POR FIN LA GASOLINA. VENEZUELA 1 DE JUNIO.
EDUARDO ORTIZ RAMIREZ
“INCREMENTO EN EL PRECIO DE LA
GASOLINA, sin pormenores sobre cuándo se
realizará el mismo y señalando que “no tiene prisa” por los cambios, que
podrían ser paulatinos. Extendiéndose hasta el 30 de agosto el censo de
transporte (solo se podría comprar gasolina con el Carnet de la Patria) (www.noticierodigital.com 17 de
agosto 2018; www.eluniversal.com 17 de
agosto 2018)”[1].
Así quedó recogido como punto 7 el asunto de la gasolina en la alocución del
presidente NM del 17 de agosto de
2018, para el establecimiento de un nuevo cono monetario en el marco del Programa
de recuperación….
Después de haber venido siendo
insinuado uno dos años atrás, sobre que se tomarían medidas sobre el precio de
la gasolina, el 1 de junio entraron en funcionamiento los nuevos precios de la
gasolina. Esto presenta varias características preliminares. En primer lugar, no es un precio sino
que son dos; uno subsidiado y otro que puede entenderse como dolarizado. En segundo lugar, y precisamente pero
no únicamente por esto último, los nuevos precios nacen en parte amarrados al dólar.
En n tercer lugar, el escenario
previo de conformación de los precios fue suficientemente trajinado, dolarizado
y afectado por mecanismos no siempre lícitos. Y en cuarto lugar, existe una problemática estructural no resuelta
y verdaderamente determinante de su futuro.
Debe señalarse que el escenario previo a la aparición
de los nuevos precios de la gasolina no tenía que ver con precios internacionales.
Gasolina a 0.90 cent de $ o un poco más, no era lo que se estaba ofreciendo, sino
el mecanismo de gasolina subsidiada para los grupos o autoridades de desempeño
para la atención de la pandemia y
los cupos o entradas dadas a algunos que podían ser canalizados por “operadores”
hasta la manguera y el servidor mismo. También existía la forma del delivery o “Cuánta gasolina quieres
y te la llevo”, de bachaqueros o agentes privados. En varios de estos casos la gasolina llegó a
alcanzar dos y tres $ el litro, cosa bien impresionante para los precios
internacionales. La idea de que Venezuela
había pasado de tener la gasolina más barata o regalada a la más cara del mundo
era vista con la indiferencia de sectores acomodados de la noche a la mañana,
otros con desconocimiento del valor real del dinero donde este circula sin
escenarios hiperinflacionarios o de descaro como aquello de la inflación en dólares o que cada quien calcula
dólares como le viene en gana por un producto o un servicio. ¿Habría que
evaluar cuantos políticos o sus grupos, de distinta laya, vieron esto con real preocupación
o urgencia o cuánto tiempo hubiera podido continuar el país así?
Son dos precios y no uno. Hubiera efectivamente
podido ser uno y la administración subsidiar a los sectores que lo ameritasen o
lo necesitasen. Seguramente, en una economía con tantas distorsiones puedan
surgir agentes que desvirtúen la idea del susidio buscado, sacar provecho de lo
que el precio más alto, que es en dólares, les pueda estimular, como es el caso
de la conversión para vender -en otro precio- lo comprado en un precio. Ciertamente,
muchos pobladores necesitan el beneficio del subsidio que les pueda llegar por
distintas vías como la propia o el transporte público. Las ideas sobre que la
gasolina no se puede seguir regalando son válidas, como lo es pensar que el nivel
de vida de varios venezolanos incluso a Bs S. 5.000 el litro, puede serles
privativos, ni que decir que 50 cent de $ son un cuarto o un octavo de algunos
ingresos o bonos.
Pero más dañino es que, no solo la administración
sino otros agentes políticos y económicos, sienten alta indiferencia en cuanto
a los rumbos de una dolarización ejecutada, sin ser verdaderamente lo que se
entiende como un proceso de dolarización[2].
La ejecutada, sigue siendo transaccional, incompleta, distorsionada y dada en
un contexto de desorden y considerables asimetrías, donde una porción relevante
de la población no gana en dólares. En tales sentidos, los dos precios surgen
efectivamente amarrados al dólar, dado el contexto señalado y ojala las
distorsiones no influyan tanto para que los sectores necesitados puedan
aprovechar sanamente el subsidio. En específico, debería tratarse de que el
escenario previo a la fijación de precios tuviese la menor influencia posible
en los desempeños a partir de esto último. ¿Es esto posible? Ojala.
Lo otro, es pensar en el fracaso
ineludible de la nueva fase en que entra la nación con los nuevos precios. O también,
pensar que los precios o el precio han debido ser más bajos. Habría que
preguntarse qué nivel habría fijado cualquier otro gobierno alternativo y obviamente que en esto no es necesariamente
útil pensar que Carlos Andrés Pérez en su segunda administración quiso ejecutar
un aumento menor y en bolívares, pues ello trataba de hace treinta años, en
una economía que no era ni Suecia ni los EE.UU.
El cuarto punto señalado más arriba,
corresponde a la regularidad que vaya a poder tener el suministro de la
gasolina. No es fácil que 5 buques iraníes, sigan trayendo con regularidad
gasolina, cuya duración en el mejor de los casos gira alrededor de 1 mes. Es necesaria
la diversificación de las fuentes o la activación de El Palito u otras
instancias de producción de la gasolina nacional. Es eso lo que puede aplacar ánimos,
uso de tiempo y eliminación de distorsiones o desviaciones. La situación de la infraestructura
nacional, del Estado y del Fisco, es indudable que no facilitan tales
ejecutorias.
En fin, allí están los precios y las
acciones. Veremos la evolución.
1 de junio de 2020
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com
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