jueves, 10 de enero de 2019

El Desarrollo Sostenible, las energías renovables y la tecnología


El Desarrollo Sostenible, las energías renovables y la tecnología



Gioan M. Verni Barrueta
Lic. En Estudios Internacionales


La energía siempre ha sido un concepto presente en el desarrollo de la humanidad, dada a la utilización que le ha dado el hombre a la misma. La quema y el uso de combustibles fósiles desde principios del Siglo XX, se convirtió en la principal fuente de energía utilizada para la vida y la industria, que poco a poco a través de adelantos tecnológicos ha venido también evolucionando.
Luego de culminar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el pensamiento en el ámbito de la economía centró su interés en el problema del crecimiento económico de los países[1], convirtiéndose éste en un objetivo siempre presente en la mayoría de las decisiones económicas nacionales, siendo determinado por el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), el cual es definido como:
El PIB se deriva básicamente del concepto de valor agregado. El valor agregado bruto es la diferencia entre la producción y el consumo intermedio. El PIB es la suma del valor agregado bruto de todas las unidades de producción residentes más la parte (posiblemente el total) de los impuestos, menos las subvenciones, sobre los productos, no incluida en la valoración de la producción. (…) Por otra parte, el PIB también es igual a la suma de las utilizaciones finales de bienes y servicios (todos los empleos, excepto el consumo intermedio) medidas a precios de comprador, menos el valor de las importaciones de bienes y servicios. (…) Por último, el PIB equivale asimismo a la suma de los ingresos primarios distribuidos por las unidades de producción residentes.[2]
No obstante, se debe señalar que si bien este indicador se utiliza para medir el crecimiento económico de un país; con frecuencia, de forma más precisa para expresar el potencial económico de una nación, debe ser utilizado el Producto Interno Bruto per cápita como indicador que mide la relación entre el nivel de renta de un país (PIB) y sus habitantes; ya que, el nivel de producción puede ser mayor pero la renta puede no estar siendo distribuida entre la población de forma correcta, aumentando el nivel de vida y disminuyendo las desigualdades económicas. 
 Por otra parte, Figueroa (2013), señala que la relación entre el crecimiento económico y el medioambiente se ha estudiado tanto de forma empírica como teórica[3]. Según datos de Angus Maddison, citado por el mismo autor, el PIB per cápita, entre los años 1870 y 2000, incrementó 1,4% anualmente; registrando el mayor crecimiento en el último siglo (4%)[4], proceso que se ha venido desarrollando a la par de una degradación medioambiental.
Al respecto, es menester indicar, que los niveles de PIB per cápita en las economías en desarrollo y mercados emergentes, cuentan con diferencias respecto a economías avanzadas. “Los países en vías de desarrollo se caracterizan por presentar un PIB per cápita bajo debido, principalmente, a que las tasas de crecimiento poblacional son más altas que en los países desarrollados”[5]; haciendo referencia a su vez a que el incremento de esta población se traduce en un mayor uso y explotación de recursos renovables y no renovables. Es también pertinente establecer que indicadores económicos como el PIB per cápita no son suficientes para reflejar la verdadera distribución de estos ingresos en la población; ya que, económica y socialmente existen desigualdades que deben ser atendidas y que son estudiadas por otras variables.
Como concepto que engloba aspectos económicos, sociales y ambientales, surge el Desarrollo Sostenible, definido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 1987) como el tipo de desarrollo que satisface “las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”.[6]  
El desarrollo sostenible cuenta entonces con tres (3) pilares interrelacionados, el económico, el social y el ambiental; incluyendo implícitamente un vínculo directo entre crecimiento poblacional y deterioro del medioambiente; en lo relativo a ello, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), precisa que el crecimiento de la población en términos absolutos es el problema más alarmante para el desarrollo.[7] Esto viene dado a que el  crecimiento poblacional supone un mayor número de necesidades que se deben satisfacer, como en cualquier ecosistema natural, el aumento de la población que lo habita significa una presión creciente sobre el mismo”.[8]  Presión que viene dada por las necesidades de la población más allá del ámbito alimenticio, y llegan a versar también en un creciente consumo energético. Es por ello que se hace ineludible el desarrollo de actividades que generen relaciones positivas entre el hombre y la naturaleza; allí, entra el desarrollo sostenible para lograr la armonía entre sus pilares social y ambiental.
Se debe señalar que este daño progresivo al medioambiente, viene dado en su mayoría por dos situaciones específicas; la primera de ellas, hace referencia al uso intensivo de los recursos naturales no renovables por parte de la población, condición que determina el gradual agotamiento de los mismos, y la segunda a la contaminación, medida a través de emisiones de dióxido de carbono (CO2) concentradas en la atmósfera.[9] A este respecto, la Oficina Nacional de Control Atmosférico y Oceánico de Estados Unidos (NOAA), indica que antes del año 1800, los niveles de CO2 estaban en 280 partes por cada millón de moléculas (ppm), mientras que para el año 2016, ya se habían superado las 400 ppm.[10]
Internacionalmente, desde 1992 y hasta el 2016, se han llevado a cabo anualmente diversas conferencias en el seno de la ONU que guardan relación con negociaciones que permitan determinar y poner en práctica planes para tratar el tema medioambiental, entre ellas: la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), la cual tuvo lugar en Río de Janeiro en 1992, la Cumbre del Milenio del año 2000, la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible o Cumbre de Johannesburgo de 2002 y la XXI Conferencia sobre el Cambio Climático (París, 2015), entre otras. Aunque, es importante destacar que las negociaciones referentes a este tipo de planes de acción requieren de un compromiso por parte de los países que firman y ratifican los mismos, situación que han llevado al desarrollo de conferencias posteriores dados los distintos puntos de vista sobre la materia.[11] Jugando un papel fundamental la voluntad política para respetar los compromisos adquiridos en el ámbito internacional.
Si bien las iniciativas de negociación de un plan mundial tienen nacimiento en 1992, no fue sino hasta el año 2015, cuando se crea el primer acuerdo mundial sobre cambio climático o Acuerdo de París, en el que se estipula que los países reducirán las emisiones de CO2 en una medida que sea suficiente para que el aumento de la temperatura global no sobrepase los 2°C.
Varios han sido los países que han puesto en práctica políticas amigables con el medio ambiente, cada uno tomando acciones específicamente en el área energética, siendo ésta poseedora de una parte importante de las emisiones de CO2 gracias a la quema de combustibles fósiles.[12] Tal como establece el Ministerio de energía, turismo y agenda digital del Gobierno de España (s.f.), “las actividades relacionadas con la energía (procesado, transformación, consumo...) representan el 80% de las emisiones de CO2 a escala mundial y la energía es clave en el cambio climático”.[13] Las energías renovables entonces representan un tipo de producción de energía amigable con el medioambiente ya que no emiten dióxido de carbono.
Allí la coherencia del 7mo Objetivo del Milenio de las Naciones Unidas: Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y 7mo Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas: Energía asequible y no contaminante.
Según André, de Castro y Cerdá (s.f.), la inversión en energías renovables creció de manera importante en los últimos años de la primera década del Siglo XXI, pasando de 130 millones de USD$ en el año 2008 a 211 millones de USD$ en 2010[14]; adicionalmente:
Aproximadamente la mitad de los 194 GW estimados de nueva capacidad eléctrica añadidos en el mundo en 2010 corresponde a energías renovables. A principios de 2011 al menos 118 países tenían políticas de apoyo a las energías renovables o algún tipo de objetivo o cuota a nivel nacional, muy por encima de los 55 países que los tenían en 2005.[15]
Ante esta problemática, múltiples investigaciones estudian los efectos de las energías renovables en la reducción de emisiones de CO2; el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), “estima que las energías renovables (…) han contribuido a evitar 900 megatoneladas de emisiones de CO2 a la atmósfera (el 7% del total de las emisiones del sector energético)”[16], constatando así el efecto positivo generado por estas energías al medioambiente, las cuales como actividad productiva, también repercuten en el crecimiento económico y permiten la satisfacción de necesidades de la población.
Ahora bien, actualmente, en ámbito económico, algunas energías renovables cuentan con la capacidad de ser competitivas frente a las energías convencionales, y las que aún no lo son, podrán serlo en un corto o mediano plazo[17], es ahí donde los avances tecnológicos juegan un papel fundamental.
La competitividad de este tipo de energías, guarda relación con la rentabilidad que presenten al desarrollarlas:
En este sentido podemos señalar que las instalaciones eólicas, las centrales minihidráulicas (<10 MW de potencia nominal) y las instalaciones de solar térmica de baja temperatura han alcanzado prácticamente el umbral de rentabilidad. Sin embargo otras como la solar fotovoltaica o la solar de alta temperatura necesitan un fuerte apoyo que permita el desarrollo de la tecnología y la promoción, en su caso, de instalaciones de demostración.[18]
Con lo expresado con anterioridad queda claro que existe una demanda energética que se debe cubrir, pero a su vez es evidente que ésta debe dejar de un lado las energías convencionales si se quiere alcanzar la sostenibilidad; es decir, existe una cada vez más creciente necesidad de cambiar el sistema energético, que con el tiempo debe ser rentable, competitivo y ambientalmente amigable. Para esto, es necesario el aumento de inversiones en el área de investigación y desarrollo dirigido a este tema en particular.
Desde finales del siglo pasado, se ha otorgado importancia al desarrollo de tecnologías asociadas a las energías renovables, el principal obstáculo del desarrollo de las mismas viene dado, al alto costo que para el momento supone instalar los mecanismos que las producen, teniendo en consideración el proceso de transformación energética que debe realizarse para que la energía producida pueda ser de cierta forma adaptada al consumo.
Según la National Energy Fundation[19], “La mayoría de las formas de energía renovable son baratas de operar, pero relativamente caras de instalar, ya que tienen que tomar energía bastante dispersa y concentrarla en una forma útil”. Se puede decir entonces que las fuentes de energía renovables existen, por ahora de forma infinita, y que el reto se encuentra en transformar su potencial hasta darle utilidad.
En conclusión, el marco de la sostenibilidad estudia aspectos económicos, sociales y ambientales interrelacionados. Cuando se habla de las energías renovables, se debe señalar que además de tener beneficios para el ambiente, tienen también repercusiones sociales positivas; ya que permiten la satisfacción de las necesidades de las personas, e incluso en algunos casos permiten la creación de empleos, lo que genera fuentes de ingreso, conjuntamente con la superación técnica y profesional del capital humano debido al desarrollo de las capacidades requeridas para la producción de este tipo de energías, lo que se traduce en mejoras salariales; de igual forma, repercute en la mejora del nivel de vida de las poblaciones que habitan en áreas remotas de acceso a la electricidad, y mejoras en la salud, al disminuir la contaminación[20], aumentando la esperanza de vida.
Es así como el desarrollo de energías renovables, se vislumbra como una alternativa sostenible al uso tradicional de energías, el cual ha evolucionado junto con las actividades humanas que dentro de la relación hombre-naturaleza, debe tender hacía una relación positiva; en el ámbito tecno-económico, estudios deben seguir desarrollándose hasta convertir en rentables los procesos para la generación de esta energía y llevarlas a ser competitivas frente a las energías convencionales para así lograr una transición sostenible.



Abay Analistas Económicos y Sociales. El impacto de las energías renovables en la economía con el horizonte 2030. 2014. Acceso el 09 de enero de 2017. http://archivo-es.greenpeace.org/espana/Global/espana/2014/Report/cambio-climatico/Informe%20ER%20Economi%CC%81a.pdf
André, Francisco, Luis de Castro y Emilio Cerdá. “Las energías renovables en el ámbito internacional”. Cuadernos Económicos de Ice. n. 83. (2012): 11-36. Edición en PDF.
BBC MUNDO. “El récord de emisiones de CO2 que marca el inicio de una "nueva era" de cambio climático”. BBC MUNDO.  (24 de octubre de 2016). Acceso el 16 de diciembre de 2017. http://www.bbc.com/mundo/noticias-37753915.
Chávez, Nelson. Renta per cápita como medida de desarrollo económico en Latinoamérica”. Equidad y Desarrollo. n. 14. (2010): 37-48. Acceso el 27 de enero de 2017. https://doi.org/https://doi.org/10.19052/ed.199.
Comisión Europea, FMI, Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), ONU y Banco Mundial (BM). Sistema de cuentas nacionales. 2008. Acceso el 26 de enero de 2018. http://www.eclac.cl/id.asp?ID=50101.
Eschenhagen, María. “Las cumbres ambientales internacionales y la educación ambiental”. Observatorio de Análisis de los Sistemas Internacionales (OASIS). no. 12. (2017): 37-76. Acceso el 09 de enero de 2017. http://www.redalyc.org/pdf/531/53101204.pdf.
Fernández, Lineth y Nelly Manjarrez. “Algunas consideraciones sobre el crecimiento y desarrollo económico, desde la perspectiva de sostenibilidad”. Revista OIDLES. vol. 8. n. 16. (2014). Acceso el 19 de diciembre de 2017. http://www.eumed.net/rev/oidles/16/crecimiento-economico.html.

Figueroa, Adolfo. “Crecimiento Económico y Medio Ambiente”. Revista Cepal.  n. 109. (2013): 29-42. Edición en PDF.

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Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital del Gobierno de España. “Energía y desarrollo sostenible, Energías Renovables”. s.f. Acceso el 17 de junio de 2017. http://www.minetad.gob.es/energia/desarrollo/EnergiaRenovable/Paginas/Renovables.aspx.

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[1]Lineth Fernández y Nelly Manjarrez, “Algunas consideraciones sobre el crecimiento y desarrollo económico, desde la perspectiva de sostenibilidad”, Revista OIDLES, vol. 8, n. 16, (2014).
[2] Comisión Europea, FMI, Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), ONU y Banco Mundial (BM), Sistema de cuentas nacionales, (2008), 39.
[3] Adolfo Figueroa, “Crecimiento Económico y Medio Ambiente”, Revista Cepal, n. 109, (2013): 30, edición en PDF.
[4] Ibíd.
[5] Nelson Chávez,Renta per cápita como medida de desarrollo económico en Latinoamérica”, Equidad y Desarrollo, n. 14, (2010): 39.
[6]Organización de las Naciones Unidas (ONU), “Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo: Nota del Secretario General”, A/42/427, 1987.
[7]María García-Guadilla, Claudia Rodríguez y Darwin Suarez. Memorias: Desarrollo sostenible, crecimiento poblacional y pobreza: ¿la nueva racionalidad o perpetuación de las desigualdades? Congreso Interamericano sobre el medio ambiente. (Caracas, Ediciones de la Universidad Simón Bolívar, 1998), 307.
[8] Ibíd.
[9] Ibíd.
[10] BBC MUNDO, “El récord de emisiones de CO2 que marca el inicio de una "nueva era" de cambio climático”, BBC MUNDO, (24 de octubre de 2016).
[11] María Eschenhagen, “Las cumbres ambientales internacionales y la educación ambiental”. Observatorio de Análisis de los Sistemas Internacionales (OASIS), no. 12, (2017): 47.
[12] Adolfo Figueroa, Crecimiento Económico y Medio Ambiente”, (véase nota 10).
[13]Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital del Gobierno de España. “Energía y desarrollo sostenible, Energía y Medioambiente”, s.f.
[14] Francisco André, Luis de Castro y Emilio Cerdá, “Las energías renovables en el ámbito internacional”, Cuadernos Económicos de Ice, n. 83, (2012): 11-12, edición en PDF.
[15]ONU, “Las renovables lideran el crecimiento energético mundial”, 2014.
[16] Abay Analistas Económicos y Sociales, El impacto de las energías renovables en la economía con el horizonte 2030, (2014), 40.
[17]Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital del Gobierno de España, “Energía y desarrollo sostenible, Energías Renovables”, s.f.
[18] Ibíd.
[19] National Energy Fundation, Renewable Energy Technologies”, s.f.
[20] Milenio Novedades, “El impacto de las energías renovables en la sociedad”, Milenio Novedades (08 de junio de 2016).

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