El 19 de abril: una
revolución civilista.
Enrique Viloria Vera
“Lo que da relieve
fundamental a la fecha histórica, no son las personas, por más dignas y
proceras que sean sus figuras. Lo que caracteriza y fija definitivamente ese
día, es la Institución :
El Cabildo. Aquellos hombres habían sido nombrados por el Rey. Más aún, habían
comprado con sus buenos ducados o pesos, el derecho de ostentar el oficio de
Regidor, por una admirable simbiosis, dejaban de representar al Rey, a sus
propios intereses de clase o de fortuna, y lo hacían por el común. Era un
término genérico, pero, con frecuencia se confundía con el de Patria. La
república, cosa pública, llegaba a tomar características esenciales con el
común de la gente y de la ciudad, que le daba aspecto peculiar y distinto de
pequeña patriecita. Esa que le tocaba y miraba muy de cerca. La que se veía y
palpaba con cosas de todos los días y de siempre. Entonces el Cabildo dejaba de
ser una representación extraña, para convertirse en algo vital de la comunidad;
representaba al pueblo.”
Y no podía ser de otra
manera porque el Cabildo en la concepción hispánica del gobierno de las Indias
jugó siempre un papel principalísimo. Uslar Pietri recuerda que aquellos
españoles que venían a estas tierras con un imaginario propio que los llevó
inmediatamente a fundar nuevas ciudades con el nombre de las viejas y lejanas
Cádiz, Segovia, Andalucía, Extremadura, Toledo o España misma, tan pronto
arribaban a un nuevo espacio conquistado:
“con una estructura social
y una concepción del mundo que venía de las más viejas fuentes del
Mediterráneo. La ciudad, la casa, la familia (…) Todo lo más vetusto de
Occidente llegó con ellos. Lo primero que hacían era aplicar una institución
romana: establecer un cabildo, y dar un nombre del santoral católico a las
nuevas tierras y las fundaciones.”
En efecto, el Cabildo, el
Ayuntamiento, el Consistorio, la Municipalidad , jugó un rol fundamental en la Venezuela
prerrepublicana y fue base fundamental de la administración española en la Provincia de Venezuela.
Ramón Aizpurúa en texto publicado en el Diccionario de Historia de Venezuela,
precisa:
“El Cabildo fue una institución de gobierno
local traída por los españoles a América desde el mismo comienzo de la Conquista. Heredero
de su pasado ibérico, el Cabildo americano fue vehículo y garantía del
poblamiento de las Indias, especialmente en las regiones que pronto quedaron
marginadas del proceso central de la conquista – colonia, como fue el caso de
Venezuela, en la que no pudieron crearse instituciones centralizadoras como los
virreinatos o las reales audiencias, por no haber sido descubiertas riquezas
mineras de aprovechamiento y explotación inmediata o prolongada que atrajesen
un crecido caudal humano (…) El Cabildo secular fue representación del vecindario,
entendido éste como el conjunto de vecinos de una ciudad o pueblo; vecinos, sin
embargo, no eran todos los habitantes de una localidad, sino tan sólo de los
habitantes libres, propietarios o de oficio, cabezas de familia o hijos
independientes, que fueron ordinariamente los pobladores fundamentales y sus
descendientes, aceptados como tales en el momento de su fundación y reconocidos
posteriormente por el Cabildo; no podrán ser considerados como vecinos los
extranjeros, los negros libres o esclavos, en general los indios (…) Por ello,
el Cabildo no era representante de la población de los pueblos y ciudades, sino
de sus vecinos, que difícilmente llegaban a ser más del 5% de la población lo
que ya indica una conformación clasista de la institución.”
El 19 de abril de 1810 el
Cabildo caraqueño mostró sin lugar a dudas su importancia y significación
política, bajo repetidos gritos de “al Cabildo”, “al Cabildo”, Emparan debe
volver sobre sus pasos para enfrentar la rebelión que pensaba diluida, pero que
desde hace años estaba anunciada. Arístides Rojas escribe, rehaciendo los
hechos de ese día memorable de abril:
“El Gobernador había
logrado evadir con astucia la lógica del Ayuntamiento, y libre de la intriga,
tiempo tenia para reflexionar. Al pasar con un séquito frente al cuerpo de
guardia en la esquina del Principal, nota que el oficial y soldados no le hacen
los honores lo que contestó el Gobernador con una mirada de reproche. Este
incidente motivó que la concurrencia que llenaba calles y plazas se apercibiese
de algo desconocido, y era que el oficial amenazado por su procedimiento y
lleno de temores, después de haber obedecido a la consigna de los
revolucionarios exclamara: “Me han dejado solo, pero sabré comprometer a todo
el mundo. Conmigo serán juzgados cuantos me aseguraron que todo estaba listo”.
Esto fue suficiente para que comenzaran los gritos de “al cabildo”, “al
cabildo”, los cuales se repetían inconscientemente por todas partes. Eran los
gritos lanzados por los Salias, Ribas, Montillas, Jugo, y demás revolucionarios
que, como espectadores, estaban apostados en diferentes sitios, en derredor de
la plaza real. En estos momentos Francisco Salias atraviesa la plaza con el
objeto de alcanzar al Gobernador, antes de que éste entrara a la Metropolitana. Comprendió
el joven patricio que, si Emparan, ya apercibido, obraba con entereza, desde el
templo, todo podría fracasar, y por esto quiso detenerlo. Ambos llegaran en el
mismo instante a la puerta del templo.
- Os llama el pueblo a
cabildo, señor, y los momentos son muy apremiantes.
- Os llama el pueblo a
cabildo, repite Salias, con ademán sereno. Eran los momentos en que los gritos
se redoblaban y llegaban a oídos de Emparan, ya preocupado.
– Al cabildo, señor, le
repite Salias.
- Vamos, pues, al cabildo,
contesta Emparan.
Todo ello para confirmar
lo ya expresado por Laureano Vallenilla Lanz en su estudio sobre La Ciudad Colonial , donde
sostiene que el Cabildo sirvió:
“de escuela a los hombres
que iniciaron el movimiento emancipador, sin tener necesidad como se ha
afirmado por ignorancia de los hechos, de ir a copiar leyes extrañas ni a
imitar servilmente las instituciones de otros países para asumir desde luego el
gobierno propio, para declararse en posesión de sus derechos autónomos al
desaparecer el Monarca”.
Lo demás es verdadera y
conocida historia patria, ese 19 de abril de 1810 por senda acta del Cabildo se
establece un nuevo Gobierno en Caracas. En efecto, de acuerdo con Arcila
Farías, el documento de marras da fe de que:
“Ese día cesaron en sus funciones
las personas que hasta entonces habían ejercido el mando político en Venezuela:
el Gobernador y Capitán General, Vicente de Emparan, el Intendente del Ejército
y Real Audiencia, Vicente Basadre, el Regente y demás miembros de la Real Audiencia , junto con otros
altos funcionarios civiles y militares españoles. En virtud de los sucesos
ocurridos el 19 de abril de 1810, el poder político quedó así en manos del
Cabildo o Ayuntamiento caraqueño, el cual, ampliado con representantes del
clero y del pueblo, entre éstos el de los pardos, forma ya “un nuevo gobierno”
como se expresa en el mismo documento.”
Basta leer con
detenimiento los nombres de los mantuanos firmantes del acta para confirmar sin
equívocos el carácter ciudadano, el corte civilista de la Revolución por la Independencia de
Venezuela que se inició en Caracas el 19 de abril de 1810, para promulgar que:
“El mando supremo quédase
depositado en este Ayuntamiento muy ilustre.”
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