LA
FUGAZ GASOLINA IRANÍ
Enrique Viloria Vera
He renunciado a ti. No era posible
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.
Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.
Andrés Eloy Blanco
Desde el inmenso y modernísimo complejo
refinador situado al sur del nuevo mejor amigo persa, cinco valientes tanqueros
partieron full de gasolina con destino a un distante país que, hasta hace pocos
años, también fue petrolero, contaba – orgullosamente -, con una empresa de
talla mundial concitadora de elogios y reconocimientos, ahora convertida en
chatarra socialista por la ineficiencia roja - rojita. Los navíos, como Reyes
Magos que partieron desde Oriente, atravesaron golfos, mares, la mar océano,
hasta después de largos, calurosos, atribulados y desasosegados días de
vigilada travesía, llegar a las plácidas bahías de la caribeña Venezuela y
descargar su negra epifanía.
Con rojos bombos y platillos, banderas iraníes ondeando en descuidados
edificios gubernamentales, escoltados por mar y aire por destructores y aviones
rusos de combate de las gloriosas
legiones armadas nacionales, ubicados continuamente por radar, satélites y eficaces
GPS, finalmente trasvasaron el precioso, maloliente, pero bienvenido destilado,
eso sí, antes que todo, al desvergonzado tanquero de paternal procedencia que,
ansioso, esperaba su cuota de solidaridad socialista (no sabremos cuántos barriles se destinaron a la no tan feliz Isla de la
Felicidad), y a destartalados y
precarios camiones cisternas criollos, que prontamente se dirigieron rumbo a
las exhaustas, de bote en bote estaciones de servicio, donde los sufridos consumidores esperaban a los muy publicitados precios diferenciados –
baratos para los que están conmigo y caros para los que están en mi contra -,
satisfacer momentáneamente la plural sed de combustible de los vapuleados
súbditos bolivarianos, que no es sólo de gasolina.
En un santiamén, como brizna de paja en el
viento, como pasajero gas corporal en chinchorro, la gasolina iraní -
poéticamente-, se hizo vapores de la
fantasía, llegó y prontamente se fue, se volatilizó, muy poquito duró
Correcorres ministeriales, ruedas de prensa, cadenas nacionales, una vez más
denunciaron lo que todos saben: bachaqueo, acaparamiento, caminos verdes,
bidones escondidos, mafias alborozadas, enchufados recompensados,
revolucionarios más y más buchones, adelantaron su agosto para intermediar,
beneficiarse, enriquecerse, - impunemente -, con la gasolina pretendidamente
del pueblo y para el pueblo.
Como es de usanza revolucionaria la culpa
siempre es de otro, ajena; el inepto y depredador gobierno revolucionario,
aducirá que fue el capitalismo, al promover la
Segunda Revolución Industrial, la verdadera madre de todos estos males
vengativos e inmerecidos.
Señalarán que esa canalla infame malvada, revolución introdujo – innecesariamente -: nuevas fuentes
de energía de mayor potencia: electricidad (de origen térmico e hidráulico) y el petróleo; nuevos conversores energéticos (motor
de combustión interna, motor eléctrico); nuevos materiales (acero, nuevas aleaciones de metales,
productos químicos y cemento artificial); nuevas industrias como la
petroquímica, la electromecánica, electroquímica, automoción, industria de
bienes de consumo duradero, y posteriormente la aeronáutica) transformación de procesos productivos (siderurgia,
industria química).
La muy socialista
Revolución Bolivariana del siglo XXI no pudo con la muy Capitalista Segunda
Revolución Industrial del siglo XX
¡PAZ A SUS RESTOS!
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