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La dialéctica de la política global de comercio
Feb 20, 2019Mohamed
A. El-Erian
MÚNICH – Se está dando un cambio, sutil pero importante, en las ideas de la
dirigencia política respecto del comercio internacional, incluido el modo de
resolver problemas de vieja data. El cambio deriva de una distinción clave
entre el “qué” del comercio internacional (donde entre los países hay un
consenso relativamente amplio) y el “cómo” (donde existen discrepancias que han
tendido a debilitar relaciones importantes, como la transatlántica y la que hay
entre China y los países avanzados del mundo). Esto deja cierto margen para el
optimismo, mayor al que parecería indicar la sucesión de noticias sobre dañinas
guerras comerciales, restricciones asfixiantes a las inversiones, conflictos
tecnológicos y multiplicación de tensiones entre las grandes potencias.
El acuerdo relativamente amplio en el área del comercio internacional gira
en torno de cuatro hipótesis principales, respaldadas por un corpus de
investigaciones y datos empíricos:
En primer lugar, que un comercio libre y justo beneficia a la mayoría de
las personas en la mayoría de los países, pero no es suficiente para una prosperidad
inclusiva. Algunos segmentos de la población pueden quedar desplazados,
marginados y alienados. De modo que el comercio internacional no es sólo una
cuestión económica, sino que incluye importantes dimensiones institucionales,
políticas y sociales.
En segundo lugar, que el comercio internacional se basa en un conjunto
mutuamente ventajoso de interacciones voluntarias y que el mejor modo de
conducirlas es, para usar un término de la teoría de juegos, en la forma de un
“juego cooperativo”.
En tercer lugar, que hoy tanto el ideal cuanto la realidad del comercio
libre y justo están empañados por una multitud de motivos legítimos de queja
que se relacionan sobre todo con lo que los economistas llaman “barreras no
arancelarias” y que incluyen el robo de propiedad intelectual, el uso
armamentístico de herramientas económicas y de desarrollo, la transferencia
tecnológica forzada, la insuficiente eficacia y credibilidad de las
instituciones multilaterales, y un orden económico y financiero global no del
todo estable.
Finalmente, que la solución de estos problemas se está demorando demasiado.
Aquí es donde aparecen las principales áreas de desacuerdo. ¿Cómo resolver
el creciente conjunto de problemas que atentan contra un comercio libre y
justo?
Por muchos años, la respuesta convencional fue que lo mejor es seguir una
estrategia centrada en la resolución cooperativa; esto implica negociar
preferentemente en un contexto libre de castigos o amenazas de castigos –por
ejemplo imposición de aranceles– sobre la base del marco normativo establecido
por las instituciones multilaterales existentes.
La otra estrategia es la que adoptó el gobierno del presidente
estadounidense Donald Trump. Por considerar que los intentos pasados de
revertir la multiplicación de barreras no arancelarias no han funcionado ni lo
harán, esta estrategia admite el uso de castigos arancelarios como modo de
inducir cambios de conducta y de amenazas de escalada a aquellos socios
comerciales que tomen cualquier tipo de represalia.
Aunque al principio se la consideró un cambio de política lamentable, hoy
muchos se preguntan si la nueva estrategia estadounidense –suponiendo que no se
la use en forma reiterada– no terminará siendo una disrupción beneficiosa que
ayude a reformular las relaciones comerciales internacionales y asentarlas
sobre una base más firme. Esta opinión cuenta con el respaldo de la evidencia
empírica (el paso de las represalias a la búsqueda de soluciones por parte de
países como Canadá, Corea del Sur y México) y la perspectiva de que, en vista
de lo limitado de sus opciones, China no tendrá más alternativa
que hacer lo mismo y reconsiderar algunas de sus barreras no arancelarias.
La comunidad internacional debe aprovechar la oportunidad que se le
presenta para encarar en forma más integral la implementación de medidas que
contrarresten la desaceleración del crecimiento, reduzcan el riesgo de
inestabilidad financiera y aseguren una prosperidad más inclusiva. Esas medidas
son menos un problema técnico (la mayoría de los economistas coinciden en lo
que hay que hacer) que político (hay necesidad de liderazgo decidido y
sostenibilidad).
Para empezar, hay que revitalizar las políticas procrecimiento nacionales,
como prioridad urgente de por sí y para quitarle presión al comercio
internacional. Esto es particularmente importante para China y los países
europeos, entre ellos seis
de las economías más grandes de la UE. El énfasis debe estar puesto en una
mejora de la productividad, cambios estructurales para responder mejor a las
realidades de la economía global de hoy y del mañana, redes de seguridad más
efectivas para los segmentos más vulnerables y desplazados de la sociedad, y la
solución de fallos gubernamentales y del mercado que obstaculizan el
crecimiento y la inversión.
Además, es necesario modernizar los esquemas comerciales actuales, no sólo
para resolver los problemas existentes, sino también como parte de un esfuerzo
más amplio para darles más agilidad de cara al cambio tecnológico acelerado.
Hay que prestar especial atención a lo referido a macrodatos, transferencia
tecnológica, infraestructura digital, inteligencia artificial, redes y
movilidad.
Es igualmente crucial seguir reformando las instituciones multilaterales
para mejorar su eficacia y credibilidad.
Finalmente, la comunidad internacional debe estar alerta ante esquemas
regionales como la Iniciativa de la Franja y la Ruta china, que aunque se
plantean como formas de promover el desarrollo pueden terminar debilitando a
los países asociados. Esto demanda medidas para mejorar la transparencia en los
términos y condiciones de los proyectos y de las deudas contraídas conforme a
esas iniciativas, alentar un mayor uso de mano de obra local y garantizar que
los países receptores no queden cargados de obligaciones excesivas. También hay
que oponerse a intercambios excesivamente unilaterales de deuda por activos
físicos, que pueden ser causa genuina de inquietudes en materia de seguridad
nacional.
Dicen que con los riesgos vienen las oportunidades. Podría ser que lo que
al principio se vio como un desafortunado giro de Estados Unidos hacia el
proteccionismo haya creado en la práctica una ocasión de mejorar el
funcionamiento de la economía global y del comercio internacional. Pero los
próximos meses serán cruciales.
Traducción: Esteban Flamini
Writing for PS since 2010
109 Commentaries
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Mohamed A. El-Erian, Chief Economic Adviser at
Allianz, the corporate parent of PIMCO where he served as CEO and co-Chief
Investment Officer, was Chairman of US President Barack Obama’s Global Development
Council. He previously served as CEO of the Harvard Management Company and
Deputy Director at the International Monetary Fund. He was named one of Foreign
Policy’s Top 100 Global Thinkers in 2009, 2010, 2011, and 2012. He is the
author, most recently, of The Only Game
in Town: Central Banks,
Instability, and Avoiding the Next Collapse.
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