capitalista puede ser definida y que lo
podemos lograr a través de la movilización de las pasiones humanas en la
búsqueda de una vida mejor para todos. Estas alternativas –históricamente
llamadas socialismo o comunismo- han sido probadas en varias épocas y lugares.
Debe resaltarse la diferencia entre socialismo
y comunismo. El socialismo aspira
a administrar y regular el capitalismo de manera que suavice sus excesos y
redistribuya sus beneficios para el bien común…Bajo el socialismo la producción
de la plusvalía es típicamente administrada por medio de activas intervenciones en el mercado
o la nacionalización de las llamadas
“commanding heights” (energía, transporte, acero e incluso automóviles..”. Pero
esta formulación se contradice con otro planteamiento anterior en su libro: “…la mera conquista del poder no hace una
verdadera revolución socialista o comunista. Solamente cuando todas las otras esferas de
la actividad dentro del sistema co-evolucionario se mueven dentro de una especie de alineamiento podremos hablar de una transformación revolucionaria
lejos de la dominación capitalista. Esto no significa, como algunos ahora argumentan, que
el poder del estado es irrelevante y que la
prioridad de la transformación política debe cambiar exclusivamente a la
sociedad civil y a la vida cuotidiana.” (negrillas mías). Este párrafo nos presenta
un panorama totalmente distinto al primero, es necesario el “alineamiento”, no
se permite la coexistencia del sector privado y del estado, nada de
“administrar y regular el capitalismo…”
István
Mészáros, (2008) hace el elogio de la planificación central: “…se refiere a una concepción de organización
del sistema productivo, bajo los principios rectores de la economía planificada (negrillas de Mészáros) orientada a proporcionar
una opción viable a los accidentes de la economía de mercado…”…sería totalmente
erróneo concluir, como lo hicieron
muchos intelectuales, tanto en el Este como en Occidente después del
derrumbamiento de la” perestroika” de Gorbachov, que la planificación como tal
(negrillas de Mészáros) no podría tener futuro
alguno y que, por lo tanto, no podía haber ninguna alternativa frente a la
“economía de mercado”…Para nosotros, la búsqueda de la meta estratégica
socialista de la planificación global, como manera de superar los peligros
ecológicos, entre otros, que debe enfrentar la humanidad –no en un futuro
remoto, sino ya hoy día- sigue siendo más válida que antes.”. En Mészaros no tenemos la
ambigüedad de Harvey entre el socialismo marxista y la socialdemocracia y la
meta de sustituir la economía de mercado por la planificación central.
Frente al
argumento central a favor de la planificación central, la administración de los
recursos productivos en forma coordinada y su asignación de acuerdo a las
necesidades de la población, eliminando así la anarquía del mercado, surge una
pregunta: ¿funciona? ¿Puede un grupo de planificadores hacer las veces del
mercado, puede realmente decidir eficientemente la proporción en que se
producirán y distribuirán las decenas de miles de productos y servicios que hoy existen. Como dice Desai (idem): “¿Pero qué tan factible es que el planificador
central pueda simular las acciones
independientes de millones de consumidores, trabajadores y productores?* Un
aporte de F.M. Taylor, combinado con una contribución matemática de Oskar
Lange, asesor del gobierno comunista de Polonia y destacado economista, se
conoció como “la solución Lange-Taylor” al cálculo en una economía socialista. Sobre la base del
conocimiento exhaustivo por parte
del planificador central acerca de
las preferencias de los consumidores, de las interrelaciones sectoriales
a través de las tablas de insumo producto, de la disponibilidad de recursos
naturales, etc., un sistema de ecuaciones resolvía el problema. El sólo
enunciado de esas “tareas” nos indica las tremendas dificultades para llevarlas
a cabo satisfactoriamente, más difícil
mientras más sofisticada sea una economía, pues la cantidad de productos y servicios
en el mercado es mayor. Sobre todo las economías actuales son altamente complicadas y dinámicas; ese es un
trabajo gigantesco que, al ser terminado para iniciar el proceso, es seguro que
algunos parámetros habrán cambiado. Algunos alegan que con los avances de la
computación esos se facilitan. Pero
pensemos que, si los sofisticados
modelos para un sector de la economía, el financiero, resultaron en lo que todo
conocemos y está relatado en este escrito, cuál puede ser su éxito para la
economía en su totalidad. Esto no significa que las matemáticas no deben ser
usadas en la economía, sino que no se debe descansar exclusivamente en sus
resultados.
*Comentarista. Me anoto con una respuesta
negativa a estas interrogantes.
Eric D
Beinhocker (2006) * ha expuesto en una forma muy sencilla y divertida las
gigantescas dificultades de la planificación central. El autor
supone que en una villa rural, tranquila, bucólica, apartada del
“mundanal ruido” y con una economía muy sencilla, los pobladores deciden elegir a uno de sus
pobladores como “dictador benevolente”, * a cambio de que se haga responsable
de que los habitantes sean alimentados,
protegidos y todas sus necesidades atendidas diariamente. Nadie mueve un dedo
sin sus órdenes. Por consiguiente, todas las mañanas él tiene que hacer una
lista que indique todas las actividades a realizar cada día. Tiene que indicar
todos los trabajos, todo lo que tiene que ser coordinado, y el tiempo y la
secuencia de todo ello…Incluso para una pequeña población sería una lista
compleja e imposible. Y Beinocker finaliza: “Piense ahora en una lista como esa para manejar la economía mundial
como un todo. Piense en los billones de las intrincadas decisiones de coordinación que deben ser hechas cada
minuto de todos los días alrededor del mundo
para mantener a la economía funcionando. Pero nadie está a cargo de esa
lista. No hay un dictador benevolente para
que el pescado vaya de un pescador en Mozambique a un restaurant en
Corea, para dar el almuerzo a un trabajador que hace partes de una
computadora que un modista en Milán usa
para diseñar un traje para un corredor de futuros in Chicago. Sin embargo,
todas esas cosas pasan todos los días de abajo hacia arriba (bottom-up) en una
forma auto organizada.” Extraordinario
e ingenioso.
*Comentarista. Esta
fórmula de Beinhocker me recuerda un poco al libro de Orwell sobre la granja de
animales….
**Comentarista. Los dictadores son malevolentes por naturaleza,
pues el poder absoluto los corrompe…Los ejemplos sobran.
Después
de tratar el aspecto específicamente económico del socialismo y de sus
relaciones con el mercado, trato ahora un aspecto político. De no haber existido las experiencias
comunistas, la propuesta marxista de justicia social y de felicidad plena en el
paraíso de la etapa final, la comunista, “de cada uno según sus capacidades, a
cada uno según sus necesidades”, podría
aparecer como atractiva para la
salida a la crisis y de un mundo post-crisis. * Sin embargo, después de
conocer las experiencias de la Unión
Soviética, de la China de Mao, de Cuba, de Cambodia, de Corea del Norte, etc.,
ese remedio sería peor que la enfermedad. Por un largo tiempo esas experiencias
se auto proclamaban como la salvación de la humanidad y se ocultaban muchas de
las tremendas realidades. El velo cayó plenamente con el informe de Kruschev, las revelaciones
de los archivos publicados de la antigua Unión Soviética, las de la escritora china Jung Chang en sus
libros “Cisnes Salvajes” y “Mao”, “La Confesión” de Artur London, y la extensa bibliografía que ahora existe al
respecto. Todos esos regímenes fueron feroces dictaduras, que exterminaron
millones de personas, incluso a sus propios dirigentes bajo falsas acusaciones,
enviaron miles de inocentes a campos de concentración, el gulag soviético, los
“campos de reeducación” chinos, los “campos de la muerte”, “killing
fields”, de Cambodia, donde casi toda la clase profesional fue exterminada, etc. Esos regímenes tampoco fueron exitosos en lo
económico. La desaparición de la Unión Soviética no ocurrió por una
conspiración capitalista, sino por decisión de su dirigencia, se cayó por su propio peso; la economía china se
liberalizó por decisión de su máximo líder, Den Xiao Ping; en este momento Raúl
Castro intenta tímidamente introducir elementos de mercado en la economía
cubana. Al respecto, Eduard Chevardnadze, quien fuera uno de los más
importantes cancilleres de la Unión Soviética, dice en su libro “L’Avenir
s’Ecrit Liberté” (1991), refiriéndose a la implacable persecución a los
llamados “disidentes”: “La posición que yo adopté con relación a esas personas fue el resultado de una
dolorosa lucha interna. Y puede ser que ella me condujo a lo que yo mantengo
ahora, lo que me hizo activo partidario de la perestroika. Esa lucha interior, pero
también el conocimiento que tenía del estado real del país, me llevaron a la
conclusión que las verdaderas raíces de mal no se encontraban en los
individuos, sino en el sistema. Si, ciertamente, ellos eran hostiles al
sistema, era únicamente porque el sistema era implacable con relación al
individuo. En un
país donde reinaba el totalitarismo era imposible garantizar el respeto de los
derechos del hombre, su libertad, y
en consecuencia era imposible un desarrollo normal”. Sobran los comentarios
sobre las confesiones de una personalidad que conoció el monstruo por dentro.
* No estoy tan seguro, pues la propuesta marxista pasa
también por la existencia de la nomenclatura, esto es, el grupo de funcionarios
y/o el gran computador que decidirán sobre
la proporcionalidad entre las capacidades y las necesidades de los
ciudadanos…Esta debilidad de la teoría era evidente y los casos fracasados que
se indican sobre la URSS, China, etc, no hicieron sino confirmarlo…GM: Buen
punto del comentarista. En realidad no veo que haya diferencia entre su afirmación y la mía. Yo lo que hago es partir
de una situación ideal para entonces contrastarla con las realidades.
Algunos
autores afirman que en esos países no se aplicaron las ideas de Marx y Engels,
que el llamado “socialismo real” no fue un verdadero socialismo. El examen de
algunos aspectos me lleva a discrepar de esa formulación. Pienso que hay un
hilo conductor entre los objetivos y la necesidad de la dictadura para
lograrlos. Que no fue por circunstancias fortuitas que tuvimos los regímenes totalitarios en esos países. El concepto de “dictadura del proletariado” *
es demasiado claro, para la consecución de los objetivos no puede aceptarse la disidencia, la diferencia de
opiniones, es necesario el “alineamiento” de Harvey, la revolución está por
encima de todo. En las propias ideas de los fundadores está la semilla que
luego germinó. Jean
Francois Revel, en su libro “La Gran Mascarada” (2000) dice: “El estudio no expurgado de los textos nos
revela, por ejemplo, escribe Watson, (George Watson, “La Littérature oublié du
Socialisme) que “el genocidio es una teoría propia del socialismo”. Engels
pedía en 1849 el exterminio de los húngaros que se habían levantado contra
Austria. Da a la revista dirigida por su amigo Karl Marx, la “Neue Rheinische
Zeitung, un sonado artículo cuya lectura recomendaba Stalin en 1924 en sus
“Fundamentos del Leninismo”. Engels aconseja que, además de a los húngaros, se
hiciera desaparecer a los serbios y otros pueblos eslavos, a los vascos,
bretones y escoses. En “Revolución y Contrarrevolución en Alemania”, publicado
en 1852 en la misma revista, el mismo Marx se pregunta cómo desembarazarse de
“esos pueblos moribundos, los bohemios, carintios, dálmatas, etc.” Y Leszek Kolakowsky
(1981) dice: “…Cualquier utopía social
que pretenda tener un proyecto para la sociedad perfecta, ahora me golpea como
preñado con los peligros más terribles. Yo no digo que la idea de la
fraternidad humana es innoble, ingenua o fútil; y no creo que sería deseable
descartarla como perteneciente a una edad de la inocencia. Pero llegar hasta el punto de que podamos
diseñar ese plan para la sociedad en su conjunto, por el cual armonía, justicia
y abundancia se logran a través de una
ingeniería humana, es una invitación para el despotismo” (negrillas
mías). **
*Comentario. Esta es una de las más grandes patrañas y algunos
hablan de la dictadura del pueblo, o de las comunas, cuando en realidad no es
sino la dictadura de Stalin, Fidel Castro o Chávez.
**Comentario. No sería
descartable que el intercambio de ideas entre Marx y Engels, reseñado en este
luminoso párrafo, haya podido
inspirar en alguna medida las
políticas de exterminio judío que caracterizaron a Hitler y el
nacionalsocialismo alemán.
***Omar
Alberto Corredor me envió un interesante comentario, que me da mucho gusto
incluir como nota 2.
Mi interpretación sobre las causas de la crisis
Como puede notarse por lo escrito antes, soy crítico de las interpretaciones que he examinado.
Mi propia
interpretación la expongo de seguidas, para lo cual seleccioné tres factores importantes: el sistema financiero, los
desequilibrios globales y el funcionamiento general del mercado.
El sistema financiero
Realicé un examen de la
estructura del sistema financiero en Estados Unidos, sus instituciones e
instrumentos, y analicé su
diverso papel en la crisis. Hice una revisión de las teorías financieras
ortodoxas y heterodoxas.
Finalmente, categoricé la influencia de cada una de las variables en la
crisis.
Me pareció conveniente comenzar
con la hipótesis de los mercados
eficientes, que ha
predominado en las últimas décadas en el área financiera
y ha estado como telón de fondo en
todas las discusiones sobre la
crisis.
El paradigma central de la teoría financiera ha sido la llamada “Hipótesis de los Mercados
Eficientes” “Efficient
Market Hypothesis”, EMH. Esta
afirma que toda la información
financiera está reflejada en los precios de los títulos financieros:
acciones, bonos y por lo tanto
los precios en cada momento serían los correctos de acuerdo a la
información existente, es decir,
los precios serían iguales a su valor fundamental. Ello tiene la consecuencia de que los agentes
financieros no pueden predecir, no pueden influenciar los precios, no se puede vencer al
mercado, los complejos estudios del mercado a fin de pronosticar sus
precios serían inútiles. La
única posibilidad de ganarle al mercado
sería tener una información que más nadie posee, y sin
embargo, esa posibilidad es cuestionada por la “variante fuerte” de la
hipótesis, como veremos
más adelante. La EMH se ha
ligado a la existencia de lo que se denomina “recorrido aleatorio”,
“random walk”, RW. Para
entender el significado de esta
concepción, el mejor símil es el
caminar de un ebrio, no es posible predecir cuáles serán sus próximos
movimientos. La validez
de la EMH requiere la existencia de ciertos supuestos, entre los cuales: no habría costos
transaccionales en el mercado
financiero; la información estaría simétricamente a disposición de
todos los participantes; los mercados, sin interferencias externas, buscarían
su equilibrio óptimo,
lo que conduciría a una óptima utilización de los recursos. Ciertamente
son supuestos heroicos.
Sin embargo, para una mejor comprensión de este modelo teórico debe
conocerse que se han
desarrollado tres variantes de ella: en la primera, “la variante débil”,
las pasadas variaciones de
precios no trasmiten información sobre los precios futuros; en la
segunda, la “variante semi-
fuerte”, toda la información pública ya está reflejada en los precios;
en la tercera “la variante
fuerte”, toda la información posible de ser conocida, está reflejada en los precios. el
principal y
sus intereses, obteniéndose el
resultado óptimo indicado arriba. La hipótesis de los mercados
eficientes tiene una importante consecuencia en términos de la política
y regulación financiera:
las intervenciones gubernamentales, en el mejor de los casos, no
surtirían efecto alguno, y en el
peor, tendrían un efecto perverso, logrando efectos contrarios a la estabilidad
financiera que se
trata de lograr, puesto que se estaría interviniendo en un mercado ya en equilibrio. Después
de
examinar la extensa discusión que existe sobre la hipótesis, llegué a
las siguientes conclusiones:
He
tenido a disposición algunas formulaciones de los defensores de la
hipótesis, tomando ya en
cuenta la crisis, en las cuales confirman su posición previa,
con los argumentos que ya fueron
explicados. Sin embargo, en esa defensa noto un cambio importante pues se acepta la
existencia de un conjunto de factores que se
alejan de los supuestos y conclusiones de la
hipótesis, las cuales ya
habían sido adelantadas por
los críticos. A continuación incluyo
algunas de esas manifestaciones: los críticos usan una concepción de la EMH
muy restrictiva,
los precios no siempre son
correctos; los precios siempre son incorrectos, pero nadie sabe a
ciencia cierta por cuál
margen y si a la baja o al alza; la EMH no implica que las burbujas
sean imposibles y que no
influyen factores ambientales y de comportamiento; la EMH, en su
característica central
implica que no hay oportunidades de arbitraje en activos libres de riesgo,
lo cual es perfectamente
compatible con las posiciones de Minsky (3) y
la interpretación
psicológica (4) de las
crisis; hay evidencias de que hay límites considerables al arbitraje que, de
haber desviaciones de los
precios respecto a su valor fundamental, presionaría a volver a ese
nivel; hay pocas dudas de que el modelo de
Minsky es una descripción muy buena de
la
reciente crisis; la historia
de la finanzas indica que ha habido
grandes alzas y bajas en los
precios de las acciones; la
existencia y no posibilidad de
predicción de grandes cambios en los
mercados es consistente con
la concepción de Benoit Mandelbrot (6); la crisis financiera prueba
que la teoría (en este caso
la EMH) es sólo eso, una teoría. Es una abstracción de la realidad,
pero la teoría no es
perfecta; la EMH se refiere sólo al aspecto de la demanda en el mercado, no
incluye la oferta; la EMH no
tiene explicación para cuando las hogares cesan la demanda en el
mercado inmobiliario; la
información es modelada en la EMH como si tuviera la misma
significación para todos los
inversionistas, pero en realidad estos
tienen diferentes
informaciones y
percepciones; el papel del costo de las transacciones no está claro en la EMH;
la hipótesis tiene un significado simplificado de los
mercados; de la crisis financiera se deduce
que el mundo es más complejo
de lo que algunos pensaron y también más complejo de lo que
muchos modelos asumen; ahora
está claro que la EMH tiene numerosas anomalías pero no está
claro el origen de esas anomalías.
Esta enumeración es reveladora del acercamiento de los defensores
de la EMH, derivado de la
crisis financiera a los argumentos de sus críticos.
Por otra parte, del estudio realizado infiero
que entre los exponentes de la EMH hay
diferentes
interpretaciones de algunas de sus
características. El tratar de clarificar esas divergencias
implicaría una investigación larga y profunda,
que me alejaría de los objetivos de este
escrito,
además sin la seguridad de poder llegar a una
conclusión definitiva. Al mismo tiempo,
considero
que ello no es necesario para las conclusiones en este particular, las
cuales expongo
de seguidas. Conceptúo que se confirma la inestabilidad
inmanente de los mercados financieros,
los cuales tienen una tendencia permanente al
desequilibrio, expuestas por lo que podríamos
denominar la teoría heterodoxa de las
finanzas, cuyos representantes principales son Minsky,
Mandelbrot, Shiller, y Kaheneman. En esta conclusión he tenido muy en cuenta
algunas experiencias, como las estrepitosas caídas del Dow Jones en 1987 y 1988, que
difieren
ampliamente de las probabilidades indicadas
por los modelos y la curva de Gauss del
Dow
Jones en el período 1916-2002, la cuales se alejan considerablemente de la curva normal. Esta
conclusión me lleva también a la ratificación
de que el sistema financiero no es autoregulable, se
requiere
una supervisión gubernamental y una regulación eficiente.
De seguidas
expongo la categorización de los diversos factores por su influencia en la crisis, en
forma
necesariamente muy breve y señalando solamente las que me parecen más
importantes.
Estos son los
que considero tuvieron influencia directa en el
origen de la crisis.
En términos de los instrumentos financieros, los
derivados (1) fueron la influencia
principal en el
origen de la crisis y su profundización. Ya hemos visto cómo la
estructuración, titulación y distribución de
los CDOs desencadenó la crisis. Este instrumento es
un derivado de un instrumento original, la
hipoteca. Aquí nos concentraremos en un instrumento
que fue letal en la agudización de la crisis,
la permuta para proteger del riesgo de incumplimiento
de pagos, -credit default swap, (CDS). Como su nombre lo indica, ese título financiero
permite a
las instituciones financieras cubrirse contra los riesgos de
incumplimiento de pagos, para lo cual
no existía una solución satisfactoria, y sigue no habiéndola, pues el
riesgo crediticio es
inherente a la actividad financiera. Las políticas crediticias hasta entonces se
basaban en la
cuidadosa selección de los deudores, en la diversificación del crédito,
evitando la concentración
en pocos deudores, Con el uso de los CDS, los acreedores contrataban con
otra entidad lo que
viene siendo un seguro contra el incumplimiento; con el pago de una
prima; esa otra entidad se
compromete al pago de la deuda total en caso de incumplimiento por parte
del deudor. Se
perfilaba como una fenomenal
innovación, y las pruebas que se habían hecho
indicaban que los
riesgos de incumplimiento eran marginales…en tiempos normales, desde el
punto de vista
financiero y económico en general. El uso de las CDS tuvo una
consecuencia muy importante,
con impactos negativos posteriores. Al trasladar el riesgo a las
aseguradoras, el banco
eliminaba la acreencia de sus balances y la reserva fraccional que había
hecho debido a un
préstamo quedaba liberada y, por lo tanto, podía ser usada para nuevos
préstamos. La autoridad
financiera aprobó ese procedimiento. Pero también hubo otra
consecuencia, que podríamos
llamar “psicológica”: al quedar liberados del riesgo del crédito, los
bancos se sentían también
más libres de otorgar sus préstamos sin esa espada de Damocles del
incumplimiento de pagos, lo
cual hacía atractiva la tentación de rebajar los requerimientos para la
obtención de los créditos y
por lo tanto su calidad.
La mayor posibilidad de préstamos incrementaba las ganancias sin
aparentes peligros. Otra
característica que ha estado en
alto lugar en la discusión acerca de la crisis y en los
proyectos de reforma del sistema financiero, ha sido la forma poco transparente como se hacen
las transacciones, se hacen directamente entre las partes “over the
counter” , por lo tanto la
información sobre ellas es deficiente y no está sometida al control de
las autoridades financieras.
Las CDS tuvieron un crecimiento meteórico; estimaciones indican que su valor
creció de $1
billón en 2001 a $45 billones a mediados de 2007. Aunque sea
redundante, ello significa que esa
extraordinaria cifra estaba
protegida, asegurada contra el riesgo de
incumplimiento de pagos.
En la medida en que el mercado
hipotecario se desplomó y los incumplimientos de pagos se
generalizaron, las compañías aseguradoras a través de las CDS se vieron
al borde del abismo y
en serias dificultades para cumplir con sus compromisos con los
asegurados. Por ejemplo, sobre
la aseguradora AIG –acerca de la cual tratamos en el primer avance-
tenia contratado $400 mil
millones en CDS derivados de CDO originados en transacciones
hipotecarias, que no podía
cumplir, lo que llevó a su caída y su rescate por el gobierno.
La desregulación o liberalización financiera, ocurrida
a partir de los años 80. La Gran
Recesión ha demostrado que el
sistema financiero no puede auto regularse, que tiene que haber
un grado de intervención estatal. Al respecto, Allan Greenspan, el expresidente
de la Reserva
Federal, en su testimonio al Congreso declaró:
“Cometí un error al pensar que el propio interés de
las organizaciones, específicamente bancos
y otros, era tal que ellos eran perfectamente
capaces de proteger a sus propios
accionistas.” Y
cuando un congresista le preguntó: “Usted encontró que su propia visión
del mundo, su ideología
no era correcta, no funcionaba?” El contestó: Absolutamente, precisamente; esa es justamente la
razón por la cual yo estaba conmocionado, porque
durante 40 años tuve evidencias de que
estaba funcionando perfectamente bien”.
El excesivo endeudamiento de los bancos. Un cambio legislativo, al eliminar los topes de
endeudamiento para los bancos de inversión, permitió relaciones de deuda a capital hasta
de 40 a 1. Una de las causas del desplome fue la situación en que se
encontraron instituciones
financieras excesivamente endeudadas; cuando dadas su situación difícil y las oscuras
perspectivas, los acreedores pidieron incremento de los márgenes, es
decir, de las garantías del
crédito, lo cual no pudo ser atendido,
con la consiguiente caída,
quiebra o apalancamiento
gubernamental o de otras entidades financieras, o su compra por
otras. Así cayó Lehman
Brothers. El endeudamiento permite mayores ganancias en una fase expansiva de la economía
pero en la fase contractiva la caída y las pérdidas son estrepitosas.
Un erróneo y desbocado manejo del riesgo, por parte de
las instituciones financieras, sobre
lo cual señalaremos las principales manifestaciones: La excesiva
exposición a la estructuración
y titulación de las SP y, en algunos casos, la retención de tramos
“superseniors” -los títulos
hipotecarios de mayor categoría, aparentemente de bajo riesgo por el
nivel de ingresos de los
prestatarios, pero que se vieron envueltos en la caída- son
el factor más importante y lo que
produjo mayores pérdidas, más
allá de lo que permitía su conocimiento de los riesgos inherentes
en ellos, y además fallaron en tomar medidas para controlar o mitigar tales riesgos; el fracaso
estrepitoso de las evaluaciones cuantitativas del riesgo, sus
resultados, inmediatamente antes de
que estallara la crisis y durante la crisis, resultaron altamente
subestimados, lo que dio una falsa
sensación de optimismo; la indiscriminada utilización de bonos en el
sistema de remuneración en
el sector financiero que, en el caso de este sector no ha estado
condicionado a los resultados,
buenos o malos, de la gestión, sino que son otorgados aún cuando los
resultados hayan sido
negativos, se considera que ha estimulado la toma de riesgos excesivos,
pues esto eleva la
remuneración, pero con mucha frecuencia deviene en pérdidas. Califiqué
como contribuyentes
otros factores, sobre los cuales no trataremos aquí.
Los desequilibrios globales
Por desequilibrios globales (global
imbalances) se entiende, en términos generales,
una situación
en la cual un grupo de países
acusa un importante déficit de
cuenta corriente en su balanza de
pagos, en tanto que otros arrojan
un superávit de similar importancia.
Esta caracterización
aparentemente descarta la otra faceta de la balanza de pagos, la cuenta
de capitales, pero no es
así, porque por las identidades contables el saldo de la cuenta
corriente es igual, con signo
contrario al saldo de la cuenta
capital. Así, un déficit de la cuenta corriente implica un superávit
de la cuenta capital y viceversa en el caso de un superávit. Otra cara del saldo de la cuenta
corriente se deriva de las identidades del sistema de cuentas
nacionales, pues un déficit en la
cuenta corriente significa un gasto mayor, en consumo e inversión, de lo
que la economía ahorró
en el período analizado, por lo cual una parte de ese gasto es
financiado con ahorro externo, en
forma de importaciones de capital; en el caso contrario, un superávit de
cuenta corriente significa
que la economía no gastó todos los ahorros que realizó, por lo cual la
diferencia la exporta en forma de capitales
(7). Esta última faceta tiene gran importancia, como veremos, en las
explicaciones y en la discusión sobre la relación entre la crisis y los
desequilibrios globales.
Según Terry Brake los desequilibrios globales son “posiciones externas de países
sistemáticamente importantes que reflejan distorsiones
e implican riesgos para la economía
global”.
A partir de 1996 y hasta el 2006, se presentó un caso típico de desequilibrios
globales.
El rasgo más resaltante fue el
gigantesco y creciente déficit de
los Estados Unidos frente a los
superávit de los países
emergentes y en desarrollo, y en menor medida del resto de los países
industriales. El déficit en cuenta corriente de los Estados Unidos se
elevó de $124.8 mil millones
en 1996 a $811.5 mil millones en
2006. La proporción más
importante de los superávit en el
mundo en desarrollo se originó en China y en los países del Medio
Oriente (los países
petroleros).
La hipótesis para explicar dicho fenómeno que ha tenido mayor repercusión y ha sido
más
discutida fue la planteada por
Ben Bernanke –aunque otros autores ya la habían adelantado-
cuando era uno de los Gobernadores de la Reserva Federal en el 2005: el
exceso de ahorros
(saving glut), que usa las
identidades de las cuentas nacionales explicadas en la nota 7. Bernanke
fue haciendo modificaciones a su hipótesis, y el 2010, cuando ya era
Presidente
de la Reserva Federal, en una
presentación en el Council of Foreign Relations,
reconoce la responsabilidad de
los Estados Unidos en el fenómeno: “Los desequilibrios
globales fueron la responsabilidad conjunta de Estados
Unidos y nuestros socios comerciales, y
a pesar de que este tópico fue perenne en las
conferencias internacionales, nosotros,
colectivamente, no hicimos lo suficiente para reducir esos desequilibrios….Sin embargo, la
responsabilidad de usar los ingresos de capital
efectivamente cayó en los países receptores,
particularmente Estados Unidos… Los sistemas de
gerencia del riesgo del sector privado y
la
supervisión gubernamental del sector financiero en los
Estados Unidos y algunos otros países
industriales falló en asegurar que los ingresos de capitales
fueran prudentemente invertidos.”
Bernanke volvió a hacer una contribución al tema el 2011 y esta vez fue
más enfático sobre la
responsabilidad de los Estados Unidos: “Para ser claro, estos resultados no deben interpretarse
como asignando responsabilidad por el colapso del
sistema financiero estadounidense a factores
fuera de los Estados Unidos. En cambio, en una
analogía con la crisis asiática, la causa
primaria del colapso fue el pobre desempeño del
sistema financiero y de la regulación
financiera, en un país que estaba recibiendo flujos de
capital del exterior…En el caso de los
Estados Unidos las fuentes de ese comportamiento
fueron: la incorrecta estructura de los
incentivos en el origen de las hipotecas, de las
garantías y de la titulación; deficiencias en la
gerencia del riesgo por parte de las instituciones
financieras; conflictos de intereses en las
agencias calificadoras; debilidad en la capitalización
y en la estructura de incentivos de las
empresas bajo patrocinio gubernamental (Fannie Mae and Freddy Mac). Al reflexionar
sobre
esta apreciación yo he aumentado mi aprecio por los
desafíos enfrentados por las autoridades
en los países de mercado emergentes que han manejado
grandes ingresos de capitales y
algunas veces volátiles durante las últimas décadas. Aquí Bernanke es mucho más categórico y
específico sobre la
responsabilidad de los Estados Unidos en la crisis financiera. Nótese, por
ejemplo la diferencia entre “Los
desequilibrios globales fueron la responsabilidad conjunta de
Estados Unidos y nuestros socios comerciales…” en
la conferencia del 2010 y “Para ser
claro,
estos resultados no deben interpretarse como asignando
responsabilidad por el colapso del
sistema financiero estadounidense a factores fuera de
los Estados Unidos…” en la conferencia
del 2011.
En esta última argumentación se ve claro la relación de los
desequilibrios globales con la crisis.
El uso de los ahorros de otros países, especialmente de China, produjo
una alta liquidez
monetaria en Estados Unidos que,
combinada con las bajas tasas de interés, sirvió para
alimentar las burbujas inmobiliarias y bursátiles. Como resultado de la
investigación realizada
sobre este tema, llegué a las siguientes conclusiones:
En los factores causantes de la crisis, los desequilibrios globales
tuvieron una contribución
importante. Los considerables ingresos de capital recibidos por Estados
Unidos, tanto de China
como de algunos países avanzados, facilitaron la alta liquidez que presentó la economía
estadounidense en los años previos al estallido de la crisis en 2007,
cuyo efecto se magnificó por
el bajo nivel de las tasas de interés en ese período. Ello, a su vez,
dio lugar a los excesos que se
cometieron en la concesión de préstamos hipotecarios y la considerable
reducción en la tasa de
ahorro, hasta hacerse negativa, de los consumidores de ese país, facilitó el desarrollo de
la burbuja bursátil. En los
efectos de los desequilibrios globales hay también una gran relación
de causalidad con la lamentable situación del sector financiero, como ha
sido examinado arriba.
En su última interpretación de la relación de la crisis con los
desequilibrios globales por
parte de Bernanke, éste atribuye toda la responsabilidad a Estados
Unidos. Esta tesis recibe un
respaldo en una investigación de
la consultora McKensey, cuando encuentra
que en el gran
déficit del ahorro sobre la inversión en Estados Unidos, el factor
responsable fue la caída
estrepitosa del ahorro, pues la tasa de inversión se mantuvo constante.
El funcionamiento general de los mercados
El objetivo de este
subtítulo al examinar es de determinar, si previo a la crisis, había una situación de
desequilibrio en los mercados de bienes
y servicios no financieros en los
Estados Unidos que hubiera contribuido al inicio de la crisis junto con los
otros factores examinados. Me planteé concretamente si cuando estalló la
burbuja en el 2007, existía en Estados Unidos una situación keynesiana de desequilibrio, una alta tasa de desempleo,
una tendencia insatisfactoria de la demanda efectiva, que impulsaran la
contracción de la economía. La esttuctura que le di al artículo me obligo a
tratar este a aspecto conjuntamente con
el correspondiente al keynesianismo.
Acotación. Este artículo forma parte de un trabajo más amplio
sobre la Gran Recesión. Por lo tanto, algunos
términos o expresiones que pueden ser desconocidas para el lector, deben estar en el conjunto de esos escritos en
mi blog www.guillermodmarquez.com
NOTA 1.
Sobre la Escuela
Austríaca.
Respuesta al email de
un lector. Esta nota debe considerarse como formando parte del tratamiento de
la escuela liberal.
La Escuela Austriaca,
denominada así por la nacionalidad de
sus principales fundadores, Carl Menger, Ludwig von Mises y Frederik
Hayek, ha hecho aportes muy importantes
a la ciencia económica, tanto en el
campo macroeconómico como microeconómico. Para nuestros fines, lo más
importante es su adhesión a los
principios liberales.
Los partidarios de la
intervención estatal en la economía, especialmente los keynesianos, podrían
responsabilizar a la escuela austriaca de haber sido “instigadores” de la
crisis; con su prédica del libre mercado y su influencia sobre las políticas
económicas de los gobiernos, especialmente los de Thatcher y Reagan, que
habrían facilitado el desmantelamiento de las regulaciones al sistema
financiero, que fue donde se inició la
crisis. Como sabemos, el keynesianismo, con motivo de la crisis, ha levantado
cabeza nuevamente, después de haber sido mandada al closet, cuando el efecto de
las políticas que sostiene fue la estagflación. Al respecto, dice Daniel
Yergin, en su libro “Commanding Heights”:
“El alerta fue la inflación.
Durante los años 60 las tendencias inflacionarias se aceleraron en las
economías mixtas, pero no hasta el punto de causar alarma. Sin embargo, a
principios de los años 70 las
expectativas inflacionarias se habían
hecho más pronunciadas y visibles. Los instrumentos que los gobiernos habían usado para sostener la demanda,
compensar la inflación con aumento de
salarios eran ahora inadecuadas. El
manejo keynesiano de la demanda asumía
que un desempleo bajo y una baja tasa de inflación era una combinación
sostenible, (recordemos la curva de Phillips, GM). Se probó que ello era
equivocado.”
Nicholas Wapshot, en su
libro publicado el 2011 “Keynes-Hayek, The Clash that Defined Modern
Economics”, expone en forma muy clara y concisa las diferencias entre Keynes y
Hayek, a quien podríamos llamar “el último padre de la escuela austriaca”:
“Keynes creía
que era deber del gobierno hacer lo que podía para hacer más fácil la
vida. Hayek creía que era inútil interferir sobre fuerzas que eran por sí mismas fuerzas naturales
inmutables. Keynes rechazaba el libre
mercado como una adhesión inapropiada al
darwinismo en la esfera económica y argumentó que un entendimiento mejor de la
economía permitiría a los gobernantes que compensaran los peores efectos del ciclo económico. Eventualmente, Hayek
llegó a la conclusión que el
conocimiento de cómo la economía
funcionaba exactamente era difícil si no imposible, y que intentos de
diseñar políticas económicas basadas en esa evidencia, eran como un barbero practicando cirugía
primitiva, harían más daño que bien.”
Sin embargo, Hayek, en
su “Road to Serfdom” dice:
“Es importante no confundir posiciones en contra de
este tipo de planificación (planificación
central,, GM) con la dogmática actitud de dejar hacer, dejar pasar. El
argumento liberal está en favor de hacer uso posible de las fuerzas de la
competencia como una forma de coordinar los esfuerzos humanos y no como un
argumento para dejar las cosas como están.
Esto está basado en la convicción de que donde la competencia efectiva
puede crearse esa es una mejor forma de guiar las conductas individuales que
ninguna otra. Esto no niega, sino más bien enfatiza, que para que la
competencia pueda operar efectivamente se requiere de un cuidadoso y bien
pensado marco jurídico y ni las reglas
existentes ni las reglas pasadas están exentas de graves defectos. Tampoco
niega que donde es imposible crear condiciones
para una competencia efectiva. debemos recurrir a otros métodos de guiar la
actividad económica.” Esta formulación de Hayek tiene su equivalente en la de
Keynes sobre la teoría clásica.
Por otra parte, la
escuela austriaca ha ganado puntos con motivo de la crisis. Su teoría del ciclo
económico tiene como su postulado fundamental el que el ciclo se inicia con un
excesivo crecimiento de los préstamos por parte de los bancos, que fue precisamente
una de las causas de la crisis financiera, como lo expongo en el 2º avance. Los
“austriacos” están ya tratando de aprovechar esa ganancia.*
Comentarista. Buen punto…He
notado que en todo este interesantísimo y bien documentado análisis doctrinal
en materia económica, no ha salido el nombre de Mlton Friedman y la escuela de
Chicago, quien aunque ya fallecido fue inspirador de la política económica de
la señora Thatcher y de Ronald Reagan, para no hablar de Pinochet…Quizás podría
ser conveniente echarle un tirito….Según reseña Wilkipedia, ell pensamiento
en favor del libre mercado de Friedman
ha merecido críticas de economistas keynesianos como
Galbraith, Stiglitz y Krugman, quienes
le achacan buena parte de la culpa de los problemas económicos surgidos en los
años 2007-2010.. Igualmente, se indica
que en algún momento mereció críticas
de representantes de la escuela austríaca (Murray Rothbard) , quienes le
habrían cuestionado su condición como un verdadero lider de la corriente que
favorece el libre mercado. …GM: La razón de que no haya mencionado a Friedman
es porque yo me he circunscrito a trabajar
con los autores que tratan
directamente sobre la gran recesión.
NOTA 2.
Comentarios de Omar Alberto Corredor
No
pude resistir la tentación, de hacerte unas observaciones y comentarios
preliminares, a tu interesantísimo Avance sobre la Crisis Global, y una
interpretación de ella desde el punto de vista Keynesiano y marxista. Las
escuelas económicas de Keynes y Marx, son visiones críticas acerca del
funcionamiento del mercado; pero son igualmente antagónicas, desde mi modesto
punto de vista, para la exégesis cabal acerca de la crisis global que sacude al
mundo de hoy; ya que como muy bien lo afirmas al principio de tu escrito, el
marxismo es más que una escuela económica; es un planteamiento global sobre la
sociedad; y yo diría aún más, desde el punto de vista fenomenológico, es uno de
los estudios más completos sobre la Filosofía de la Historia. Te planteas una
verdadera duda cartesiana, cuando afirmas: "Me planteo en primer lugar, la pregunta de si cuando estalló la
burbuja en el 2007, existía en EE.UU. una situación keynesiana de
desequilibrio, una alta tasa de desempleo, una tendencia insatisfactoria de la
demanda efectiva, que impulsara la contracción de la economía. La respuesta es
NO, a mi juicio". Esbozas igualmente la tesis del más reciente Premio
Nobel de Economía, PAUL KRUGMAN, de que se trata de una muy severa deficiencia
de la demanda efectiva total (consumidores, gobierno y empresa privada); con lo
cual precalifica la crisis, dentro de una connotación esencialmente
economicista. No se si el KEYNES de la Gran Recesión del 29; siendo
aquella una crisis esencialmente económica (la caída súbita de la demanda
efectiva), pudiera interpretar cabalmente la crisis actual, que habiendo
comenzado en el 2007, aún no ha terminado; y si existieran dudas, bastaría
echar un vistazo al espantoso escenario de la crisis europea. Es un hecho
notorio, a escala planetaria, que ésta es una crisis global, sistémica y
modélica, que trasciende en sumo grado, los aspectos relativos a la caída de la
demanda efectiva, la exacerbación de las burbujas inmobiliaria y financiera y
los desequilibrios fiscales. Ella es, una crisis del modelo de desarrollo
social; de la consideración y tratamiento del déficit fiscal; y fundamentalmente,
de la Pirámide axiológica del sistema neoliberal que hoy impera en el mundo
contemporáneo; y de la escala de los valores humanos, reñidos con la ética de
las políticas de ajuste y de austeridad fiscal, impuestas "desde
arriba", por las Metrópolis financieras digitadas desde los centros de
poder en EE.UU., Reino Unido; Alemania y Francia, a los países de la Periferia
Europea, con derivaciones hacia otros países, considerando entre aquellos, a
GRECIA; IRLANDA; PORTUGAL; ESPAÑA e ITALIA, para solo referirnos a las
principales "víctimas propiciatorias" de tales políticas. Sin duda,
que ambas crisis (la Gran Recesión y la Crisis Global del siglo XXI), son
igualmente sistémicas, y quizás con una base común; pero concebidas desde
ópticas y perspectivas diametralmente diferentes, se tornan irreconciliables,
sobre todo desde el punto de vista ético e ideológico. Seguiré estudiando tu
brillante análisis para tener una visión más completa y cabal, desde la propia
perspectiva de tu interesantísimo enfoque.
NOTA 3
Comentarios de Abdón
Suzzarini
En cuanto a lo que argumentas en la pág 6: Lo que yo entiendo de esta y
otras lecturas, que he hecho para el otro ensayo que estoy escribiendo, es que
Keynes no se planteaba un volumen de producción per se, sino una expansión de
la producción vía la inversión, la cual no debe expandirse más allá del punto
que corresponde al pleno empleo, como bien lo dice: “Pero hemos mostrado
que el ahorro efectivo está
necesariamente determinado por el nivel
de la inversión y que el nivel de la inversión es promovido por una baja tasa
de interés, siempre que no intentemos estimularlo en esta forma más allá del
punto que corresponde al pleno empleo.” La preocupación principal de
Keynes, su variable objetivo es el empleo, para lo cual es clave la inversión,
solo que en la promoción de la variable inversión juega un papel clave la tasa
de interés, que si la aumentas promueve el ahorro pero desestimula la inversión
y viceversa. Junto con esto está que si ahorras mucho hay más para invertir
pero menos para gastar y estimular a las empresas Allí entra tu raya en la
pizarra en el posgrado. * es decir alcanzar un adecuado equilibrio entre
Estado y mercado, y entre política fiscal y política monetaria. En otras
lecturas, se puede apreciar la insistencia de Keynes en reiterar que él es de
formación clásica, que no discrepa en cuanto a “no tanto en
encontrarle fallas lógicas en su análisis, como en puntualizar que sus tácitas
suposiciones nunca son satisfechas o muy raramente, con el
resultado de que no puede resolver los problemas del mundo actual”, particularmente en cuanto a que la fuerza de
trabajo no es una mercancía cualquiera que puede dejarse al mercado que la
ajuste, se requiere la intervención del Estado para evitar la penurias que
ocasiona un ajuste a través del desempleo.
*El significado de ”La raya y la pizarra” será explicado en el 6º avance.
-En las páginas 7 y 8 me parece muy pertinente el análisis de la situación prevaleciente al momento de producirse la crisis para concluir que no se trataba de un desequilibrio típicamente keynesiano. E igualmente pertinente la proposición de centrarse en explicar qué fue lo que llevó a la “concesión de hipotecas a hogares de bajos recursos, sin preocuparnos si pueden pagar o no, mintiendo sobre los ingresos de los candidatos, dando créditos “ninja”, con intereses fijos y pago sólo de intereses, para luego incluir las amortizaciones y tasas variables. Agreguemos la titulación sin importarnos qué hay en cada paquete porque el acreedor será otro, y veamos qué pasa.” Creo que esta línea de investigación puede resultar muy esclarecedora, en particular los créditos hipotecarios fomentados por los programas Freddy Mac and Fannie Mae, tanto por Clinton como por Bush hijo.
Valdría la pena incluir el crecimiento de la actividad financiera y del sector construcción. * Es probable que resulten los sectores de mayor crecimiento. Esto confirmaría las apreciaciones de Galbraith que las ganancias de la actividad manufacturera tienden a concentrarse en inversiones en construcción y en acciones de empresas en la bolsa. En el año 29 las inversiones se hicieron en Florida, en esta oportunidad fomentadas por la subprime. También cabe preguntarse si es igual la expansión del consumo impulsada por el crecimiento de manufactura que cuando lo impulsa el sector construcción, sobre todo si en manufactura está influida por la fuerte expansión de construcción.
GM. Hice el intento de buscar estas estadísticas en internet, y es raro,
pero no pude conseguirlas. Si más adelante las logro, las publicaré en el 6º
avance.
Con respecto a la posición de Krugman ¡END THIS DEPPRESION NOW! Hay que decir que más allá de que pueda tener razón, lo cierto es que muchas veces quienes defienden la expansión del gasto a ultranza lo hacen irresponsablemente, escudándose en el costo humano del desempleo. Una cosa es la utilización del gasto bajo las pautas muy claramente establecidas por Keynes para superar el desempleo y otra cosa es utilizarlo con fines populistas para ganar votos a cambio del sacrificio de las generaciones siguientes. En este sentido me parecen interesante la opinión de Jeffrey. Sachs (pp. 10 y 11)
Me
parecen muy pertinentes tus comentarios sobre Schiff. En general el enfoque
contrastando autores con visiones contrapuestas, pero siempre expresando tu opinión la cual
responde a lo que siempre valoro como la clave: la verdad no está en ninguno de
esos extremos sino en algún punto intermedio dependiendo de las circunstancias.
Es en ese sentido que la economía política tiene más sentido que simplemente
ser “Keynesiano” o “monetarista”
Igualmente considero muy válida y pertinente la cita de Kenneth Rogoff (p. 15).
-Con respecto a la parte relativa al Marxismo y la crisis, sólo me permito enviarte una breve sección que he desarrollado para complementar la parte relativa al ALBA de la segunda edición del libro. * Asimismo cuando leo tu escrito recordé una caricatura de Zapata en la que alguien refiriéndose al socialismo del siglo XXI, dice algo así: “fracasó en los países ex comunistas, ha fracasado en Cuba, Vietnam del Norte, pero eso fueron ellos que no supieron hacerlo, nosotros los venezolanos sí lo lograremos”.
*Venezuela ante la Integración Centroamericana: Dos Visiones, Dos
Paradigmas.
Bibliografía Parcial sobre La Crisis y el
Keynesianismo y el Liberalismo
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