¡CON
LAS COMILLAS BIEN PUESTAS!
Enrique Viloria Vera
Es imposible imaginar un espectáculo más
nauseabundo que el del plagiador.
Edgar
Allan Poe
No sin cierta
estupefacción leo y me informo acerca de la contienda entre los principales
dirigentes de los partidos políticos españoles, quienes han trasladado sus
dimes y diretes de la arena política a los espacios académicos de algunas
universidades hispánicas. Acusaciones de plagio de las tesis – sean de master o
de doctorado – van y vienen de un lado al otro.
Ciertamente las
facilidades que brinda INTERNET - con su pegar y contar -, hacen menos
complicado citar a voluntad autores e informes de organizaciones públicas o
privadas, nacionales o internacionales, a esto se suma la adopción del
simplificado sistema APA que es verdaderamente apropiado para aliviar las
citas, referencias y bibliografía del tesista.
En mi caso, cuando
realicé y culminé mi tesis de doctorado en Derecho en la Universidad de París
en 1979, la situación era otra, mucho más complicada. En efecto, la INTERNET
brillaba por su ausencia, y el sistema de citas y referencias era el de usanza
por las universidades de la Vieja Europa, a saber, obra citada (op.cit.), ídem,
ibídem, ver supra o infra, era un verdadero dolor de cabeza unido al tiempo y
el nivel de exigencia que le dedicaban al doctorando los rigurosos tutores
universitarios, como fue, en mi caso, el ejercido por Roland Drago, temido
profesor de derecho administrativo, y quien años más tarde sería el presidente
de la celebérrima Academie Française..
Además, lo que en
principio parecía una severa falta personal se ha transformado en una verdadera
cadena de presuntas culpabilidades en la que se encuentran inmersos profesores,
jefes de departamento, miembros del jurado, decanos que comprometen el
prestigio y la credibilidad de unas noveles universidades preocupadas por su
supervivencia que, en cierta medida, depende del número de doctores graduados y
de los que forman parte de su plantilla profesoral.
Ciertamente no
entiendo como esos hitos académicos importantes en la vida de una persona, más
si es un personaje público que esgrime sus logros universitarios en su CV para
que sus votantes y adversarios lo juzguen y valoren, sean el fruto de un
facilismo, de una complacencia, de una complicidad, de una falsa percepción que
hay algo oculto e inexpugnable en el cielo de la academia.
No soy quien para
emitir un juicio acerca de esta inaudito y penoso asunto en el que se ven
envueltos los que deben conducir los destinos de un Estado en medio de tantas
tentaciones y ofertas poco honestas, en todo caso recomiendo que, para ejercer
el poder público, hay que tener además de otras cosas y adminículos personales:
¡LAS COMILLAS BIEN
PUESTAS!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario