Enrique Viloria Vera
Algunos amigos del llamado pueblo llano me consultan sobre el término financiero que encabeza los medios de comunicación social de aquende y allende. Mejor sería que se lo pregunten a connotados especialistas como Asdrúbal Baptista o Humberto García Larralde, pero no a mí que no soy economista sino polígrafo, y hay académicos celosos de su oficio que Matan de verdad a quien ose incursionar en sus sacrosantos predios profesionales.
En fin, a riesgo de que me acusen de ejercicio ilegal de la profesión de las predicciones más o menos fallidas, y utilizando más bien la lexicografía, la filología, la semántica o como se llame y sin ánimo de incordiar a los celosos custodios de la lengua – no en salsa como la de mi querido y decedido amigo -, me atrevo a explicarlo en términos simples, y espero comprensibles.
Resulta y ocurre que en el país boyante que fuimos, el petróleo era abundante y se puso cariñoso en los mercados internacionales; un paracaidista en todo, se descolgó de golpe y porrazo en las bajuras del poder, y entusiasmado por las utopías castro- comunistas, decidió que ese grasiento recurso natural lubricará sus sueños de grandeza revolucionaria.
Munido de una, para entonces, buchona petro – chequera, como un Papá Noel rojo – rojito se dedicó a repartir los petrodólares a granel. Chulos y chulas de todas partes- incluyendo a connotados podemistas de la Madre Patria-, acudieron a beber de la ubre petrolera bolivariana. Para complacer las crecientes necesidades de divisas del país y de los corruptos enchufados bolivarianos, el Comandante Bonachón – Don Regalón fue llamado -, se endeudó a presente y a futuro.
Muerto el perro no se murió la deuda pública contratada, pasó el tiempo y El Robusto Guasón profundizó la vía socialista al desastre venezolano. Los huevos de la gallina de oro negro fueron escaseando y se vendían a menor precio; mientras que los dueños de otros corrales petroleros producían más huevos negros a menos precio e incluso sacaron al mercado unos óvulos de lutita.
La imprevisión propia de la hablachenta e ineficiente Revolución Bolivariana terminó de poner la torta socialista: se acabó lo que se daba y resulta que sin real no hay ropa, los acreedores e inversionistas vinieron a reclamar lo suyo y la respuesta que recibieron, es la misma que los malhadados súbditos bolivarianos reciben todos los días: ¡NO HAY!
Así que el país entro en De Fo: nos pusimos hediondos, fétidos, pestíferos, apestosos …no por falta de agua, jabón, champú, papel higiénico, pasta dental o desodorante, sino porque somos unos nauseabundos insolventes.
DRAE dixit, Fo:
- Para expresar asco. 2. Para indicar desaprobación o rechazo.
Pues bien, caímos en DE FO.
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