Los
aborígenes en nuestro territorio, de Colón a Maduro.
Pedro
Raúl Solórzano Peraza.
Febrero
de 2019.
A principios del año 1492, el navegante genovés
Cristoforo Colombo, o Cristóbal Colón en español, andaba en la búsqueda de
apoyo para emprender un viaje, con el fin de navegar por el Océano Atlántico
hacia el oeste hasta alcanzar parte del continente asiático. Finalmente
consiguió el apoyo y financiamiento de parte de los Reyes Católicos de España,
Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Enseguida Colón se dedicó a la
búsqueda de embarcaciones y tripulantes, pudo reunir tres naves y noventa
marinos lanzándose al mar, partiendo del Puerto de Palos el 3 de agosto de
1492, llegando a la Isla de Guanahaní (actualmente perteneciente a Bahamas) el
12 de octubre, setenta días después de haber zarpado.
Rápidamente, Colón y su tripulación establecieron
relaciones amistosas con los pobladores de la isla, los aborígenes,
posiblemente los habitantes primitivos de aquel lugar, a los que erróneamente
llamaron “indios” porque Colón creía que había llegado a la India. Estaban en
el “Nuevo Mundo”, como se conoció esta parte del planeta hasta que se
percataron que este lugar no estaba conectado por tierra con Europa y tampoco
con la India, por lo que a partir de 1507 a este nuevo continente se le llamó
América, en honor a Amerigo Vespucci, o Américo Vespucio en español, quien fue
protagonista del descubrimiento del Nuevo Mundo y de su identificación como un
nuevo continente.
Posterior al Descubrimiento de América, gracias a la
valiente y extraordinaria aventura Colombina de cruzar el mar océano viajando
desde España hacia el oeste, vinieron la conquista y la colonización del nuevo
continente en las cuales intervinieron, además de España, potencias europeas
como Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda, entre otras.
Esas etapas: descubrimiento, conquista y colonización
de América, iban a ocurrir, tenían que ocurrir. Cualquier navegante de la
época, en la búsqueda de nuevas rutas marítimas podía llegar por primera vez a
estas tierras desconocidas, pero a Cristóbal Colón le correspondió la gloria de
haberlo conseguido, por lo que históricamente es considerado el “Descubridor de
América”, y en la mayor parte del nuevo continente, se celebra el 12 de octubre
como el “Día del Descubrimiento de América”.
Después del descubrimiento vino la barbarie de la
conquista. Esta etapa enfrentó la resistencia de numerosas tribus de
aborígenes, dirigidas por valientes caciques, que le dificultaron el trabajo a
los invasores. Con sus lanzas y flechas, durante muchos años, resistieron ante
expertos guerreros, quienes estaban protegidos por fuertes vestiduras, montando
amaestradas cabalgaduras, utilizando arcabuces y armas blancas metálicas bien
diseñadas para la guerra.
En estas confrontaciones destacaron caciques como
Guaicaipuro, Chacao, Tamanaco, Arichuna, Maracay, Baruta, Guaicamacuto,
Manaure, Mara, Paramacay, Paramaconi, Tamanaco, Tiuna, Nigale y muchos otros.
En Venezuela se le ha rendido tributo permanente a estos héroes de aquellos
episodios. Muchos puntos de importancia de nuestro territorio han sido
bautizados con sus nombres, como un recuerdo imperecedero de sus glorias. Por
cierto, Nigale, cacique de los Zaparas y guardián de la entrada al Lago de
Maracaibo, iba a ser honrado colocando su nombre al segundo puente sobre el
lago ofrecido por el régimen chavista, y como todos sus actos, no pasó de las
intenciones y posiblemente del mal gasto de cuantiosas cantidades de dinero.
Cristóbal Colón no tuvo nada que ver con la barbarie
de la conquista, sin embargo, desde que llegó al poder en Venezuela el
socialismo del siglo XXI, con su característica actitud populista, se inició
una campaña contra Colón, la cual terminó en la destrucción de los monumentos
erigidos en honor a tan especial personaje de la Historia Universal, y en el
bautizo como “Día de la Resistencia Indígena” al 12 de octubre de cada año.
Ese amor por los aborígenes, fue utilizado por el
actual régimen chavista-madurista como pantalla de su hipócrita acercamiento
con estos ancestros de nuestro mestizaje, actitud que también ha mostrado con
la población más pobre de nuestra sociedad, aparentando ayudarlos a progresar,
y al final, condicionándolos a una total dependencia o moderna esclavitud.
En la medida que esos aborígenes y pobres se cansan de
su permanente y precaria situación, y comienzan a protestar y a reclamar
derechos ciudadanos, en esa misma medida comienzan a ser agredidos por las
fuerzas represoras del régimen. Al dejar de obedecer y abandonar el
comportamiento sumiso ante la voluntad del régimen, los acosan, los hostigan,
los asesinan. Ejemplo de esto ha ocurrido en las recientes protestas en el
país, promovidas y lideradas desde las barriadas populares de nuestras
ciudades, cuando los chismosos, correveidiles, adulantes del régimen, delataron
a jóvenes que participaron en estas protestas y fueron buscados por los
opresores para apresarlos, torturarlos y hasta asesinarlos.
Sin embargo, quizás lo más triste es lo que está
ocurriendo con los aborígenes en los momentos actuales. La ayuda humanitaria
que necesita Venezuela con urgencia, ha llegado a las fronteras del territorio.
El régimen se ha opuesto a su ingreso al país donde hace tanta falta para
salvar vidas. Infinidad de voluntarios se han ofrecido para colaborar en la
entrada de esa ayuda humanitaria y su distribución hacia los sitios, donde
alimentos y medicinas, son requeridos con mayor urgencia. Uno de esos grupos de
voluntarios han sido los Pemones, quienes habitan en la Gran Sabana, pero han
sido reprimidos con saña, asesinados a mansalva. Nuevamente nuestros aborígenes
enfrentan sus lanzas y flechas al moderno armamento de este vergonzoso ejército
venezolano, que acepta la barbarie ordenada por el régimen a través de cubanos,
quienes han invadido con autorización de Chávez y ahora de Maduro, nuestro
ejército y otras instituciones del país.
¿Qué le puede importar a un cubano de éstos o a otros
invasores autorizados, que sea asesinado un venezolano? Le ha tocado el turno al
Pueblo Pemón, quienes dignamente han enfrentado a sus agresores, a costa de sus
vidas y de su tranquilidad en estas tierras que han habitado por siglos. La
barbarie de los conquistadores contra los aborígenes, tan criticada por Chávez,
Maduro y todo su círculo de “jala bolas”, parece que se queda pequeña ante la
actual masacre contra los pemones, en pleno siglo XXI, sobre todo cuando estos
venezolanos han querido contribuir con una causa tan noble, como la entrada de
la ayuda humanitaria a nuestro territorio.
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Febrero de 2019.
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