jueves, 31 de marzo de 2016

La Crisis Mundial y el Pensamiento Económico


Guillermo Márquez
En este escrito voy a examinar las interpretaciones de la crisis mundial que se desprenden de  las escuelas   keynesiana, liberal y marxista.

El keynesianismo y la crisis

Como sabemos, Keynes se puso de moda nuevamente con motivo de la Gran Recesión. Sus formulaciones habían sido dejadas  de lado en los años 70, sobre lo cual hacemos algunos comentarios  en la Nota 1. Las  políticas económicas aplicadas para combatir la crisis han sido  básicamente keynesianas. Actualmente hay un gran debate al respecto, parte del cual fue comentado en el 4º avance. Aquí lo revisamos  en términos  teóricos.

No es fácil precisar lo que es el keynesianismo. La  Teoría General  es un libro difícil, oscuro. Robert Skydelsky (2009), keynesiano y el gran biógrafo de Keynes,  dice de “ese complicado libro” y Paul Krugman (2012) el máximo economista keynesiano hoy, se  refiere a “estilos arcaicos”. La opinión de Paul Samuelson es muy interesante: “Es un libro mal escrito, pobremente organizado, con gran cantidad de confusiones: desempleo involuntario, unidades de salario, la igualdad del ahorro y la inversión, la oportunidad del multiplicador, las interacciones de la tasa marginal de capital con la tasa de interés y muchas otras…Una  difícil definición  da paso de repente a una cadencia inolvidable. Cuando finalmente es comprendido encontramos que el análisis es obvio y al mismo tiempo nuevo. Brevemente, es la obra de un genio”. En relación con las dificultades del libro, fue ese el sentir general de los economistas de la época, por lo cual la magna obra  fue más conocida por las interpretaciones que hicieron otros economistas, como “A Guide to Keynes” de Alvin Hansen y otros, además de la popularización que hizo Samuelson en su libro de texto “Economics”,  que por la consulta del texto original.  En adición, como siempre, sus seguidores en distintas época modificaron o agregaron aspectos que cambian en distinto grado su pensamiento original. A pesar de lo anterior, mi objetivo  de tratar el tema  se facilita, pues se trata de la posición de Keynes y sus seguidores sobre la relación entre el mercado y el estado, que con diferencias de grado es sostenida por todo lo que puede considerarse keynesianismo. En este sentido, la exposición más clara de Keynes la he encontrado en su ensayo “The End of Laissez-Faire” (1926). Dice Keynes:

Estemos claros desde la raíz los principios generales sobre los cuales, de tiempo en tiempo, el “laissez-faire” ha sido fundado. No es cierto que los individuos poseen una prescriptiva “libertad natural” en sus actividades económicas. No hay un “compacto” (tal vez patrón, GM) que confiera derechos perpetuos  de aquellos que Tienen sobre los que Adquieren. El mundo no está gobernado desde arriba de manera que intereses sociales y privados coincidan. No es manejado aquí debajo de manera  que en la práctica ellos coincidan. No es una deducción correcta de los principios de la economía que los  intereses propios siempre actúan en el interés público. Tampoco es verdad que los  intereses propios generalmente son racionales; más frecuentemente los individuos actúan separadamente para conseguir sus propios fines y son demasiado  ignorantes o demasiado débiles para incluso lograrlos. La experiencia no muestra que cuando  los individuos establecen una unidad social, tienen menos visión que cuando actúan separadamente.

De seguidas, para prever errores de traducción transcribo la versión original en inglés.

Let us clear from the ground the metaphysical or general principles upon which, from time to time, laissez-faire  has been founded. It is not true that individuals possess a prescriptive 'natural liberty' in their economic activities. There is no 'compact' conferring perpetual rights on those who Have  or on those who Acquire. The world is not so governed from above that private and social interest  always coincide. It is not so managed here below that in practice they coincide. It is not a correct deduction from the principles of economics that enlightened self-interest always operates in the public interest. Nor is it true that self-interest generally is enlightened; more often individuals acting separately to promote their own ends are too ignorant or too weak to attain even these. Experience does not show that individuals, when they make up a social unit, are always less clear-sighted than when they act separately.”*
*Creo que en este párrafo se pueden notar los arcaísmos de que habla Skydelsky. El inglés actual es más sencillo, más claro.

Las inferencias de la posición adoptada  están en otro párrafo más adelante en el mismo ensayo:

“Muchos de los aspectos negativos de nuestro tiempo son frutos del riesgo, de la incertidumbre y de la ignorancia. Ello es así porque individuos particulares, afortunados en su situación o en sus habilidades, son capaces de aprovechar la ventaja de la incertidumbre y de la ignorancia, y porque por la misma razón los grandes negocios son frecuentemente una lotería, que produce grandes desigualdades de riqueza; y estos mismos factores son la causa del desempleo del trabajador, o la caída de expectativas de negocios razonables y del empeoramiento de la eficiencia y de la producción.  Sin embargo, la curación a través de  las actuaciones de los individuos puede incluso  agravar la situación. Creo que la solución debe buscarse parcialmente  en el control deliberado de la moneda y del crédito por una institución central. Y en parte en la recolección y diseminación a gran escala de los datos sobre la situación de los negocios, incluyendo una publicidad completa, por ley  si es necesario. Estas medidas significan que la sociedad ejerza  una inteligencia directiva a través de algunos  órganos apropiados sobre muchas de los aspectos internos  de los negocios privados y, sin embargo, dejará a la iniciativa privada y la empresa sin obstáculos.  Pero si esas medidas fueran insuficientes, ellas nos nutrirán con un mejor conocimiento para tomar los próximos pasos. (negrillas mías).

“Many of the greatest economic evils of our time are the fruits of risk, uncertainty, and ignorance. It is because particular individuals, fortunate in situation or in abilities, are able to take advantage of uncertainty and ignorance, and also because for the same reason big business is often a lottery, that great inequalities of wealth come about; and these same factors are also the cause of the unemployment of  labour, or the disappointment of reasonable business expectations, and of the impairment of efficiency and production. Yet the cure lies outside the operations of individuals; it may even be to the interest of individuals to aggravate the disease. I believe that the cure for these things is partly to be sought in the deliberate control of the currency and of credit by a central institution, and partly in the collection and dissemination on a great scale of data relating to the business situation, including the full publicity, by law if necessary, of all business facts which it is useful to know. These measures would involve society in exercising directive intelligence through some appropriate organ of action over many of the inner intricacies of private business, yet it would leave private initiative and enterprise unhindered. Even if these measures prove insufficient, nevertheless, they will furnish us with better knowledge than we have now for taking the next step.” (negrillas mías, GM).

Keynes agrega a su tratamiento de la política fiscal, la política monetaria. En realidad, su primera obra importante  fue   “Treatise on Money”. Para los efectos de este escrito, me pareció suficiente  un párrafo de la Teoría General, en el cual aboga por bajas tasas de interés, como un instrumento para reducir las  desigualdades.

   “Hay, sin embargo, una segunda inferencia mucho más fundamental de nuestro argumento, que tiene que ver sobre el futuro de las  desigualdades de riqueza, a saber, nuestra teoría de la tasa de interés. La justificación para una tasa de interés moderada había sido encontrada hasta ahora en la necesidad de lograr un estímulo suficiente para el ahorro. Pero hemos mostrado  que el ahorro efectivo  está necesariamente determinado  por el nivel de la inversión y que el nivel de la inversión es promovido por una baja tasa de interés, siempre que no intentemos estimularlo en esta forma más allá del punto que corresponde al pleno empleo. Así, es ventajoso reducir la tasa de interés a ese punto, relativamente al nivel  de la eficiencia marginal de capital en el cual existe pleno empleo.”
“There is, however, a second, much more fundamental inference from our argument which has a bearing on the future of inequalities of wealth: namely our theory of the rate of interest. The justification for a moderately rate of interest has been found hitherto on the necessity of providing a sufficient inducement   to save. But we have shown  that the extent of effective saving is necessarily determined by the scale of investment and that the scale of investment  is promoted by a low rate of interest,  provided that we do not attempt to stimulate it in this way beyond the point which corresponds to full employment. Thus it is to our best advantage to reduce the rate of interest to that point   relatively to the schedule of the marginal efficiency of capital at which there is full employment.”.

El  concepto del multiplicador juega un papel importante en el keynesianismo. Keynes lo desarrolla en el capítulo 10 de la Teoría General, idea que  tomó del artículo de RF Kahn, “The Relation of Home Investment to Unemployment” publicado en el Economic Journal en junio de 1926. Un gasto inicial tendrá un efecto final multiplicado sobre el producto, debido a los encadenamientos de los diversos sectores económicos. Dependiendo del valor del multiplicador, habrá un mayor o menor efecto. Krugman cita un cálculo en el cual  se sitúa en Estados Unidos en un valor de 1.50. En cambio la  corriente anti keynesiana tiende a minimizar su valor y a cuestionar su validez.

En los  párrafos citados está la esencia de lo que  me interesa de Keynes y del keynesianismo para los fines de esta sección: los aspectos relativos al funcionamiento de la economía, en términos de desigualdades,  desempleo, eficiencia productiva y fluctuaciones económicas, no pueden  resolverse exclusivamente  por medio de la iniciativa individual, es necesario una intervención gubernamental que a la vez permita  la iniciativa individual  y la empresa privada.

En el capítulo 24  de la Teoría General Keynes escribe unos párrafos que dan a entender su aceptación bajo ciertas condiciones    de la teoría económica clásica:

“Nuestra crítica de la teoría económica clásica aceptada ha consistido no tanto en encontrarle fallas lógicas en su análisis como en puntualizar que sus tácitas suposiciones nunca son satisfechas o muy raramente,  con  el resultado de que no puede resolver los problemas del mundo actual. Pero si nuestros controles centrales tienen éxito en establecer un volumen agregado de producción que se corresponda con el pleno empleo tan cercanamente como sea posible, la teoría clásica vuelve a ser válida a partir de ese punto. Si suponemos dado el volumen de producción, por ejemplo, determinado por fuerzas ajenas al esquema de pensamiento clásico, entonces no hay objeción al análisis clásico, en el cual los intereses privados determinarán qué será producido en particular, cómo se combinarán los factores de producción para producirlo y cómo el valor del producto final será distribuido entre ellos. De nuevo, si hemos resuelto el problema de economizar (thrift), * no hay objeción a la moderna teoría clásica de conciliación entre los intereses privados y los públicos en condiciones de competencia perfecta. Así, aparte de la necesidad de controles centrales para hacer un ajuste entre el consumo y la propensión a invertir, no hay más razón para socializar la vida  económica de lo que era antes.”
*La paradoja keynesiana del “thrift” consiste en que lo que es racional para el individuo no lo es para la sociedad en su conjunto.

“Our criticism of the accepted  classical theory of economics has consisted  not so much in finding logical flaws in its analysis as in pointing out that its tacit assumptions are seldom are never or seldom satisfied,  with the result that it cannot solve the economic problems of the actual world. But if our central controls succeed in establishing an aggregate volume of output corresponding to full employment as nearly as is practicable, the classical theory comes into its own from this point onwards. If we suppose the volume of output to be given, i.e. to be determined by forces outside the classical scheme of thought, then there is no objection to be raised  against the classical analysis  of the manner in which private self-interest will determine what in particular is  produced, in what proportions the factors of production will be combined to produce it, and how the value of the final will be distributed between them.  Again, if we have dealt otherwise with the problem of thrift, there is no objection to be raised against the modern classical theory of consilience between private and public advantage in conditions of perfect competition respectively. Thus, apart from the necessity of central controls to bring about an adjustment between to consume and the inducement to invest, there is no more reason to socialize economic life than there was before.”

Todo lo que tengo sobre este párrafo son interrogantes. ¿Si la producción total es realizada centralizadamente, cómo puede decirse que a  partir de allí, actúan las fuerzas del mercado? ¿Quiere  decir que la concepción keynesiana no sería solamente influir sobre la coyuntura  económica a través de las políticas fiscal y monetaria, sino decidir en forma centralizada sobre la producción? Cuando se dice “then there is no objection to be raised against the classical analysis of the manner in which private self-interest will determine what in particular is  produced, in what proportions the factors of production will be combined to produce it,”  quiere  decir que una  vez que el estado decida cuál es el volumen total de producción,  el sector privado puede decidir qué se puede producir sectorialmente? Y si  es así, una vez que comiencen a actuar las  fuerzas del mercado, ¿cómo se puede lograr que la suma de las producciones sectoriales coincidan con lo que ha sido decidido centralizadamente? De ser afirmativas las respuestas a estas interrogantes, ello alteraría el perfil que hice arriba del keynesianismo, al menos en el caso de Keynes propiamente.  Consulté el libro de Skidelsky  que tiene la más reciente interpretación de Keynes y no encontré nada al respecto, tampoco en internet.

En la literatura keynesiana no he leído  ningún planteamiento donde se discuta el funcionamiento general del mercado en Estados Unidos  como causa de la crisis. Sidkelsky (idem) tiene una línea donde dice que la crisis fue una falla del mercado, pero no la argumenta. Una interpretación de su frase  podría ser que como el sector financiero forma parte del mercado… ergo.  He hilvanado entonces algunos comentarios que paso a exponer.

 Me planteo en primer lugar la pregunta de si cuando estalló la burbuja en el 2007, existía en Estados Unidos una situación keynesiana de  desequilibrio, una alta tasa de desempleo, una tendencia insatisfactoria de la demanda efectiva, que impulsaran la contracción de la economía. La respuesta es NO, a mi juicio.

Con respecto a la demanda,  todos los diagnósticos, como se ha examinado en este escrito, indican  que el  consumo privado en el período antes del estallido de la burbuja en el 2007, estaba creciendo a una tasa muy alta, demasiado alta,  y el consumidor estadounidense había reducido considerablemente sus ahorros, hasta hacerse negativos. Por supuesto que esa situación no está desligada de los factores que llevaron a la crisis, pero lo que quiero señalar es que no había  una situación keynesiana de rezago de la demanda efectiva.  Por otra parte, el porcentaje del  gasto fiscal federal respecto al producto  en el período 2000/2007 sólo se elevó de 18% a  alrededor  de 19.9%; incluso ese gasto redujo su participación en el 2007 a alrededor de 19.6%. Sólo fue a partir del 2007 que ese porcentaje se elevó considerablemente, para llegar a 25.5% en el 2010, como política fiscal anti-cíclica. Debemos tomar también en consideración la política de bajas tasas de interés de la Reserva Federal, que también se ha examinado en este escrito, la cual  indudablemente influyó en la coyuntura  económica,  particularmente en las hipotecas subprime. Cuando el banco  elevó la tasa de interés,   dio el toque final para el desplome de los precios de las viviendas, que de todas maneras iba a ocurrir.

Como sabemos,  la evolución de la  coyuntura económica en ese período estuvo anormalmente influenciada  por el crecimiento del sector financiero, el mayor  entre todas las actividades económicas. Por  ello, me ha parecido conveniente examinar un aspecto particular de la economía real: la industria manufacturera. En 2006 ese sector creció a una tasa de 4%, superior al de la economía total que fue de 2.7%.  Fue sólo en el 2007 que la manufactura redujo su tasa de crecimiento a 3.8%, afectada por la crisis. La tasa de desempleo en ese sector fue en 2006 de 4.2%, mientras que para  economía no rural en su conjunto fue casi 5%; el promedio para el período 1948-2012 fue de 5.8.%.   Al respecto, dice Mark J. Perry (internet) :

El sector manufacturero de los Estados Unidos está  al frente de la expansión económica en todas  las cifras importantes de comportamiento económico: utilidades, producción y desempleo. En cada una de esas variables el sector manufacturero está liderando la economía en su conjunto con mayor crecimiento en utilidades  después del pago del impuesto sobre la renta por empleado, mayor crecimiento del producto, y una tasa de desempleo menor.  Usando las series del Bureau of Economic Research “Real Value-added by Industry” (en dólares constantes del 2005) hasta el 2011 (y estimaciones para el 2012), estoy informando  que la industria manufacturera  ha estado liderando a la economía total de los Estados Unidos por lo menos en los últimos 15 años…Mis estimaciones para el 2012 son de 4% para la industria manufacturera y de 2.2% para el PIB total”.

Mi conclusión tentativa  es que no hubo un desequilibrio de tipo keynesiano antes del estallido de la Gran Recesión. Más bien parece que  se hubiera hecho una simulación: hagamos un  “cocktail” de concesión de hipotecas a hogares de bajos recursos, sin preocuparnos si pueden pagar o no, mintiendo sobre los ingresos de los candidatos, dando créditos “ninja”,   con intereses fijos y pago sólo de intereses, para luego incluir las amortizaciones y tasas variables. Agreguemos la titulación sin importarnos qué hay  en cada paquete porque el acreedor será otro, y veamos qué pasa. Y lo que pasó lo sabemos todos.

Estoy consciente de  que éste mi planteamiento requeriría un estudio más amplio, más riguroso,  con la incorporación de otras  variables y factores. Pero lo ofrezco como un borrador para su discusión y enriquecimiento.

Donde sí ha habido una discusión feroz es en la segunda parte de  esta  sección: el uso de la política keynesiana  frente a la crisis,  y ello no sólo en Estados Unidos sino en Europa y a  escala mundial. Pasamos a examinarla.

Paul Krugman ha liderado la posición keynesiana  para la salida de la crisis. Con su característico   dinamismo y pasión la ha propulsado desde su blog y en sus artículos en el “New York Times”. Su libro, “END THIS DEPPRESION NOW”!*,  publicado en marzo del 2012,  es un desesperado llamado para una mayor acentuación  de la política keynesiana, tanto en Estados Unidos como en Europa. Enfatiza mucho el costo humano del desempleo  y considera  que debe y puede  enfrentarse rápidamente.
La tesis inicial de Krugman es que se trata de una severa deficiencia de demanda efectiva total, no sólo de los consumidores sino del gobierno y de la empresa privada. La única salida para él es el incremento del gasto gubernamental mientras el sector privado se recupera. Krugman sale al paso al argumento de que es un mito que el gasto gubernamental impulsa el crecimiento, pues ese gasto tiene que ser  financiado con incremento de los impuestos  o endeudamiento, montos que son sustraídos del sector privado. Al refutarlo, usa  lo que considera la diferencia entre la demanda privada y la gubernamental: ésta última se invierte en proyectos que crean empleo, por lo que tiene un efecto neto positivo: “El gobierno está simplemente buscando uso para el exceso de lo que el público quiere ahorrar en relación a lo que está dispuesto a invertir.” En este particular, el economista sostiene que el gasto gubernamental, el estimulo fiscal,  se quedó corto frente a a la profundidad de la Gran Recesión y el alto desempleo: “…la Ley de Recuperación y Reinversión, fue el más grande programa de creación de empleo en la historia de los Estados Unidos, pero fue completamente inadecuado para la tarea…En enero del 2009, cuando los bosquejos del plan se conocieron, economistas que simpatizaban con la idea manifestaron públicamente su preocupación por lo que temían serían las consecuencias económicas y políticas de las medidas a medias que se contemplaban; sabemos ahora que algunos economistas en la administración, incluyendo a Christina Romer, jefe del Consejo de Asesores Económicos, compartía esos sentimientos..Pero las políticas nunca fueron ni remotamente suficientemente fuertes para evitar un desempleo muy alto y persistente”.  Esto está relacionado con lo que informé en el 4º avance, que la revisión de las cifras de crecimiento indicaron una contracción más fuerte de lo que fue informado inicialmente; en  consecuencia,  el estímulo fiscal decidido de acuerdo a una estimación de la contracción, era claramente insuficiente. Krugman elabora acerca de las causas de esa decisión, en especial una débil y errónea política de Obama frente  a la nueva mayoría republicana en el senado.

El premio nobel respalda sus afirmaciones con algunas verificaciones, que no son abundantes, según él mismo afirma; especialmente un estudio del FMI, al que ya me referí en el 4º avance y que considero útil  transcribir aquí: En el informe sobre la economía mundial del FMI de abril del 2010 se publicó un estudio sobre la incidencia de la consolidación fiscal sobre el crecimiento. Estas son sus conclusiones finales: “La idea de que la austeridad fiscal deriva en un crecimiento más rápido en el corto plazo  encuentra poco soporte en las cifras. Las economías fiscales tienen típicamente un efecto contractivo en el corto plazo, producción más baja y desempleo más alto.  Un corte fiscal de 1% generalmente reduce el PIB  en 1% y eleva la tasa de desempleo en 0.3 puntos porcentuales. Al mismo tiempo ocurre un crecimiento de las exportaciones, que limita la declinación del producto a  0.5%.”
Krugman reconoce que el presupuesto federal debe ser ajustado, pero que no es éste el momento. Tal como sostiene Keynes, el superávit fiscal es apropiado en la época del boom.

Krugman extiende su análisis a la Reserva Federal. Comienza con una triquiñuela. Cita a un “prominente profesor de Princeton”  quien en el año 2000 criticó al Banco Central de Japón  por “no hacer todo lo que sea necesario” para sacar a ese país de la recesión. Para luego descubrir que  ese economista es Ben Bernanke, el Presidente actual de la Reserva Federal, a quien acusa de no hacer lo que le recomendó al banco japonés, una serie de medidas específicas, ante la imposibilidad de usar la política de tasas de interés,  como es el caso de los Estados Unidos. La explicación más probable en este caso es similar a la relacionada con el gobierno federal: “…puede que haya sido intimidado por las presiones políticas (de los republicanos, GM) y citando a Laurence Ball “…empujó a Bernanke a tomar una posición que diera mayor prioridad en mantener modestas las metas de la Reserva Federal y por ende haciendo más fácil la vida de la institución, que ayudar a la economía con todos los medios necesarios.” Krugman llama a la institución a implementar una política monetaria más expansiva.

Krugman culmina su libro con tres propuestas para salir de la crisis. La primera, un estímulo fiscal de $300.000 millones para los estados, los cuales han tenido que recortar gastos por carencia de ingresos. El calcula que esto crearía 1 millón de empleos y alrededor de 3 millones al considerar los efectos indirectos. La segunda, una política monetaria más expansiva de la Reserva Federal, estableciendo una meta de inflación más alta que la actual de 2%, 3 o 4%. * La tercera, relacionada con la deuda hipotecaria de los propietarios de viviendas, para lo cual propone un programa masivo de financiamiento.
*Comentarista. Como se trata de una discusión entre pesos pesados mejor es no meterse, ya que como reza muy bien el dicho,” en pelea de tigres no hay burros con reumatismos…”. Sin embargo, veo que pasar a 4% duplicaría la meta inflacionaria, lo cual sería mucho pedirle a la Reserva Federal…Razón tuvo Samuel Brittan al objetar fuertemente esta propuesta de Krugman.

He leído dos reseñas sobre el libro. En una, Robin Harding, editor eonómico del Financial Times en Estados Unidos, considera que las propuestas son bastante modestas y a la vez no muy convincentes. En la otra, Samuel Brittan, destacado economista británico, se manifiesta, en general, de acuerdo con la posición del autor. Pero no está de acuerdo con elevar la meta de inflación y esa oposición la califica de  “fuerte objeción”. Entre otros comentarios al respecto, “¿quién creería ahora una declaración gubernamental en el sentido de que la meta no sería elevada nuevamente?

En un artículo en el Financial Times, Jeffrey Sachs, a quien no se le puede tildar de partidario a ultranza del laissez-faire* dice:
*Su último libro, “The Price of Civilization”, es una catilinaria contra lo que él considera la situación inaceptable de la política, la economía y la sociedad estadounidense.

“En el mundo simplificado de Krugman no hay desafíos estructurales, sólo hay caídas coyunturales de la demanda agregada. No hay problemas de deuda pública. No hay problemas de competitividad porque la competitividad es un mito cuando  se aplica a las  economías nacionales. Los multiplicadores fiscales son pronosticables, atemporales, persistentes y grandes. Todas las reversiones del crecimiento pueden ser resueltos por medio de grandes déficits. Puede tenerse confianza en los políticos para diseñar programas de gasto para estimular por cientos de millones de dólares. Las  reducciones  impositivas  son tan buenas como incrementos en el gasto gubernamental e  incrementos de corto plazo en el gasto gubernamental son casi tan buenos como inversiones públicas de largo plazo. Ninguna de esas  conclusiones resiste un análisis serio.”

Una contribución importante a la posición keynesiana frente a la crisis es el libro de   John Cassidy, “How Markets Fail” (2009). Aunque por la fecha de publicación no pudo examinar la evolución de la crisis a partir de  2009, su diagnóstico es interesante, hace propuestas de reforma y es, a la vez, un excelente examen de la teoría económica moderna.

 En  su crítica del libre mercado Cassidy usa dos conceptos: “la teoría económica utópica”  que es la fe ciega en el funcionamiento libre de los mercados. En ese sentido  dice que los economistas clásicos eran menos dogmáticos que sus seguidores actuales, al reconocer fallas del mercado que hacen necesaria la intervención del gobierno. El otro concepto es “la teoría económica basada en la realidad”, a través de la investigación de fenómenos como la información asimétrica,  la aplicación de la psicología a la economía, asociado  al concepto de “espíritus animales” –tratado en el 2º volumen-. El autor argumenta que a través de esos análisis se deduce que las fallas del mercado no son una excepción a la eficiencia del libre mercado, sino un fenómeno permanente que obliga a  la intervención, también permanente, del gobierno en la actividad económica. Las recomendaciones de Cassidy se circunscriben al área financiera. Ellas tienen similitudes con la  Ley Dodd-Frank, como la de someter a los derivados a registro en una entidad ad-hoc y a cámaras de compensación La prescripción keynesiana para la post-crisis es obvia: mayor intervención del gobierno en la actividad económica.


El liberalismo y la crisis

Para la posición anti-keynesiana frente a la crisis, he trabajado, principalmente, con dos libros. “Keynes-What Went Wrong” (2009) de Hunter Lewis. Este libro tiene el mismo problema cronológico del de Cassidy, pero es igualmente muy nutrido en su análisis. El otro  es “The Real Crash: America’s Coming Bankruptacy (2012) –un título incendiario- de Peter Schiff. El libro de Krugman fue publicado en marzo del 2012 y el de Schiff en julio; los dos análisis son polos opuestos.

La posición anti-keynesiana de  Lewis  frente a la Gran Recesión tiene su origen en la Escuela Austriaca. (Ver nota 1).  El autor cuestiona la intervención gubernamental tanto en el área fiscal como en la monetaria como política anti-crisis. Según esta línea de pensamiento las contracciones de la economía no se deben contrarrestar; ellas cumplen un papel útil al limpiarla de las empresas que por su evolución se han venido abajo y, por lo tanto, la economía se recupera en una forma más pujante y eficiente. El mercado solucionará la recesión.

Lewis hace una observación interesante. Frente a la afirmación, plenamente establecida, de que el consumo privado es la variable económica más importante de los Estados Unidos, al representar alrededor de 70% del PIB: Ello es así sólo porque en el valor del consumo están incluidos los  de los productos que son insumos para  su producción.  Esto es correcto; de acuerdo al cálculo del producto por la vía del gasto, en el concepto de “consumo privado”  se incluye el valor de los insumos necesarios más  el valor añadido creado en el proceso de producción. Concluye el autor que la variable más importante de la economía es la producción.

En un párrafo irónico critica lo que llama “Paradojas Keynesianas de la deuda”, sobre lo cual citamos un párrafo de Krugman, donde le sale al paso a esa argumentación. “A. Si el problema es demasiada deuda, por ejemplo durante el “Crash” de 2008, la solución es agregar más deuda. B. Una economía depende de la confianza de los agentes económicos. Si esa economía ha sido sacudida por demasiada deuda, restablezca la confianza añadiendo más deuda.  C. Si el público ha derrochado dinero  con deudas y gasto imprudentes, ayúdelo a incurrir en más deudas y gastar más. D. Si el control gubernamental de las  tasas de interés ha bajado las tasas de interés, estimulando un mayor endeudamiento, nacionalice las tasas de interés y bájelas más aún.” En  este sentido, Lewis considera que se cometió un error crucial cuando la Reserva Federal bajó drásticamente su tasa de interés  a principios de septiembre del 2007.  E. Después de imprimir suficiente nuevo dinero para bajar las tasas de interés a fin de estimular un mayor endeudamiento, agregue algunos controles legales sobre el endeudamiento para evitar un endeudamiento excesivo. F. Si pareciera que el público no  está muy dispuesto a endeudarse y gastar más, sus representantes electos deben endeudarse por ellos.

Para esta línea de pensamiento, el desastre de las subprime fue causado exclusivamente por el gobierno, a través de la política de vivienda para las  capas más  bajas de la población, implementada  por Freddy Mac and Fannie Mae.
*Comentarista. Me parece que esta opinión es extrema, y si no fue esa su intención, por lo menos aparenta  querer sacar a los bancos  y otros agentes de Wall Street, de su parte de culpa en lo que muy gráficamente has llamado como el cocktail de la subprime.

Lewis se enfrenta directamente al Presidente Obama, en lo que llama “Algunas Paradojas al Estilo Keynesiano del Presidente Obama”. Por ejemplo. En su primer presupuesto, que elevó fuertemente la deuda y el gasto, dijo que dicho presupuesto “lleva a un crecimiento más amplio al moverse de una era de endeudamiento y gasto a una donde ahorramos e invertimos. Los  déficits ayudaron a esta crisis  (pero déficits más grandes ayudarán a resolverla, Lewis). programas de gasto gubernamental que se ha considerado que no pueden ser financiados  antes de una contracción, se convierten en financiables durante la contracción.  A fin de reducir el gasto en salud, es necesario incrementar ese gasto.

Como dije antes, el libro de Schiff está en la antípoda del de Krugman. El es un financista de tamaño mediano y a la vez analista financiero. Se hizo muy conocido después que estalló la crisis porque en diversos documentos y en un libro “Crash Proof” predijo el estallido de la burbuja inmobiliaria. En una carta a sus clientes  del 22 de agosto del 2006, les decía:

Estimado cliente, Durante muchos años anteriores he observado con asombro como los especuladores inflaron la más grande burbuja de que se tenga memoria. Sin embargo, la evidencia reciente indica que ella ha llegado finalmente a los límites de su expansión. Cuando estalle, las pérdidas serán enormes, tanto para los que apostaron a ella comprando bienes raíces, como para los que la financiaron, otorgando hipotecas.” Y de seguidas  explica a sus clientes cómo beneficiarse de esa situación, apostando  contra las subprime.

Y en  su libro, publicado en marzo de 2007, pero seguramente investigado el 2006, afirmaba:

“…No nos equivoquemos, vienen tiempos extremadamente difíciles. El carácter de nuestra nación  se pondrá a prueba como nunca antes…Mientras deseamos que  suceda lo mejor, el pragmatista que hay en mí sugiere que es mejor que nos preparemos para lo peor. Por años he estado dirigiendo talleres con el título de “La burbuja de la economía estadounidense; implicaciones para su inversión cuando finalmente estalle.”

De manera que no sólo fue Roubini quien avizoró lo que venía, y  me parece que Schiff lo hizo con más precisión que el “Dr Doom”, remoquete que también se le aplicó a él cuando su libro fue publicado. En el transcurso de mi trabajo sobre la crisis, me he encontrado con otros “profetas del desastre”, sobre lo cual he comentado.

Su tesis es que la crisis que él predijo no ha ocurrido todavía. Las políticas keynesianas aplicadas para la Gran Recesión sólo demoraron el verdadero estrellamiento, peor que la actual crisis, el cual es necesario para que la economía se depure y surja con más fuerza y más sólida. Si Schiff tiene razón por segunda vez sólo el tiempo lo dirá.

Su pensamiento  económico está resumido  en el siguiente párrafo de la introducción:

“Mi receta es ésta:* necesitamos detener  los financiamientos, los gastos gubernamentales, el  endeudamiento público y la manipulación de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal. Necesitamos reducir el gasto gubernamental de manera que podamos ofrecer alivio impositivo a los sectores productivos de la economía. Necesitamos revocar regulaciones, mandatos y subsidios, los cuales crean riesgos morales, conducen a derroche y uso ineficiente de los recursos, y elevan artificialmente el costo de hacer negocios y de contratar trabajadores. Es necesario permitir que los sueldos y salarios bajen, permitir que la gente pague sus deudas y comenzar a ahorrar, y permitir las inversiones de capital de manera que Estados Unidos  comience de nuevo a hacer cosas. Ya estamos quebrados. Es tiempo de que lo declaremos. Estados Unidos está insolvente y debe aplicar al equivalente soberano del Capítulo 11 sobre quiebras. Entonces, tal como una compañía quebrada,  podemos pagar una fracción de nuestra deuda a China, a los recipientes del seguro social y otras deudas  y entonces reorganizarnos. Mi propuesta es suavizar el golpe. En lugar de un violento estrellamiento, mi plan logrará una  dolorosa pero limitada recesión…Además de salvarnos de la recesión económica, mi plan tendrá beneficios inmediatos para los estadounidenses. Tasas impositivas más bajas y menos regulación significará más libertad y más espacio para las pequeñas empresas. Los ahorradores se beneficiarían de una política monetaria sana y de tasas de interés realistas.”
*Comentarista. Con todo respeto, pero se trata de una receta muy difícil de vender políticamente, además de inconveniente.  Para empezar, los países no quiebran, al menos en el sentido que quiebran las firmas comerciales. Esta es una asunción que derrumba todo el edificio que parece estar en la base de la proposición de Schiff, a quien por cierto ví en una entrevista breve hace algunos meses, cuando apareció su nuevo libro, sin dejar de producirme la impresión de ser un tremendista que le gusta pescar en río revuelto…Ciertamente, los imperios como el romano desaparecen, o como el inglés se adaptan simbólicamente  a las nuevas circunstancias, pero se trata de historias distintas a la que parece enfrentar actualmente Estados Unidos. Una declaratoria de quiebra, como la que propone Schiff, lo que haría es acelerar el  caos económico, además de que estaría reñida con el papel que corresponde  en la era moderna al Estado como catalizador de soluciones a la crisis y procurador de la necesaria cohesión social que permita la implementación de dichas soluciones.

A lo largo del libro  el autor argumenta sus recomendaciones; comentaremos algunos aspectos directamente relacionados con la crisis.
Respecto al sistema financiero considera que el problema no ha sido falta de regulación sino demasiada. La supervisión no debe estar a cargo del gobierno sino de los consumidores y acreedores. La solución no es más regulación, ni siquiera una “regulación más inteligente”, “necesitamos algo más drástico, un verdadero libre mercado”. Observo que en la argumentación de Schiff está implícita la suposición de un mercado de competencia perfecta, concretamente de que no existe información asimétrica, de que los consumidores y acreedores poseen la misma información que poseen los bancos y por lo tanto, sin ninguna organización  específica para la supervisión, pueden captar las señales de alarma. Sin embargo, algunos párrafos posteriores indican que él está consciente de que ello no es así. En lo que el autor tiene razón es que hay algunas regulaciones absurdas, que lo que hacen es entorpecer las actividades y no contribuyen a una supervisión eficiente. Esto  lo ilustra con un caso de su compañía que me parece bien razonado. Por supuesto, de su argumentación se desprende, lo cual expresa explícitamente,  que está en contra de la ley Dodd-Frank. En este sentido, hace una interesante formulación, en el sentido de que muchas de las regulaciones establecidas sólo pueden ser cumplidas por las grandes instituciones financieras, perjudicando así a las medianas instituciones y convirtiéndose en una situación que favorece la concentración.
De manera que Schiff retoma el pensamiento que Allan Greenspan exponía antes de la crisis y del cual se retractó públicamente, como lo hemos reportado en este escrito. Sería interesante conocer la opinión de Greenspan sobre el libro de Schiff. ¿Lo estimularía a volver a sus   ideas anteriores?  De hecho, el ex-presidente de la Reserva Federal ha dado algunas declaraciones  indicativas de que está  desandando el camino.
Después de hacer una extensa explicación de la historia de los sistemas cambiarios, Schiff llega a la  conclusión de que la única solución para la existencia de una política monetaria sana y de un dólar estable es el regreso al patrón oro. Para examinar apropiadamente su argumentación sería necesario escribir el equivalente de una tesis de doctorado, pero en la práctica es ilusorio, y él está consciente de ello, de que Estados Unidos y otros países desarrollados lleguen  a tomar esa decisión.
Schiff hace explícita la lista de sus países preferidos, por corresponder más cercanamente a sus ideas sobre política económica: Australia, Singapur, Hongkong, Nueva Zelandia,  Noruega, Holanda,  Canadá y China. Respecto a éste último país hace una explicación: “…China no es una país libre. Los disidentes son encarcelados y la internet está censurada. Pero China ya no es una economía controlada  por el Estado o por el Partido Comunista. En muchos respectos, su economía es más libre que la nuestra.” En esta afirmación me parece que hay una buena dosis de exageración.
El autor se hace eco de una seria acusación que se le hizo a Krugman: el de haber promovido el desarrollo de la burbuja inmobiliaria. Cita varios párrafos alusivos y ante la respuesta airada del premio nobel y de que se le había citado fuera de contexto, le  publica un artículo completo, que termina así: “Allan Greenspan necesita crear una burbuja inmobiliaria para reemplazar la burbuja de Nasdaq (la burbuja tecnológica, GM).
Con relación al dilema libre mercado vs intervencionismo  cité un párrafo de Kenneth Rogoff en el 4º avance y sobre él cual manifesté mi acuerdo, por formar parte de mis propias convicciones, las cuales expondré en el 6º avance.   Me parece útil reproducirlo aquí para finalizar  estos comentarios sobre este aspecto. 

“Un extremo es el remedio keynesiano simplista que supone que el déficit de los gobiernos no importa cuando la economía está en una profunda recesión; en realidad, mientras más deuda mejor. En el otro extremo están los absolutistas del tope de déficit, que quieren que los gobiernos balanceen sus presupuestos mañana (si no ayer). Ambos son peligrosamente superficiales.* Los últimos subestiman crasamente los masivos costos de ajuste de un auto impuesto y súbito freno al financiamiento de la deuda…Por supuesto, hay una clara lógica cuando se dice que los  gobiernos deben balancear sus presupuestos, como todos nosotros, para lamentablemente esto no es tan simple. Los gobiernos corrientemente tienen multitud de compromisos relacionados con servicios básicos, como defensa nacional, infraestructura, educación, salud, para no mencionar a los jubilados. Ningún gobierno puede deshacerse de esas responsabilidades  repentinamente…Es correcto argumentar que los gobiernos deben tener como meta balancear solamente sus presupuestos a lo largo del ciclo económico, teniendo superávit durante los períodos de auge y défícit cuando la actividad económica es débil. Pero es erróneo pensar que una masiva acumulación de deudas no tiene costos “free lunch”. **
*Consulté el diccionario Oxford para precisar el significado de la palabra que él usa, “facile”: “ignoring the true complexities of an issue.”
**Comentarista. A mi también me parece juiciosa esta posición de Rogoff. No le he seguido mucho la pista desde que fue economista jefe del FMI, pero se ve que sigue produciendo buenos trabajos…

Después de haber terminado este  escrito el 29 de agosto de 2012, abrí mi correo y me encontré con una comunicación de la “Sovereign Society”. En esa comunicación se dice: “Ahora estamos alertando a los individuos sobre una crisis más grande, tan grande, que sería una nueva etapa económica cataclísmica. Mientras esta transformación devastará a millones, para aquellos que continúen escuchando  (es decir, siguiendo las recomendaciones que da la sociedad, GM) será un período de gran prosperidad.”   Hace un ataque  devastador de la Reserva Federal, desde el inicio de su creación y lo acusa  de haber logrado la pérdida del poder adquisitivo del dólar y de haberse endeudado en $16  billones, de lo cual no puede deshacerse sin arruinar a los ciudadanos estadounidenses. A eso se agrega la inmensa deuda gubernamental y la del sector privado y los ciudadanos.* El cataclismo, según esta predicción, llegará el 23 de  diciembre del 2013, ** cuando todos los países abandonen el dólar como moneda de intercambio internacional, proceso que ya está en marcha.  Yo soy reacio a creer en esas predicciones con fechas tan fijas, pero considero un deber hacerla del conocimiento de los lectores. Esta predicción tiene similitudes con la de Schiff.  Amanecerá y veremos. (Por supuesto, eso no sucedió).
*Comentarista. Lo de la deuda es relativo. A menudo vemos al deudor como un débil jurídico, lo cual es producto de ideas ya bastante superadas. En el mundo moderno, parte de las entidades económicas más poderosas son grandes deudores, como los bancos…Guardando las distancias, Estados Unidos es un gran deudor del mundo, pero ello no necesariamente lo hace débil. Al contrario, esta condición le da la ventaja que brinda el interés de sus acreedores (por ejemplo, China…), para que EEUU supere sus problemas con el fin de que pueda pagar sus deudas….
**Comentarista.  Dios nos agarre confesados… A mí tampoco me convencen estas predicciones con fechas tan precisas. Al parecer la predicción Maya dice que el mundo se acabará este año…Ahora, sería bueno saber ¿cuál moneda sustituirá al dólar en su actual papel como instrumento de intercambio internacional…?  Por otra parte, si bien es cierto que el liderazgo de Estados Unidos en el mundo tiende a disminuir,  mientras que el de China se incrementa, pareciera que se trata de un proceso que llevará  algún tiempo. EEUU todavía tiene músculos tecnológicos y en materia de armamentos convencionales y no convencionales, con los cuales mantenerse entre las primeras potencias del mundo por varios años, yo diría que al menos hasta la mitad de la presente centuria. ..

El Marxismo y la Crisis

Igual que en el caso de Keynes, Marx se puso de moda nuevamente con motivo de la crisis. Se han hecho nuevas ediciones de sus libros,  frecuentemente hay comentarios en la prensa sobre él y existe ya alguna  bibliografía que relaciona la crisis con las ideas marxistas.
Para el marxismo la causa básica de la crisis actual es la existencia misma del capitalismo, una de cuyas características  es el ciclo económico,  las crisis periódicas. Algunos autores marxistas, además de esa causa básica, encuentran algunos factores específicos dentro de esa concepción   como por ejemplo,  la baja en la tasa de ganancia.  Enseguida hacemos una breve  revisión de ese  concepto.
La tasa de ganancia es la relación entre la  plusvalía (el valor añadido de que se apropia el capitalista, que según Marx es producido exclusivamente por los trabajadores) y el capital. g= p/K; g= tasa de ganancia. p=plusvalía; K= capital. El capital total está compuesto por el capital constante (C) –capital fijo y materias primas- más el capital variable (V) –los salarios pagados para el proceso de producción-,  K= C + V. La ponderación en que se combinan el capital constante y el capital variable es denominada  composición orgánica del capital. En su sentido estrictamente matemático “g” es  solo una tautología: se moverá en forma directamente proporcional a las variaciones de la plusvalía e inversamente proporcional a las variaciones del capital total. Lo que le da importancia es el análisis realizado  por Marx, Frederik Engels, los autores marxistas posteriores y también los cuestionamientos no marxistas.
La formulación de Marx  es que el capitalista, en su afán de aumentar sus utilidades, su plusvalía,  incrementa la utilización de  capital  constante en desmedro del capital variable, modificando en favor del primero la composición orgánica del capital.  Pero como “V”  es la única fuente de creación de valor, al disminuir éste disminuye la plusvalía. Leamos a Marx:

 Si además, como partimos del supuesto de que este cambio gradual en cuanto a la composición del capital no se opera simplemente en ramas aisladas de producción, sino que más o menos en todas ellas o, cuando menos en las esferas de producción decisivas y que, por tanto esos cambios afectan  la composición orgánica del capital total existente en una determinada sociedad, llegaremos necesariamente a la conclusión de que este incremento del capital constante en proporción al variable tiene como resultado un descenso gradual de la cuota general de ganancia, siempre y cuando permanezca invariable la cuota de plusvalía, o sea el grado de explotación del trabajo por el capital.” *

*La tasa de plusvalía (p)  es la relación entre la plusvalía  generada en una  empresa y el capital variable utilizado en la producción: p= P/V.

 

Raymond Aron (2002) hace una acotación interesante a la formulación de Marx: esa tendencia debe considerarse de carácter macroeconómico y no microeconómico. En unas empresas la tasa de ganancia puede bajar y en otras subir, lo importante es la tendencia promedio de la economía.

Como deducimos del párrafo citado, Marx  la consideró una tendencia. En esto coincidió con los clásicos, Ricardo, Smith, etc, pero difirió en sus causas. Enfatizó mucho que era sólo una tendencia, que podía ser neutralizada  por factores contrarrestantes,  pero insistió también que en  el largo plazo la tendencia se imponía. Los capitalistas harán todo lo posible para aumentar la tasa de explotación del trabajador, lo cual hará un efecto de corto plazo,  pero a la larga la modificación de la composición orgánica del  capital en favor del capital constante prevalecería. También reconoció que el incremento en la productividad del trabajador bajaba el precio del capital fijo y de las materias primas, con un efecto negativo sobre el peso del capital constante en el total.  Cuando salió el primer volumen de El Capital, una  objeción fue levantada, incluso por el propio Engels. Partiendo de la concepción de Marx  de que sólo el trabajador crea plusvalía y de que el capital constante tiene valor, pero no genera plusvalía: “Si eso es verdad, ¿por qué las compañías usarían maquinaria? Quien use más maquinaria que su rival perderá, porque la composición orgánica de su capital será alta y dada una base baja de capital variable, tendrá también una base menor de su tasa de explotación”. (Mehnand Desai, 2004). Según el propio Desai, cuando Engels levantó esa objeción, Marx respondió que en el primer volumen había mantenido el análisis simple y que en el volumen III él probaría que estaba en lo correcto y que la objeción no tenía asiento,  pero “Marx nunca preparó los siguientes dos volúmenes para su publicación. Realmente él trabajo muy poco en ellos en los restantes 16 años de su vida después de 1867”. (Desai  Idem). Como se sabe, fue Engels quien revisó y publicó los volúmenes II y III.

Una tendencia compensatoria  de la tendencia es el fenómeno por el cual una innovación tecnológica, que comienza con un precio alto inicial por el beneficio del monopolio para la compañía innovadora,  una vez que el bien se estandariza  y es producido por otros productores,  su precio se  va reduciendo aceleradamente  hasta venderse por una fracción muy pequeña de su precio original. Esto lo vemos todos los días: DVDs, celulares, computadoras, etc. Incluso un autor marxista como David Harvey (2011),  después de examinar una lista de factores compensatorios dice: “Esta lista es tan larga que hace a la esmerada  explicación de una sólida “ley” de innovación  tecnológica ahorradora de mano de obra más que debatible”. Entre esos efectos compensatorios se han  señalado también: un alza en la tasa de plusvalía, derivada de un incremento en la productividad del trabajador, causada a su vez por diversos factores; un incremento en la rotación de capital en la producción, lo cual implica que un mismo nivel de  capital respalda una mayor creación de valor añadido y por lo tanto de plusvalía; el  comercio exterior, que permitiría importar materias primas a más bajo costo que en el país, lo cual tiene un efecto de baja en el capital constante; la exportación de capitales, impidiendo así la sobre acumulación. Con relación a los factores contra restantes  acotan Pierre Salama y Tran Hai Hac (1992) dicen: “Se nos  da un ejercicio matemático que  conserva su interés, en tanto que ejercicio, pero su examen conduce a una crítica radical a la tendencia de la tasa de ganancia.”

Algunos autores señalan cifras que indicarían que a partir de los años 60 se habría producido en Estados Unidos una baja en la tasa de utilidades. Al respecto pienso que es muy difícil, con la metodología  actual de las estadísticas, poder hacer estimaciones aceptables  de ese término marxista.  Esas estadísticas no responden a lo que sería una metodología marxista. Por otra parte, el considerar la tendencia examinada como causa de la crisis encierra en sí una contradicción desde el punto de vista estricto de Marx. La tendencia estaría presente permanentemente, con sus altibajos, y por lo tanto no puede ser explicación de un fenómeno cíclico. Por ello pienso que, incluso para bien para del  marxismo es mejor para el marxismo  que se mantenga  con la explicación primigenia, la propia existencia del capitalismo.

Para el marxismo la solución de esta crisis y de todas es la transformación del régimen político-económico-social en un estado socialista que luego se convertiría en comunista. Es decir, la solución de la crisis y el mundo post-crisis ideal coinciden. Sin embargo, no hay muchos aportes en esta materia. Harvey (idem) afirma: “Si podemos salir de esta crisis en una forma diferente, depende mucho del balance de fuerza de las clases. Depende del grado en que la masa del pueblo se levante y diga: “Es suficiente, cambiemos el sistema”. Me pareció extraño que Harvey, considerado como una autoridad mundial en Marx, nos ofrezca una versión socialdemócrata de socialismo, cuando es bien sabido que el divorcio entre la socialdemocracia y el marxismo no fue pacífico: “Desde hace tiempo ha sido el sueño de muchos  que una alternativa  a la (ir)racionalidad capitalista puede ser  definida y que lo podemos lograr a través de la movilización de las pasiones humanas en la búsqueda de una vida mejor para todos. Estas alternativas –históricamente llamadas socialismo o comunismo- han sido probadas en varias épocas y lugares. Debe resaltarse la diferencia entre socialismo  y comunismo. El  socialismo aspira a administrar y regular el capitalismo de manera que suavice sus excesos y redistribuya sus beneficios para el bien común…Bajo el socialismo la producción de la plusvalía es típicamente administrada por medio  de activas intervenciones en el mercado o  la nacionalización de las llamadas “commanding heights” (energía, transporte, acero e incluso automóviles..”. Pero esta formulación se contradice con otro planteamiento anterior en su libro: “…la mera conquista del poder no hace una verdadera revolución socialista o comunista. Solamente cuando todas las otras esferas de la actividad dentro del  sistema co-evolucionario se mueven dentro de una especie de alineamiento podremos hablar de una transformación revolucionaria lejos de la dominación capitalista. Esto no significa, como algunos ahora argumentan, que el poder del estado es irrelevante y que la prioridad de la transformación política debe cambiar exclusivamente a la sociedad civil y a la vida cuotidiana.” (negrillas mías). Este párrafo nos presenta un panorama totalmente distinto al primero, es necesario el “alineamiento”, no se permite la coexistencia del sector privado y del estado, nada de “administrar y regular el capitalismo…”

István Mészáros, (2008) hace el elogio de la planificación central: “…se refiere a una concepción de organización del sistema productivo, bajo los principios rectores de la  economía planificada (negrillas de Mészáros) orientada a proporcionar una opción viable a los accidentes de la economía de mercado…”…sería totalmente erróneo concluir,   como lo hicieron muchos intelectuales, tanto en el Este como en Occidente después del derrumbamiento de la” perestroika” de Gorbachov, que la planificación como tal (negrillas de Mészáros) no podría tener futuro alguno y que, por lo tanto, no podía haber ninguna alternativa frente a la “economía de mercado”…Para nosotros, la búsqueda de la meta estratégica socialista de la planificación global, como manera de superar los peligros ecológicos, entre otros, que debe enfrentar la humanidad –no en un futuro remoto, sino ya hoy día- sigue siendo más válida que antes.”. En Mészaros no tenemos la ambigüedad de Harvey entre el socialismo marxista y la socialdemocracia y la meta de sustituir la economía de mercado por la planificación central.

Frente al argumento central a favor de la planificación central, la administración de los recursos productivos en forma coordinada y su asignación de acuerdo a las necesidades de la población, eliminando así la anarquía del mercado, surge una pregunta: ¿funciona? ¿Puede un grupo de planificadores hacer las veces del mercado, puede realmente decidir eficientemente la proporción en que se producirán y distribuirán  las decenas de  miles de productos y servicios  que hoy existen. Como dice Desai (idem): “¿Pero qué tan factible es que el planificador central pueda simular las  acciones independientes de millones de consumidores, trabajadores y productores?* Un aporte de F.M. Taylor, combinado con una contribución matemática de Oskar Lange, asesor del gobierno comunista de Polonia y destacado economista, se conoció como “la solución Lange-Taylor” al cálculo en una  economía socialista. Sobre la base del conocimiento exhaustivo  por  parte  del planificador central acerca de   las preferencias de los consumidores, de las interrelaciones sectoriales a través de las tablas de insumo producto, de la disponibilidad de recursos naturales, etc., un sistema de ecuaciones resolvía el problema. El sólo enunciado de esas “tareas” nos indica las tremendas dificultades para llevarlas a cabo satisfactoriamente,  más difícil mientras más sofisticada sea una economía, pues la cantidad de productos y servicios en el mercado es mayor. Sobre todo las economías actuales son  altamente complicadas y dinámicas; ese es un trabajo gigantesco que, al ser terminado para iniciar el proceso, es seguro que algunos parámetros habrán cambiado. Algunos alegan que con los avances de la computación esos  se facilitan. Pero pensemos que, si  los sofisticados modelos para un sector de la economía, el financiero, resultaron en lo que todo conocemos y está relatado en este escrito, cuál puede ser su éxito para la economía en su totalidad. Esto no significa que las matemáticas no deben ser usadas en la economía, sino que no se debe descansar exclusivamente en sus resultados.

*Comentarista. Me anoto con una respuesta negativa a estas interrogantes.

 

Eric D Beinhocker (2006) * ha expuesto en una forma muy sencilla y divertida las gigantescas dificultades de la planificación central. El  autor  supone que en una villa rural, tranquila, bucólica, apartada del “mundanal ruido” y con una economía muy sencilla,  los pobladores deciden elegir a uno de sus pobladores como “dictador benevolente”, * a cambio de que se haga responsable de que los habitantes sean  alimentados, protegidos y todas sus necesidades atendidas diariamente. Nadie mueve un dedo sin sus órdenes. Por consiguiente, todas las mañanas él tiene que hacer una lista que indique todas las actividades a realizar cada día. Tiene que indicar todos los trabajos, todo lo que tiene que ser coordinado, y el tiempo y la secuencia de todo ello…Incluso para una pequeña población sería una lista compleja e imposible. Y Beinocker finaliza: “Piense ahora en una lista como esa para manejar la economía mundial como un todo. Piense en los billones de las intrincadas decisiones  de coordinación que deben ser hechas cada minuto de todos los días alrededor del mundo  para mantener a la economía funcionando. Pero nadie está a cargo de esa lista. No hay un dictador benevolente para  que el pescado vaya de un pescador en Mozambique a un restaurant en Corea, para dar el almuerzo a un trabajador que hace partes de una computadora  que un modista en Milán usa para diseñar un traje para un corredor de futuros in Chicago. Sin embargo, todas esas cosas pasan todos los días de abajo hacia arriba (bottom-up) en una forma  auto organizada.” Extraordinario e ingenioso.

*Comentarista. Esta fórmula de Beinhocker me recuerda un poco al libro de Orwell sobre la granja de animales….

**Comentarista. Los dictadores son malevolentes por naturaleza, pues el poder absoluto los corrompe…Los ejemplos sobran.

 

Después de tratar el aspecto específicamente económico del socialismo y de sus relaciones con el mercado, trato ahora un aspecto político.  De no haber existido las experiencias comunistas, la propuesta marxista de justicia social y de felicidad plena en el paraíso de la etapa final, la comunista, “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades”, podría   aparecer como atractiva para la  salida a la crisis y de un mundo post-crisis. * Sin embargo, después de conocer las experiencias  de la Unión Soviética, de la China de Mao, de Cuba, de Cambodia, de Corea del Norte, etc., ese remedio sería peor que la enfermedad. Por un largo tiempo esas experiencias se auto proclamaban como la salvación de la humanidad y se ocultaban muchas de las tremendas realidades. El velo cayó plenamente  con el informe de Kruschev, las revelaciones de los archivos publicados de la antigua Unión Soviética, las  de la escritora china Jung Chang en sus libros “Cisnes Salvajes” y “Mao”, “La Confesión” de Artur London,  y la extensa bibliografía que ahora existe al respecto. Todos esos regímenes fueron feroces dictaduras, que exterminaron millones de personas, incluso a sus propios dirigentes bajo falsas acusaciones, enviaron miles de inocentes a campos de concentración, el gulag soviético,  los  “campos de reeducación” chinos, los “campos de la muerte”, “killing fields”, de Cambodia, donde casi toda la clase profesional fue exterminada, etc.  Esos regímenes tampoco fueron exitosos en lo económico. La desaparición de la Unión Soviética no ocurrió por una conspiración capitalista, sino por decisión de su dirigencia, se cayó por  su propio peso; la economía china se liberalizó por decisión de su máximo líder, Den Xiao Ping; en este momento Raúl Castro intenta tímidamente introducir elementos de mercado en la economía cubana. Al respecto, Eduard Chevardnadze, quien fuera uno de los más importantes cancilleres de la Unión Soviética, dice en su libro “L’Avenir s’Ecrit Liberté” (1991), refiriéndose a la implacable persecución a los llamados “disidentes”: “La posición que yo adopté con relación a  esas personas fue el resultado de una dolorosa lucha interna. Y puede ser que ella me condujo a lo que yo mantengo ahora, lo que me hizo activo partidario de la perestroika. Esa lucha interior, pero también el conocimiento que tenía del estado real del país, me llevaron a la conclusión que las verdaderas raíces de mal no se encontraban en los individuos, sino en el sistema. Si, ciertamente, ellos eran hostiles al sistema, era únicamente porque el sistema era implacable con relación al individuo. En un país donde reinaba el totalitarismo era imposible garantizar el respeto de los derechos del hombre, su libertad, y en consecuencia era imposible un desarrollo normal”. Sobran los comentarios sobre las confesiones de una personalidad que conoció el monstruo por dentro.

* No estoy tan seguro, pues la propuesta marxista pasa también por la existencia de la nomenclatura, esto es, el grupo de funcionarios y/o el gran computador que decidirán  sobre la proporcionalidad entre las capacidades y las necesidades de los ciudadanos…Esta debilidad de la teoría era evidente y los casos fracasados que se indican sobre la URSS, China, etc, no hicieron sino confirmarlo…GM: Buen punto del comentarista. En realidad no veo que haya diferencia entre su  afirmación y la mía. Yo lo que hago es partir de una situación ideal para entonces contrastarla con las realidades.

 

Algunos autores afirman que en esos países no se aplicaron las ideas de Marx y Engels, que el llamado “socialismo real” no fue un verdadero socialismo. El examen de algunos aspectos me lleva a discrepar de esa formulación. Pienso que hay un hilo conductor entre los objetivos y la necesidad de la dictadura para lograrlos. Que   no fue  por circunstancias fortuitas  que tuvimos los regímenes totalitarios  en esos países.  El concepto de “dictadura del proletariado” * es demasiado claro, para la consecución de los objetivos no puede  aceptarse la disidencia, la diferencia de opiniones, es necesario el “alineamiento” de Harvey, la revolución está por encima de todo. En las propias ideas de los fundadores está la semilla que luego germinó.  Jean Francois Revel, en su libro “La Gran Mascarada” (2000) dice: “El estudio no expurgado de los textos nos revela, por ejemplo, escribe Watson, (George Watson, “La Littérature oublié du Socialisme) que “el genocidio es una teoría propia del socialismo”. Engels pedía en 1849 el exterminio de los húngaros que se habían levantado contra Austria. Da a la revista dirigida por su amigo Karl Marx, la “Neue Rheinische Zeitung, un sonado artículo cuya lectura recomendaba Stalin en 1924 en sus “Fundamentos del Leninismo”. Engels aconseja que, además de a los húngaros, se hiciera desaparecer a los serbios y otros pueblos eslavos, a los vascos, bretones y escoses. En “Revolución y Contrarrevolución en Alemania”, publicado en 1852 en la misma revista, el mismo Marx se pregunta cómo desembarazarse de “esos pueblos moribundos, los bohemios, carintios,  dálmatas, etc.” Y Leszek Kolakowsky (1981) dice: “…Cualquier utopía social que pretenda tener un proyecto para la sociedad perfecta, ahora me golpea como preñado con los peligros más terribles. Yo no digo que la idea de la fraternidad humana es innoble, ingenua o fútil; y no creo que sería deseable descartarla como perteneciente a una edad de la inocencia.  Pero llegar hasta el punto de que podamos diseñar ese plan para la sociedad en su conjunto, por el cual armonía, justicia y abundancia se logran a través de una  ingeniería humana, es una invitación para el despotismo” (negrillas mías). **

*Comentario. Esta es una de las más grandes patrañas y algunos hablan de la dictadura del pueblo, o de las comunas, cuando en realidad no es sino la dictadura de Stalin, Fidel Castro o Chávez.

**Comentario. No sería descartable que el intercambio de ideas entre Marx y Engels, reseñado en este luminoso párrafo, haya podido  inspirar  en alguna medida las políticas de exterminio judío que caracterizaron a Hitler y el nacionalsocialismo alemán.

***Omar Alberto Corredor me envió un interesante comentario, que me da mucho gusto incluir como nota 2.

 Mi interpretación sobre las causas de la crisis

 Como puede notarse por lo escrito antes, soy crítico de las interpretaciones que he examinado.

Mi propia interpretación la expongo de seguidas, para lo cual seleccioné tres factores importantes: el sistema financiero, los desequilibrios globales y el funcionamiento general del mercado.

El sistema financiero

Realicé un examen de la estructura del sistema financiero en Estados Unidos, sus instituciones e
instrumentos, y analicé su diverso papel en la crisis. Hice una revisión de las teorías financieras
ortodoxas y heterodoxas. Finalmente, categoricé la influencia de cada una de las variables en la
crisis.

Me pareció conveniente comenzar con la hipótesis  de los mercados eficientes, que ha
predominado  en las últimas décadas en el área financiera y ha estado como telón de fondo en
todas las discusiones sobre la crisis.

El paradigma central de la teoría financiera ha sido la llamada “Hipótesis de los Mercados
Eficientes” “Efficient Market Hypothesis”, EMH. Esta afirma que toda  la información
financiera está reflejada en los precios de los títulos financieros: acciones, bonos y por lo tanto
los precios en cada momento serían los correctos de acuerdo a la información existente, es decir,
los precios serían iguales a su valor fundamental. Ello  tiene la consecuencia  de que los agentes
financieros no pueden predecir, no pueden influenciar los precios,  no se puede vencer al
mercado, los complejos estudios del mercado a fin de pronosticar sus precios serían inútiles. La
única posibilidad  de ganarle al mercado sería tener una información que más nadie posee, y sin
embargo, esa posibilidad es cuestionada por la “variante fuerte” de la hipótesis, como veremos
más adelante. La EMH se ha ligado a la existencia de lo que se denomina “recorrido aleatorio”, 
“random walk”, RW.  Para entender el significado de  esta concepción, el mejor símil es el
caminar de un ebrio, no es posible predecir cuáles serán sus próximos movimientos.   La validez
de la EMH  requiere la existencia de ciertos  supuestos, entre los cuales: no habría  costos
transaccionales  en el mercado financiero; la información estaría simétricamente a disposición de 
todos los participantes; los mercados, sin interferencias externas, buscarían su equilibrio óptimo,
lo que conduciría a una óptima utilización de los recursos. Ciertamente son supuestos heroicos.
Sin embargo, para una mejor comprensión de este modelo teórico debe conocerse que se han
desarrollado tres variantes de ella: en la primera, “la variante débil”, las pasadas variaciones de
precios no trasmiten información sobre los precios futuros; en la segunda, la “variante semi-
fuerte”, toda la información pública ya está reflejada en los precios; en la tercera “la variante
fuerte”, toda la información posible de ser  conocida, está reflejada en los precios. el principal y
sus intereses,  obteniéndose el resultado óptimo  indicado arriba. La   hipótesis de los mercados
eficientes tiene una importante consecuencia en términos de la política y regulación financiera:
las intervenciones gubernamentales, en el mejor de los casos, no surtirían efecto alguno, y en el
peor, tendrían un efecto perverso, logrando efectos contrarios a la estabilidad financiera que se
trata de lograr, puesto que se estaría interviniendo  en un mercado ya en equilibrio. Después de
examinar la extensa discusión que existe sobre la hipótesis, llegué a las siguientes conclusiones:
He  tenido a disposición algunas formulaciones de los defensores de la hipótesis,  tomando ya en
cuenta la crisis,   en las cuales confirman su posición previa, con los argumentos que ya fueron
explicados. Sin embargo, en esa  defensa noto un cambio importante  pues se acepta  la
existencia de un conjunto de factores que se alejan de los supuestos y conclusiones de la
hipótesis, las cuales  ya  habían  sido adelantadas por los  críticos. A continuación  incluyo
algunas de esas manifestaciones: los críticos usan una concepción de la EMH muy restrictiva,
los precios no siempre son correctos; los precios siempre son incorrectos, pero nadie sabe a
ciencia cierta por cuál margen y si a la baja o al alza; la EMH no implica que las burbujas 
sean imposibles y que no influyen factores ambientales y de comportamiento; la EMH, en su
característica central implica que no hay oportunidades de arbitraje en activos libres de riesgo,
lo cual es perfectamente compatible con las posiciones de Minsky (3) y  la interpretación
psicológica (4) de las crisis; hay evidencias de que hay límites considerables al arbitraje que, de
haber desviaciones de los precios respecto a su valor fundamental, presionaría a volver a ese
nivel;  hay pocas dudas de que el modelo de Minsky  es una descripción muy buena de la
reciente crisis; la historia de la finanzas indica  que ha habido grandes alzas y bajas en los
precios de las acciones; la existencia y no posibilidad  de predicción de grandes cambios en los
mercados es consistente con la concepción de Benoit Mandelbrot (6); la crisis financiera prueba
que la teoría (en este caso la EMH) es sólo eso, una teoría. Es una abstracción de la realidad,
pero la teoría no es perfecta; la EMH se refiere sólo al aspecto de la demanda en el mercado, no
incluye la oferta; la EMH no tiene explicación para cuando las hogares cesan la demanda en el
mercado inmobiliario; la información es modelada en la EMH como si tuviera la misma
significación para todos los inversionistas, pero en realidad estos  tienen diferentes
informaciones y percepciones; el papel del costo de las transacciones no está claro en la EMH;
la hipótesis  tiene un significado simplificado de los mercados; de la crisis financiera se deduce
que el mundo es más complejo de lo que algunos pensaron y también más complejo de lo que
muchos modelos asumen; ahora está claro que la EMH tiene numerosas anomalías pero no está
claro el origen de  esas anomalías.

Esta enumeración es  reveladora del acercamiento de los defensores de la EMH, derivado de la
crisis financiera  a los argumentos de sus críticos.
Por otra parte, del estudio realizado infiero que entre los exponentes de la EMH hay  diferentes
interpretaciones de algunas de sus características. El tratar de clarificar esas divergencias
implicaría una investigación larga y profunda, que me alejaría de los objetivos de este  escrito,
además sin la seguridad de poder llegar a una conclusión definitiva. Al mismo tiempo,
considero  que ello no es necesario para las conclusiones en este particular, las cuales expongo
de seguidas.  Conceptúo que se confirma la inestabilidad inmanente de los mercados financieros,
los cuales tienen una tendencia permanente al desequilibrio, expuestas por lo que podríamos
denominar la teoría heterodoxa de las finanzas, cuyos representantes principales son Minsky,
Mandelbrot, Shiller, y Kaheneman.  En esta conclusión he tenido muy en cuenta
algunas experiencias, como las estrepitosas  caídas del Dow Jones en 1987 y 1988, que difieren
ampliamente de las probabilidades indicadas por los modelos y la curva de Gauss  del Dow
Jones en el período 1916-2002,  la cuales se alejan considerablemente  de la curva normal. Esta
conclusión me lleva también a la ratificación de que el sistema financiero no es autoregulable, se
requiere  una supervisión gubernamental y una regulación eficiente.

De seguidas expongo la categorización de los diversos factores  por su influencia en la crisis, en
forma necesariamente muy breve y señalando solamente las que me parecen más importantes.
 Estos son los  que considero tuvieron influencia directa  en el  origen de la crisis.
En términos de los instrumentos financieros, los derivados (1)  fueron la influencia
principal en el  origen de la crisis y su profundización. Ya hemos visto cómo la
estructuración, titulación y distribución de los CDOs desencadenó la crisis. Este instrumento es
un derivado de un instrumento original, la hipoteca. Aquí nos concentraremos en un instrumento
que fue letal en la agudización de la crisis, la permuta para proteger del riesgo de incumplimiento
de pagos, -credit default swap, (CDS). Como su nombre lo indica, ese título financiero permite a
las instituciones financieras cubrirse contra los riesgos de incumplimiento de pagos, para lo cual
no existía una solución satisfactoria, y sigue no habiéndola, pues  el riesgo crediticio es
inherente a la actividad financiera.  Las políticas crediticias hasta entonces se basaban en la
cuidadosa selección de los deudores, en la diversificación del crédito, evitando la concentración
en pocos deudores, Con el uso de los CDS, los acreedores contrataban con otra entidad lo que
viene siendo un seguro contra el incumplimiento; con el pago de una prima;  esa otra entidad se
compromete al pago de la deuda total en caso de incumplimiento por parte del deudor. Se
perfilaba  como una fenomenal innovación, y las pruebas que se habían hecho  indicaban que los
riesgos de incumplimiento eran marginales…en tiempos normales, desde el punto de vista
financiero y económico en general. El uso de las CDS tuvo una consecuencia muy importante,
con impactos negativos posteriores. Al trasladar el riesgo a las aseguradoras, el banco
eliminaba la acreencia de sus balances y la reserva fraccional que había hecho debido a un
préstamo quedaba liberada y, por lo tanto, podía ser usada para nuevos préstamos. La autoridad
financiera aprobó ese procedimiento. Pero también hubo otra consecuencia, que podríamos
llamar “psicológica”: al quedar liberados del riesgo del crédito, los bancos se sentían también
más libres de otorgar sus préstamos sin esa espada de Damocles del incumplimiento de pagos, lo
cual hacía atractiva la tentación de rebajar los requerimientos para la obtención de los créditos y
por lo tanto su calidad.

La mayor posibilidad de préstamos incrementaba las ganancias sin aparentes peligros. Otra
característica  que ha estado en alto lugar en la discusión acerca de la crisis y en los
proyectos de reforma del sistema financiero, ha sido  la forma poco transparente como se hacen
las transacciones, se hacen directamente entre las partes “over the counter” , por lo tanto la
información sobre ellas es deficiente y no está sometida al control de las autoridades financieras. 
Las CDS tuvieron un crecimiento meteórico; estimaciones indican que su valor creció de $1
billón en 2001 a $45 billones a mediados de 2007. Aunque sea redundante,  ello significa que esa
extraordinaria cifra  estaba protegida, asegurada  contra el riesgo de incumplimiento de pagos.
En  la medida en que el mercado hipotecario se desplomó y los incumplimientos de pagos se
generalizaron, las compañías aseguradoras a través de las CDS se vieron al borde del abismo y
en serias dificultades para cumplir con sus compromisos con los asegurados. Por ejemplo, sobre
la aseguradora AIG –acerca de la cual tratamos en el primer avance- tenia contratado $400 mil
millones en CDS derivados de CDO originados en transacciones hipotecarias, que no podía
cumplir, lo que llevó a su caída y su rescate por el gobierno.

La desregulación o liberalización financiera, ocurrida a partir de los años 80. La Gran
Recesión ha demostrado  que el sistema financiero no puede auto regularse, que tiene que haber
un grado de intervención estatal. Al respecto, Allan Greenspan, el expresidente de la Reserva
Federal, en su testimonio al Congreso declaró:

“Cometí un error al pensar que el propio interés de las organizaciones, específicamente bancos
y otros, era tal que ellos eran perfectamente capaces  de proteger a sus propios accionistas.”  Y
cuando un congresista le preguntó: “Usted encontró que su propia visión del mundo, su ideología
no era correcta, no funcionaba?” El contestó: Absolutamente, precisamente; esa es justamente la
razón por la cual yo estaba conmocionado, porque durante 40 años tuve evidencias de que
estaba funcionando perfectamente bien”.

El excesivo endeudamiento de los bancos. Un cambio legislativo, al eliminar los topes de
endeudamiento para los bancos de inversión,  permitió relaciones de deuda a capital hasta
de 40 a 1. Una de las causas del desplome fue la situación en que se encontraron instituciones
financieras excesivamente endeudadas; cuando dadas  su situación difícil y las oscuras
perspectivas, los acreedores pidieron incremento de los márgenes, es decir, de las garantías del
crédito, lo cual no pudo ser atendido,  con la consiguiente caída,  quiebra o apalancamiento
gubernamental o de otras entidades financieras, o su compra por otras.  Así cayó Lehman
Brothers. El endeudamiento permite mayores ganancias en  una fase expansiva de la economía
pero en la fase contractiva la caída y las pérdidas son estrepitosas.

Un erróneo y desbocado manejo del riesgo, por parte de las instituciones financieras, sobre
lo cual señalaremos las principales manifestaciones: La excesiva exposición a la  estructuración 
y titulación de las SP y, en algunos casos, la retención de tramos “superseniors-los títulos
hipotecarios de mayor categoría, aparentemente de bajo riesgo por el nivel de ingresos de los
prestatarios, pero que se vieron envueltos en la caída- son  el factor más importante y lo que
produjo mayores pérdidas,  más allá de lo que permitía su conocimiento de los riesgos inherentes 
en ellos, y además fallaron en tomar medidas para controlar  o mitigar tales riesgos; el fracaso
estrepitoso de las evaluaciones cuantitativas del riesgo,  sus resultados, inmediatamente  antes de
que estallara la crisis y durante la crisis, resultaron altamente subestimados, lo que dio una falsa
sensación de optimismo; la indiscriminada utilización de bonos en el sistema de remuneración en
el sector financiero que, en el caso de este sector no ha estado condicionado a los resultados,
buenos o malos, de la gestión, sino que son otorgados aún cuando los resultados hayan sido
negativos, se considera que ha estimulado la toma de riesgos excesivos, pues esto eleva la
remuneración, pero con mucha frecuencia deviene en pérdidas. Califiqué como contribuyentes
otros factores, sobre los cuales no trataremos aquí.
Los desequilibrios globales
Por desequilibrios globales (global imbalances) se entiende, en términos generales,  una situación
en la cual un grupo de países  acusa un importante  déficit de cuenta corriente en su balanza de
pagos, en tanto que  otros arrojan un superávit de similar  importancia. Esta caracterización
aparentemente descarta la otra faceta de la balanza de pagos, la cuenta de capitales, pero no es
así, porque por las identidades contables el saldo de la cuenta corriente es igual, con signo
contrario  al saldo de la cuenta capital. Así, un déficit de la cuenta corriente implica un superávit 
de la cuenta capital y viceversa en el caso de un superávit.  Otra cara del saldo de la cuenta
corriente se deriva de las identidades del sistema de cuentas nacionales, pues un déficit en la
cuenta corriente significa un gasto mayor, en consumo e inversión, de lo que la economía ahorró
en el período analizado, por lo cual una parte de ese gasto es financiado con ahorro externo, en
forma de importaciones de capital; en el caso contrario, un superávit de cuenta corriente significa
que la economía no gastó todos los ahorros que realizó, por lo cual la diferencia  la exporta en forma  de capitales  (7). Esta última faceta tiene gran importancia, como veremos, en las
explicaciones y en la discusión sobre la relación entre la crisis y los desequilibrios globales.
Según Terry Brake los desequilibrios globales son “posiciones externas  de países
sistemáticamente importantes que reflejan distorsiones e implican riesgos  para la economía
global”.

A partir de 1996 y hasta el 2006, se presentó un caso típico de desequilibrios globales.
El rasgo más resaltante fue el  gigantesco y creciente  déficit de los Estados Unidos frente a los
superávit  de los países emergentes y  en desarrollo,  y en menor medida  del resto de los países
industriales. El déficit en cuenta corriente de los Estados Unidos se elevó de $124.8 mil millones
en 1996 a $811.5 mil millones en  2006.  La proporción más importante de los superávit en el
mundo en desarrollo se originó en China y en los países del Medio Oriente (los países
petroleros).

La hipótesis para explicar dicho fenómeno   que ha tenido mayor repercusión y ha sido más
discutida  fue la planteada por Ben Bernanke –aunque otros autores ya la habían adelantado-
cuando era uno de los Gobernadores de la Reserva Federal en el 2005: el exceso de ahorros
(saving glut),  que usa las identidades de las cuentas nacionales explicadas en la nota 7. Bernanke
fue haciendo modificaciones a su hipótesis, y el 2010, cuando ya era Presidente
de la Reserva Federal,  en una presentación en el Council of Foreign Relations, 
 reconoce la responsabilidad de los Estados Unidos en el fenómeno: Los desequilibrios
globales fueron la responsabilidad conjunta de Estados Unidos y nuestros socios comerciales, y
a pesar de que este tópico fue perenne en las conferencias internacionales, nosotros,
colectivamente, no hicimos lo suficiente para  reducir esos desequilibrios….Sin embargo, la
responsabilidad de usar los ingresos de capital efectivamente cayó en los países receptores,
particularmente Estados Unidos… Los sistemas de gerencia del riesgo del sector  privado y la
supervisión gubernamental del sector financiero en los Estados Unidos y algunos otros países
industriales falló en asegurar que los ingresos de capitales fueran prudentemente invertidos.”
Bernanke volvió a hacer una contribución al tema el 2011 y esta vez fue más enfático  sobre la
responsabilidad de los Estados Unidos: “Para ser claro, estos resultados no deben interpretarse
como asignando responsabilidad por el colapso del sistema financiero estadounidense a factores
fuera de los Estados Unidos. En cambio, en una analogía con la crisis asiática, la causa
primaria del colapso fue el pobre desempeño del sistema financiero y de la regulación
financiera, en un país que estaba recibiendo flujos de capital del exterior…En el caso de los
Estados Unidos las fuentes de ese comportamiento fueron: la incorrecta estructura de los
incentivos en el origen de las hipotecas, de las garantías y de la titulación; deficiencias en la
gerencia del riesgo por parte de las instituciones financieras; conflictos de intereses en las
agencias calificadoras; debilidad en la capitalización y en la estructura de incentivos de las
empresas bajo patrocinio gubernamental  (Fannie Mae and Freddy Mac). Al reflexionar sobre
esta apreciación yo he aumentado mi aprecio por los desafíos enfrentados por las autoridades
en los países de mercado emergentes que han manejado grandes   ingresos de  capitales y
algunas veces volátiles durante las últimas décadas. Aquí Bernanke es mucho más categórico y
específico  sobre la responsabilidad de los Estados Unidos en la crisis financiera. Nótese, por
ejemplo la diferencia entre “Los desequilibrios globales fueron la responsabilidad conjunta de
Estados Unidos y nuestros socios comerciales…”  en la conferencia del 2010 y “Para ser claro,
estos resultados no deben interpretarse como asignando responsabilidad por el colapso del
sistema financiero estadounidense a factores fuera de los Estados Unidos…”  en la conferencia
del 2011.
En esta última argumentación se ve claro la relación de los desequilibrios globales con la crisis.
El uso de los ahorros de otros países, especialmente de China, produjo una alta liquidez
monetaria en Estados Unidos que,  combinada con las bajas tasas de interés,  sirvió para
alimentar las burbujas inmobiliarias y bursátiles. Como resultado de la investigación realizada
sobre este tema, llegué a las siguientes conclusiones:
En los factores causantes de la crisis, los desequilibrios globales tuvieron una contribución
importante. Los considerables ingresos de capital recibidos por Estados Unidos, tanto de China
como de algunos países avanzados, facilitaron la alta liquidez  que presentó la economía
estadounidense en los años previos al estallido de la crisis en 2007, cuyo efecto se magnificó por
el bajo nivel de las tasas de interés en ese período. Ello, a su vez, dio lugar a los excesos que se
cometieron en la concesión de préstamos hipotecarios y la considerable reducción en la tasa de
ahorro, hasta hacerse negativa, de los consumidores de ese país,  facilitó el desarrollo de
la burbuja bursátil.  En los efectos de los desequilibrios globales hay también una gran relación
de causalidad con la lamentable situación del sector financiero, como ha sido examinado arriba. 
En su última interpretación de la relación de la crisis con los desequilibrios globales por
parte de Bernanke, éste atribuye toda la responsabilidad a Estados Unidos. Esta tesis recibe un
respaldo en  una investigación de la consultora McKensey,  cuando encuentra que en  el gran
déficit del ahorro sobre la inversión en Estados Unidos, el factor responsable fue la caída
estrepitosa del ahorro, pues la tasa de inversión se mantuvo constante.

El funcionamiento general de los mercados

El objetivo de este  subtítulo  al examinar es  de determinar,  si previo a la crisis, había una situación de desequilibrio en  los mercados de bienes y servicios no financieros  en los Estados Unidos que hubiera contribuido al inicio de la crisis junto con los otros factores examinados. Me planteé concretamente si cuando estalló la burbuja en el 2007, existía en Estados Unidos una situación keynesiana de  desequilibrio, una alta tasa de desempleo, una tendencia insatisfactoria de la demanda efectiva, que impulsaran la contracción de la economía. La esttuctura que le di al artículo me obligo a tratar  este a aspecto conjuntamente con el correspondiente al keynesianismo.

Acotación. Este  artículo forma parte de un trabajo más amplio sobre la Gran Recesión. Por lo tanto, algunos  términos o expresiones que pueden ser desconocidas para el lector,  deben estar en el conjunto de esos escritos en mi blog www.guillermodmarquez.com

NOTA 1.
Sobre la Escuela Austríaca.
Respuesta al email de un lector. Esta nota debe considerarse como formando parte del tratamiento de la escuela liberal.
La Escuela Austriaca, denominada así  por la nacionalidad de sus principales fundadores, Carl Menger, Ludwig von Mises y Frederik Hayek,  ha hecho aportes muy importantes a la  ciencia económica, tanto en el campo macroeconómico como microeconómico. Para nuestros fines, lo más importante es su  adhesión a los principios liberales.
Los partidarios de la intervención estatal en la economía, especialmente los keynesianos, podrían responsabilizar a la escuela austriaca de haber sido “instigadores” de la crisis; con su prédica del libre mercado y su influencia sobre las políticas económicas de los gobiernos, especialmente los de Thatcher y Reagan, que habrían facilitado el desmantelamiento de las regulaciones al sistema financiero, que fue  donde se inició la crisis. Como sabemos, el keynesianismo, con motivo de la crisis, ha levantado cabeza nuevamente, después de haber sido mandada al closet, cuando el efecto de las políticas que sostiene fue la estagflación. Al respecto, dice Daniel Yergin, en su libro “Commanding Heights”:


El alerta fue  la inflación. Durante los años 60 las tendencias inflacionarias se aceleraron en las economías mixtas, pero no hasta el punto de causar alarma. Sin embargo, a principios de los años 70  las expectativas inflacionarias  se habían hecho más pronunciadas y visibles. Los instrumentos que los gobiernos  habían usado para sostener la demanda, compensar la inflación  con aumento de salarios  eran ahora inadecuadas. El manejo keynesiano de la demanda  asumía que un desempleo bajo y una baja tasa de inflación era una combinación sostenible, (recordemos la curva de Phillips, GM). Se probó que ello era equivocado.”
Nicholas Wapshot, en su libro publicado el 2011 “Keynes-Hayek, The Clash that Defined Modern Economics”, expone en forma muy clara y concisa las diferencias entre Keynes y Hayek, a quien podríamos llamar “el último padre de la escuela austriaca”:
“Keynes  creía que era  deber del gobierno   hacer lo que podía para hacer más fácil la vida. Hayek creía que era inútil interferir sobre fuerzas  que eran por sí mismas fuerzas naturales inmutables. Keynes rechazaba  el libre mercado como una adhesión inapropiada  al darwinismo  en la esfera económica  y argumentó que un entendimiento mejor de la economía  permitiría a  los gobernantes  que compensaran los peores efectos  del ciclo económico. Eventualmente, Hayek llegó a la conclusión  que el conocimiento de cómo  la economía funcionaba exactamente era difícil si no imposible, y que intentos  de  diseñar políticas económicas basadas en esa evidencia,  eran como un barbero practicando cirugía primitiva, harían más  daño que bien.”
Sin embargo, Hayek, en su “Road to Serfdom” dice:
“Es importante no confundir posiciones en contra de este tipo de planificación (planificación central,, GM) con la dogmática actitud de dejar hacer, dejar pasar. El argumento liberal está en favor de hacer uso posible de las fuerzas de la competencia como una forma de coordinar los esfuerzos humanos y no como un argumento para dejar las cosas como están.  Esto está basado en la convicción de que donde la competencia efectiva puede crearse esa es una mejor forma de guiar las conductas individuales que ninguna otra. Esto no niega, sino más bien enfatiza, que para que la competencia pueda operar efectivamente se requiere de un cuidadoso y bien pensado marco jurídico  y ni las reglas existentes ni las reglas pasadas están exentas de graves defectos. Tampoco niega que donde es imposible crear condiciones  para una competencia efectiva.   debemos recurrir a otros métodos de guiar la actividad económica.” Esta formulación de Hayek tiene su equivalente en la de Keynes sobre la teoría clásica.
Por otra parte, la escuela austriaca ha ganado puntos con motivo de la crisis. Su teoría del ciclo económico tiene como su postulado fundamental el que el ciclo se inicia con un excesivo crecimiento de los préstamos por parte de los bancos, que fue precisamente una de las causas de la crisis financiera, como lo expongo en el 2º avance. Los “austriacos” están ya tratando de aprovechar esa ganancia.*
Comentarista. Buen punto…He notado que en todo este interesantísimo y bien documentado análisis doctrinal en materia económica, no ha salido el nombre de Mlton Friedman y la escuela de Chicago, quien aunque ya fallecido fue inspirador de la política económica de la señora Thatcher y de Ronald Reagan, para no hablar de Pinochet…Quizás podría ser conveniente echarle un tirito….Según reseña Wilkipedia, ell pensamiento en  favor del libre mercado de Friedman ha merecido  críticas  de economistas keynesianos como Galbraith,  Stiglitz y Krugman, quienes le achacan buena parte de la culpa de los problemas económicos surgidos en los años 2007-2010..  Igualmente, se indica que en algún momento   mereció críticas de representantes de la escuela austríaca (Murray Rothbard) , quienes le habrían cuestionado su condición como un verdadero lider de la corriente que favorece el libre mercado. …GM: La razón de que no haya mencionado a Friedman es porque yo me he circunscrito a trabajar  con  los autores que tratan directamente sobre la gran recesión.


NOTA 2.
Comentarios de Omar Alberto Corredor
No pude resistir la tentación, de hacerte unas observaciones y comentarios preliminares, a tu interesantísimo Avance sobre la Crisis Global, y una interpretación de ella desde el punto de vista Keynesiano y marxista. Las escuelas económicas de Keynes y Marx, son visiones críticas acerca del funcionamiento del mercado; pero son igualmente antagónicas, desde mi modesto punto de vista, para la exégesis cabal acerca de la crisis global que sacude al mundo de hoy; ya que como muy bien lo afirmas al principio de tu escrito, el marxismo es más que una escuela económica; es un planteamiento global sobre la sociedad; y yo diría aún más, desde el punto de vista fenomenológico, es uno de los estudios más completos sobre la Filosofía de la Historia. Te planteas una verdadera duda cartesiana, cuando afirmas: "Me planteo en primer lugar, la pregunta de si cuando estalló la burbuja en el 2007, existía en EE.UU. una situación keynesiana de desequilibrio, una alta tasa de desempleo, una tendencia insatisfactoria de la demanda efectiva, que impulsara la contracción de la economía. La respuesta es NO, a mi juicio". Esbozas igualmente la tesis del más reciente Premio Nobel de Economía, PAUL KRUGMAN, de que se trata de una muy severa deficiencia de la demanda efectiva total (consumidores, gobierno y empresa privada); con lo cual precalifica la crisis, dentro de una connotación esencialmente economicista. No se si el KEYNES de la Gran Recesión del 29; siendo aquella una crisis esencialmente económica (la caída súbita de la demanda efectiva), pudiera interpretar cabalmente la crisis actual, que habiendo comenzado en el 2007, aún no ha terminado; y si existieran dudas, bastaría echar un vistazo al espantoso escenario de la crisis europea. Es un hecho notorio, a escala planetaria, que ésta es una crisis global, sistémica y modélica, que trasciende en sumo grado, los aspectos relativos a la caída de la demanda efectiva, la exacerbación de las burbujas inmobiliaria y financiera y los desequilibrios fiscales. Ella es, una crisis del modelo de desarrollo social; de la consideración y tratamiento del déficit fiscal; y fundamentalmente, de la Pirámide axiológica del sistema neoliberal que hoy impera en el mundo contemporáneo; y de la escala de los valores humanos, reñidos con la ética de las políticas de ajuste y de austeridad fiscal, impuestas "desde arriba", por las Metrópolis financieras digitadas desde los centros de poder en EE.UU., Reino Unido; Alemania y Francia, a los países de la Periferia Europea, con derivaciones hacia otros países, considerando entre aquellos, a GRECIA; IRLANDA; PORTUGAL; ESPAÑA e ITALIA, para solo referirnos a las principales "víctimas propiciatorias" de tales políticas. Sin duda, que ambas crisis (la Gran Recesión y la Crisis Global del siglo XXI), son igualmente sistémicas, y quizás con una base común; pero concebidas desde ópticas y perspectivas diametralmente diferentes, se tornan irreconciliables, sobre todo desde el punto de vista ético e ideológico. Seguiré estudiando tu brillante análisis para tener una visión más completa y cabal, desde la propia perspectiva de tu interesantísimo enfoque.

NOTA 3
Comentarios de Abdón Suzzarini

En cuanto a lo que argumentas en la pág 6: Lo que yo entiendo de esta y otras lecturas, que he hecho para el otro ensayo que estoy escribiendo, es que Keynes no se planteaba un volumen de producción per se, sino una expansión de la producción vía la inversión, la cual no debe expandirse más allá del punto que corresponde al pleno empleo, como bien lo dice: “Pero hemos mostrado  que el ahorro efectivo  está necesariamente determinado  por el nivel de la inversión y que el nivel de la inversión es promovido por una baja tasa de interés, siempre que no intentemos estimularlo en esta forma más allá del punto que corresponde al pleno empleo.” La preocupación principal de Keynes, su variable objetivo es el empleo, para lo cual es clave la inversión, solo que en la promoción de la variable inversión juega un papel clave la tasa de interés, que si la aumentas promueve el ahorro pero desestimula la inversión y viceversa. Junto con esto está que si ahorras mucho hay más para invertir pero menos para gastar y estimular a las empresas Allí entra tu raya en la pizarra en el posgrado. * es decir alcanzar un adecuado equilibrio entre Estado y mercado, y entre política fiscal y política monetaria. En otras lecturas, se puede apreciar la insistencia de Keynes en reiterar que él es de formación clásica, que no discrepa en cuanto a  “no tanto en encontrarle fallas lógicas en su análisis, como en puntualizar que sus tácitas suposiciones nunca son satisfechas o muy raramente,  con  el resultado de que no puede resolver los problemas del mundo actual”,  particularmente en cuanto a que la fuerza de trabajo no es una mercancía cualquiera que puede dejarse al mercado que la ajuste, se requiere la intervención del Estado para evitar la penurias que ocasiona  un ajuste a través del desempleo.

*El significado de ”La raya y la pizarra” será explicado en el 6º avance.

-En las páginas 7 y 8 me parece muy pertinente el análisis de la situación prevaleciente al momento de producirse la crisis para concluir que no se trataba de un desequilibrio   típicamente keynesiano. E igualmente pertinente la proposición de centrarse en explicar qué fue lo que llevó a la  “concesión de hipotecas a hogares de bajos recursos, sin preocuparnos si pueden pagar o no, mintiendo sobre los ingresos de los candidatos, dando créditos “ninja”,   con intereses fijos y pago sólo de intereses, para luego incluir las amortizaciones y tasas variables. Agreguemos la titulación sin importarnos qué hay  en cada paquete porque el acreedor será otro, y veamos qué pasa.” Creo que esta línea de investigación puede resultar muy esclarecedora,  en particular los créditos hipotecarios fomentados por los programas Freddy Mac and Fannie Mae, tanto por Clinton como por Bush hijo.

Valdría la pena incluir el crecimiento de la actividad financiera y del sector construcción. * Es probable que resulten los sectores de mayor crecimiento. Esto confirmaría las apreciaciones de Galbraith que las ganancias de la actividad manufacturera tienden a concentrarse en inversiones en construcción y en acciones de empresas en la bolsa. En el año 29 las inversiones se hicieron en Florida, en esta oportunidad fomentadas por la subprime. También cabe preguntarse si es igual la expansión del consumo impulsada por el crecimiento de manufactura que cuando lo impulsa el sector construcción, sobre todo si en manufactura está influida por la fuerte expansión de construcción.

GM. Hice el intento de buscar  estas estadísticas en internet, y es raro, pero no pude conseguirlas. Si más adelante las logro, las publicaré en el 6º avance.

Con respecto a la posición de Krugman  ¡END THIS DEPPRESION NOW! Hay que decir que más allá de que  pueda tener razón, lo  cierto es que muchas veces quienes defienden la expansión del gasto a ultranza lo hacen irresponsablemente, escudándose en el costo humano del desempleo. Una cosa es la utilización del gasto bajo las pautas muy claramente establecidas por Keynes para superar el desempleo y otra cosa es utilizarlo con fines populistas para ganar votos a cambio del sacrificio de las generaciones siguientes. En este sentido me parecen interesante la opinión de Jeffrey. Sachs (pp. 10 y 11)

 

Me parecen muy pertinentes tus comentarios sobre Schiff. En general el enfoque contrastando autores con visiones contrapuestas,  pero siempre expresando tu opinión la cual responde a lo que siempre valoro como la clave: la verdad no está en ninguno de esos extremos sino en algún punto intermedio dependiendo de las circunstancias. Es en ese sentido que la economía política tiene más sentido que simplemente ser “Keynesiano” o “monetarista”  Igualmente considero muy válida y pertinente la cita de Kenneth Rogoff (p. 15).

 -Con respecto a la parte relativa al Marxismo y la crisis,  sólo me permito enviarte una breve sección que he desarrollado para complementar la parte relativa al ALBA de la segunda edición del libro. * Asimismo cuando leo tu escrito recordé una caricatura de Zapata en la que  alguien refiriéndose al socialismo del siglo XXI, dice algo así: “fracasó en los países ex comunistas, ha fracasado en Cuba, Vietnam  del Norte, pero eso fueron ellos que no supieron hacerlo, nosotros los venezolanos sí lo lograremos”.

*Venezuela ante la Integración Centroamericana: Dos Visiones, Dos Paradigmas.

 

Bibliografía Parcial sobre La Crisis y el Keynesianismo y el Liberalismo

Cassidy, John (2009), How Markets Fail: The Logic of Economic Calamities. Allen Lane, England.
Dostaler, Gilles, Le liberalism de Hayek (2001). La Decouverte, Paris.
Hayek, F.A., The Road to Serfdom (2001). Rouledge Classics, London.
Keynes, John Maynard (1926). The End of Laissez Faire.  Internet.
Keynes, John Maynard (Kindle book), General Theory of Employment, Interest and Money.
Krugman, Paul  (2012), End this Depression Now! W.W. Norton, London.
Lewis, Hunter (2009), Where Keynes Went Wrong. Axios Press, United States.
Skidelsky, Robert (2009), Keynes, The Return of the Master. Allen Lane, England.
Krugman, Paul (2012), End this Depression Now! W.W. Norton. London.
Schiff, Peter, Crash Proof (kindle).
Schiff, Peter, The Real America’s Crash: The Coming America’s Bankruptacy (kindle).
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Yergin, Daniel and Stanislaw, Joseph (1998), Commanding Heights: The Battle Between Government and the Market Place that is Remaking the Modern World. Simon and Schuster, US.

Bibliografía Parcial sobre el Marxismo y la Crisis

 

Aron, Raymond, Le Marxisme de Marx (2002). Editions de Fallois, Paris.

Attali, Jacques, Karl Marx ou l’esprit du monde (2005). Fayard, Paris.

Chevardnadze, Eduoard (1991), L’Avenir s’Ecrit Liberté.  Editions Edil Jacob, Paris.

Desai, Meghnad, Marx’s Revenge (2002). Verso, London.

Dieterich, Heinz, Hugo Chávez y el Socialismo del Siglo XXI (2005).  Editor: Carlos Julio

Harvey, David. The Enigma of Capital and the Crisis of Capitalism.

Marx, Karl, Capital (Kindle).

Mészaros, István, El  desafío y la  carga del tiempo histórico. El  socialismo del siglo XXI.

Guerra José,  ¿Qué es el Socialismo del Siglo XXI? (2007). Librorum Editores, Caracas.

Guerra José, Refutación del Socialismo del Siglo XXI, (2007). Los libros de El Nacional, Caracas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 




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