¿Qué nos espera de continuar la
dictadura fascista de Maduro?
Humberto García
Larralde, economista, profesor de la UCV, humgarl@gmail.com
No es difícil adivinar. A escasos cinco días de su usurpación, Maduro ha
ratificado su disposición a profundizar aún más la situación de miseria, hambre
y muerte que ha urdido sobre los venezolanos, y a continuar reprimiendo sus
derechos fundamentales para quedarse en el poder.
Empezando por lo último, es poco lo que se puede añadir al secuestro por
parte de agentes del SEBIN del diputado Juan Guaidó, a quien le corresponde
constitucionalmente encargarse de la Presidencia de la República por ausencia
de un titular legítimamente electo. La alarma que suscitó internamente y la
reacción inmediata de la comunidad internacional demandando su liberación
inmediata, dan fe del nivel de torpeza a que llevó la desesperación fascista.
Las absurdas explicaciones de Jorge Rodríguez, en las que no escasean las
mentiras, son un reconocimiento de haber cruzado peligrosamente la
raya.
Y, el 14 de enero, el usurpador le echó aún más gasolina al fuego hiperinflacionario
aumentando el salario mínimo en más de 300% (incluyendo bono de alimentación)
con una economía en ruinas y un sector externo asfixiado. Destruyó, además,
toda pretensión de convertir el parapeto del Petro en ancla monetario, de
precios, del tipo de cambio o de cualquier cosa, al decretar arbitrariamente
que ahora vale, Bs. 36.000 en vez de Bs. 9,000. Lo que sí sirve es para lavar
dólares.
Debe recordarse que, cuando aumentó el salario mínimo en más de 3000% el 17
de agosto del año pasado, el BCV se vio obligado a incrementar en más de 16
veces el dinero sin respaldo para financiarlo, esa misma semana. Ello no tardó
en filtrarse a la liquidez en poder del público, que desde esa fecha se ha
multiplicado unas 18 veces. Hace poco más de un mes, el dictador volvió con
similar exabrupto: un aumento del 150% del salario mínimo y otro invento de
bonos diversos para la plebe, que se tradujeron en una multiplicación adicional
--más de cinco veces-- de dinero inorgánico. Semejante irresponsabilidad produjo
una astronómica inflación anual de 1.690.000% en 2018, 650 veces superior a la
ya insufrible del 2017. Tampoco extrañan los terribles estragos que causó sobre
la actividad económica, que cayó en 2018 en un 18% --6° año de contracción—, y
sobre las condiciones de vida de los venezolanos.
Tal destrucción de la capacidad de compra del bolívar ha hecho acelerar su
velocidad de circulación en la economía, ya que la gente lo canjea cuanto antes
por lo que sea. Esto retroalimenta la hiperinflación, que ha tomado una
dinámica propia impulsada por la ausencia total de confianza en la moneda y en
la gestión del dictador. Hoy el “nuevo” billete de BsS. 100, vale menos de 5
BsS de cuando se lanzó. Y el dólar realza su vuelo para alcanzar alturas
insospechadas hace un mes: en los primeros quince días del año, el bolívar se
ha depreciado en un 75% --el dólar ha aumentado cuatro veces su valor—, con lo
que el sueldo mínimo incrementado ya vale menos, en dólares, que su nivel
anterior el 31 de diciembre. El aumento del encaje legal para “secar” la
demanda por divisas obviamente no funcionó, ni funcionará en este contexto. Lo
que si hará es deprimir aún más la banca: su patrimonio total apenas superaba
$600 millones para noviembre del año pasado.
El gran estafador vuelve a arrojar ahora una enorme masa de dinero sobre el
país, exacerbando su pérdida de valor. Continúa en su empeño por destruir
salarios y otras remuneraciones fijas y a matar todavía más gente de hambre, y
por padecimientos asociados a la desnutrición y la falta de medicamentos.
El gráfico siguiente muestra la pérdida de capacidad adquisitiva del
salario mínimo a partir de noviembre, 2017, mes en que la economía venezolana
entró en hiperinflación. Si se supone una inflación para enero y febrero, 2019,
similar a la de los últimos tres meses (entre 140 y 148%), el salario mínimo se
habrá reducido a menos del 2% del de noviembre, 2017.
FUENTE: AN; Gacetas Oficiales; y cálculos propios
Maduro no rectifica por desconocer esto. Usurpó el poder para otra cosa:
mantener hasta donde pueda el régimen de expoliación que ha destruido la
economía, devastado las arcas públicas y arruinado a PdVSA. De ahí los
terribles desequilibrios macroeconómicos, la hiperinflación, el cierre de
empresas, el desempleo y la absoluta incapacidad de respuesta del Estado para
hacer otra cosa que no sea servirle a una oligarquía mafiosa. Y para asegurarse
de eso, reprime siguiendo órdenes cubanas, niega derechos en complicidad con
jueces fascistas y miente descaradamente.
Por ello la necesidad inmediata de sacar al usurpador. Cada día que pasa
son más atropellos, más hambre, más muertes. Es menester cerrar filas detrás de
los esfuerzos que, hasta ahora con tino y pies de plomo, viene haciendo el
equipo que acompaña a Guaidó. Las críticas, cuando habrá que hacerlas, deben
contribuir a sumar fuerzas, no a dividirlas. Y, en tándem, debe blindarse con
el apoyo de la comunidad democrática internacional, atenta, como lo mostró su
condena ante el breve secuestro del presidente de la Asamblea Nacional, a
concertar esfuerzos para asegurar el respeto al Estado de Derecho y la restitución
de la democracia.
Finalmente, no se puede dejar de insistirle a los militares honestos que
asuman valiente y decididamente un pronunciamiento sin ambages, demandando la
salida del usurpador y de su camarilla de mafiosos. Hace tiempo ya que la degeneración
del alto mando quebró toda razón profesional, legal y ética por obedecerlo. Sus
integrantes son cómplices y partícipes activos del saqueo que arruina a la
nación, como de la represión que tortura y asesina a venezolanos. Padrino
López, Benavides Torres, Reverol, Zavarce, González López y sus secuaces,
además de corruptos, son fascistas, principales culpables de que se mantenga,
junto a la gerontocracia cubana, el régimen perverso que tanta destrucción ha
causado y que augura, para cada día adicional que se perpetúa, mayores
penalidades aún. Representan la oprobiosa tradición gorila que tanto daño hizo
a Latinoamérica. Que se cobijen detrás de un discurso antiimperialista no
engaña a nadie. “Chapita” Trujillo también lo hizo. ¿Hasta cuándo?
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