Tomado de www.project-syndicate.org/
El milagro de Albania
Sep 27, 2018 RICARDO HAUSMANN
TIRANA – Hace cinco
años, Albania enfrentaba una situación verdaderamente inquietante. Dado que
Grecia e Italia sufrían los efectos de la crisis del euro, las remesas y las
entradas de capital estaban en descenso, y la economía albanesa pasaba por una
fuerte desaceleración. Su déficit fiscal había llegado a elevarse a más del 7%
del PIB, financiado en gran parte por pagos atrasados, ya que había colapsado
el acceso a mercados financieros externos y los intereses domésticos estaban
por las nubes.
Además, la empresa
de distribución de energía eléctrica se encontraba en una crisis tanto
operacional como financiera, incapaz de pagar la electricidad que supuestamente
debía comprarles a las compañías generadoras de energía. Los atrasos en los
pagos del gobierno y de la empresa eléctrica impulsaban un incremento de los
préstamos en mora en la banca. Es decir, se daban todos los componentes de una
catástrofe.
Adelantemos al
presente: la economía crece a un robusto ritmo del 4,2%, impulsada por un
aumento de dos dígitos en las exportaciones agrícolas, mineras, manufactureras,
energéticas, y en los sectores del turismo y los servicios empresariales. En un
momento en que economías de mercados emergentes tan diversas como Argentina,
Turquía, Nigeria y Sudáfrica enfrentan una profunda devaluación de sus monedas
y un aumento de las tasas de interés, en Albania la moneda se fortalece y las
tasas de interés son las más bajas de su historia. Hoy, el riesgo soberano es
el más bajo entre los países de su misma calificación crediticia, lo que indica
que los mercados piensan que las agencias calificadoras se han quedado
dormidas. Considerada en un momento como la Corea del Norte de Europa bajo el
dictador comunista Enver Hoxha, el ingreso per cápita hoy en Albania es el 25%
del de Alemania y, si logra mantener su tasa de crecimiento actual, lo igualará
dentro de 32 años.
En una época en que
se culpa a los economistas de todo tipo de resultados decepcionantes, y se
acusa a instituciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial de no aconsejar a los países de manera adecuada, es refrescante
descubrir que, al fin y al cabo, es posible que ellos no sean del todo
inútiles.
¿Cuál fue el
secreto del vuelco de Albania?
En primer lugar, al
contrario de muchos países que dilatan la acción hasta que es demasiado tarde,
el Primer Ministro Edi Rama acudió al FMI apenas asumió el poder en septiembre
de 2013. Su gobierno entonces negoció un programa de tres años que permitía que
Albania obtuviera apoyo financiero mientras ponía en orden su situación fiscal.
Este programa terminó con éxito hace casi dos años, y la proporción deuda-PIB
mantiene una tendencia a la baja. Este año, declinará al 2,5% del PIB, mientras
el país expande de manera significativa su presupuesto de inversiones públicas.
Para poder crecer
en medio de una consolidación fiscal, se precisa otro factor que impulse la
economía, típicamente, las exportaciones. Y en Albania –donde he estado a la
cabeza de una investigación que desde el 2013 realiza el Harvard Center
for International Development– las exportaciones están aumentando no a
causa de la buena suerte, sino gracias a un incansable esfuerzo por remover los
cuellos de botella y aprovechar las oportunidades.
En este proceso,
Albania evitó la tentación de enfocarse en los indicadores generales de Doing Business, los cuales suponen que
seguir de manera aleatoria las mejores prácticas internacionales puede resultar
de provecho. En su lugar, para priorizar sus políticas las autoridades
siguieron un enfoque diagnosticador. Bajo la guía de Matt Andrews del Harvard
Kennedy School, los responsables de formular políticas emplearon una
estrategia de implementación que se basa en un proceso iterativo centrado en la
solución de problemas, el cual comienza por definir un problema, identificar
sus causas, y crear formas de resolverlo.
Esto condujo a
muchas ideas que resultaron ser decisivas. En agricultura, el desarrollo del
modelo agregador ayudó a los pequeños agricultores a conectarse con tecnologías
mejores y mercados más lucrativos, lo cual se tradujo en un auge de las
exportaciones de vegetales. En el sector energético, el gobierno adoptó una
estrategia inusual para modificar la conducta de la población con respecto al
hurto y al no pago de la electricidad, la cual en 2015 resultó en un giro de
casi el 2% del PIB en la liquidez de la empresa distribuidora.
De modo similar, en
el sector manufacturero y en el turismo, grupos consultivos identificaron
ámbitos que podían mejorar. Albania ha invertido en la recuperación de sus
ciudades históricas, y en la actualidad está invirtiendo en 100 aldeas con un
fuerte potencial en agroturismo, que resultan estar ubicadas en zonas que son
pobres y prístinas a la vez. Así, no es sorprendente que el turismo esté
creciendo a tasas de dos dígitos.
Todavía más, el
país está utilizando a sus embajadores en una estrategia concertada para
promover la inversión extranjera mediante un acercamiento directo a las
empresas. Y los encargados de formular políticas están buscando, con excelentes
resultados, la cooperación de la diáspora de Albania, la que ha resultado ser
una importante fuente de talento, inversiones, oportunidades de mercado e ideas
comerciales.
Las innovaciones no
se han reducido meramente al nivel nacional. Erion Veliaj, el alcalde de
Tirana, ha triplicado los ingresos municipales desde que asumió en 2015, y los
ha empleado de maneras que han convertido a la ciudad en una de las más
agradables de la región. La capital de Albania ha recibido premios europeos por
desarrollar espacios urbanos de alta calidady
por resolver problemas ambientales y de movilidad de formas innovadoras.
Las lecciones para
otros países son claras. El éxito, a la hora de enfrentar obstáculos, se
produce cuando los gobiernos están conscientes de sus dificultades y de sus
debilidades, son capaces de articular objetivos y hacerlos propios, y buscan
incansablemente los modos de lograr sus aspiraciones. En este proceso, los países
no están solos. El sistema de asistencia financiera internacional liderado por
el IMF y las instituciones de financiamiento para el desarrollo, puede ser de
gran ayuda. Sin embargo, son los países los que tienen que descubrir cuándo
acudir a dichas instituciones y cuál es la mejor manera de utilizarlas. Ellas
pueden mejorar la capacidad de un gobierno, pero no pueden reemplazar su
liderazgo y compromiso.
La lección para la
Unión Europea también es clara: al considerar países candidatos como Albania y
el resto de los Balcanes Occidentales, es importante examinar no solo lo que
ellos son o han sido, sino también el afán con el que actúan a fin de
convertirse en lo que aspiran a ser.
Durante gran parte
de su historia, Albania pareció ser un país sin esperanzas. Sin embargo, la
desesperanza no es independiente de la acción. Hoy día, el vuelco de Albania
constituye una fuente de esperanza para los demás.
Traducción de Ana
María Velasco
Writing for PS since 2001
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Ricardo Hausmann, a former minister of planning of Venezuela and former
Chief Economist of the Inter-American Development Bank, is Director of the
Center for International Development at Harvard University and a professor of
economics at the Harvard Kennedy School.
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