Pedro Raúl Solórzano Peraza
Octubre 2017
Mucho se ha
comentado en relación a los problemas de Pequiven para la producción de
fertilizantes de apoyo a la agricultura venezolana. Estos problemas son de
diversa índole, tales como falta de gas natural, pobre suministro de roca
fosfórica, energía eléctrica insuficiente para activar a total capacidad los
mecanismos de las plantas, accidentes laborales, deterioro de las plantas por
falta de mantenimiento, paralización de las mismas por algún repuesto que no
llega a tiempo, mala gerencia por desconocimiento de la actividad; y así,
múltiples problemas que obstaculizan la producción de fertilizantes
nitrogenados y fosfatados y el procesamiento de los potásicos que se deben
importar para producir fertilizantes complejos.
Además de los contratiempos
para la producción de fertilizantes en las plantas de Pequiven ubicadas en el
país, también hay restricciones en la distribución de los abonos importados
porque éstos han disminuido de una manera alarmante. La combinación de estos
dos aspectos, la producción nacional afectada por variadas razones y la escasa
importación por falta de divisas y de previsión en el mercado internacional, ha
resultado en el insuficiente suministro de este importante insumo a los
agricultores venezolanos. Por supuesto, es una situación que afecta negativamente
los rendimientos de los cultivos, y por lo tanto, la producción nacional de
alimentos y de otros bienes provenientes de los campos.
Se puede señalar
que todas las plantas de Pequiven están accidentadas por una u otra razón, pero
quizás las del Complejo Petroquímico de Morón sean las más representativas
porque allí, además de la producción de amoníaco para la fabricación de
fertilizantes nitrogenados como la urea, se debe procesar la roca fosfórica
para producir ácido fosfórico y el fertilizante fosfato diamónico especial,
conocido popularmente como DAPITO por poseer menor contenido de P2O5
que el DAP (DiAmonium Phosphate).
Pero los
inconvenientes de Pequiven en relación a los fertilizantes no terminan allí, ya
que según noticias que se han filtrado recientemente, en el Complejo Ana María
Campos, ubicado en El Tablazo, Puertos de Altagracia del estado Zulia, todas
las plantas están paralizadas. Por ejemplo, la planta de amoníaco tiene una
cesación de actividades desde el mes de abril debido a fallas en una pieza
clave que no han podido reemplazar, por lo que no se está produciendo urea
perlada; continuando con los fertilizantes, se señala que las plantas de
olefinas y poliolefinas no están trabajando porque no hay suministro de propano
y etano que son materias primas para la producción de dos de las olefinas más
importantes: propileno y etileno.
La
polimerización de esas olefinas permite producir poliolefinas, que son fibras
de polipropileno y polietileno que tienen múltiples usos en telas para
vestidos, materiales para tapizado de muebles, interiores de vehículos, y otros
tantos entre los cuales se encuentra la fabricación de sacos que sirven para
envasar fertilizantes. Esta falta de
producción de polietileno y polipropileno causa que las empresas fabricantes de
sacos para fertilizantes no puedan operar por falta de materia prima,
dificultándose la comercialización de los abonos y su distribución hacia los
centros de producción agrícola.
Recuerdo que
hace algo más de un par de años, ante la falta de sacos, en Pequiven ofrecían
la venta del sulfato de amonio a granel. Éste es un fertilizante difícil de
manejar, en parte, porque físicamente es un polvo, y si se adquiere sin la
protección y la facilidad de manipulación del saco, su transporte,
almacenamiento y distribución en las fincas requerirán de equipos e
infraestructuras especiales o acondicionadas para este manejo. Para un pequeño
o mediano productor quizás sea imposible disponer de esas facilidades, y
quienes puedan hacerlo tendrán gastos adicionales en el proceso productivo por
esta causa, y posiblemente una pérdida de producto, por problemas de humedad y
otros contaminantes que pueden causar que las pérdidas superen los límites de
tolerancia.
La falta de
sacos también implica que las importaciones se tengan que realizar con
productos envasados, ya que no se puede importar fertilizante a granel para ser
ensacado al costado del barco, lo que le daría al producto un valor agregado al
utilizar mano de obra, materiales y equipos nacionales. En fin, Pequiven debe
revisar sus actividades, su organización, su gerencia, para tratar de
aprovechar el potencial que tiene el país en recursos, tanto naturales como de
infraestructura, para la producción de fertilizantes. No se puede justificar
que los diferentes complejos petroquímicos del país se encuentren parcialmente
paralizados u operando con una eficiencia bajísima, o sus plantas totalmente
paralizadas como se dice que se encuentra el Complejo Ana María Campos de los
Puertos de Altagracia.
Además,
recordemos quien fue Ana María Campos, de quien escribí en una oportunidad lo
siguiente:
Hay innumerables ejemplos de
valerosas mujeres, verdaderas heroínas venezolanas que de alguna manera
participaron en las luchas para independizarnos de las legiones españolas, unas
más conocidas que otras, pero todas dispuestas a arriesgarlo todo por la causa
patriótica. Una de esas mujeres fue la zuliana Ana María Campos.
En las postrimerías de la lucha
armada por nuestra emancipación, por allá por el año 1823, cuando se fraguaba
la Batalla Naval del Lago de Maracaibo como sello a la reafirmación de la
independencia de Venezuela, era mariscal de campo en las líneas españolas
Francisco Tomás Morales, jefe de la campaña de occidente y último en ocupar el
cargo de Capitán General de Venezuela. En ese entonces insurge Ana María
Campos, una joven natural de Los Puertos de Altagracia que andaba en sus veinte
años y quien en sus reuniones clandestinas en Maracaibo, haciendo referencia a
Morales, decía: “si usted no capitula, monda”; queriendo significar para la
época que si no capitulaba tendría que enfrentarse a las consecuencias. Esto
llegó a oídos de Morales quien le solicitó a la joven que se retractara y, ante
la negativa de ella, fue azotada públicamente causándole daño tan profundo que
a los pocos años murió, pero no sin antes ver la victoria patriota y la
rendición de Morales, su verdugo.
El complejo
petroquímico de El Tablazo fue bautizado con el nombre de esta valerosa mujer,
Ana María Campos, con el fin de darle la fuerza necesaria para que se
convirtiera en un baluarte de nuestra soberanía económica, y no para que
terminase como otro elefante blanco símbolo de la administración venezolana del
siglo XXI.
Recordemos que: SIN
FERTILIZANTES es imposible producir la cantidad de alimentos que necesitamos
para satisfacer los requerimientos de la población.
En Amazon está a la venta el libro del autor:
“Fertilidad de suelos y su manejo en la agricultura venezolana”. Tiene
información muy útil para mejorar la práctica de fertilización de los cultivos,
con miras a una mayor productividad y a un mejor trato a los suelos y al
ambiente en general.
Pedro Raúl Solórzano Peraza
Octubre de 2017
pedroraulsolorzanoperaza.blogspot.com
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