Crisis del pensamiento económico dominante
Elio Córdova Zerpa
@ecz21
Hoy día, en el marco del Sistema Económico Mundial -en
crisis-, pareciera que los criterios que definen una situación de crisis son
ambiguos y paradójicos. La existencia de millones de personas desempleadas,
sumergidas en la miseria, la enorme cantidad de terrenos desérticos, el
repentino y brusco cambio climatológico, la creciente contaminación ambiental
de ríos, mares y lagos, la extinción progresiva de un gran número de especies
animales, en fin, los estragos que causa la relación social de producción
capitalista hacia el medio físico se justifican con el engañoso axioma
schumpeteriano de la “destrucción creativa”, al que sigue uncido el pensamiento
económico dominante. Por ello, todo este disparate del tiempo actual se sigue
asumiendo como un mal necesario, para garantizar el proceso de acumulación a
escala mundial. Es así que, grandes instituciones a merced del gran capital -Fondo
Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización de las Naciones Unidas,
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación,
entre otras- clasifican tales problemas como una serie de objetivos a
“superar” en un futuro que siempre luce
lejano, más bien inalcanzable.
No obstante, una corrida de la bolsa de valores
estadounidense, es considerada de inmediato como una crisis. La caída de
grandes instituciones bancarias producto de su mala praxis, representan una
situación de crisis. Basta con revisar minuciosamente las publicaciones de cada
una de estas organizaciones mundiales, para constatar que existe un criterio
generalizado mediante el cual caracteriza la realidad mundial, en torno al tema
de la crisis, en función de una concepción antagónica con los intereses de la
humanidad. Resulta realmente absurdo ese criterio, pero, sobre todo, es una
habilidosa trampa lingüística, semántica, simbólica y conceptual, promovida y
–por supuesto- aceptada desde los principales centros de producción de
conocimiento.
Pero en realidad es el pensamiento económico ortodoxo, que
suscribe los postulados del neoliberalismo, el que atraviesa una profunda
crisis, en tanto que su basamento teórico está en función de salvaguardar los
intereses del gran capital. Olvidando por completo que el objeto de estudio de
la economía es el ser humano.
De tal forma, que nos encontramos frente a un círculo vicioso
que inexorablemente nos conducirá hacia un abismo. Esta grave amenaza plantea
una aceleración de las contradicciones sociales, económicas y políticas, las
cuales son capitalizadas por elites que en el marco del proceso de
centralización y concentración del capital se enriquecen, en detrimento de la
depauperación progresiva del resto de la sociedad.
Esta crisis que atraviesa el pensamiento económico dominante,
confluye con un conjunto de otras crisis, que se expresan desde lo económico,
político y social, hasta lo ecológico y cultural. Urge pues replantear la
ciencia económica desde la perspectiva y el método de la economía política, en
aras de garantizar una base teórica sólida que nos permita hacer una lectura
integral de las distintas crisis que confluyen hoy día en una sola gran crisis
civilizatoria. Esto para desnudar sus causas, su entramado de interconexiones,
alertar sobre sus posibles consecuencias y –lo más importante- sustentar la
praxis transformadora para hacer viables y verdaderamente humanas nuestras
sociedades. Sería un craso error y una inexcusable irresponsabilidad persistir
en la postura académica fraudulenta de presentar las diversas crisis como procesos
distintos y autónomos, que no guardan ninguna relación entre sí.
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