VIENE EL AUMENTO: ¡cosas
serias de la inflación!
EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
La inflación ya aquí y ahora es
asunto de todos los días, con sus mañanas, tardes y noches. En economía, es
cuestión fundamental, pasando a ser uno de los objetivos en promedio bastante
bien aceptados de la política económica; tratándose, en esencia del control de
los temidos dos dígitos y ni que decir niveles superiores en los mismos.
Desde MV=PT, que siempre remite a la teoría
cuantitativa del dinero, deambula el estudiante y el profesional de la
economía para torturarse por el dinero, su velocidad de circulación, los
niveles de precios y las transacciones para lograr asir el terrible fenómeno de
la inflación; o transitando por interpretaciones estructuralistas o la aplicación o derivaciones de escuelas como la
de las expectativas racionales con enfoques anticipativos y no retrospectivos
en cuanto a la evolución de los precios; o modelos diversos y estudios econométricos con distintos
fines y objetivos, mezclados en complejas estructuraciones macroeconómicas.
Pero siempre, en las visiones más sensibles de la economía o de la economía
política se termina en lo mismo: la preocupación por la afectación de las
condiciones de vida de los ciudadanos o las alteraciones de las condiciones de
la inversión y -en general- su influencia para la estabilidad del crecimiento y
el desarrollo en una determinada economía. Más aun, en una economía donde su
administración ha instaurado la regularidad de aumentos salariales como política
salarial y política antinflacionaria (¡!!???). Es consustancial a la administración
bolivariana en la versión de NM,
señalar y ubicar nuevos visos de disminución de precios o de la inflación, a
las proximidades del momento del aumento del caso, que liga, además, cualesquiera otro de sus inventos en materia
de economía, aunque ninguna de tales combinaciones le haya rendido fruto,
ampliándose, contrariamente, un mayor espectro de la hiperinflación desatada desde años reciente en la economía
venezolana.
Las expectativas ahora son las del
aumento que se aproxima para el primero de mayo de 2019 y que ya está supuestamente formalizado en la Gaceta Oficial nro. 6.452[1],
donde el salario mínimo se ubica en 40.000 Bs S y el bono alimenticio –con otro
decreto- en 25.000 (con un aumento significativo de 1.288,9% en términos
porcentuales, pues estaba en 1.800 Bs S) que aumenta su participación en el
ingreso total del trabajador. El decreo detalla que el
incremento tiene vigencia desde el 16 de abril y se deriva de un aumento del
valor del petro a Bs S 80.000. Así,
el salario integral se ubica en Bs 65.000, con un alza de 228,28%, en relación al
monto de enero de 2019 (Bs 19.800)[2].
Esta formalización en Gaceta, previa
a la fecha del caso, es una novedad, y
consideramos expresa que ya, estos aumentos, dentro la política de la administración
de NM se han vuelto naturales y “necesarios” aunque su
efecto vaya a ser igual de contraproducente que el de los anteriores –y
seguramente, en mayor proporción-.
En cualquier caso, las vocerías y la
información difundida en las calles, ha esperado y espera esto con expresiones
como: “ya viene otro aumento”, “aproveche que todavía no ha llegado el aumento”,
“ya veremos cómo quedamos con el aumento”, “no, por favor que no aumenten”, “el
hombre… como que va a volver a aumentar”, “después de este aumento cerraran más
negocios”, entre numerosísimas expresiones adicionales. Los consumidores, los
empresarios, los empleados públicos y privados, esperan así con la pasividad
del caso ante la omnipotencia estatal
armada y la inexistencia de canales democráticos,
pero con el desespero de la alteración de sus condiciones de vida y su
bienestar; lo que no afecta a los grupos mejor ubicados en la distribución del
ingreso o a los situados en los grupos, asociaciones o redes de amigos de la
administración del caso y ni que decir a los corruptos o colocados en actividades
delincuenciales[3].
Añadido a estas evoluciones, se
encuentra el real proceso de aumento de precios. Y es que la hiperinflación, como la conocemos acá,
va creando niveles escalonados de aumentos de precios y de destrucción de los patrimonios. Debe señalarse, en primer lugar, que todo el transcurso
de aumento de los precios de manera latente y constante está obviamente
condicionado y determinado por el nivel del dólar paralelo[4],
el cual ha venido aumentando en las distintas casas y portales de registros y
en el propio Dicom como política
expresa de la administración y, ello, lleva al aumento del promedio del mismo
(para el viernes 26 de abril se registró para finales del día ya cerca de seis
mil bolívares soberanos por dólar). Y con importancia cercana, en segundo lugar, se encuentran las
permanentemente rumoreadas, tal cual se señaló, señales de que se aproxima un
nuevo aumento de salarios. Se desatan aumentos en razón de tal proximidad,
independientemente de que después de alcanzado el nuevo aumento salarial se
vuelvan a aumentar los precios. En
tercer lugar, en el mismo contexto, los precios van dinamizándose en base
no a diferencias por condiciones de oferta o calidad, sino en base a un
movimiento cartelizado que en parte importante de los casos nada tiene que ver
con la oferta y la demanda y ni siquiera con la política de precios controlados o acordados, pues estos últimos han quedado para espacios muy
reducidos en el manejo de productos como es el caso de los productos
subsidiados vía distribución oficial, en base a mecanismos como mercados o bolsas/cajas CLAP (no olvidando el
hecho que muchos de ellos son importados). Algunos productos de estas últimas
también terminan en los mercados de productos de precios incrementados, vías
reventa de lo adquirido a precio subsidiado. En cuarto lugar, un elemento estructural determinante de los aumentos
de precios es la escasez de productos
que tienen de base un sector agropecuario problematizado en financiamiento,
infraestructura e impulso de una agricultura
de puertos y un sector industrial
destruido y necesitado de mejores condiciones de producción, inversión y
financiamiento y en las condiciones actuales más dependiente de insumos y
bienes intermedios importados que en otras circunstancias de la nación. En quinto lugar, la propia inflación, o
escasez de productos y efectivo, curiosamente, produce aumentos de precios en
rubros que aparecen/desaparecen o no se consiguen en todos los lugares o de
manera abundante. En sexto lugar, la monetización del déficit y políticas de
gasto social populista presionan también en la línea de los aumentos de
precios.
Como se observa, existen factores
productivos, institucionales, grupales, monetarios y políticos, entre otros,
como determinantes del agudo aumento de precios, que no siempre son los más
tradicionalmente manejados por la ortodoxia
y ello hace más aguda la propia hiperinflación.
También está en la base de la inflación,
la dinámica del cono monetario instaurado desde el 20 de agosto de 2018, donde,
supuestamente, el salario/petro/precio del barril iban a trabajar
concatenadamente -y nunca se ha sabido ni conque eficiencia, sentido, o rigor
ello pudiese darse-. Siendo el caso del petro el de una criptomoneda más bien con existencia de ficción y unos procesos
donde se han desarrollado elementos ya no controlables por la voluntad estatal
como es el caso de la condicionante disminución de la producción petrolera que,
para marzo de 2019 alcanza a un poco más de 700.000 b/d solamente. Y,
obviamente, también se encuentra en la base de la hiperinflación la ausencia de una política estatal
antiinflacionaria con mayores efectos en las variables que deberían atacarse (tipo monetización del déficit, gasto
público y dinámica de la unidad de cuenta y pago y otros relacionados con
perfiles indicados).
Debe señalarse a pesar de lo difícil y
de lo intenso de la afirmación, que la administración bolivariana ha hecho más pobres a los sectores medios y
populares en una porción alta, por una parte y, curiosamente, ha hecho más
ricos -a pesar de sus políticas- a algunos integrantes de los sectores del
comercio, la producción o la política, según la ubicación que tienen o los
grados de apoyo que se le ha brindado.
27 de abril de 2019
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
[1]
El clima de rumores, intranquilidad y desconfianza en el país es de tal naturaleza
que, al informarse sobre esta Gaceta
se rumoreaba sobre su legalidad o falsedad. www.elestimulo.com
lo recoge de sesta manera:”En horas de la tarde del viernes, se difundió a través de las
redes sociales una “Gaceta Oficial”, cuya veracidad no está confirmada, en el
que se afirma que el salario mínimo base quedaba fijado en Bs. 40.000 y
el bono de alimentación en Bs. 25.000”. El mismo medio registra “El Petro pasó de Bs. 36.000 a Bs. 80.000,
según se muestra en el portal web del Banco Central de Venezuela, aunque el
organismo no realizó ningún anuncio oficial. Este medida constituye un
incremento del 122%” http://elestimulo.com/elinteres/bcv-precia-el-petro-en-bs-80-000-y-se-desata-especulacion-en-torno-al-aumento-salarial/ 27 abril 2019.
Podríamos equivocarnos pero, a pesar de ser una información que registra un
pronunciamiento oficial, en un medio como la Gaceta Oficial la administración
a finales del sábado 27 todavía no había emitido un pronunciamiento sobre lo
mismo.
[3]
Puede verse Humberto García L. http://masterecointerucv.blogspot.com/2019/04/mafias-con-ideologia.html.
[4]
Dadas las restricciones, privacidad y discrecionalidad del dólar en los
intersticios de la administración del país, la evolución reciente del dólar Dicom
y la dolarización informal existente en la economía venezolana, la idea del dólar paralelo indudablemente que debería tener cierto ajuste
conceptual o remozamiento. Pero sigue siendo ilustrativa. Sobre la dolarización
informal puede verse Eduardo Ortiz Ramírez https://www.academia.edu/38576133/DOLARIZACI%C3%93N_INFORMAL_EN_VENEZUELA_2019_a_pesar_de_acciones_y_rechazos._18_de_marzo_2019.
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