jueves, 4 de junio de 2020

Inversión extranjera directa y crecimiento económico (II)


Inversión extranjera directa y crecimiento económico (II)


Cesar Andrea


En el artículo anterior, destacamos la importancia de los flujos de inversión extranjera directa (ied), como un mecanismo de “financiamiento externo” de largo plazo, dirigido a complementar el crecimiento de las economías, en especial, aquellas en vías de desarrollo.
De acuerdo a la Comisión de las Naciones Unidas sobre Comercio y desarrollo (UNCTAD), en 2017 esta fuente externa representa el 39% del total de la financiación entrante de las economías en desarrollo. De allí la importancia de este tipo de inversión.

Asimismo, estos flujos de ied, son de gran utilidad en los países con restricciones de tecnología y capital, pues, debido a su baja capacidad de ahorro o mercados financieros poco desarrollados, no cuentan con los recursos suficientes para expandir su tejido productivo. Por ende, se trata de canalizar el ahorro externo hacia proyectos productivos para complementar proceso de desarrollo de las economías.

Cada día son más los gobiernos interesados en que empresas extranjeras dirijan sus recursos a las economías, con el ánimo, entre otros, de acceder a recursos externos que le permitan planificar sus procesos productivos.

Las condiciones que deben tener las economías para atraer capitales externos son múltiples. Algunas de estas enfatizan en que las economías deben presentar estabilidad macroeconómica; reglas claras y condiciones aptas para la inversión; niveles de apertura comercial; legislación sobre derechos de propiedad; facilitación de la inversión; entorno de mercado estable, transparente, previsible y justo; ambiente de negocios propicios para la inversión, entre otros.

El ambiente de negocios propicio para la inversión es importante para atraer flujos de ied, pues implica el costo requerido para las políticas y regulaciones que las empresas siguen al abrir, operar, negociar, gravar impuestos, cerrar y ejecutar contratos.

En 2017, 65 países y economías adoptaron al menos 126 políticas de inversión, donde el 84% eran favorables a los inversores. Se brindaron condiciones de entrada en una serie de industrias, como el transporte, la energía y la industria manufacturera. No menos importante, se promovieron y facilitaron las inversiones simplificando los procedimientos administrativos, ofreciendo incentivos y estableciendo nuevas zonas económicas especiales (ZEE, UNCTAD, 2018).

En síntesis, el Estado debe ser el promotor en el diseño de un programa de recepción de inversión extranjera dirigido y focalizado de acuerdo con las necesidades de desarrollo económico y social.

César Andrea Pérez

03 de junio de 2020.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario