LAS MISMAS POLÍTICAS Y
LAS MISMAS ESPERANZAS PARA LA ECONOMÍA VENEZOLANA: la conversión de la ilusión
monetaria en realidad
EDUARDO ORTIZ RAMIREZ
No es fácil llenarse de entusiasmo
viendo la evolución en cifras de la economía venezolana que presenta la
perspectiva oficialista –que es la que responsable y seriamente debería presentarlas-
u oyendo sobre lo que viene, menos aún
al oír intenciones u objetivos del Plan
de la Patria II o al ver el conjunto de medidas tomadas y comunicadas por
el presidente y su equipo de gobierno. A pesar de lo visto, oído y palpado
durante veinte años, no deja de impresionar la capacidad de la administración
bolivariana para repetir la misma visión edulcorada de la realidad, las mismas
esperanzas y un permanente relanzamiento de políticas y la economía, en una
especie de ahora si es el momento y este si es ahora el verdadero y efectivo
conjunto de medidas. Esto es, incluso haciendo abstracción del hecho mismo
de que no es fácil discutir con los gobiernos, en cuanto a sus versiones y
cifras y mucho menos con uno que le gusten las exageraciones, las distorsiones,
y la ideología, falseando la realidad.
En cuanto a la evolución en cifras, la
administración bolivariana se ha distinguido en los cuatro años más recientes por no suministrar
cifras en variables fundamentales y mucho menos regulares. Impresiona, con el
panorama observable directamente o a través de otras fuentes o procesamientos,
escuchar al presidente Maduro señalar –en
la primera dimensión de su intervención- los éxitos en la reducción de la
pobreza y también de la pobreza extrema.
Servicios públicos en franco deterioro y la administración bolivariana, en la
figura del presidente, le señala al país y al mundo que se tienen grandes
éxitos en áreas como la salud, alimentación y educación. Programas como el de barrio adentro no resisten comparación
con la atención de la salud pública o a las mujeres embarazadas que en forma
gratuita ofrece la nación chilena incluso a los inmigrantes por ejemplo con el
programa Chile crece contigo.
En cuanto a la evolución de la
estructura económica, el presidente, en la entrega de su memoria y cuenta a la Asamblea Nacional Constituyente el día
14 de enero de 2019, nos presenta una economía que tiene definidos sus 15 motores[1]
y con pujante marcha, mientras conocidas son la quiebras, cierres y
dependencias del resto del mundo que lo que sobrevive de la antigua estructura
productiva ha venido conformando y presentando en una economía que acumuló su
quinto año de recesión, incluida ya, marcadamente, en 2018, menor producción e
ingresos petroleros. El país que dentro de poco –según la perspectiva
oficialista- se convertirá en baluarte de las reservas y la minería mundial, se
enfrenta –contrariamente- a la crítica dinámica que ha producido y sigue
produciendo el extractivismo y la
destrucción de espacios defendidos y observados con permanente vigilancia por
parte de los ecologistas y defensores del ambiente. La administración –así- se
ufana del extractivismo y por otro
lado se presenta como defensora de la ecología y la naturaleza.
La segunda dimensión que brindó la presentación del día 14 ante la ANC, es concerniente a la difusión
de algunas de las ideas contenidas en el segundo Plan de la Patria, en este caso para el período 2019/2025. Sin
ambages, sin dudas, sin reparos, ni comedimientos las proyecciones de la administración
bolivarianas son contundentes, a pesar de la economía en franco proceso de
alteración y destrucción que se ha observado por mayorías de la nación en
tiempos recientes al vivir la escasez, las colas, el deterioro del bienestar y
los servicios y la flagrante inseguridad. El presidente planteó así la meta de Miseria
0 para finales del sexenio. Por el lado del desempleo no se contuvo –o se contenta
la programación- en la tasa natural de
desempleo (4%), sino que trazó la meta de un 2% de desempleo, llegando a tener una cifra de unos 18 millones de
venezolanos trabajando – ¡se sobreentiende que con buenos salarios!-, mientras
unos 14 millones estarían estudiando en los distintos niveles. Pensando, en
resumen y en abstracto, unos treinta y dos millones de venezolanos estarían
bien ocupados por el año 2025 de los 34 que se espera poblarán la nación[2],
y solo quedarían unos dos millones que imaginamos serian de entre 1 y tres años
y que no estarían ni en edad de trabajar ni de estudiar. Un mundo feliz y eficiente, entonces. El segundo plan de la patria se presenta así,
como la máxima solución a todos los problemas de los socialismos fracasados y
capitalismos problematizados de países en desarrollo latinoamericanos. Es esta
economía, la que buena parte de los venezolanos observan, padecen y sufren, la
que en un perfecto laboratorio que cuenta con asesores internacionales, dará
esas soluciones.
Claro, el presidente, de todas
maneras, tuvo en su intervención -de más de cuatro horas- la oportunidad de repasar
un conjunto de instrumentos que a pesar de los “éxitos y logros” actuales deben
aplicarse. Son varios los sistemas en los que piensa la administración
bolivariana e imaginamos que los
asesores económicos chinos y rusos (y de otros lugares que dice la
administración bolivariana tener). Un nuevo
sistema monetario, ya en proceso de construcción donde el petro -teniéndole
la paciencia y colaboración necesaria- será un
elemento fundamental. Un nuevo sistema
cambiario para derrotar al dólar criminal y farsante, pues no es que el
dólar suba por acciones de mercado, inestabilidad y desconfianza tenida u
observada por parte de los agentes económicos: ¡no!, el asunto es que le dólar
sube por las indicaciones del imperialismo y el interés de agentes externos en
sabotear la economía venezolana. En esta perspectiva no existen variables
económicas, sociales, de búsqueda de renta y corrupción y sosiego ante la
inestabilidad e incertidumbre de los efectos perniciosos de políticas
económicas fracasadas: ¡no!, lo que existe es pura conspiración. Apartando Simadi,
Dicom I y II, subastas, control de
cambios de 16 años, el presidente y los que aplauden ofrecen un nuevo sistema cambiario. Pero también
el presidente ofreció más, al detectar las necesidades de un nuevo Sistema tributario que debería
reencontrarse con la justicia y con toda seguridad aterrizar en los grandes
patrimonios. Todo esto, embadurnado de la idea del país potencia, potencia
agrícola, potencia minera y cualquier otro cognomento con el que alguien pueda
congraciarse.
La tercera dimensión es la de las lides repetitivas y nos remite a la hiperinflación – no
controlada sino aumentada-, la metamorfosis
de la reconversión monetaria en dinero depreciado, sin valor o aprecio de parte
de los agentes económicos. Y allí se volvió a –nuevamente- aumentar el salario incrementándose
el salario mínimo en tres veces el existente –alcanzando ahora un nivel de
18.000 bolívares soberanos-, afectando todas las tablas de remuneraciones y
siendo el combustible del mantenimiento
y ampliación de la hiperinflación, cuyo límite se encuentra en todos los
intersticios de las condiciones de vida crecientemente depauperadas de la
población. Dada la fórmula mágica de haber fijado el salario al petro, esto
implicó previamente fijar a 36.000 bolívares soberanos al precio de aquel,
siendo su mitad el salario mínimo. Otra de las medidas acordadas, consistió en
ratificar la continuidad de la política y manejo de precios acordados, que en el plano real es una de las grades
ficciones en cuanto al escenario hiperinflacionario; así como lo concerniente a
aumentar el encaje legal a 60%, buscando restringir con ello presiones hacia el
mercado cambiario; y, el impuesto a los
grandes patrimonios. Debe añadirse que en diciembre se había renovado por dos
años más, el decreto de inamovilidad laboral (GACETA OFICIAL N° 6.419, Extraordinario
AÑO CXLVI - MES III; viernes 28 de diciembre de 2018).
Atrás quedaron las afirmaciones de
que en agosto se había conseguido un verdadero
Programa para la economía y, correspondientemente, para el aumento del
nivel de vida de los trabajadores en base a un proceso de salarización del ingreso[3],
y de que los precios acordados eran
también instrumento adecuado para los controles de precios; pero también quedo
atrás el que precio del barril/precio
del petro/precio del dólar era la fórmula mágica para poder vivir bien con el
salario mínimo, que se aumentó en un
número de veces considerable también en las medidas de agosto del 2018[4].
Quedó atrás igual para el presidente y también para sus ad-lateres, a pesar de
que lo impresionante en estos casos es que estas políticas, que se vuelven un
círculo vicioso y afectan y condicionan
la vida de millones de personas habitantes de un país, que oyen y oyen como
se les vuelve a decir y a prometer lo mismo, en una especie de ahora sí. Debe reconocérsele a la administración bolivariana que, al menos de
palabra, dice quiere acabar con la indolencia, el minimalismo (¡!???) y la
corrupción. No es una exageración, sin embargo, sorprenderse ante tan envalentonada
afirmación, mientras en veinte años es realmente irrelevante lo que ha hecho al
respecto.
Caso notorio es el de las empresas
del estado, que son historia bastante trajinada en Venezuela[5]
y resulta que, un país que quiere ser potencia en todo, plantea que sus
empresas publicas deben ser productivas cuando varias de ellas, en los veinte
años transcurridos, han transitado por un proceso de agudo deterioro,
facilitado y cohonestado por la propia administración central que, en la figura
del presidente y en su intervención del día 14 de enero, se plantea también
querer tener una nueva clase obrera.
15
de enero de 2019
@eortizramirez
eortizramirezqgmail.com
[1]
Definición y actuaciones sobre sectores económicos –señalados ya abiertamente
en 2017- que no ha impedido el derrumbe de la economía venezolana https://www.barriotricolor.gob.ve/index.php/sala-prensa/875-a-un-ano-de-su-activacion-15-motores-productivos-potencian-la-economia-del-pais.
[2]
Este planteamiento omite -de primera entrada- los migrantes que ha habido y los
que habrá.
[3] Esto,
pues, como es sabido el bono alimenticio ha pasado a ser algo meramente simbólico
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