lunes, 25 de febrero de 2019

ENTUSIASMO, IMPULSO Y MISIÓN PARA LA ECONOMÍA Y LA NACIÓN VENEZOLANA.


ENTUSIASMO, IMPULSO Y MISIÓN PARA LA ECONOMÍA Y LA NACIÓN VENEZOLANA.

EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
No es cierto que la economía y el país se encuentren ahora enrumbados en base a la independencia y la diversificación económica. Como tampoco que estemos en capacidad de convertirnos en abastecedores de las necesidades en el área del transporte, la producción de medicinas y productos farmacéuticos en general y mucho menos para pasar a la conquista del espacio. Impresiona como mientras peor se sitúan las variables económicas, NM en sus discursos y defensas de su administración, más virtudes  y avances le destaca a la economía y la nación, viéndola cada día mejor o a lo sumo diciendo que se tienen algunos problemas…; ah!... pero que ellos derivan es de las sanciones y la guerra económica.

Las sociedades avanzan, evolucionan o se problematizan en la medida en que las ilusiones y deseos –según sean convenientes o distorsionadas, de avanzada o de retroceso- se convierten en proyectos de desarrollo, se unen voluntades para la materialización de los mismos y esta última permite encontrar -en los casos de éxito- la llamada por los neo institucionalistas dependencia de ruta. A excepción de algunas décadas del siglo XX, como las del sesenta y setenta, no se encuentran en la historia nacional de la última centuria, períodos donde se anduviese cerca de tal encaminamiento hacia el desarrollo. Rómulo Betancourt fue un visionario en ese sentido, y ello le permitió convertirse en uno de los pocos líderes del desarrollo[1] que hemos tenido.

La revisión de la historia nacional de los últimos cien años, nos permite observar ilusiones y entusiasmos –aunque normativamente no siempre de los más adecuados- en determinados procesos económicos y políticos. Desde el punto de vista económico y político, debe señalarse la importancia que tuvieron el café y el cacao hasta 1925, junto al sentido de paz relativa alcanzada por los gobiernos de Cipriano Castro y sobre todo de Juan Vicente Gómez y, más o menos desde esa fecha, por alrededor de 90 años, el desplazamiento de aquellos bienes agrícolas por el petróleo como factor económico, que no se ha sembrado[2], usando inversamente la recomendación de Arturo Uslar Pietri.

Desde los puntos de vista políticos, económicos, sociales y militares, según los casos, existen otras ideas y procesos de entusiasmo de la población venezolana que deben destacarse.

En primer lugar, el militarismo que estuvo presente durante todo el siglo XX hasta 1958 a excepción del llamado trienio 1945/1948 y del inmediato y corto período de Rómulo Gallegos (menos de un año durante 1948). Los militares y sobre todo los venidos de los andes pasaron a considerarse y difundir la idea de un orden inspirado y sostenido por ellos a pesar de mayores o menores modernismos o amplitudes según los casos. En el inconsciente colectivo de los venezolanos o en expresiones de la conciencia inmediata surgen recuerdos de la tranquilidad, paz y orden relativos en algunos de esos períodos[3]. En general el resaltar el militarismo busca destacar la rectitud, el orden y la disciplina, como que los militares fuesen los únicos que en la sociedad tienen esos valores y formas de comportamiento; realmente también los hay en organizaciones religiosas, universidades, instituciones deportivas y empresas, entre otros ámbitos.

En segundo lugar la industrialización, el impulso de la modernización y la democracia desde finales de los cincuenta hasta mediados de los setenta. Trabajo, orden, limpieza, posibilidades de expandir la economía y los proyectos de inversión, estuvieron presentes en este periodo. Autopistas, industrias, escuelas y hasta las ideas e iniciativas de crear un Metro para Caracas, surgieron de esos años a pesar del rentismo. Pero también se ordenaron y/o regularizaron campañas de prevención de enfermedades vía -por ejemplo- cruzadas masivas de vacunación así como la regularización de la protección social vía Seguro Social Obligatorio.  Economías hoy día en progreso como Chile y Colombia, ente otras, tenían varias ausencias y deficiencias y miraban a Venezuela en variados aspectos como un ejemplo de buen avance. Pero esta parte positiva se convirtió o desarrolló dialécticamente su contrario.

Pues la sociedad venezolana no tenía albergado el consenso, y el resentimiento (acumulado en alrededor de 150 años) y el radicalismo político de quienes no veían esos resultados como desarrollo –parte de los grupos políticos e individuos relacionados con esta posición, se encuentran hoy en el ejercicio del poder político- hicieron su parte para horadar un proyecto en curso (dejándole a la nación y a algunas de sus instituciones cicatrices imborrables y populistas y demagógicas formas de funcionamiento) que encontró su alteración definitiva en las bases más profundas de la renta petrolera, al convertirse la gestión administrativa de la nación en un distribucionismo exacerbado a partir de mediados de los setenta con la primera administración de Carlos Andrés Pérez (1974/1979). Como señaló D.F. Maza Zavala, el trabajo -en el contexto de la Gran Venezuela de la Primera administración de CAP- fue sustituido por el dinero fácil que, además, pasó a formar parte del impulso de la corrupción; y en un contexto donde comenzó a manifestarse la inflación, los déficit en cuenta corriente y, entre otras cosas, el endeudamiento externo. La gran paradoja: un petroestado alborotado con el incremento de su commodity, que termina endeudado  y con buscadores de renta enriquecidos vía corrupción.

En tercer Lugar, la corrupción, el desasosiego, el autoritarismo en condiciones de democracia, los partidos convertidos en el eje repartidor de la “democracia” y la corrupción con la democracia de partidos, forman parte de un período de más o menos 20 25 años que va desde mediados de los setenta hasta 1999, pues hay que decir que los pueblos y naciones también desvían sus caminos, enrumbándose inadecuadamente según  coyunturas, riqueza fácil e inadecuados liderazgos. Se trataba ahora en este tercer y desviado entusiasmo de un pueblo –en no pequeña proporción- confundido, con cultura de campamento (como alguna vez señaló un dramaturgo) y buscador de arreglos según herencias, períodos e historia; y políticos y administradores que parecieron ser más ineficientes mientras uno sustituía al otro (Luis Herrera Campins 1979/1984, Jaime Lusinchi 1984/1989, Carlos Andrés Pérez 1989/1993, R. J. Velázquez 1993/1994 y Rafael Caldera 1994/1999) y, una masa de aquel mismo pueblo -en su acepción amplia, abarcando también clases medias y altas- observando en cada oportunidad electoral, la ocasión misma para su proyecto personal o grupal, a pesar de las luces que todavía podían irradiar en momentos algunos de los presidentes, el congreso, algunos ministros y determinados políticos e intelectuales que podían fungir como la reserva moral del país. Se registró en la  secuencia referida, el episodio notable de un pueblo eligiendo por segunda vez, con distintas esperanzas y entusiasmos, a dos presidentes por segunda vez[4] (Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera), cuyos resultados en ambos casos terminaron con mayores dramas y problemas económicos y sociales que con los que comenzaron[5].

En el plano de la política económica, el mayor entusiasmo fue albergar, en algunas ocasiones, las ideas extremas del neoliberalismo y la crítica acérrima a la sustitución de importaciones o el acotamiento de frases cómodas y jocosas, según instituciones y ministerios, o impulsar ideas melosas del amor por el país o de la defensa de la figura presidencial, según el caso y momento. La cultura del extremo hizo de la suyas, en momentos de este periodo y en las ideas y entusiasmos dominantes.

En cuarto lugar, el periodo de las ideas del bolivarianismo inicialmente difundidas por  Hugo Chávez y hoy día en las figuras de sus continuadores y de Nicolás Maduro. Esto entusiasmó a una porción alta de la población venezolana, dadas las ofertas de crear una verdadera democracia, acabar con la corrupción y la llamada democracia de partidos. Honor, pulcritud, comedimiento, eficiencia en la administración pública, oportunidades de una repartición más equitativa del ingreso, fueron las ofertas iniciales en 1998 y 1999[6].

Muchos acogieron esas ideas como suyas y les profesaron esperanzas. Transcurridos más de veinte años los entusiasmados son muchos menos y no todos lo que se mantienen presentan la inocencia y honestidad que hubo en sus tiempos iniciales[7]. La problematización económica, social y política después de más de cuatro lustros enfrenta a los venezolanos -ya como mayoría- ante la frustración de esperanzas no materializadas por un proyecto que además de las ideas señaladas hizo renacer el militarismo, superponiendo lo militar a lo civil, en el contexto de las democracias insuficientes de América Latina y Venezuela en particular –tal cual se señaló-, así como a la necesidad de construir un nuevo entusiasmo, impulso y misión para la economía y el país, dada que la alteración y destrucción alcanzada abarca las dos dimensiones.

Capitalismo de estado, aumento de la corrupción, deterioro de los servicios, profundización de la dependencia petrolera y del rentismo, controles permanentes aumentados en áreas de la mayor relación con la riqueza nacional y no de grupos o partidos como el manejo de las divisas obtenidas del rentismo, destrucción de patrimonios empresariales y familiares, clima de zozobra e inestabilidad en trámites, procedimientos y seguridad personal y familiar, son parte de la nueva frustración presente en muchos venezolanos a pesar de la comodidades de algunos y las incondicionalidades de otros. Y ello es la base, por lo demás, de la indescriptible migración de venezolanos que cada día arrecia más y ante la cual NM ofrece -si lo dejasen, liberándole recursos de los retenidos internacionalmente- poderse traer 50.000 venezolanos, mientras las cifras ya conocidas internacionalmente presentan un mínimo de 3,5 millones de venezolanos que se han ido en años recientes del país, con proyección de que en poquitos próximos años pueda haberse ido –adicionalmente- igual cantidad.

Cuatro ilusiones, esperanzas, ideas y entusiasmos que en alrededor de cien años nos trasladan la Venezuela problematizada, deteriorada y conflictiva de 2019. Numerosos elementos positivos podrían destacarse en el tránsito de los dos primeros períodos de entusiasmos e ilusiones señalados, tenidos por Venezuela y sus habitantes y que abarcaron hasta mediados/finales de los setenta (Independencia política, avance institucional, urbanización, alfabetización, eliminación de enfermedades, crecimiento económico y grados de desarrollo, oportunidades de avance para personas y familias, aumento de la atención a los marginados y excluidos de políticas de mejoramiento social, son solo parte de ellos). El tercer periodo, de confusiones/desviaciones abarca desde mediados de los setenta hasta finales de los noventa, pero nunca el daño llegó  a niveles mayoritaria o extendidamente radicales. Contrariamente, el descalabro se presenta en la rimbombante administración bolivariana que se ha planteado quedarse por mil años (expresión que puede interpretarse políticamente, pero que han sido expresiones literales de sus dirigentes) proponiéndose refundar instituciones, crear un hombre nuevo, convertir a Venezuela en una potencia de todo tipo, llevar a los venezolanos al disfrute de cualquier máximo de felicidad o a cualquier meta pensable. Pero realmente, la revolución más larga[8] del siglo XX y XXI (o la última del siglo XX[9]) –en lo visto hasta ahora- se convirtió en un fracaso y en una decepción para las mayorías –que habían acompañado previamente a los partidos de la democracia de partidos, AD y COPEI- que alguna vez se esperanzaron en ella, con el agravante de haber transformado negativamente o destruido la economía y la nación.

En quinto lugar y correspondientemente con lo presentado, es importante en esta nota  resaltar la necesidad que hoy se tiene de albergar una quinta ilusión, entusiasmo y misión que pueda convertirse -en base al consenso- en un proyecto que por distintas vías pudiera volver a unir esfuerzos en pro de combatir la anomia, que todavía existe en sectores de la población, a pesar de las expresivas y cuantiosas movilizaciones tenidas durante los meses de enero y febrero de 2019, abarcando hasta los nefastos sucesos de impedimento para que ingresara la ayuda humanitaria el día 23 de febrero de los corrientes en los puntos conocidos.

El chavismo dominante está ahora controlado por NM y su camarilla y existe inclinación a pensar que factores nacionales e internacionales son los que ejecutan verdaderos controles y determinaciones sobre su figura. Grupos y figuras alternativas a este último y su camarilla, plantean ahora por distintas vías algo así como aprovechar o seguir desarrollando un chavismo sobreviviente que rescataría unos supuestos elementos puros, bien encaminados y exitosos, que habría alcanzado y ejecutado HC. Se trata de fantasía y demagogia, pues el verdadero legado de este último, es el más fiel determinante de la situación de debacle en que ha terminado la economía y la nación venezolana. Con un cambio de gobierno quedará, eso sí, el chavismo resentido, que persistirá en señalar lo bueno que era todo durante la administración ya conocida por más de 20 años.

La nueva misión y entusiasmo puede conformarse a partir de  los impulsos e iniciativas que se ha visto rodean e inspiran las acciones políticas que ha pasado a desarrollar el presidente de la Asamblea Nacional, con el cometido muy importante para el futuro del país basado en la trilogía: hacer que cese la usurpación, que se establezca u gobierno de transición y que se realicen elecciones libres. Esto resume  nada más y nada menos que la idea de que la mayoría de las que se han realizado desde un momento a acá no han sido libres. El que sean libres, bien organizadas y supervisadas será suficiente para que las voluntades multitudinarias se expresen en una perspectiva que le abrirá  caminos a Venezuela para enrumbarse hacia la recuperación de la institucionalidad y la superación de la aguda problemática económica y social.


26 de febrero 2019
@eortizramirez


[2] Se le atribuye  a Uslar Pietri  (periodista, político y escritor) la popularización de la expresión “Sembrar el petróleo” quién, el 14 de Julio de 1936, publicó en el diario caraqueño Ahora, un editorial titulado “Sembrar el petróleo”. La frase, sin embargo quien la conceptualizó fue Alberto Adriani, antes de esa fecha y como parte de sus proyectos a ejecutar una vez desapareciese la dictadura de J. V. Gómez. Fue diplomático y periodista, con estudios de economía, y además fue funcionario en el gobierno de Eleazar López Contreras y murió muy joven (38 años, 1898/1936); varios de sus escritos fueron recopilados en el libro Labor venezolanista. Distintos elementos de discusión sobre este término pueden verse en: Humberto García L. (Compilador), La ilusión de la “siembra del petróleo”; CDCH/CENDES 2018.
[3] Con la llegada de HC al poder político, desde inicios de 1999 se han vuelto a resaltar los valores de los militares apartándose la ubicación y significación de su sujeción al poder civil, y habiéndose esto último pasado a manifestar en la amplia ubicación de los mismos en labores políticas y administrativas y en el exaltamiento de la conformación del poder cívico-militar.
[4] La reincidencia e incluso el deseo de permanencia, no es un fenómeno extraño al sentido y perfil hasta ahora visto en la conformación de las estructuras políticas latinoamericanas, incluso en los casos de las democracias –o las así presentadas-. Caudillismo, presidencialismo, personalismo y líderes que asumen reencarnación o “misiones históricas”, por una parte, así como ausencia de desarrollo de la sociedad civil y lento y tardío desarrollo de las instituciones como reglas del juego, por la otra, indudablemente que están relacionados con ello. Los veinte años de administración bolivariana, con sus secuencias, estilos, jugadas y la aguda desinstitucionalización que ha ejecutado, borrando los límites y diferencias entre Gobierno y Estado, ha, convertido las deformaciones y disfunciones políticas en algo negativamente muy superior a lo destacado.
[8] Este planteamiento atañe a resultados observables o registrados en procesos históricos de distintos casos ubicados como revoluciones, y los cuales pueden haber sido temporales y desaparecer como en el caso de la más vieja y ya muy probada -en su poco éxito en conducir al crecimiento y desarrollo económico- revolución cubana.
[9] Leonardo Vivas. Chávez: la ultima Revolución del siglo. Planeta 1999.

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