martes, 20 de marzo de 2018

Breve informe sobre la energía del futuro.



 Prof. Dr. Carlos E. Daly Gimón

El desarrollo sostenible del siglo XXI tiene que ser el de la energía limpia y renovable. Las estrategias de crecimiento de las naciones, aunque a veces con dudas y altibajos manifiestos, se encaminan hacia una mayor eficiencia en el uso de las energías necesarias para el funcionamiento del sistema económico. Se trata, efectivamente, de un cambio crucial en la dirección y comportamiento del consumo energético mundial en las próximas décadas.

Esta transformación en los acostumbrados patrones energéticos de la economía contemporánea, supone cambios importantes con respecto a las fuentes de energía hasta ahora utilizadas.

E implica, por sobre todo, que sean progresivamente excluidas del mercado las fuentes contaminantes de fuerte impacto como los hidrocarburos provenientes de los combustibles fósiles ( Petróleo, Gas natural, Carbón); para dar paso a las llamadas energías limpias y sostenibles (Biomasa, Energía Eólica, Geotérmica, Solar, Energía Oceánica, Hidroelectricidad, entre otras).

En este sentido, las políticas energéticas de los gobiernos comprometidos con una mayor eficiencia energética juegan un papel preponderante, especialmente, en cuanto a la elaboración de regulaciones claras y previsibles, los necesarios incentivos y apoyos a las inversiones en energías renovables, el estímulo a la innovación tecnológica y, por encima de todo, el cabal compromiso con un nuevo modelo energético.

Pero la transición energética durará todavía unas décadas.

 A principios de 2018, el 86% del consumo mundial de energía proviene de los combustibles fósiles, entre los que destaca particularmente el petróleo crudo. En la Unión Europea alcanza el 74% muy a pesar de sus esfuerzos y determinaciones en fortalecer y profundizar la eficiencia en la generación y consumo de energías limpias.

Queda pues mucho trecho por recorrer hasta que se logre alcanzar la economía energética deseable y conveniente al planeta tierra.
Mientras tanto veamos que anticipa el futuro de la energía.


En los años venideros, el comportamiento de la demanda mundial de petróleo estará determinado, ante todo, por  el crecimiento de la economía mundial. El consumo de petróleo de los países desarrollados dependerá del incremento de su producto interno. Las cifras de 2017 son, en este sentido, bastante elocuentes: las economías europeas crecen a tasas relativamente moderadas (muy pocas superan el 3% anual) al igual que el sistema económico norteamericano (cercano al 2% del PIB en 2017). Países emergentes como China, India, Singapur y otros, presentan índices más llamativos en su dinámica productiva, lo que los llevará a ubicarse entre aquellos de mayor exigencia y posicionamiento en el mercado petrolero internacional.

Este patrón de crecimiento pareciera que va a perdurar durante varios años más, a menos de que sobrevengan eventualidades geopolíticas o bélicas que alteren esa tendencia.

Los precios del petróleo presentaron en 2017 y en lo que ha transcurrido de este año, un comportamiento relativamente estable, y de pronóstico conocido. Desde los niveles de 2014, cuando los precios rondaron los 112 $ por barril, bajaron hasta 28 $ por barril en 2016, y desde entonces han ido fluctuando de manera paulatina hasta quedarse entre los 50 $ y 60 $ por barril de crudo[1].

La revisión del esquema de precios prevaleciente desde 2008 se da por la combinación de una estrategia de recorte de la producción por parte de la OPEP a partir de 2016, junto a la manifiesta competitividad de los productores de petróleo norteamericanos al frente de la “revolución del petróleo no convencional”. “Así, en el primer semestre de 2017 Estados Unidos produjo alrededor de 5 millones de barriles por día (mb/d) de petróleo no convencio­nal, más de cuatro veces la producción de este tipo de petróleo que obtenía en 2010 y en torno a la mitad de la producción total de crudo del país, que en 2014 retornó a niveles que no se alcanzaban desde 1985. De esta forma, Estados Unidos ha abandonado su estatus de importador neto, con el consiguiente alivio de su saldo comercial exterior[2].

A lo que habría que agregar una evidente desaceleración de la demanda mundial en los últimos años, así como el impacto causado en los mercados por el manejo de los inventarios a niveles máximos.

La disponibilidad de petróleo crudo, vista en perspectiva, evidencia una serie de aspectos que bien vale la pena puntualizar. La evolución de las reservas probadas de petróleo es una de esas variables que influirá decisivamente en el futuro energético de las próximas décadas. En los actuales momentos, de acuerdo a las cifras de la AIE [3], el 17,7% (300.000 millones de barriles aproximadamente) de las reservas probadas están en Venezuela, 15,7% (266 mil millones de barriles aproximadamente) en Arabia Saudí, 10,1% (172 mil millones de barriles aproximadamente) en Canadá, 9,3%(157 mil millones de barriles aproximadamente) en Irán y 8,4% (143 mil millones de barriles aproximadamente) en Irak [4].

Más allá de los diferentes tipos de petróleo que componen esas reservas, conviene resaltar que el petróleo crudo de las reservas de Venezuela y Canada son considerados hidrocarburos no convencionales y, por tanto, su costo de extracción es bastante más elevado que el petróleo liviano y extra-liviano de Arabia Saudí y el de determinados productores del Medio Oriente.
Esto significa que no existe una relación directa entre el volumen de las reservas y los niveles de producción, salvo en el caso de la OPEP cuando fija el techo a su producción de acuerdo a las reservas declaradas por los países miembros [5].

Todo ello se traduce en que al ritmo de producción actual, restan unos 51 años de disponibilidad de petróleo crudo. En Gas Licuado y Natural 53 años, y en Carbón las estimaciones se ubican alrededor de los 114 años poco más o menos.

A lo que debe agregarse, de acuerdo a los datos de BP [6], que las reservas probadas de petróleo aumentaron en un 52% en los últimos 20 años. Hasta 2007 se observó un declive sostenido de la producción norteamericana, pero con la llegada del Fracking esa tendencia se revirtió, a lo cual vino a sumarse el ultra-deep offshore del golfo de Mexico, ocasionando, consecuentemente, que las reservas probadas hayan alcanzado los niveles ya señalados.

De igual manera, es bien sabido, que los precios del petróleo influyen de manera significativa sobre el nivel de las reservas. Está claro que la rentabilidad de los yacimientos depende de un cierto nivel en los precios, como es el caso, por ejemplo, de que para asegurar la viabilidad económica de los bitúmenes canadienses los precios en el mercado tendrían que rondar los 100$ por barril, o que los yacimientos “sweetspots” del crudo norteamericano son aprovechables sólo si fluctúan en una banda que va desde los 30$ por barril hasta 60$ por barril, según las regiones del país donde se ubiquen esos yacimientos.

Precisamente, la emergencia de las novedosas técnicas de perforación como la fracturación hidráulica o Fracking, es otro de los factores que ha generado la aparición de diferentes escenarios en el campo de la economía energética.

Con la llegada del shale oil, la producción de los Estados Unidos está por encima de los 10 millones de barriles diarios en 2018, tal como ha sido resaltado en párrafos precedentes. Ese dato lo coloca a la vanguardia de los principales productores mundiales junto a Arabia Saudí y Rusia. La producción norteamericana de petróleo de esquisto es producto de un avance tecnológico importante, el cual ha permitido alcanzar una significativa disminución de los costos de producción y, por tanto de los precios; calificada por reconocidos especialistas como una “segunda ola de crecimiento extraordinario”. A tal efecto, se estima que la producción de petróleo norteamericano podría duplicarse en los próximos diez años, en momentos en que la OPEP, junto a Rusia y otros nueve productores/exportadores miembros del cartel fijaron, en diciembre de 2017, un techo de producción para los primeros nueve meses de 2018.

Fuentes autorizadas en los Estados Unidos estiman un incremento de 1,7 millones de barriles diarios a lo largo de este año, provenientes fundamentalmente del petróleo de esquisto y el LGN.

Esta capacidad creciente del gigante norteamericano permite contemplar que él solo podrá atender el 80% del alza en el consumo mundial de petróleo, de aquí hasta 2023 [7]. La capacidad de exportación de los productores estadounidenses seguirá aumentado en los próximos años, y captando segmentos cada vez más importantes del mercado petrolero internacional.

Ello requiere, ciertamente, que se mejoren las inversiones en exploración y producción para así poder compensar el evidente grado de madurez de importantes yacimientos en distintas regiones petrolíferas, y, dar respuesta al previsible crecimiento de la demanda petrolera en los próximos años.

Por otra parte, interesa destacar que entre las fuentes de energía renovables que jugarán un rol fundamental en el escenario energético que se avecina destacan, particularmente, la energía eólica y solar.

La generación de energía en los parques eólicos avanza a ritmo avasallante, y se presenta como una alternativa de primer orden frente a las energías tradicionales.  Ese auge la posiciona de manera sobresaliente en el “crecimiento del sector energético en el mundo, y podrá suministrar hasta 20% de la electricidad global en el 2020, según el último informe del Consejo Mundial de Energía Eólica (GWEC en inglés). La capacidad eólica mundial ha alcanzado en el 2016 los 456 GW, y se espera que llegue a 500 GW al final del año” [8]. En América Latina, la Asociación  Mundial de la Energía Eólica (WWEA en inglés) ubica a Brasil a la cabeza de la generación de energía eólica en la región, seguido de México, Chile, Argentina, Costa Rica y Nicaragua, aunque en términos de potencialidad Argentina está a la vanguardia de ese ranking.

En relación con la energía solar, conviene asentar que el uso de la electricidad proveniente de los paneles fotovoltaicos es todavía muy limitado, alrededor del 1% a nivel mundial; aunque en Estados Unidos ya alcanza cerca de un 10% del suministro total de electricidad. No obstante, las perspectivas son importantes y alentadoras. Al lado de otras fuentes alternas de energía, la solar avanza y resulta cada vez más evidente que su eficiencia, beneficios sobre la salud,  y su “amistosa” vinculación al medio ambiente le permitirán superar al carbón, e incluso al petróleo. Es un recurso barato e ilimitado. Está al alcance de numerosos países, y su disponibilidad resulta accesible aún para las economías menos avanzadas. Se estima que en dos décadas aproximadamente, la energía solar superará la fuentes energéticas tradicionales.

Más allá de la producción de energía, es más que evidente que la demanda de petróleo será también impactada por los avances tecnológicos en el sector transporte, y, particularmente con la llegada de los vehículos eléctricos  y los automóviles híbridos.

En “los autos eléctricos son la nueva amenaza para la industria petrolera”[9], Justin Gillis  sostiene que Noruega, importante productor de petróleo a escala internacional, es una especie de centro de experimentación para los autos eléctricos. Y agrega, “debido a grandes beneficios fiscales, los autos eléctricos salieron de la nada para apoderarse de un tercio del mercado de autos nuevos en tan solo cinco años. Hay políticos y líderes empresariales que están viajando de todas partes del mundo a Oslo para ver si esta tendencia es más que una moda pasajera”.

El tema de la contaminación ambiental también presiona a los gobiernos. Inglaterra y Francia se mueven entusiastas hacia los coches eléctricos. En el caso de la Gran Bretaña, no solo se fija el 2040 como el año en que se restringirá el uso de los vehículos alimentados por petróleo, sino que se asignan importantes fondos para mejorar la calidad del aire, el reemplazo de la flota de autobuses por unidades más limpias,  y reordenamientos urbanos para aliviar la circulación automotriz [10].

En China, la política automotriz se enseria con respecto a los coches eléctricos, al punto de que  “a partir de 2019, cualquiera que produzca o importe en China más de 30.000 vehículos deberá asegurarse que al menos un 10% de estos sean eléctricos o híbridos enchufables. Esta cifra ascenderá a un 12% en 2020 y está previsto que siga subiendo. Los que no estén en condiciones de cumplir con estas cuotas deberán comprar créditos a aquellos que las sobrepasen, pagar multas o abandonar el mercado chino”[11].

Además, “el gobierno chino ha actuado de forma decisiva también para espolear la demanda de estos vehículos. Los consumidores los adquieren por los descuentos sobre el precio de compra, los beneficios fiscales, las facilidades de financiación y sobre todo la posibilidad de sortear el sistema de lotería para conseguir una matrícula. Según un análisis de la agencia de calificación crediticia Fitch, los subsidios a los coches eléctricos en China son de los más extensos del planeta, solamente por detrás de Noruega ”[12].

Finalmente, el calentamiento global está detrás del uso y abuso de las fuentes energéticas que mueven las economías. El Tratado de Paris (2015) ha sido lo suficiente claro en exigir que para 2020, los objetivos medioambientales prioritarios permitan reducir en un 20% la emisión de gases invernadero, que 20% de las fuentes energéticas sean renovables, y que se mejore en un 20% la eficiencia energética por parte de las naciones europeas suscriptoras del Acuerdo, junto al target de alcanzar una economía hipocalórica para el 2050.

Son estrategias ambientalistas que provocarán, sin lugar a dudas, un impacto significativo en el consumo internacional de los hidrocarburos en la disputa por que se impongan, más temprano que tarde, las energías alternativas y limpias.




[1] Al momento de divulgarse este trabajo el petróleo tipo Brent ronda los 63 $ por barril ,y el West Texas Intermadiate 62,11 $ por barril.
[2] Santabarbara, Daniel. “Evolución reciente y perspectivas del mercado petrolero”. Banco de España. Eurosistema. Boletín Económico 3/2017. Artículos analíticos. Madrid. 2017.
[3] https://www.iea.org/. Consultada el 01/03/2018.
Consultada el 08/02/2018.
[5] Veáse el “World Oil Outlook” en la Web:  http://www.opec.org/opec_web/en/publications/340.htm
[6] Veáse https://www.bp.com/ Consultada el 10/03/2018.
[7] https://www.iea.org/. Consultada el 10/03/2018.
[8] Martínez, León. “El estado de la energía eólica en América  Latina” https://www.eleconomista.com.mx/empresas/El-estado-de-la-energia  Consultado el 12/03/2018.
[9] The New York Times en español. 16/11/2016.En  https://www.nytimes.com/es/2016/11/16/ Consultada el 04/03/2018.
[10] ABC.26/07/2017.En http://www.abc.es Consultada el 16/03/2018.
[11] El País. 01/01/2018. En https://elpais.com .Consultada el 17/03/2018.
[12] Ibidem: https://elpais.com , consultado el 17/03/2018.

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