De Davos a Venezuela,
por Félix Arellano
Publicado enero 22, 2019
Felixarellano50@yahoo.com
Ha iniciado la 49 edición del Foro Económico Mundial, en Davos (Suiza), con una agenda de trabajo realmente impactante, tanto por su objetivo central de promover transformaciones más equitativas en el marco de la IV Revolución Industrial; como por sus avances en comparación con el Foro Social Mundial, que este año se debe efectuar en Barcelona (España), pero que se ha anquilosado en un discurso agresivo y excluyente. Por otra parte, en Venezuela también encontramos hechos impactantes: por ejemplo que el proyecto bolivariano permita reconfirmar el fracaso de los anacrónicos modelos de izquierda autoritaria; pero también, el ambiente que estamos viviendo, que vislumbra la posibilidad de lograr una transición pacífica, promovida por las fuerzas democráticas, del actual modelo totalitario y destructivo.
El Foro Económico Mundial que nace de la mano de Klaus Schwab en 1971, también conocido como el Foro de Davos, ha sido vinculado al pensamiento económico liberal, por su dura defensa de la libertad del mercado a escala mundial
Pero si bien los hechos, en gran medida, le han dado la razón, también es cierto que el Foro se ha preocupado por las negativas consecuencias sociales y éticas de la apertura de los mercados y ha promovido estrategias para humanizarlo. En esta oportunidad la agenda se centra en la necesidad de construir una dinámica más equitativa, ecológica e incluyente.
El Foro no se ha asilado de la realidad y sus organizadores observan con preocupación los graves problemas sociales que afectan al mundo y que exigen de soluciones globales. En estos momentos, cuando el extraordinario desarrollo tecnológico nos lleva a nuevos materiales, nuevas energías y la robotización de los procesos productivos y la vida cotidiana, lo que ha sido definido como IV Revolución Industrial, y todo ocurre a escala global e interconectada, en las llamadas cadenas globales de valor; también es cierto, que los problemas sociales se agudizan y crece un desasosiego sobre la globalización en el planeta.
El rechazo social a la globalización económica parecía una constante en los países en desarrollo, pero ahora nos encontramos con un cuestionamiento profundo en las economías industrializadas, donde el desempleo generado por las nuevas tecnologías y la llegada de migraciones provenientes de países pobres, están estimulando proyectos nacionalistas, proteccionistas, xenofóbicos y excluyentes; como Donald Trump en Estados Unidos, el Brexit en Gran Bretaña o el resurgimiento de las extremas derechas en la mayoría de los países europeos y en el mundo.
El Foro Económico desde sus inicios ha promovido la apertura de los mercados y el respeto a la propiedad privada y los hechos han demostrado que es una propuesta acertada. Al respecto se puede apreciar como China o Vietnam lograron superar las hambrunas generadas por el comunismo, gracias a su incorporación al mercado global. Luego, el caso venezolano, donde el proceso bolivariano ha estimulado la destrucción del mercado, para generar pobreza y controlar la población, representa otra evidencia de la conveniencia en términos sociales de la apertura, que permite inversiones, diversificación de la producción y generación de empleos.
Ahora bien, el Foro no se ha anquilosado en la apertura de mercados y progresivamente ha incorporado en sus agendas anuales la consideración de las consecuencias sociales de la apertura. En esta oportunidad se aspira promover proyectos y soluciones para la “formación de sociedades sostenibles e inclusivas en una mundo plurilateral”. No se puede ser indiferente ante las consecuencias ecológicas y sociales del desarrollo económico; pues el desosiego que genera se traduce en conflictos sociales, violencia y destrucción
Por su parte el Foro Social, creado por iniciativa del Partido de los Trabajadores de Brasil en el 2001 y luego fuertemente apoyado por la chequera petrolera de Hugo Chávez, que para este año tiene prevista su XIV edición en Barcelona, se ha atrincherado en un discurso ideológico, anacrónico, violento y excluyente; sin llegar a reconocer el enorme fracaso de los modelos autoritarios de la izquierda que destruyen los países y empobrecen las sociedades con tal de perpetuarse en el poder. Siguen apoyando el falso discurso sobre el papel protagónico del proletariado, sin reconocer que representa un comodín que recibe limosnas y amedrentamiento. Cabe resaltar que tampoco han reconocido el fracaso, ni la violación de los derechos humanos de la revolución bolivariana.
Seguramente que en Davos se mencionará el caso venezolano, para reconfirmar el fracaso de la izquierda autoritaria, que solo busca perpetuarse en poder
Pero en esta oportunidad es posible que también consideren el clima de cambio que reina en el país, bajo el liderazgo de la Asamblea Nacional, el único poder legítimo y constitucional existente y, en particular, con la acertada conducción de su joven Presidente Juan Guaidó.
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