Pedro Raúl Solórzano Peraza.
Octubre de 2018.
Para el día
después, que será el primer día de un nuevo período democrático para Venezuela,
se debe tener un plan de acción para recuperar los sectores productivos del
país. Uno de ellos es la agricultura, donde hay que considerar muchos aspectos
y en esta oportunidad trataremos los recursos suelo y agua.
Recursos
suelo y agua.
Dos de los recursos naturales renovables de mayor
importancia en la agricultura son, indudablemente, el suelo que es asiento para
el crecimiento y desarrollo de las plantas y el agua que es el componente
principal de los vegetales.
El suelo es un cuerpo natural y por lo tanto, de una gran
variabilidad espacial. Esto quiere decir que existen suelos muy diferentes
entre sí, cada uno de los cuales tiene especiales características para
determinado uso, por lo que para utilizarlos lo mejor posible deben ser
estudiados y clasificados.
Durante la primera mitad el siglo XX, en Venezuela se
realizaron algunos estudios de suelos, sin embargo, a partir de la década de
1960 y quizás hasta los años ochenta, estos estudios se intensificaron tratando
de cubrir la mayor parte del territorio nacional. Posteriormente, poco a poco
fue disminuyendo la intensidad de estos estudios, hasta llegar el momento
actual cuando prácticamente no se han continuado. Paralelo a esto, toda esa
información generada por años no ha estado a buen resguardo y se han perdido
algunos estudios total o parcialmente, especialmente lo correspondiente a los
mapas que complementan los estudios de suelos.
El suelo por ser un cuerpo natural tiene, como se señaló
anteriormente, una gran variabilidad espacial, es por eso que en pocos metros
de distancia sobre un terreno pueden existir suelos de muy diferentes
características. Hay entonces una gran diversidad de suelos, algunos de los
cuales no se pueden utilizar en agricultura y otros no deben ser usados para
tal fin. Para ejemplo de esto, tomemos la información de dos edafólogos venezolanos
de amplia trayectoria (Comerma, J. y R.
Paredes. 1978. Principales limitaciones y potencial agrícola de las tierras en
Venezuela. Agron. Trop. 28:71-85), quienes hicieron una prospección del uso de
la tierra, indicando que aplicando tecnologías ya probadas por investigadores y
productores avanzados, existe un 4% de áreas con amplia gama de uso agrícola;
un 14% con una limitada gama; 30% fundamentalmente para uso ganadero; 41% para
bosques, recreación y reservas hidráulicas entre otros; y un 11% que posee una
asociación de áreas con limitada gama de uso agrícola y zonas limitadas a
bosques y recreación.
En la actualidad, con nuevas tecnologías que se
han aplicado a la producción agrícola, quizás se pueda señalar que disponemos
de un 5% de áreas con amplia gama de uso agrícola y 15% con una limitada gama,
lo que representaría un 20% del territorio que se pudiera utilizar en la
producción de cultivos, sin incluir pastizales. Ese porcentaje representa unos
18 millones de hectáreas que se pueden dedicar a la producción de cultivos
extensivos como maíz, sorgo granífero, soya, arroz, algodón, frutales,
leguminosas de grano, hortalizas, caña de azúcar, palma aceitera, girasol,
papa, yuca, etc. En aquellas áreas donde se pueda regar o sembrar un segundo
cultivo en lo que se conoce como ciclos de norte o de norte verano, la
superficie se duplicaría en esas áreas, y estaríamos llegando quizás a unos 22
millones de hectáreas. Esa gran superficie estaría repartida por diferentes
regiones del país y sería suficiente para cubrir los requerimientos
alimenticios de nuestra población, y hasta para producir excedentes
exportables.
Por otro lado el 30% del territorio nacional
para ganadería, representa más de 27 millones de hectáreas para establecer pastizales,
mejorar los pastizales naturales, lo cual puede albergar millones de cabezas de
ganado para la producción de carne, leche y sus derivados, tanto de bovinos
como de ovinos y caprinos. Porcinos, aves y otras especies menores como
conejos, se benefician de la producción de granos forrajeros que van a las
fincas o a las fábricas de alimentos balanceados. El caso de chivos se pudieran
ubicar en las regiones áridas del país, con el suministro adicional de algunos
insumos básicos para su desarrollo.
El café puede ocupar áreas que se consideran
limitadas para la agricultura por elevadas pendientes, pero en este caso, el
café es un cultivo conservacionista que se debe sembrar tomando en cuenta todas
las recomendaciones para evitar los riesgos de erosión y destrucción de los
suelos y del paisaje.
Las áreas que se han delimitado para bosques,
recreación y reservas hidráulicas, deben ser protegidas y asegurar que no sean
intervenidas indiscriminadamente.
En conclusión, Venezuela dispone de más de 50
millones de hectáreas para la producción de alimentos, lo que representa más de
la mitad del territorio nacional. Pero es obvio que se deben aplicar una serie
de conocimientos científicos y tecnológicos para manejar esos suelos, para
recuperar aquellos que tienen algunas limitaciones para su uso agrícola y para
conservarlos en el tiempo, ya que se pueden deteriorar con facilidad.
Se puede considerar que durante el período 2000-2015 los
recursos suelo y agua han sido mal utilizados y en cierto modo se ha promovido
su destrucción. A muchos suelos se le ha
dado un uso diferente al más adecuado para su aprovechamiento máximo y para su
conservación, y no se han vuelto a realizar programas de saneamiento de tierras
para incorporarlas, entre otras cosas, al uso agrícola. En relación al agua, no
se han realizado más obras para su almacenamiento, control de cauces,
utilización en riego, generación de electricidad, saneamiento de cuerpos de
agua. Por el contrario, se han realizado muchas actividades destructivas de
algunas cuencas hidrográficas importantes, para lo cual basta con señalar lo
que ocurre en amplios sectores de Guayana, región que recoge nuestra mayor
riqueza hidrológica, donde se permite la
devastadora minería ilegal sin ningún control oficial y se destruyen las
márgenes de los grandes ríos, sus nacimientos, se contamina el agua, en fin, se
está destruyendo este importante recurso natural.
En el caso de nuestra Guayana en particular, sumado a la
destrucción de la gran cuenca hidrográfica como un todo, que pudiera afectar en
el mediano plazo el suministro de agua de calidad a las industrias de hierro y
aluminio tan importantes de la región, a los desarrollos urbanos que tanto han
crecido en los últimos cincuenta años y a la agricultura, se puede destruir la
generación de la electricidad que ilumina a la mayor parte del territorio
nacional.
Además de la necesidad de estudiar suelos y agua, se
requiere disponer de información adicional, especialmente de algunas variables
meteorológicas. Los registros de clima en Venezuela han disminuido enormemente,
buena parte de las estaciones meteorológicas de diferente calidad están
abandonadas y no se generan suficientes datos de apoyo a la planificación del
uso de los recursos suelo y agua. Así mismo, los planes de ordenamiento del
territorio a todos los niveles no se han continuado y en los casos en los
cuales existen, es frecuente que no se tomen en consideración al momento de
decidir el uso de los recursos naturales. Generalmente, en estas decisiones
priva más el beneficio político o económico que pueda obtener algún funcionario
o algún empresario, por encima de la importancia de preservar un recurso
natural.
Otro aspecto lamentable, ligado al uso de los recursos
naturales renovables, ha sido la eliminación del ministerio al que le
correspondía el manejo de todo lo relacionado con dichos recursos. Venezuela
fue el primer país de América Latina en conformar un Ministerio del Ambiente y
de los Recursos Naturales, pero también debe haber sido el primero en eliminar
dicho ministerio y convertirlo en una oficina dentro de otro ente del Poder
Ejecutivo, demostrando la poca importancia que este régimen dedica al uso y
conservación de suelos, agua, flora y fauna. Paradójicamente, se ha creado un
Ministerio de Agricultura Urbana, lo cual no pasa de ser otra burla en la
organización del Poder Ejecutivo, ya que ésa sí es una materia que no debería
ir más allá de una oficina dentro del Ministerio de Agricultura y Tierras.
Es claro que hay un arduo trabajo con los estudios de
suelos. En primer lugar, se requiere recuperar los estudios realizados cuyos informes no se
encuentren en las oficinas públicas correspondientes y disponibles para su uso,
y que pudieran estar en manos de particulares (personas naturales y jurídicas)
que alguna vez los utilizaron y decidieron que en su poder estarían mejor
resguardados. En ese caso, es urgente solicitarlos, reproducir copias
suficientes tanto de los textos como de los mapas de suelos, disponerlos en las
oficinas gubernamentales correspondientes y controlar su consulta por parte de
los usuarios interesados.
Al recuperarse los estudios extraviados y reunirlos con los
que aún persisten en las organizaciones oficiales autorizadas, se debe hacer un
inventario y decidir cuáles son los estudios faltantes para programar
continuarlos hasta tener un mapa de suelos de todo el país, con el grado de
detalle que amerite cada región en particular.
Con el recurso agua es fundamental establecer manejos
adecuados de las cuencas hidrográficas del país, destacando obras y prácticas
necesarias para su protección y su recuperación. Así mismo, emprender programas
de descontaminación de cuerpos de agua que posteriormente puedan ser utilizados
no solo en agricultura, si no con fines recreativos, urbanos e industriales. Un
detalle importante es la necesidad de retomar las mediciones de los cauces de
ríos de cierta magnitud, que ayuden en programas de almacenamiento o derivación
de esos ríos según sus caudales máximos para preparar programas tendientes a
evitar posibles desastres naturales causados por el agua, o según su caudal de
estiaje para su posible uso en riego.
En lo que respecta a la información climatológica, es
preciso recuperar las estaciones meteorológicas existentes en el país,
construir las que sean necesarias, utilizar todos los recursos incluyendo los
satelitales, hasta disponer de una información completa, actualizada,
permanente y confiable.
Conocer suelos, recursos hídricos y clima de las regiones
potencialmente agrícolas del país, es fundamental para el éxito de cualquier programa agrícola que se quiera
adelantar, ya que permite establecer los sistemas suelo-planta-clima-manejo más
adecuados a cada espacio en cada región agrícola.
Finalmente, en este punto de los recursos naturales
renovables, es fundamental disponer nuevamente de un ministerio que se encargue
del estudio y planificación del uso de los suelos, del agua y demás recursos;
que supervise las disposiciones que se hagan al respecto; que coordine la
elaboración de los planes de ordenamiento territorial a nivel nacional,
regional y local y vele por el cabal cumplimiento de los mismos; que recupere
las estaciones meteorológicas propias y apoye la recuperación de las de otras
instituciones; que concentre la información meteorológica a nivel nacional; en
definitiva, que dicte las políticas necesarias para el mejor conocimiento,
utilización, recuperación y conservación de los recursos naturales renovables
en todo el territorio nacional.
Pedro Raúl Solórzano
Peraza.
Octubre de 2018.
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