miércoles, 14 de octubre de 2020

VENEZUELA A FUTURO: CINCO DAÑOS NO IMPOSIBLES, PERO SI DIFÍCILES DE CORREGIR.

 

VENEZUELA A FUTURO: CINCO DAÑOS NO IMPOSIBLES, PERO SI DIFÍCILES DE CORREGIR.

EDUARDO ORTIZ RAMIREZ



Reflexionar sobre las facilidades o dificultades que tendrá Venezuela para volver a ser un país próspero se enfrenta a numerosos asuntos.
En primer lugar, y de manera abarcante afronta los extremismos y fanatismos de los pesimistas y optimistas extremos. Quizás la posición un poco más ponderada será la de utilizar un optimismo prudente, si es que hay las voluntades y los buenos gobiernos. En segundo lugar, y derivado de lo anterior, quizás los más latosos pasen a ser los optimistas en extremo; algunos de estos piensan que con algunas políticas que se instrumenten, en 2 meses, o seis o un año, ya se podrán ver los frutos y la nación volverá a disfrutar de la renta petrolera y los negocios con entusiasmo[1]. En tercer lugar, los pesimistas extremos tendrán que ser observados con mayor cuidado pues podrán ubicarse buscando horadar cualquier política o acción que se implemente. El variopinto escenario político venezolano ya ha dado muestras suficientes de personajes políticos conversos, tránsfugas, irredentos, descarados y corruptos, además de los que por razones culturales y de contexto nunca mueren políticamente y siguen y siguen en sus acciones  de convivir con la intriga y la corrupción. Pero también, otros nuevos que en política y economía terminan haciendo lo mismo que los que han criticado y hasta peor. A pesar de todo esto y de los años que han pasado y los que vendrán, no habrá razones para dejar de tener entusiasmo aunque en los esfuerzos y la consecución de los logros se vaya a ir el tiempo de una generación, según el momento en el que por fin pueda comenzarse con el año cero, de arranque o de reseteo.

Hay otros, pero hay cinco espacios donde para ello los daños han sido inconmensurables. Estos daños aunque son responsabilidad, en una porción alta, de la administración bolivariana, se generaron también en la segunda mitad de los años setenta y en la década de los ochenta y los noventa. Es innegable que los más de 21 años de administración bolivariana representan el cenit de lo peor de lo peor.

La primera área de daños atañe a la de creación de fantasías, falsas ideas y falsa conciencia: “somos un país rico”, “teníamos una moneda más valiosa que el dólar”, “nuestra democracia era la más avanzada de América Latina”, “somos buenos, solidarios y honestos”, “nuestro ejército es forjador de libertades”, “nuestro populismo o demagogia es buena porque ha beneficiado a los pobres” “los adecos y copeyanos robaban, pero dejaban que los demás robaran”. En fin, crecientemente y hasta finales de los noventa e incluso después con la administración bolivariana, esas ideas se siguieron teniendo. Lo que no se había previsto es que con esta última se desarrollarían al máximo, con el no conocido en el país, populismo o revolución petrolera, en base a las direcciones imprimidas por paracaidistas vestidos con el peor de los populismos: el izquierdista; y peor aún, en un contexto mundial donde se puede ver a un Trump o a un Bolsonaro o a grupos europeos nada distantes del nazismo y de políticas de cero avance para una mejor economía o para salvar el planeta[2]. La realidad es que hay países buenos y gente buena en distintos lugares y no hay países con la mejor gente ni ausentes de sorpresas.

 Se trata incluso de un estado mental con daños en los potenciales y valores que supuestamente se tienen. Decía algún pensador venezolano que teníamos espacios donde se podía pensar y analizar el país: agrupaciones, algún pedazo del sector público, la iglesia el ejército y las universidades. Ya estas últimas, por ejemplo, han dejado de ser vistas con esos privilegios y han pasado a ser tomadas por mercaderes y fortalecidos de la corrupción, no estando distantes de otros espacios desde hace tiempo ya perniciosos. El comportamiento ciudadano, por otra parte, en jóvenes y mayores deja mucho que desear y en que pensar. Tampoco esto es exclusivo de Venezuela a pesar de las particularidades del área de daño que resaltamos.

Una segunda área es la de la economía, la industria y el comercio. Es cierto que en el ámbito económico venezolano actual, se encuentran agentes honestos y entusiastas pero cada día son menos. La situación actual de la industria, recogiendo los efectos de malas políticas y peor sanidad en la administración de los recursos, no dejan de ser evidentes en su perfil de decaimiento y recesión, a la luz de la cifras y lo directamente observable. Inversión extranjera que se ha ido, pequeños emprendedores que no consiguen financiamiento, con una retracción considerable de la capacidad de compra y demanda de significativos grupos sociales dada la continuada hiperinflación, sinuosa dolarización informal y disminución de expectativas. Un contexto económico ya bastante problematizado para finales de 2019 y comienzos del 2020, pero ahora altamente agudizado por la cuarentena asociada al Covid19 y a las sanciones que a los que viven afuera hacen felices, según casos, pero para los que viven adentro no siempre son entendibles -como en el caso de la gasolina-, aunque no tengan la menor simpatía por la administración bolivariana. No se corregirá este cuadro rápidamente con un plan de ajuste y estabilización. Será necesario el acuerdo de muchos para hacer el esfuerzo. Los grupos mejor ubicados en la sociedad, se colocan siempre bien en los gobiernos. ¿Aparecerá un nuevo tipo de político en Venezuela, y en cuánto tiempo? Ojalá, pero no es fácil responderlo.

Es evidente que los pesos actuales en la responsabilidades por el rumbo del país no son solo de la administración de marras, también la tienen las fuerzas opositoras con su imagen, ejemplo y acciones que hacen dudar de su carácter, firmeza y honestidad. En tal sentido las posibilidades de luchar contra los daños en la economía remiten a episodios y voluntarismos ya vistos en Venezuela con neoliberales extremistas o “revolucionarios” pocos atinados y con orientaciones de poco éxito. Ambos se han prendido del Estado porque ahí estaban los recursos, pero además de que por la crisis fiscal venezolana, los correspondientes endeudamientos y la aguda corrupción, poco le ha quedado al Estado, presentándose un gobierno/Estado[3] poseedor de menores recursos líquidos en un contexto donde se le ha dado poco valor valor a la organización ciudadana, sea de familias, consumidores o empresarios.

En tercer lugar el petróleo. Las políticas sectoriales de los inicios de la administración bolivariana, sumadas a las de las dos décadas anteriores a 1999, permitieron darle a PDVSA un perfil de mundo aparte, tratándose así de una economía dual con un área petrolera y otra no petrolera, aunque esta última fuese en la expresión moderna y no tradicional, como detectaron siempre ciertos enfoques estructuralistas del desarrollo para algunos casos de América Latina. La dimensión sectorial que debe destacarse es entonces la de PDVSA y el resto de la economía. Claro, la inteligencia petrolera y la caja negra eran así felices o se les veía tranquilas. La administración bolivariana, creó todo lo contrario como camino de alteración de la empresa y el sector petrolero. Creó condiciones para una empresa repartidora de comida y de participación en otras áreas de interés social y allanó el camino a los buscadores de fortuna. Desinversión o no inversión, politización y disminución del tecnicismo necesario fueron así el camino para la propia alteración de toda la industria petrolera que hoy día deja una producción diaria de unos cuantos cientos de miles de barriles por día[4], un petróleo demasiado pesado para procesamiento fácil y un relativo finiquito del rentismo[5]. Del capitalismo rentístico se pasó al socialismo rentístico y de ahí a una especie de rentismo de más bajo perfil, tan solo por la disminución de la producción de petróleo. En este contexto, se requerirán muchas y cuantiosas  inversiones para recuperar pozos y la infraestructura de la actividad. Pero también en la calidad y nivel del personal que fue expulsado en procedimientos conocidos. Quedará, sin embargo, la gran tarea de no permitir nuevamente el desarrollo de una empresa separada del resto de la economía; correspondientemente, esto requerirá empeño y firmeza. Es seguro que varios piensan que una organización alejada del resto de la economía  es lo correcto, aunque las experiencias internacionales indican lo contrario.

Otra área de grandes daños es la de la infraestructura de servicios y de base para la economía. Suficientemente conocido el caso de la crisis e inadecuadas políticas en cuanto al sector eléctrico, con casos dramáticos, como Táchira, Zulia y Lara y todo el país en general. Se había advertido y señalado y no se tomaron las acciones. Caso de cercanía y similitud el del agua, con las agudas crisis de suministro de agua en varias de las principales ciudades[6] y entre ellas destaca Valencia y el estado Carabobo[7] donde desde hace años se alerta sobre un ecocidio. Por parte de los servicios viales el panorama no es mejor, asemejándose en cuanto a pronunciamiento del deterioro mientras más avanzó la administración bolivariana. En los años setenta Venezuela se le destacaba en cuanto a la infraestructura vial que había construido; hoy día, autopistas y rutas interurbanas en la mayoría de los casos presentan altas deficiencias, con la correspondiente peligrosidad para viajeros.

Mención especial merece el deterioro de la infraestructura educativa y de salud. La de salud medida, por camas, equipos o indicadores relativos a la higiene, disposición de baños y ni que decir medicinas, sale altamente deficitaria. Las distancias entre la infraestructura venezolana para atender la pandemia del Covid19 comparada con países similares, son altamente impresionantes en cuanto a deficiencias e insuficiencias. El caso de la infraestructura de educación ha seguido igual destino a pesar de todo lo planteado en los planes de la patria y de las propagandas sobre el cero analfabetismo y de lo señalado sobre el uso de equipos e internet en las escuelas. Uno de los indicadores más dramáticos del deterioro del sector educativo son los deteriorados ingresos de los docentes que no llegan a alcanzar ni una decena de dólares en los mejores casos. Así lo ha reflejado el conjunto de deficiencias y negativas para la educación a distancia vía redes que se ha planteado como alternativa ante el Covid19. Este deterioro infraestructural en salud o Educación no ha sido determinado por este último, simplemente lo pone en mayor evidencia. Debe recordarse que, la infraestructura educativa y de salud durante los años sesenta y setenta se encontraba entre los mejores logros que en servicios podía exponer Venezuela en la región.

Por último, el deterioro institucional y que, indudablemente, se interrelaciona con las anteriores áreas. Este deterioro atañe o está determinado por el proceso de desinstitucionalización por el que ha transitado la sociedad y la economía venezolana. La pérdida de autonomía de los poderes públicos y la de la relativa autonomía del BCV, está entre sus componentes. Igual debe mencionarse la actitud desde un comienzo de la administración bolivariana, hacia la Asamblea Nacional; donde, adicionalmente, perdió la mayoría en las elecciones de 2015, con el agravante de la conformación de un segunda Asamblea Nacional Constituyente que en 2020 llegaría a su fin, sin mayores pertinencias que no sean las de haber servido de brazo político de la administración bolivariana. El congreso, esencia de la vida democrática y republicana ha quedado así cercado y el BCV controlado, pero a la par ha habido un deterioro profundo de los ministerios convertidos en continuidad de intereses políticos de la administración en sus puntos centrales. No se trata incluso de la inclinación política sino de los acentuados grados de esa inclinación. Debe recordarse que uno de los planteamientos de la administración de HC y NM -ya con más de 21 años- en sus inicios, era reducir el número de ministerios y no solo crecieron sino que se volvieron más ineficientes.

Ardua tarea pues, no fácil de realizar y mucho menos en corto tiempo, además de saber que las áreas referidas son solo algunas de las otras tantas que existen, encontrándose en igual o peor situación.

 

14 de octubre 2020

@eortizramirez

eortizramírez@gmail.com



[1] La administración bolivariana ha expresado, sin mayores compromisos, que para finales de 2021 se estarán produciendo cerca de 1 millón de barriles diarios de petróleo. Algunos optimistas de la oposición piensan fácil pasar a producir nuevamente millones de barriles por día.

[3] La desinstitucionalización ejecutada por la administración bolivariana ha perseguido, con fines claramente políticos, igualar estas dos instancias.

[4] “La OPEP acaba de publicar el Boletín Mensual del Mercado Petrolero correspondiente a Septiembre 2020, en el que muestra constante la producción de Venezuela, ubicándose en 383 mil barriles por día (bpd), según las fuentes independientes o secundarias. En Septiembre, la producción de petróleo de Venezuela aumentó 32 mil bpd con respecto al mes anterior. Y, con respecto a Septiembre de 2019 la caída fue de 261 mil bpd (40%)” https://www.lapatilla.com/2020/10/13/en-septiembre-la-produccion-de-petroleo-de-venezuela-estuvo-en-383-mil-bpd-segun-la-opep/ octubre 13, 2020. 

[5] “El colosal sector petrolero de Venezuela, que dio forma al país y al mercado energético internacional durante un siglo, se ha detenido casi por completo, con la producción reducida a un goteo debido a los años de mala gestión y las sanciones estadounidenses. El colapso deja una economía destruida y un ambiente devastado, y, según muchos analistas, pone fin a la era de Venezuela como potencia energética” https://www.nytimes.com/es/2020/10/07/espanol/america-latina/venezuela-petroleo-maduro.html .

[6] “De diez ciudades consultadas, las más afectadas son: Punto Fijo, Maracaibo y Ciudad Bolívar, según el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos ¡El servicio de agua es inconstante en el país! Así lo demostró el Observatorio Venezolano de los Servicios Públicos (OVSP) a través de una encuesta en al menos diez ciudades que arrojaron que el 69% de los consultados valora negativamente el servicio de agua. Entre las ciudades que resaltan por la deficiencia del agua son: Punto Fijo (86,8%), Maracaibo (75,3%) y Ciudad Bolívar (75,1%). De acuerdo al estudio mostrado por el OVSP, los ciudadanos también indicaron que cuando llega el agua, ésta no está en las condiciones óptimas de sabor, color y olor para su uso, condiciones que, ponen en riesgo la salud de las personas” https://caraboboesnoticia.com/el-69-de-los-venezolanos-no-recibe-el-servicio-de-agua/ octubre 14 2020. 

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