MIGRACIÓN Y DESARRAIGO:
¿cómo recuperar un país?
EDUARDO ORTIZ RAMÍREZ
La masa de migrantes venezolana es
variopinta. Los que se habían ido precavidamente desde hace alrededor de 10/15
años; los que se han ido por razones políticas; los que, paradójicamente, habiendo
apoyado a la actual administración y beneficiándose de ella, han terminado en
los lugares más criticados por sus acólitos; los profesionales, artistas técnicos,
artesanos o manejadores de oficios que han visto alteradas sus posibilidades de
desarrollo en el país; los que pudiendo
tener que ver o no con la población previamente señalada, han sido abrumados
por la pertinaz hiperinflación, dolarización informal –de la cual no se
benefician todos-, desaparición acelerada de empresas, deterioro acelerado de
la infraestructura de atención de salud, educación y seguridad (en una administración que
hace algunos lustros de los más de 22años que lleva ofreció desarrollar la solidaridad y creó un ministerio de la felicidad). Se ha
visto aumentado tal cuadro, con la entrada de la pandemia del Covid19, aunque las victimas vistas o
presentadas, sean menores que en otros lugares y naciones. Un verdadero tsunami invertido ha pasado a ser así
la migración venezolana acumulada y de los últimos 5/7 años, durante la
administración de NM.
Los efectos de este proceso son harto
conocidos y cantados. Familias sin hijos; abuelos convertidos nuevamente en
padres; hijos sin padres; carreras abandonadas; uso natural del recurso humano preparado en Venezuela o desde Venezuela
por otros países, o, en variados casos y expresiones de desempeño de venezolanos
en actividades de servicios, por estrategias obvias de sobrevivencia y asentamiento;
y, en los casos peores, venezolanos siendo afectados incluso por sus “hermanos“
latinoamericanos, que se han beneficiado abundantemente de las facilidades que existieron
en Venezuela, en donde nunca se vieron expresiones manifiestas de xenofobia.
Esta, por cierto, ha buscado destacar las desviaciones delincuenciales de
algunos venezolanos, pero ha sido resaltada su pequeña representatividad en el
total de los registrados en las naciones del caso (Perú por ejemplo). ¿Se podrá recuperar parte
del recurso humano emigrado para beneficio de la nación en planes y
experiencias futuras?, es ese un asunto que se acumula y que se necesitará de métodos
y estímulos como tuvieron que implementar naciones como Taiwán hace algunas décadas,
de avanzado el siglo XX.
Tal proceso migratorio ha producido
el caso del aprovechamiento de remesas
hacia el país, pero este no contaba con infraestructura al respecto, dada su
escasa experiencia en migraciones como, contrariamente, ha sido consustancial a
otras naciones latinoamericanas. Esto es entendible, pero, la nación no ha
construido con premura un escenario transparente y estimulante de facilitación de
la transmisión de remesas. El espíritu
controlador de más de 15 años de abierto control
de cambio (más o menos finalizado en 2018), la inestabilidad de la realidad
alternativa sucedánea o sustituta de aquel, dado el desorden de la dolarización informal y las ambiciones
de controlar cualquier forma de divisa que pueda ingresar al país, dado el
escenario de escasez de las mismas que ahora presenta Venezuela, no permite presentar
a esta tampoco como la imagen más exitosa en el manejo de remesas, en beneficio de
ciudadanos y familias.
Como otros, hemos vivido nuestra propia migración
de la familia, con todas las consecuencias anímicas y materiales o de recursos
entendibles. Pero también, un sentido invertido del desarraigo, adicional al desarraigo del propio migrante. En las
grandes, antiguas y actuales experiencias de migraciones se ha entendido este último
como el extrañamiento y la soledad y ausencia de costumbres, gentes y símbolos.
La pandemia, por las limitaciones
impuestas le ha quitado desahogos al desarraigo,
limitando los encuentros y acercamientos familiares. La xenofobia y las dificultades de emplearse o conseguir una “pega”,
obviamente acentúa el desarraigo. (En
las grandes migraciones hacia los EE.UU. el desarraigo y la lejanía de las fronteras en la colonización, estimularon
las organizaciones y fundamentos religiosos). ¿Qué tanto influirá el desarraigo en el regreso de numerosos
venezolanos?, estará por verse.
Las preocupaciones, por ahora, seguirán
siendo cuánto influirá el desarraigo
o la no consecución de mejoramientos, para el regreso de numerosos venezolanos
o cuánto influirán los mejoramientos y la aparición de oportunidades para el no
retorno o el alargamiento de la estadía de los venezolanos. Sobre esto se requerirán
estrategias y actuaciones diligentes
pues lo que ha afectado la migración es, entre otras cosas, nuestro acervo de
recursos humanos que se había preparado para el petróleo, el comercio, la economía,
la medicina, la ingeniería, la informática y numerosas otras áreas profesionales
y técnicas.
No es nostalgia ni sentido negativo. No.
La pregunta indicativa atañe a los métodos y alternativas que seguirá teniendo
una afectación importante en su recurso humano, pues la migración no cesa.
4 de abril 2021
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
Excelente como siempre tu punto de vusta Eduardo y para completar tu frase final "la migración no cesa" pero tampoco regresa.
ResponderBorrarUn fuerte abrazo amigo.
Gracias Dario. Un fuerte abrazo también para ti. Siempre te recordamos.
BorrarLo que señalas es parte importante de la problemática.