Planes para el día
después. Agricultura XV.-Pequiven tiene una ardua tarea con los fertilizantes.
Pedro Raúl Solórzano
Peraza
Febrero de 2019
La
industria de fertilizantes en Venezuela comenzó en 1956, cuando se creó el
Instituto Venezolano de Petroquímica (IVP) a partir de la recién fundada
Industria Petroquímica Nacional en 1953. El IVP comienza la producción interna
de fertilizantes sobre la base de la existencia de los recursos gas natural y
roca fosfórica, que son fundamentales para la elaboración de fertilizantes
nitrogenados y fosfatados.
Efectivamente,
para producir los fertilizantes nitrogenados disponemos de gas natural que
contiene más de 80% de metano (CH4) como fuente de hidrógeno (H) y
abunda en nuestro subsuelo libre o asociado a la extracción de petróleo; y disponemos
del aire que respiramos que contiene alrededor de 79% de nitrógeno (N) por lo
que se considera una fuente inagotable de este elemento. Con H y N se sintetiza
amoníaco, a partir del cual se produce el resto de fertilizantes nitrogenados y
otros productos. Para producir los fertilizantes fosfatados disponemos de
inmensas reservas de roca fosfórica ubicadas en más de 50 localidades del país,
con los yacimientos más importantes en los estados Barinas, Falcón, Mérida,
Táchira y Zulia.
La evolución de
la industria de fertilizantes ha llevado a que Venezuela tenga una capacidad
potencial de producción de fertilizantes nitrogenados y fosfatados bastante
grande, pero es muy desalentador ver como la producción real ha venido disminuyendo
progresivamente por problemas en las plantas productoras, especialmente falta
de mantenimiento oportuno y escasez de materia prima, como ha ocurrido en el
caso de suministro insuficiente de gas natural a la planta de nitrogenados de
El Tablazo. Así, para el año 2004, Venezuela llega a tener una capacidad
potencial de producción de abonos nitrogenados de 2.510.000 toneladas, que
representa el 32% de la capacidad de producción de toda Latinoamérica, pero ese
año solamente se produjeron unas 370.000 toneladas, lo que representó
aproximadamente el 15% del potencial de producción. Ese mismo año, solamente se
llegó a procesar 350.000 toneladas de roca fosfórica micronizada para producir
ácido fosfórico, fosfato diamónico especial (conocido en el mercado como
DAPITO), y roca fosfórica parcialmente acidulada (conocida en el mercado como
Superphosfertil), cifras que están muy por debajo de la capacidad potencial de
producción de fertilizantes fosfatados.
La industria de
fertilizantes nitrogenados de Venezuela, en lugar de crecer en su producción
como lo demandaría una agricultura creciente, lo que ha hecho es decrecer en
los últimos años, a pesar que recientemente se ha puesto en funcionamiento
parcial una nueva planta de amoníaco y urea en Morón, estado Carabobo.
Posiblemente una solución sería repotenciar las plantas de amoníaco y urea más
antiguas de Morón y El Tablazo, para incrementar la producción de urea, así
como la de Fertinitro en Barcelona, estado Anzoátegui, para incrementar la
capacidad de exportación de este producto, y en conjunto, para que se pueda
colocar la urea oportunamente en la regiones agrícolas del país. La nueva
planta de amoníaco y urea de Morón, de una gran capacidad de producción,
aparentemente requiere el suministro de suficiente energía eléctrica para su
cabal funcionamiento, lo cual es actualmente una crisis nacional.
La roca fosfórica es la materia prima para la
producción de los fertilizantes fosfatados. Se han realizado diversos estudios
para estimar y conocer las reservas de rocas fosfóricas en nuestros
yacimientos, encontrándose que en Venezuela existen recursos fosfáticos
indicados e inferidos del orden de 2.652 millones de toneladas. Si estimamos un
consumo deseable de fosfatos en unas 400.000 toneladas de P2O5 por
año, los recursos posibles serían capaces de cubrir la demanda actual de P2O5
durante más de 1.432 años estimando un tenor de 21,6% de P2O5
en las rocas. La mayor parte de estas rocas se encuentran en el estado Táchira
en los yacimientos de Montefresco, Navay y Lobatera, siendo los más importantes
los de San Joaquín de Navay que se estiman en 115 millones de toneladas de
reservas probadas, por lo que solo estos yacimientos de Navay cubrirían toda la
demanda nacional actual durante unos 65 años.
En el estado Falcón se encuentran las minas de
Riecito, cuya roca es utilizada en la planta de fertilizantes del Complejo
Morón, en el estado Carabobo, pero solo tienen reservas probadas por unos 17
millones de toneladas por lo que están resultando insuficientes para satisfacer
la demanda de esta planta. La gran reserva de roca fosfórica de las minas de
Navay, se proyecta utilizarlas con un gran complejo petroquímico en las
cercanías de San Joaquín de Navay, municipio Abejales en el sur este del estado
Táchira.
Como vemos, en Venezuela tenemos
recursos de materia prima y algo de infraestructura que nos proporcionan un
gran potencial para la producción de fertilizantes fosfatados, que pudieran
cubrir la demanda interna y hasta pudieran exportarse los excedentes. Sin embargo,
importamos fertilizantes fosfatados para cubrir buena parte de la demanda
interna porque a pesar de tanto potencial para su fabricación la industria es
muy ineficiente, entre otros, por los dos siguientes aspectos:
1.-Complejo Morón: esta planta no puede
trabajar a total capacidad ya que por años no se le ha dado el mantenimiento
que requiere y su futuro está muy comprometido porque las reservas de las minas
de Riecito están escaseando y no se le ha buscado solución. Aparentemente, se
debe hacer algunas modificaciones a nivel de las minas para ampliar su vida
útil, y otra opción sería utilizar otras minas cercanas como el caso de
Lizardo, en el mismo estado Falcón. Por supuesto, es impostergable reponteciar
la planta en su totalidad.
2.-Complejo Petroquímico Navay: la
primera piedra para la construcción de este complejo fue colocada el 23 de
septiembre del año 2007, y dos años más tarde, el entonces presidente de la
república, anunciaba su progreso y sus bondades alabando la tecnología de los
bielorusos que estaban encargados de adelantar dicho proyecto, que pronto
estaría en funcionamiento.
Con todos estos beneficios de
disponer de inmensos depósitos de fosforita de buena calidad para su
procesamiento y cientos de millones de dólares aportados para la construcción y
puesta en marcha del complejo industrial de Navay, con capacidad proyectada
para procesar 2,5 millones de toneladas de roca anualmente, en diciembre del
año 2013 el gobernador del estado Táchira anunciaba apoyar la culminación de
esta importante obra. A pesar de todas esas acciones, que no van más allá de su
proclamación propagandística, llegamos al año 2019 sin la conclusión de la
construcción del complejo y sin esperanza de una fecha cierta para su
culminación.
Por esas dos razones mencionadas,
entre otras, la industria nacional de fertilizantes fosfatados no es capaz de
satisfacer la demanda interna, perdiéndose todo ese potencial que tenemos y
recurriendo a la importación de un insumo tan importante para el tratamiento de
nuestros suelos ácidos y pobres en este nutriente esencial.
En el corto y mediano plazo, para la
recuperación de la agricultura venezolana, se deben sembrar con los cultivos más importantes, sin incluir
forrajes, unos 3,5 millones de hectáreas. Para fertilizar esa superficie se
requiere como mínimo unas 700.000 toneladas de fertilizantes nitrogenados y
alrededor de 1.250.000 toneladas de fertilizantes NPK. En estos últimos se
puede incluir un 60% o 750.000 toneladas de fosfatos de amonio o de
superfosfatos, para aplicarlos como fertilizantes simples o para producir
complejos NPK y mezclas físicas. Si consideramos que la producción nacional actual
de nitrogenados más fosfatados está alrededor de 480.000 toneladas, tenemos un
déficit en estos dos tipos de productos del orden de 970.000 toneladas, que
resulta de restar 1.450.000 (700.000+750.000) que pudiéramos producir, menos
480.000 toneladas que es lo que aparentemente se está produciendo.
Los recursos naturales constituidos
por gas natural, nitrógeno atmosférico y los yacimientos de roca fosfórica, son
más que suficientes para producir esas 970.000 toneladas de nitrogenados y
fosfatados faltantes, pero la limitante es la capacidad de las plantas para
producir dichos insumos. Entonces, Pequiven tiene el gran reto de acondicionar
y completar su infraestructura para que esos fertilizantes se produzcan en el
país y aprovechemos los recursos naturales disponibles.
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Febrero de 2019
pedroraulsolorzano@yahoo.com
www.pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com
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