Dónde estamos.
Algunas Reflexiones
Humberto García Larralde, economista, profesor de la
UCV, humgarl@gmail.com
La salvaje
represión del pasado 23 de febrero puso al desnudo las atrocidades del
fascismo. Repudiado por la casi totalidad de los venezolanos y censurado por la
comunidad democrática internacional por sus prácticas dictatoriales y
delincuenciales, el usurpador Maduro se atrinchera con militares corruptos y
malandros, cómplices en la depredación y ruina del país. Ya no intenta guardar
las formas de un gobierno civilizado para legitimarse ante el mundo. Recurre
ahora a colectivos fascistas –malandros empoderados por Freddy Bernal--, presos
controlados por los pranes de Iris Varela y elenos mercenarios para asesinar a
compatriotas desarmados y quemar suministros humanitarios de medicamentos y
raciones alimenticias. Eleva la barbarie a niveles aún más perversos.
El fascismo
quiere presentar este saboteo canallesco a la misión humanitaria como un
triunfo épico contra el asedio de fuerzas imperiales empeñadas en acabar con su
“revolución”. Y haciendo gala de una estupidez supina, denuncian que tales
“fuerzas del mal” quieren ponerle la mano a nuestro crudo, cuando todo el mundo
sabe que los EE.UU. están en vías de ser autosuficientes en materia petrolera y
que el régimen fascista les ha estado vendiendo crudo con plácemes, pues son
los únicos que le pagan chin-chin. Ahora ese “imperio codicioso de nuestras
riquezas” muestra tan poco interés que le ha comunicado a Maduro que ya no le
pagarán el crudo que tan desesperadamente quiere que le compren.
Lo que revela la
salvajada del 23 no es ningún triunfo del régimen sino su descomposición terminal.
Como quien va pelando sucesivamente las capas de una cebolla en mal estado, lo
que ha quedado al descubierto a través de los años es un corazón pútrido,
mafioso, rodeado por sus sicarios más leales y obsecuentes. Ya no confía que la
Fuerza Armada seguirá reprimiendo en su defensa, como lo atestigua el coladero
en que se convirtió la frontera colombiana. De ahí que, cual Pablo Escobar
redivivo, Maduro se atrinchera con lo peor que tiene, los más desalmados, en
señal más que clara que el poder que le queda es batirse a plomo para defender
sus pillerías.
Lo trágico del
fascismo es que construye una falsa realidad para “legitimar” su afán
destructivo. Así ocurrió en Venezuela, con su población deseosa de creer en el
futuro providencial ofrecido por Chávez. 20 años después, con ese futuro hecho
una ruina total, caerse a embuste se ha convertido en necesidad vital para los
propios capos, su última línea de defensa. Les libra de toda atadura moral,
humanitaria, legal y ética que les impida asesinar y para compadecerse de sus
víctimas. Maduro se hace filmar bailando, mientras sus bandas matan
compatriotas, para obviar esa realidad, aislándose en su burbuja de fantasía.
Interrumpe abruptamente la entrevista del periodista de Univisión y ordena su
retención porque éste la perforó con un video de niños comiendo de un camión de
basura. Y el payaso de Arreaza, sin vergüenza ni respeto alguno por sí mismo,
aparece en la ONU alegando que la ayuda humanitaria no era tal, sino alambre
púas y tornillos para crear barricadas (¡!) Es la famosa “banalidad del mal”,
amparado en la construcción de un mundo ficticio perverso capaz de absolver los
peores pecados.
El núcleo
criminal del fascismo --Maduro, Padrino, Diosdado y los hermanitos Rodríguez--
no va a negociar su salida por las buenas. Se refugian descaradamente en sus
mentiras, con los elementos más criminales de la sociedad, para defender su
botín. No se dan cuenta que terminaron por “pelar las capas de cebolla”,
desnudando toda su malignidad, y que ello los ha hecho mucho más vulnerables.
El apoyo
internacional es ahora más decisivo que nunca. Nos enfrentamos a una contienda
asimétrica, en la cual un pueblo democrático enfrenta con la constitución y con
las banderas de la libertad y la justicia, a una banda mafiosa, dispuesta a
todo para permanecer en el poder. De ahí la importancia de las sanciones que
restringen su capacidad para seguir financiando a sus matones, y la
presentación de una amenaza real y creíble que evite que crucen la raya,
incluyendo una posible intervención militar. Lograr un acuerdo de la comunidad
internacional en torno a esto último, hasta ahora renuente, es de primordial
importancia, paradójicamente porque será la vía más segura para evitar que
escale la violencia. En este orden, debe enviarse una señal clara a Cuba de que
desista de meter sus manos criminales en Venezuela para defender a Maduro.
En su estado
actual, la Fuerza Armada no aguanta siquiera un amago de intervención de una
potencia como EE.UU. Se encuentra fragmentada, sin aprestos adecuados, sus
líneas de mando intervenidas políticamente y con una logística debilitada. El
fascismo está consciente de ello. Ante el estado de desmoralización en su seno,
¿estará dispuesta a dar su vida por mandos notoriamente corruptos? Desde luego,
la proyección de una “invasión imperialista” como amenaza podría avivar cierta
resistencia, pero eso es precisamente lo que debe evitarse. De ahí que la
amenaza debe ser velada, parte de una ofensiva política que la dejaría entrever
sólo como medida de última instancia si no se avanza perentoriamente a una
salida negociada que asegure a los venezolanos posibilidades de superar la
presente situación. Para ello existe el Plan País y los lineamientos políticos
anunciados por el presidente (E) Juan Guaidó: Cese de la usurpación, gobierno
de transición y elecciones confiables.
Elemento central
de la necesaria presión política y diplomática es la insistencia en llevar la
ayuda humanitaria a los sectores más vulnerables. Debe esforzarse porque, en
este empeño, los gobiernos amigos se comprometan para que ello pueda cumplirse.
Continuar invitando a los integrantes de la fuerza armada para que abandonen al
usurpador y defiendan la constitución sigue siendo, asimismo, crucial. Luego,
es imprescindible rodear al presidente (E) Juan Guaidó con importantes
movilizaciones para continuar mostrando que el apoyo multitudinario y combativo
de los venezolanos a la democracia no va a cesar hasta cumplir con los
lineamientos propuestos.
En los próximos
días su regreso al país será una importante prueba, ante de la amenaza del
dictador por apresarlo. De no existir una clara señal de los países amigos, en
primer lugar, de EE.UU., Colombia y Brasil, de que ello no será tolerable,
Maduro, en su desesperación, pudiera estar tentado a ello o, incluso algo peor,
para “resolver” su situación. Es la clásica huida hacia delante de la que tanto
han abusado dictadores y mafiosos.
Tengo mucho
tiempo insistiendo en la naturaleza fascista del régimen y que, por tanto
--invirtiendo a Clausewitz-- concibe a la política como una guerra por otros
medios. Lamento haber tenido la razón porque, en el trance de perderlo todo, su
imaginario los empuja a inmolarse en una conflagración final. Minimizar esta
eventualidad no depende de que los convenzamos o apelamos a los intereses
superiores de la nación. Han dado muestra fehaciente de que no les importa. El
apaciguamiento a lo Chamberlain ante Hitler con un llamado etéreo a dialogar
para encontrar una salida pacífica, sólo les regalará más tiempo para seguir
destruyendo, con el trágico saldo de muertes por desnutrición, falta de
medicamentos y violencia. Se envalentonarán más para cometer disparates como
apresar a Guaidó y a los integrantes de la AN, o desaparecerlos, precipitando
al país a niveles de violencia que deben evitarse. De ahí también lo importante
de reforzar puertas de salida como la amnistía para aquellos que no estén
incursos en crímenes de lesa humanidad. Esperemos que, a diferencia de Pablo
Escobar, prefieran querer disfrutar de sus fortunas mal-habidas en Turquía o
Bielorrusia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario