El
Lago de Valencia, lo bueno y lo malo.
Pedro
Raúl Solórzano Peraza
Octubre
2020
En la región central de Venezuela, donde se ubican importantes ciudades como Maracay y Valencia, entre la Cordillera de la Costa y la Serranía del Interior, se encuentra el Lago de Valencia, o Lago de Los Tacarigua según los aborígenes que ocupaban la región antes de la conquista por parte de los españoles, el cual es el centro receptor de las aguas de una cuenca hidrográfica endorreica, de una gran belleza natural. Este lago tiene una superficie aproximada de 350 km2 y la cuenca cubre 3.150 km2 que corresponde al 0,3% de la superficie del país.
El Lago de Valencia recibe, entre otros, las aguas de
los ríos Aragua, Turmero, Cabriales, Güigüe, Los Guayos y Aragua, y en su
interior se encuentran islas como El Burro, Burrito, El Horno, Otama,
Chambergo, El Zorro y Caigüire. Tiene una longitud máxima de unos 30 km por 20
km de ancho, y una profundidad media de algo más de 20 metros, alcanzando un
máximo de 39 metros. En la actualidad, los ríos que fluyen hacia el lago, que
en el pasado fueron muy utilizados en agricultura, han sido convertidos en
colectores de aguas servidas, lo que ha creado un problema ecológico de grandes
dimensiones.
El efecto de los factores formadores de suelos en la
depresión del lago ha generado suelos calcáreos, ricos y porosos en lo que es
la llanura lacustre; rodeada por una llanura de sedimentos aluviales recientes,
generadores de suelos de alto valor agrícola, predominantes en la depresión y
valles adyacentes. Sin embargo, esta riqueza edáfica se ha visto disminuida por
dos razones fundamentales. Una la expansión de desarrollos urbanos e
industriales que crecieron en promedio 621 ha/año entre los años 1939 y 2017, y
la otra, el aumento de la cota del lago que ha crecido en promedio 229 ha/año
desde 1976. Como consecuencia, se estima que más del 50% de las tierras
urbanizadas entre 1985 y 2017, o inundadas por el lago en el período 2000-2017,
eran de alto potencial agrícola.
La cota de equilibrio del Lago de Valencia, definida
en 1987 y decretada en 1995, es de 408 msnm. Siendo una cuenca endorreica, su
equilibrio se establece en función de que la evaporación que allí ocurre
compensa las entradas de aguas durante la temporada de lluvias. Eso produce una
cota máxima y una cota mínima, las cuales definen en buena medida el uso del
territorio de la cuenca aledaño a las aguas del lago, en especial en lo
referente al establecimiento de asentamientos urbanos que debe ser contemplado
en los planes de desarrollo territorial. La cota máxima del lago ha sido
alterada porque a la cuenca le han incorporado, desde la Cuenca del río Pao, 8
m3/s a partir de 1978 y cerca de otros 8 m3/s a partir de
1996. Por la naturaleza de la cuenca, esos excedentes no tienen salida y causan
el incremento en la cota máxima del lago, con las terribles consecuencias que
estamos viendo en estos momentos, de destrucción de varios asentamientos urbanos
que incluye importantes urbanizaciones al sur de la ciudad de Maracay.
Lo que está ocurriendo con el aumento del nivel del
lago es una tragedia para una buena cantidad de ciudadanos que están exponiendo
sus vidas viviendo en esas condiciones, además de los problemas de calidad de
unas aguas con elevados grados de contaminación al recibir aguas servidas tanto
domésticas como industriales, sin ningún tratamiento previo que sea efectivo.
En el Plan de Saneamiento 1995-2005 del MARNR, se iniciaron obras para reusar
dentro de la Cuenca del Lago de Valencia aguas servidas tratadas, y para el
trasvase de cierta cantidad de agua, con tratamiento terciario, hacia la Cuenca
del río Guárico. Todo este plan se paralizó después de 1999, las obras
parcialmente construidas están abandonadas y fuera de vigencia porque
contemplaban estabilizar el nivel del lago en la cota 408 msnm. Lo sensato es
que en el muy corto plazo, se deben buscar medidas para solucionar tanto la
calidad del agua del lago, como para estabilizar su nivel en una cota máxima
que evite las serias inundaciones que ocurren actualmente. Aparentemente, la
solución para evitar los desbordes de agua pasa por evacuar las aguas
excedentarias hacia cuencas vecinas.
Todo el lago ofrece paisajes de gran atractivo, que
serían ideales para un desarrollo turístico importante. En el pasado, algunos
lugareños ubicados cerca de sus orillas, construyeron pequeños muelles y
embarcaderos, para pasear por estas tranquilas aguas en botes, en algún momento
fue un sitio muy especial para el esparcimiento de los habitantes del lugar y
de una buena cantidad de visitantes de regiones vecinas. Su cercanía a Maracay
y Valencia, dos ciudades con suficiente capacidad para la atención de turistas,
favorecen un desarrollo de este tipo.
En la Venezuela por venir se tiene que transformar el
Lago de Valencia y sus alrededores en sitios donde pueda desarrollarse un
programa turístico de gran alcance, lo cual debe comenzar con la ejecución de
proyectos que permitan aliviar los excedentes de agua, el saneamiento de la
cuenca, construcción de plantas de tratamiento de las aguas de los ríos más
importantes y la regularización de la deposición de las aguas servidas tanto
del uso doméstico, como del uso por la gran cantidad de industrias ubicadas en
las cercanías de este atractivo espejo de agua. Luego, continuar con la
infraestructura y equipamiento que permita disfrutar de paseos lacustrinos y
visitas a las islas que serían adecuadamente acondicionadas para este fin.
Pedro Raúl Solórzano Peraza.
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