EDUARDO ORTIZ RAMIREZ
Poco representativos en el producto
mundial y en la población mundial, son el conjunto de países que han
dolarizado. Por algo debe ser. La dolarización es matar al enfermo con una
enfermedad terminal, por la ausencia del señoreaje y la perdida de gestión de las
autoridades monetarias cuando funcionan adecuadamente.
Que en una economía haya inflación, o
en su forma extrema hiperinflación (aunque algunos precisen que ya es otra
cosa), que el gobierno se haya endeudado y deba pagar cerca de 8.000 millones
de dólares en años próximos, dilapidado abundantes divisas, en vez de restringir gastos excesivos o
atacar la corrupción y, ello lleve a las presiones del déficit fiscal y los
acreedores internacionales, más aun en un contexto de turbulencia política
donde ha habido sanciones de otros países, eso no es culpa del dólar o del
euro.
Que un país persista para controlar
la inflación, en aplicar controles de precios o una Ley de precios acordados; o
que crea que con reuniones de los 15 motores -o de los tres fundamentales
porque son objeto de la supuesta guerra económica- donde algunos simpatizantes,
sean analistas interesados o empresarios acomodados, hasta le puedan aceptar a
la administración que si hay una guerra económica en contra de la
administración y del país, en vez de resaltar la importancia de eliminar
controles o sustituirlos por mecanismos de previsión más acordes con criterios
de rentabilidad y eficiencia de distintos agentes o políticas que activasen el
campo del comercio, la industria y la agricultura, eso tampoco es culpa del
dólar.
El dólar es simplemente uno de los varios
activos de reserva que existen y
cuya representatividad se la dan los mismos agentes económicos y políticos, que
ven en él un activo de acumulación y una
moneda de confianza. La administración bolivariana prometió impulsar subastas y
uso de otras divisas y no lo ha hecho. Porque el dólar no es fácilmente
sustituible dado lo indicado. Así, Dicom se acabó y no pudo ser atendida ni
siquiera su última subasta. ¿Dónde quedó la energía descargada, el
procedimiento y el proselitismo de aquellas presentaciones semanales o
quincenales, donde el dólar operativo real se distanciaba del dólar de
cotización y había una especie de Dicom formal y otro informal?
El dólar ha superado los 80.000 Bs en
el paralelo o negro, y ya la jocosidad se expresa en “te compro 1 o 5”, dado
ese alto nivel; pues el mismo, lleva a lo sumo a significar tres dólares el
salario mínimo sin bono alimenticio. Demás está decir que, cualesquiera de los
otro niveles –inferiores a este- solo existen para ungidos, privilegiados,
corruptos o comerciantes inescrupulosos de la divisa verde. El que crea que es
exageración que busque dólares y verá.
A pesar de todo esto, la dolarización
informal avanza en la economía venezolana y ello ni la hace buena ni convierte en inevitable la dolarización
formal, como podrá uno parodiar con alguien que incumpliendo en horarios,
en vez de increparlo a normalizarse, se le dijese “retírate de ese trabajo o
estudio y dedícate a ser libre”. En consecuencia lo que expresa tal avance, no
es más que la falta de acción gubernamental en los puntos señalados más arriba,
en el suministro de información o enseriamiento en general de las finanzas públicas.
Claro que esto choca inevitablemente con la ideología y con el modelo que se ha
venido -sin éxito- queriendo imponer. Lo que antes estaba problematizado en
deuda externa, reservas internacionales, liquidez monetaria, emisión de dinero
inorgánico, manejo de efectivo e inflación, ahora está peor.
La dolarización informal avanza en la
influencia de la página dólar today,
que no es la causa sino el efecto de las situaciones descritas. Aunque no existe
claridad sobre lugares o montos transados, lo cierto es que con beneficio o sin
beneficio para esa página, la ausencia de otros mecanismos de información hace
su consulta inevitable, como referencia para los agentes económicos y/o
ciudadanos. Mientras, la administración se encarga de endilgar
responsabilidades.
También avanza la dolarización
informal por las ventas de inmuebles, vehículos
y otros activos físicos, en dólares. Pero, más aun, ya el comercio al
menudeo (con cierta extensión pues ya se venía haciendo desde hace unos años)
en lugares del país y la ciudad pide precios en dólares y calcula en bolívares,
sin ningún pudor, en una situación donde esto se presenta en forma de precios controlados por el dólar y no por
el gobierno ejecutor de controles de precios (para supuestamente beneficio
de la población). Otros precios, como buena parte de las medicinas, no se piden
en dólares pero están totalmente dolarizados.
Por el lado de la producción, se
acabaron las divisas, se acabó el Dicom y no es extraño oír a un productor señalar
cuanto le cuesta en dólares transportar un producto, ni que decir de los costos
de producción y de los insumos y bienes intermedios, que son fundamentales para
la producción de un determinado bien o casos como la búsqueda de un refractómetro
o un alcoholímetro, instrumentos fundamentales en la producción de algunos
bienes y bebidas, y los cuales no se producen internamente y hay que comprarlos
a precios dolarizados o importarlos.
Hace meses señalábamos que la ANC
marcaba un adiós a la economía; reencontrarse con ella o atenderla no es solo
nombrarla sino enfrentarse al conjunto y abundante número de problemas acumulados
con medidas realistas, operativas y creíbles.
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
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