INSULTO
Y MÁS INSULTO
Enrique Viloria Vera
Hasta en la misma Biblia no faltan las buenas raciones de insultos: cuando
Saúl, el primer rey de Israel, se entera de que su hijo Jonatán apoya a su
rival David como nuevo candidato al trono, lo llama: "¡hijo de una
perdida!". A su propio hijo, lo que, a su vez, convertiría al propio Saúl
en algo designado por otro insulto también muy popular: la mentada de madre.
La anatomía del
insulto y la palabra malsonante es un campo que no ha escapado a la
investigación de lingüistas y psicólogos. Incluso ha llegado a contar con su
propia revista académica, Maledicta, the
International Journal of Verbal Aggression, publicada por el lingüista e ingeniero
alemán Reinhold Aman, quien concede la medalla de oro de la boca más sucia a Hungría, los húngaros son los autores de la
expresión más subida de tono que ha conocido a lo largo de su carrera. Maldiciones menos cargadas, pero igualmente
elaboradas, se encuentran en culturas como la árabe: "¡que las pulgas de
mil camellos invadan tus sobacos!". O en la hebrea: "¡que heredes una
mansión con mil habitaciones, y cada habitación con mil camas, y que el cólera
te lleve de una cama a otra!".
Según Aman, hay
lenguas con un repertorio más amplio: "A mi mejor entender, el yiddish
(judeo-alemán) tiene más insultos que ningún otro idioma. ¿Por qué? Porque el
yiddish tiene cuatro fuentes de insultos: alemán, hebreo, arameo y las lenguas
eslavas, sobre todo polaco y ruso".
El estudio, publicado en la revista International Journal of
Intercultural Relations, recopiló un total de
unas 12.000 expresiones, que los investigadores distribuyeron en 16 categorías,
las diferencias culturales saltan a la vista: los croatas evocan sobre todo los
genitales masculinos, mientras que en Francia son los femeninos y en Holanda
tanto unos como otros. Estadounidenses y alemanes favorecen las referencias
anales, mientras que en España, Italia y Grecia se prefiere atacar las
facultades mentales del interlocutor. Curiosamente los más místicos son los
noruegos, que insultan con variaciones del término "demonio"; los más
comedidos, los polacos, que según tienen un repertorio más limitado y se
limitan a subrayar la falta de cultura de su agresor o su origen campesino. En
España, los insultos más utilizados son imbécil, subnormal, idiota, gilipollas,
tonto, estúpido, maleducado, capullo y cabrón (o cabrona).
En Salamanca, Ciudad
de los Saberes, de boca de algunos cubanos amigos aprendí el significado de ser
un comemierda:
Persona que es considerada despreciable.
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