El Fondo Noruego de
Inversiones: instrumento estratégico para el crecimiento económico.
Prof. Dr. Carlos Eduardo
Daly Gimón
El Fondo Noruego de Inversiones (FNI) es un caso de
cómo construir una formidable institución financiera de liderazgo internacional
desde una pequeña economía petrolera europea: 5.2 millones de habitantes, 2,2%
de variación del PIB, inflación 2,5% anual, 4% de desempleo y una deuda externa
pública y privada de 644.500 millones euros.
El prestigioso Sovereign Wealth Fund [1]del
país escandinavo, sin lugar a dudas, tomó como base la dinámica de
su industria petrolera con Statoil Hydro en la delantera; aunque su formidable
expansión y notoriedad posterior le han permitido alcanzar una absoluta
autonomía económica de gestión.
Noruega es el mayor productor de
hidrocarburos de Europa occidental, el decimotercer exportador de crudo a nivel
mundial y el tercer exportador de gas natural. Las ventas de petróleo y gas se
elevaron en 2017 a US$ 53.847 millones y representan el 45% de total de sus
exportaciones.
Pero el uso y aprovechamiento estratégico de
sus ingresos petroleros es lo que ha permitido que Noruega sea la propietaria
del principal fondo soberano del mundo entero.
Ya desde 1990, el país nórdico planificó la
creación y posterior desarrollo del FNI para darle una alternativa de
estabilidad a la economía, y poder así aportar las respuestas necesarias a las
contingencias futuras que no tardarían en llegar.
Con los recursos de origen petrolero,
y de sus aciertos en la administración es que ha llegado a convertirse en un poderoso e influyente inversionista cuyas
decisiones impactan, y en ocasiones orientan, el comportamiento de los mercados
más importantes de la economía globalizada.
Algunas referencias cuantitativas son
suficientemente reveladoras.
De acuerdo al ranking de SWFI[2], los datos relativos al Top 81 Largest Sovereign Wealth Fund Rankings by Total Assets colocan al
FNI en primera posición con un total de activos a la fecha que alcanza US$ 989.934.000.000
millones, por delante del China Investment Corporation (US$941,417,000,000
millones), del Abu Dhabi Investment Authority (US$696,660,000,000 millones), e
incluso del Kuwait Investment Authority (US$592,000,000,000 millones), para
solo citar algunos de los fondos más poderosos que encabezan esa reconocida
clasificación internacional.
Posee, aproximadamente, el 1,4% de la
capitalización bursátil a nivel mundial [3].
Opera en más de 77 países alrededor del mundo
y tiene participaciones en más de 9.000 empresas a nivel global.
La rentabilidad del FNI alcanza cifras
astronómicas, pues medida en términos promedio se ubican alrededor del 8,5%
anual, aunque como resulta lógico, ello varía de un año a otro. Pero para tener
una magnitud suficiente reveladora, https://www.eleconomista.es/ de
febrero de 2018 informa que en 2017 fue de 106.000 millones de euros, un 13,7%.
Y, termina agregando el diario especializado, "el retorno acumulado del fondo
desde su creación ha superado los 4 billones de coronas”.
Más
allá de esas cantidades, conviene tener presente que, conceptualmente, el FNI
es “un instrumento de estabilización para suavizar los ciclos económicos al
ahorrar en época de precios altos del crudo y gastar en épocas de vacas flacas
para evitar la recesión en caso de un desplome de precios. Pero, como su nombre
lo indica, también se trata de un fondo de ahorro para afrontar el previsible
aumento del gasto en pensiones en un probable entorno de decrecientes ingresos
procedentes de la explotación petrolera debido al agotamiento de las reservas y
así asegurar la sostenibilidad de las cuentas fiscales y el reparto
intergeneracional de los recursos hidrocarburíferos” [4].
Las pautas fundamentales que
el Estado Noruego ha dictado para gestionar al FNI pueden resumirse así:
1. Diversificación.
2. valores
con un perfil de riesgo menor a la media del mercado.
3. Inversión
en inmobiliarios.
4. Compromiso
con los valores y principios éticos.
5. Empresas
de grandes dimensiones y fiables.
Para comprender cómo se ha llegado a estos
parámetros es necesario tomar en consideración su evolución histórica y ciertas
singularidades que le son propias.
Desde sus inicios, nos instruye Faroum Al Kasim[5],
la tarea fundamental consistió en establecer una clara separación entre la
función administrativa y los propósitos comerciales del Estado. Ello significó que
el ente regulador tuvo que ocuparse de las directrices administrativas, de
lineamientos de política, mientras que las estrategias empresariales propiedad
del Estado se desarrollaron bajo un esquema más que todo corporativo.
Esta separación en los objetivos se tradujo en que
los técnicos pasaran a asumir las competencias de dirección, mientras que la
clase política se mantuvo en la esfera de la diatriba pública, lo que llevó, en
fin de cuentas, a que el negocio del petróleo quedara bajo control de los expertos
en la materia. Y ello jugó un papel decisivo en sus logros posteriores.
La explotación de hidrocarburos de Noruega se llevan
a cabo, históricamente, con la participación de sectores privados (industria naviera,
pesquera y explotación forestal); en asociación con empresas petroleras
internacionales, y le imprime características propias cuando decide sustentar la
explotación de los hidrocarburos en desarrollos tecnológicos nacionales, es
decir, impulsando la Investigación y Desarrollo para alcanzar posiciones
altamente competitivas y eficientes. Así nace y se desarrolla EQUINOR –
conocida como Statoil Hydro desde 1972 hasta 2018-, y siempre se mantiene el
Estado noruego como socio mayoritario (67%).
Sobre
esa base es que se puede comprender como funciona el esquema estratégico que
Noruega planificó para enfrentar su futuro.
En
su concepción inicial, el Fondo de Pensiones del Gobierno de Noruega es la
matriz que da origen a su vez a dos Fondos, el Government Pension Fund-Global (Statens pensjonsfond utland,
SPU, en noruego), también conocido como Petróleum Fund, y el Government Pension
Fund-Noruega (Statens pensjonsfond Norge, SPN, en noruego).
El
Government Pension Fund-Global fue creado por la Asamblea Legislativa del país
nórdico, tal como ha sido señalado en párrafos anteriores, para hacer frente a una
eventual caída de los ingresos externos, y, asimismo, ayudar a paliar el
impacto de las variaciones de los precios del petróleo en la economía interna.
De allí proviene su condición de agente inversionista en los mercados
internacionales.
El
responsable de su gestión es el Norges Bank Investment Management (NBIM), que
es la unidad de gestión de activos del Banco Central de Noruega.
El
Government Pension Fund-Noruega por su parte, no solamente tiene funciones y
fines distintos al Government Pension Fund-Global sino que ha sido definido básicamente
como una entidad de carácter público que recibe asesoría/consultoría de una
institución privada especializada, conocida como la Folketrygdfondet; siendo
el destino de los recursos que le
son encomendados determinadas empresas nacionales que cotizan en la bolsa de
valores local, y más especialmente en el Mercado Bursátil de Oslo.
La estrategia
de inversión del FNI ha dado como resultado que la distribución de sus colocaciones
sea de 60 % en activos de renta variable, aunque ya alcanza el 70% en la
actualidad; 35% en renta fija; y un 5%
en operaciones inmobiliarias. Aparte de esa particular repartición de los
activos financieros, en 2001 se dispuso que sólo puede asignarse un máximo del
4% del FNI a los presupuestos generales del Estado. De esta manera se garantiza
el equilibrio a mediano y largo plazo del FNI, en razón de que deberá sujetarse
a sus propios rendimientos, y al éxito en las operaciones que ejecuta en los
diferentes mercados en los que opera.
Según el informe del BBVA, “El
caso del Fondo Soberano Noruego” (2015) [6],
la distribución geográfica de las inversiones en renta variable se concentra
más que todo en Europa y Estados Unidos, le siguen Asia, Oceanía, y más allá
los mercados emergentes. Las inversiones son muy diversificadas y siempre
tienen que realizarse sobre empresas que cotizan en bolsa y nunca puede sobre
pasar más del 10% en su cartera de inversiones. En ese ranking destacan Nestlé,
Novartis, Apple, Royal Dutch Shell y otras.
En materia de renta fija, como ya se dijo,
alrededor del 35% de la estrategia de inversiones se aplica más que todo a
bonos emitidos por los gobiernos, corporaciones e instituciones
internacionales, dándole evidente prioridad a los títulos emitidos por países
desarrollados, y a las divisas más sólidas como el euro, la libra o el yen.
Precisa el Informe del BBVA, que el uso de Gestores
Externos mediante mandatos de inversión ha sido un factor preponderante en los
resultados alcanzados en términos de rentabilidad del FNI.
Las inversiones inmobiliarias representan una
porción minoritaria pero creciente dentro de las estrategias de inversión,
realizando sus principales colocaciones en grandes ciudades de las naciones más
industrializadas, y que son a su vez
mercados primordiales para los bienes raíces. Quizás deba destacarse, en este
sentido, la adquisición en 2010 de la zona comercial Regent
Street en Londres por parte del FNI, como una de las operaciones de mayor
envergadura en cuanto a Real State se refiere.
Más allá de esas apreciaciones, conviene tener en cuenta
que los gestores del FNI tienen que seguirse por criterios financieros y,
también, por razones extrafinancieras. Ello significa que tienen que valorar aspectos
sociales, políticos y medioambientales para la toma de decisiones. En este
punto nos parece relevante resaltar que el FNI cuenta con un Consejo Ético
desde el 2004, cuyas funciones tienen no solamente que ver con el análisis y
evaluación de las inversiones sino también con los principios morales
establecidos por el Ministerio de Finanzas de Noruega, así como con el respeto
hacia una serie de preceptos internacionalmente aceptados.
Yngve Slyngstad, Director Ejecutivo del FNI
ha afirmado en fecha reciente que considera una exageración los elevados
sueldos que se pagan en el sector financiero internacional, y, además, que la
transparencia en el pago de los impuestos, la preferencia por invertir en las
empresas que combaten la corrupción, o que protegen el medioambiente, son
una verdadera prioridad en los manejos
del dinero del FNI; o, por si faltaren más precisiones al respecto, que el
influyente FNI no está dispuesto a invertir en el gigante norteamericano
Walmart por su evidente irrespeto a los “derechos humanos de las personas” [7].
En esa misma perspectiva es que se inscribe la
recomendación del Banco Central de Noruega, ya comunicada al Ministerio de
Finanzas de ese país, de reducir sus inversiones en Petróleo y Gas.
Resulta inverosímil, a todas luces, que la máxima
institución monetaria de un país petrolero haya decidido que es conveniente que
el FNI abandone paulatinamente sus posiciones en acciones de empresas
petroleras.
El objetivo planteado es, más allá de quienes sean
los propietarios del FNI, “hacer que el patrimonio del Estado
noruego sea menos vulnerable a las fluctuaciones de los precios energéticos, en
un momento en que el fondo ha aumentado su exposición a la renta variable
hasta el 70% del valor del fondo desde el 60% anterior”[8].
La desinversión adoptada afecta a US$ 35.000
millones que tiene el FNI en títulos valores de ExxonMobil, Chevron, British
Petroleum y Total.
Para sustentar ese mismo criterio, Paul Fisher ha
argumentado: "No es sorprendente que veamos que los
administradores del mayor fondo soberano del mundo no sigan dispuestos a tomar los
crecientes riesgos asociados con los activos de gas y petróleo, los cuales no
tienen futuro en el largo plazo"[9].
Para concluir, traemos a colación la propuesta que
hace ya años hicimos el profesor Dr. E. Ortiz Ramírez y quién suscribe, a la
opinión pública de Venezuela.
En un artículo titulado “¿Qué pasó con la deuda externa?”,
publicado el 17/02/1997 en el diario El Globo; escribimos: “ Probablemente una
alternativa para dar respuesta a este tipo de escenario es la creación de los
Fondos de Financiamiento”, y casi de inmediato agregamos, este tipo de fondo
“puede convertirse en un instrumento de mucha utilidad en la coordinación
macroeconómica internacional. Pero también pudieran aportar elementos
suficientes para administrar los desequilibrios internos y limitar sus efectos
en el plano local”.
Han transcurrido 22 años desde entonces y el Fondo
Noruego de Inversiones es, en estos tiempos, el gran protagonista de las
finanzas internacionales; y en Venezuela nunca se acogió la idea de construir
una alternativa sólida a la inestabilidad que caracteriza a las economías
petroleras, especialmente con respecto a la llamada enfermedad holandesa.
[1] De acuerdo a https://www.eleconomista.es/, “Los fondos soberanos son
fondos de inversión gubernamentales, desarrollados principalmente en los países
emergentes, alimentados por el ahorro público y destinados a gestionar los
activos de los Estados en el extranjero”.
[3]
Veáse Autier, Gerald. “Buffet, Soros, Icahn, fonds souverains: lecon de
strategie des meilleurs investisseurs”. Laurent du Mesuil Editeurs. Paris.2017.
[4]
Recomendamos
consultar en https://www.researchgate.net/publication/272419015 el acucioso
artículo “Empresas públicas, fondos soberanos y enfermedad
holandesa: el caso de Noruega. Lecciones para economías subdesarrolladas ricas
en recursos naturales” de Ramírez Cendrero, J y Wirth, E. de la Universidad
Complutense de Madrid. Junio de 2014.
[5]
Geólogo de origen iraní,
quién ha sido uno de los técnicos que ideó y desarrolló la estrategia que
sirvió de sustento al Fondo Noruego de Inversiones. Se incorpora en 1968 a la
explotación del importante yacimiento Efofisk en el Mar del Norte, y, en los
meses siguientes pasa a ocupar el cargo de Director en el seno de la recién
creada Statoil. Desde 1990 Farou Al-Kasim es consultor independiente en
la industria petrolera del país escandinavo.
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