NI SUEÑO NI VATICINIO: lo
realmente sucedido después del 17 de agosto en Venezuela
EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
El presidente NM ha regresado de su
viaje a China, en el cual buscaba apoyos, financiamientos y nuevas rutas a
compartir. En el regreso y de paso por Turquía, pudo comer carnes especiales.
Sobre China se han difundido y apreciado numerosas informaciones en sus
desempeños y juegos políticos, sobre Turquía quedan en lo acumulado sus
intentos por ser incorporada a La Unión Europea, su carácter de nación desgarrada -según indicó hace ya algo S. Huntington- y los recientes episodios políticos. En su encuentro
con la prensa internacional ya en Venezuela, volvimos a apreciarle sus ideas de
los sueños y vaticinios ya materializándose sobre la Venezuela potencia, los
logros alcanzados y el bienestar que deriva de la protección al salario de los
venezolanos, según sus valoraciones.
Si bien a los planes y programas económicos,
incluso los serios y rigurosos, no es fácil observarles los éxitos en asuntos
de días, como se sabe desde los aportes de Kuznets
y otros autores, no menos cierto es que cuando las cosas se encaminan bien,
pueden haber señales de reestructuraciones, impulsos y nuevos aportes o
perfiles que deriven de lo observable en los consumidores y los variados
agentes económicos. Las naciones, además, construyen y demuestran un contexto.
El Chile, por ejemplo de los
gobiernos recientes –de variada inclinación- demuestra continuación y esfuerzos
por el crecimiento económico y el aumento del bienestar de sus ciudadanos, pero
también por el ordenamiento de formas, normas, leyes y procedimientos que se
vinculan y aportan al impulso y desarrollo de la nación sureña. Algunos de esos
detalles o grandes esfuerzos, los tuvo ya Venezuela cuando varias naciones
estaban más atrasadas que ella, en los años cincuenta, sesenta, setenta y
ochenta del siglo pasado. Lamentablemente, y por razones que superan el interés
de esta nota, perdimos ese surco.
El caso que nos ocupa, es si las medidas del 17 de agosto de los corrientes
dan entusiasmo, fundamento o muestras atinentes a los intereses oficiales. El
contexto de las apreciaciones oficialistas parte, indudablemente, de la
creencia en grandes apoyos que tendría la nación venezolana en la perspectiva
de gestiones de naciones como Rusia, China o Irán[1].
Un universo bastante complejo de intereses y subterfugios bordea los apoyos de estas
naciones a Venezuela y ya –recientemente- no se demuestran fáciles desembolsos
financieros. Y dado que no vendrá de estas naciones, en lo inmediato ni en lo
mediato el conjunto de recursos para financiar el desarrollo o los proyectos
que tuviese la administración bolivariana, puede afirmarse que seguimos en la
misma situación de escasez de divisas, disminución de la producción petrolera
–impedimento ahora para aprovechar cualquier pequeño aumento en los precios del
petróleo, aun significando ello la continuación del rentismo-, escasez en la
producción y distribución de bienes –a pesar de cajas CLAP y otros mecanismos-
y la correa de estrangulamiento que
significa la hiperinflación en cuanto a destrucción de patrimonios familiares y
empresariales.
En tales sentidos aumento de salario
mínimo, mercado cambiario y su retro alimentador biunívoco que es la
hiperinflación, pueden considerarse la trilogía destructora de sueños y
vaticinios, con los cuales endulza el Presidente NM las perspectivas futuras de
la economía venezolana, pues el año 2018 se ha estructurado ya como el quinto
de recesión continuada de la economía y de la inflación que han conocido y conocerán
los venezolanos pues ya algunos registros locales la ubican en 200% mensual para un mes reciente y ni que decir de la
proyección del FMI para todo el año
en conjunto. No es el imperialismo, no es una guerra económica que lideran los
EUA, las derechas latinoamericanas o algunos malintencionados empresarios
locales: son los resultados de gestores de política económica que no quieren
y/o no pueden por sus compromisos políticos, económicos y financieros cambiar
los rumbos de esta última, que creen que lo están haciendo muy bien o que como
existe ya en las ideas o expresiones transmitidas en las vocerías –y no en los
falsos positivos[2];
expresión muy de gusto en la administración bolivariana- ven éxitos y cosas
buenas muy contrarias a lo que realmente existe.
En tales sentidos y razones hay que evaluar preguntándose: ¿que ha logrado el aumento del salario mínimo? El
salario mínimo, que no es más que una referencia de lo que mínimamente ganan
las personas en labores no tecnificadas y sin mayores grados de destrezas o
estudios, se ha convertido ahora –o hasta ahora-, en una especie de salario madre[3]
o referencia para todo, que ha causado verdaderos males -incluso en los actores
de la administración pública- donde se han –también- eliminado diferencias y bonos. Actividades docentes, médicas
y de otros tipos cuando se enfocan con el perfil del salario mínimo actual,
están a le espera de futuras crisis que se vienen acumulando desde el 17 de
agosto señalado. No es solo el costo aumentado para la estructura salarial y
productiva, sino el efecto pernicioso y profundo en cuanto a la estructura de
los salarios relativos en una economía rentista y populista, que no venía
precisamente ni de los ochenta ni los noventa del siglo pasado, o de incluso de
los dos primeros lustros de esta administración[4],
de una situación de miseria y pobreza rampante, sino de una donde los salarios -en
su debida diferenciación- representaban un relativo elemento de estímulo.
Tal salario mínimo, en esa
estructura y con el nivel de 1800
Soberanos está recibiendo y seguirá recibiendo los embates de la inflación, que
se vuelve fundamental dentro de los propios desequilibrios económicos y más aún
cuando no se le combate debidamente con los elementos que la economía tiene
como disciplina -que si no perfectos, se han ordenado desde perspectivas
teóricas y de acumulación de distintas experiencias-. Los sueños no tienen límites
y las fantasías tampoco. La administración bolivariana persiste en creer que el
salario y el bienestar venezolano están protegidos por que un elemento no
convincente en los mercados, como el Petro,
lo sustenta.
El segundo elemento de la trilogía está
altamente vinculado a este último, pues la administración creyó que con el Petro y la idea de flexibilizar (no
flexibilizando) el mercado cambiario habría un lluvia de divisas y que el DICOM
II, en una segunda/tercera fase pasaría a ser la derrota del mercado paralelo.
En realidad, este último continúa siendo la alternativa para familias y
empresarios que son afectados en el ampliado contexto de escasez de divisas. De
las más de 30 subastas DICOM II realizadas durante 2018 puede acotarse que: 1)
la administración bolivariana ni quiere ni puede ofrecer divisas, a diferencia
de la administración argentina; 2) los montos en divisas bordean para el total de subastas alrededor de unos 30 millones de $;
3) en algunos casos los montos no han alcanzado el millos de $; 4) no es claro
que esas experiencias estén exentas de privilegios.
Visto así y en ausencia de políticas
adecuadas, llegamos directo a la correa
de estrangulamiento que representa la hiperinflación.
Las políticas de controles de precios o cambios, ficticias o reales y que son
generadoras automáticas de mercados negros; la política de financiamientos con
populismos, generadoras de dinero inorgánico; la situación derivada de un cono
monetario que nació asfixiado y con reales y potenciales mecanismos de desvalorización;
la nueva estructura de salarios señalada y un mercado negro de divisas que la administración
bolivariana no le ha quedado más alternativa que seguirle sus pasos; son estos
todos, y otros más, los elementos alimentadores y retro alimentadores de la
hiperinflación. A pesar de estas realidades reales o de la vida que se vive
viviéndola –valgan las expresiones de gustos de algunos-, la administración
bolivariana observa felicidad en el contexto nacional, a pesar de la destrucción
de los patrimonios o de las listas largas de quiebras de empresas, problemas de
electricidad o inundaciones.
Puede uno preocuparse por el mundo,
la estructura del poder político mundial, los imperios de uno u otro tipo o la
manera de mantenerse o perpetuarse los gobiernos, pero existen realidades
técnicas que van más allá y que les preocupan a varios y que solo se pueden
mirar y atender si se está en el camino del desarrollo y de las procuras del
mismo. Preocuparse por ejemplo por la estructura del comercio mundial, sus
instituciones[5] o de las formas de participar en él, o lo que
puedan representar para el mismo las amenazas de países o gobernantes impertinentes
o no prudentes, puede ser altamente válido, pero ante todo lo es, si la nación
produce bienes o servicios, tiene metas y proyectos de tecnologías, reestructuraciones
o encaminamientos en la búsqueda de aquel, si no felicidad, país potencia o éxito
son solo palabrería.
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
[1]
Nombramos a estos países, pues otros partícipes y cooperantes desde latitudes
más cercanas como Cuba, Nicaragua o Bolivia son lo que en economía puede
entenderse como compensación o mayormente
beneficiados.
[2] Un
falso positivo es cuando se piensa que algo es verdad cuando no lo es, y un
falso negativo es cuando uno piensa que no hay algo que efectivamente está
presente. En tal sentido la administración bolivariana tiene varios falsos negativos (puede verse www.bbc.com/mundo/noticias/2015/12/151120_diccionario_medico_falso_positivo_negativo_finde_dv
5 de diciembre 2015).
[3]
Este concepto lo extrapolamos de las masas
madre que se usa n en la actividad de hacer panes.
[4]
En ninguno de estos casos, o estas temporalidades señaladas, esto significa la
añoranza de un paraíso perdido.
[5]
ANNE O.
KRUEGER. El sistema de comercio internacional corre riesgo de
desintegración Sep. 17, 2018 www.project-syndicate.org.
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