¿Qué
hacer ante la realidad actual de nuestra agricultura?
Pedro
Raúl Solórzano Peraza.
Octubre
de 2018.
Las recientes informaciones referidas a la situación
en el campo venezolano son aterradoras. Las invasiones a fincas de una manera
salvaje, liquidando semovientes para destruir los rebaños; acabando con la
infraestructura agrícola nacional y particular de cada finca; robando los
recursos de los agricultores como bombas, plantas eléctricas, cableados,
vehículos, etc, todo con la mayor impunidad; los precios que quieren imponer a
los productos del campo de una manera irracional; el control oficial de la
comercialización de los productos del campo y la apropiación indebida de parte
de los mismos por diversas instancias del régimen; las limitaciones que se
mantienen en la disponibilidad de insumos y de otros recursos como combustibles
y lubricantes para la siembra; la burla del militar que funge de ministro de
agricultura al informar que van a exportar 30% de los insumos agrícolas
producidos en el país (aunque esto sea imaginario porque si no producen nada
solo podrán exportar nada); y así, se divulgan todas las adversidades
imaginables para que el negocio agrícola brinde sus frutos para el productor, y
para los ciudadanos en general al no disponer de alimentos suficientes y
oportunos.
Entonces, ¿qué hacer ante esta realidad? El mes pasado
expresé, por medio de un artículo, la necesidad de emprender una cruzada
agroalimentaria, una verdadera campaña para la recuperación de nuestra
agricultura. Por considerarlo oportuno, a continuación me atrevo a divulgarlo
nuevamente:
Cruzada
agroalimentaria en Venezuela.
La situación de crisis que arropa a Venezuela, incluye
el presente y el futuro de su agricultura, la cual ha disminuido tan
aceleradamente que se estima que hoy en día no aporta ni siquiera el 20% de los
alimentos requeridos por la población. Su recuperación necesita de una cruzada,
una verdadera campaña que incluya a los jefes de los institutos docentes y de
investigación agrícola, a los líderes de Fedeagro y Fadenaga y de las distintas
asociaciones que regionalmente agremian productores del campo, a organizaciones
que contemplen aspectos de la nutrición de la población, a representantes de
las agroindustrias, a destacados líderes que influyen en las decisiones y
acciones del proceso agrícola (p.e. Ramón Bolotín, Werner Gutiérrez, Gustavo
Enrique Moreno y muchos más que están regados por todo el país y dedican su
vida a la búsqueda de soluciones para la agricultura venezolana), y
representantes de otras organizaciones que tengan relación con el agro
venezolano. Todos unidos con un solo
objetivo: instaurar un sistema de gobierno que permita alcanzar una
actividad agrícola segura en lo personal y en lo jurídico; eficiente, al contar
con todos los factores que determinan la productividad del campo, el
procesamiento de los productos y su distribución; y suficiente para contribuir
con la seguridad alimentaria de la población.
Con el régimen actual hemos visto que la inseguridad
personal y jurídica agobia a los productores; estamos viendo la destrucción y
mal uso de los recursos suelo y agua; la destrucción de la infraestructura de
apoyo a la agricultura como la vialidad, sistemas de riego, electrificación
rural, centros de recepción y de almacenamiento de las cosechas; la destrucción
de la maquinaria y equipos agrícolas; en el caso de los institutos de educación
superior e investigación, el cierre o disminución de sus actividades a un
mínimo debido a la falta de recursos y éxodo de su personal capacitado; y algo
muy grave como es la falta de los insumos básicos para la producción, tales
como semillas de buena calidad, fertilizantes adecuados y oportunos, y
plaguicidas.
Lo peor de la situación es que no se vislumbra ningún
interés en solucionarla, si no que por el contrario, cada vez se agrava más y
se va haciendo insostenible. El esfuerzo que han estado haciendo los productores de sembrar
con semillas de mala calidad, con subdosis de fertilizantes o sin ellos, sin el
combate oportuno de malas hierbas e insectos dañinos, sin tener suficientes
equipos y maquinarias retrasándose las siembras y la recolección; el esfuerzo
que hacen los criadores de aves sin disponer de los alimentos en cantidad y
calidad adecuadas para sus animales y mucho menos de las medicinas necesarias;
los ganaderos sin seguridad y siendo víctimas de un abigeato, más que
incontrolado apoyado por ciertas autoridades; ha conducido a muy poca
superficie sembrada, rendimientos muy bajos que algunas veces están por debajo
del punto de equilibrio, disminución de los rebaños y cierre de granjas
avícolas, entre otras cosas negativas. Después de finalizar un ciclo con esta
pobre producción, de cualquier rubro, entonces el régimen impone restricciones
en la movilización de las cosechas, quiere ser dueño de una buena parte de la
misma para hacer sus campañas de miseria con la distribución de los alimentos
al pueblo hambriento, y el resto de lo producido debe venderse al precio que
establezca el régimen que siempre está por debajo de los costos de producción.
Esas acciones, de intentar
producir sin los recursos y sin las políticas necesarias para que esta
actividad pueda ser lucrativa y productiva y se pueda mejorar la alimentación
del pueblo, deben suspenderse, no se deben continuar. Con ello el productor
solo va a la ruina, a trabajar a pérdida, y lo más grave, indirectamente le da
un enorme apoyo al régimen, el cual aparece como benefactor del pueblo, al
suministrarle unos pocos alimentos y a un precio que evita “que los
agricultores lo roben”, según la propaganda oficial. Suspender la producción agrícola hasta que existan condiciones
favorables, debe ser la acción que se debe seguir para lograr el objetivo
planteado. Para ello, quizás lo mejor es iniciar una cruzada agroalimentaria
que abarque todo el país y promueva esta acción.
Esta cruzada agroalimentaria es solo una de las actividades
que apuntan hacia una liberación política, que pudiera terminar en una
transición política para el amanecer de un nuevo gobierno. Así como ésta, se
deberían realizar cruzadas, con todos los protagonistas de cada sector bien
unidos, para recuperar la educación; la salud; el transporte terrestre, aéreo y
marítimo; la seguridad personal y jurídica; los servicios básicos de suministro
de agua, electricidad, recolección de desechos; y otros aspectos de la vida
ciudadana. Todo esto conduciría a un verdadero paro nacional o huelga nacional,
que tiene que generar una respuesta del régimen, con dos opciones: o más
represión contra el pueblo o abandono del poder. ¿Será que estas cruzadas solo
se realizarían cuando la desesperación supere el miedo de la población?
Pedro Raúl Solórzano Peraza.
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