jueves, 11 de marzo de 2021

LA ECONOMÍA Y EL PAÍS: el dudoso mérito de la destrucción, habiendo llegado al 2021.

 

LA ECONOMÍA Y EL PAÍS: el dudoso mérito de la destrucción, habiendo llegado al 2021.

Eduardo Ortiz Ramírez



Con diferencias y polémicas puede aceptarse que una generación se mueve entre los 20 y treinta años. Sonaba lejos cuando el presidente HC planteó que estarían hasta el 2021 (aunque en momentos eufóricos señaló hasta los mil años). Muchos olvidan, pero esto lo señalaba el personaje de marras, paralelo a que nos convertiríamos en una nación del primer mundo o en un país de clase media. No hay porque dudar que hubiese en ello y en los momentos iniciales, alguna dosis de buena intención. Se llegó al 2021, y contrariamente, numerosos venezolanos de la nueva generación se han ido o procesan “fugarse”, irse o migrar en momentos y en base a mecanismos diversos. Hogares sin hijos, niños sin padres o padres y abuelos sin hijos o nietos y una caminata que según Acnur y otras fuentes incorpora, diariamente, unas quinientas personas o venezolanos que buscan vivir de otra manera.

La racionalidad de otros momentos -o hace sesenta años- de una economía donde se compraban productos con sistemas de apartados o en versiones más pequeñas, o donde podía albergarse la posibilidad de cooperativas y mecanismos como cajas de ahorro, por mencionar algunos elementos, se convirtió en necesidad y ausencia de recursos, no para ahorrar, sino incluso para vivir. Viejos comunistas y pensadores consideraron o albergaron la ilusión que debía pasarse del reino de la necesidad al de la libertad con los regímenes que competían con el capitalismo, pero en nuestro caso –en Venezuela- se pasó inversamente de la prosperidad a la necesidad.

 ¿Cómo entender un joven la necesaria reconstrucción de un país donde se obtenían logros y se podían albergar esperanzas? No es fácil. Igual que no lo es para un vietnamita  de hoy –y desde otra perspectiva- insistirle en su pasado de lucha contra franceses o estadounidenses, mientras la actualidad es de puja por crecer junto a inversionistas internacionales, que brindan empleos y posibilidades.

La historia como futuro está allí para enjuiciar a unos y otros. Basta pensar en presidentes y gobiernos latinoamericanos, antes ubicados flamantemente como neoliberales y tecnócratas y, hoy día, son presentados en sus clarísimos y nefastos vínculos con el narcotráfico y la inevitable, para algunos, economía ilícita, subterránea o del narcotráfico. Pero, el interés de en esta nota es realmente ¿cómo sentir orgullo y regocijo ante la destrucción?

¿Cuál evidencia se acumula si durante más de 22 años se ha procedido a desmantelar, horadar o destruir las posibilidades económicas de un país? No es fácil para una economía que hoy representa cerca de un quinto de lo que fue para incluso años recientes y con el escenario petrolero más cercano, volver a vivir “cómodamente” del rentismo o alcanzar una producción de 1,5 millones de barriles de petróleo diario para finales de 2021. Algunos agentes, ciertamente, se benefician del escenario de destrucción económica e institucional, de dolarización informal y de desventuras que existe en la actualidad venezolana, en un contexto además con los efectos y dinámica de la pandemia del Covid19, pero el escenario productivo y de dependencia de importaciones en variados productos no ha tenido registro cercano ni siquiera en los últimos 30, 40 o cincuenta años[1].

Con un escenario repetitivo y de deterioro creciente en las variables económicas fundamentales y con una hiperinflación vivida durante más de tres años, es por lo menos impresionante el optimismo y más aún el orgullo de los administradores actuales de una economía y un país con un salario mínimo de menos de un dólar, aunque a este lo bordeen bonos y cajas o bolsas Clap de dudosa calidad, por lo demás.

El Estado y los gobiernos han demostrado su importancia a través de la historia de las naciones, pero es también harto conocido como la economía del sector público en economías en desarrollo, en casos es fuente de perversiones y desvíos muy bien aprovechados por los buscadores de renta y corrupción. ¿Cómo decirle a un país o a una institución (Universidad, empresa u hospital del sector público) que todo va bien, si los ciudadanos palpan a diario el deterioro y el desvío de recursos? ¿Pero, más aún, como seguírselo diciendo todos los días, las semanas, los meses y los años?

Dudoso mérito y futuro tiene quien se regocija de la destrucción.

 

11 de marzo 2021

@eortizramirez

eortizramirez@gmail.com

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