lunes, 1 de junio de 2020

POR FIN LA GASOLINA. VENEZUELA 1 DE JUNIO.



POR FIN LA GASOLINA. VENEZUELA 1 DE JUNIO.
EDUARDO ORTIZ RAMIREZ


“INCREMENTO EN EL PRECIO DE LA GASOLINA, sin pormenores sobre cuándo se realizará el mismo y señalando que “no tiene prisa” por los cambios, que podrían ser paulatinos. Extendiéndose hasta el 30 de agosto el censo de transporte (solo se podría comprar gasolina con el Carnet de la Patria) (www.noticierodigital.com 17 de agosto 2018; www.eluniversal.com 17 de agosto 2018)”[1]. Así quedó recogido como punto 7 el asunto de la gasolina en la alocución del presidente NM del 17 de agosto de 2018, para el establecimiento de un nuevo cono monetario en el marco del Programa de recuperación….

Después de haber venido siendo insinuado uno dos años atrás, sobre que se tomarían medidas sobre el precio de la gasolina, el 1 de junio entraron en funcionamiento los nuevos precios de la gasolina. Esto presenta varias características preliminares. En primer lugar, no es un precio sino que son dos; uno subsidiado y otro que puede entenderse como dolarizado. En segundo lugar, y precisamente pero no únicamente por esto último, los nuevos precios nacen en parte amarrados al dólar. En n tercer lugar, el escenario previo de conformación de los precios fue suficientemente trajinado, dolarizado y afectado por mecanismos no siempre lícitos. Y en cuarto lugar, existe una problemática estructural no resuelta y verdaderamente determinante de su futuro.

 Debe señalarse que el escenario previo a la aparición de los nuevos precios de la gasolina no tenía que ver con precios internacionales. Gasolina a 0.90 cent de $ o un poco más, no era lo que se estaba ofreciendo, sino el mecanismo de gasolina subsidiada para los grupos o autoridades de desempeño para la atención de la pandemia y los cupos o entradas dadas a algunos que podían ser canalizados por “operadores” hasta la manguera y el servidor mismo. También existía la forma del delivery o “Cuánta gasolina quieres y te la llevo”, de bachaqueros o agentes privados.  En varios de estos casos la gasolina llegó a alcanzar dos y tres $ el litro, cosa bien impresionante para los precios internacionales. La idea de que Venezuela había pasado de tener la gasolina más barata o regalada a la más cara del mundo era vista con la indiferencia de sectores acomodados de la noche a la mañana, otros con desconocimiento del valor real del dinero donde este circula sin escenarios hiperinflacionarios o de descaro como aquello de la inflación en dólares o que cada quien calcula dólares como le viene en gana por un producto o un servicio. ¿Habría que evaluar cuantos políticos o sus grupos, de distinta laya, vieron esto con real preocupación o urgencia o cuánto tiempo hubiera podido continuar el país así?

 Son dos precios y no uno. Hubiera efectivamente podido ser uno y la administración subsidiar a los sectores que lo ameritasen o lo necesitasen. Seguramente, en una economía con tantas distorsiones puedan surgir agentes que desvirtúen la idea del susidio buscado, sacar provecho de lo que el precio más alto, que es en dólares, les pueda estimular, como es el caso de la conversión para vender -en otro precio- lo comprado en un precio. Ciertamente, muchos pobladores necesitan el beneficio del subsidio que les pueda llegar por distintas vías como la propia o el transporte público. Las ideas sobre que la gasolina no se puede seguir regalando son válidas, como lo es pensar que el nivel de vida de varios venezolanos incluso a Bs S. 5.000 el litro, puede serles privativos, ni que decir que 50 cent de $ son un cuarto o un octavo de algunos ingresos o bonos.

Pero más dañino es que, no solo la administración sino otros agentes políticos y económicos, sienten alta indiferencia en cuanto a los rumbos de una dolarización ejecutada, sin ser verdaderamente lo que se entiende como un proceso de dolarización[2]. La ejecutada, sigue siendo transaccional, incompleta, distorsionada y dada en un contexto de desorden y considerables asimetrías, donde una porción relevante de la población no gana en dólares. En tales sentidos, los dos precios surgen efectivamente amarrados al dólar, dado el contexto señalado y ojala las distorsiones no influyan tanto para que los sectores necesitados puedan aprovechar sanamente el subsidio. En específico, debería tratarse de que el escenario previo a la fijación de precios tuviese la menor influencia posible en los desempeños a partir de esto último. ¿Es esto posible? Ojala.

Lo otro, es pensar en el fracaso ineludible de la nueva fase en que entra la nación con los nuevos precios. O también, pensar que los precios o el precio han debido ser más bajos. Habría que preguntarse qué nivel habría fijado cualquier otro gobierno alternativo y obviamente que en esto no es necesariamente útil pensar que Carlos Andrés Pérez en su segunda administración quiso ejecutar un aumento menor y en bolívares, pues ello trataba de hace treinta años, en una economía que no era ni Suecia ni los EE.UU.

El cuarto punto señalado más arriba, corresponde a la regularidad que vaya a poder tener el suministro de la gasolina. No es fácil que 5 buques iraníes, sigan trayendo con regularidad gasolina, cuya duración en el mejor de los casos gira alrededor de 1 mes. Es necesaria la diversificación de las fuentes o la activación de El Palito u otras instancias de producción de la gasolina nacional. Es eso lo que puede aplacar ánimos, uso de tiempo y eliminación de distorsiones o desviaciones. La situación de la infraestructura nacional, del Estado y del Fisco, es indudable que no facilitan tales ejecutorias.

En fin, allí están los precios y las acciones. Veremos la evolución.

1 de junio de 2020
@eortizramirez
eortizramirez@gmail.com


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