sábado, 10 de febrero de 2018

¡AH…! AHORA NADIE SABIA NI SE IMAGINABA. O una manera de ver como se recibió el antidesarrollo verdadero en Venezuela.



EDUARDO ORTIZ RAMIREZ

En los años setenta me leí un libro llamado Formación histórica del antidesarrollo de Venezuela[1] del economista y profesor Héctor Malavé Mata –publicado en la primera mitad de la década del caso-; libro premiado y que recuerdo como lectura agradable y rigurosa, más allá de sus compromisos. Estos estaban, dentro de un análisis completo y muy bien articulado, íntimamente relacionados con la crítica al capitalismo, a las formas de inserción internacional y particularidades de aquel en América Latina y específicamente para el caso de Venezuela y su petróleo. Saliendo de los linderos del libro, el escenario y contexto era el de la izquierda que criticaba todos los alcances y logros del crecimiento y progreso de la Venezuela de hasta esos momentos, que por lo demás, son los tiempos de mejores normas e inclinaciones de la nación hacia el desarrollo. Después de los primeros 15 años de la democracia, coincidente ello con el inicio de la primera administración de Carlos Andrés Pérez 1974/1979, todo empezó a cambiar.

El resumen del registro social pasa, de todas maneras, a señalar que en los cuarenta años previos a la administración bolivariana[2], lo que hoy se vive en asuntos económicos, sociales,  seguridad y servicios nunca se había visto. Teníamos desarrollo y no lo vimos me han confesado algunos científicos sociales de edad avanzada y experiencia. Más que una ociosidad de echar culpas,  parece importante indagar cómo los venezolanos, o algunos grupos de ellos, percibieron o no notaron esta transición a un verdadero antidesarrollo, para usar con el sentido de los nefastos resultados actuales, la expresión del libro señalado.

El primado del proyecto político y las astucias del líder fundamental del movimiento bolivariano para no generar sospechas, desvió la atención de lo que podía pasar en el campo económico. Quedaron entonces las advertencias, según las experiencias históricas y el perfil político que asomaba aquel proyecto. Fue Manuel Caballero uno de los analistas que con rigor y seriedad advertía peligros. Pero también Jorge Olavarría en su explosiva intervención en el Congreso nacional el 5 de julio de 1999. Esta intervención impresionó y molestó a algunos cuantos pero, hay que decirlo, fueron premonitorias las palabras de tal personaje y ellas se plasmaron más aun con los intentos de reforma constitucional del presidente Chávez del año 2007, la cual cual terminó rechazada en el referéndum del mismo año, en cuanto al socialismo y sus intenciones de perpetuarse en el poder. Los actores internacionales, naciones o personalidades, por su parte, no tuvieron siempre la mejor precisión sobre las vías venezolanas a la destrucción nacional y al autoritarismo, en curso de parte de la administración bolivariana (no podía adjudicárseles, por lo demás, responsabilidades inmediatas en tales sentidos).

De esta manera, debe señalarse como la expresión nadie sabía, nadie podía imaginarse que esto iba a presentarse está relacionada con numerosas conversaciones de familias, amigos, vida de calle, vocerías, que, de alguna manera, pasan a representar catarsis en la búsqueda no siempre fructífera de responsables sobre “¿cómo llegamos a esto?” Una vez desatada la problemática económica[3] engendrada en más de 19 años, la pregunta se hace más compleja y el espacio inicial puede usarse para –parcialmente- percibir como se coló la dimensión política. Al fin y al cabo, en las sociedades y en la economía, pueden haber elementos detonantes que primeramente no sean muy claros y terminen siendo los determinantes. Seis tipos de ciudadanos/agentes participaron y coadyuvaron a que este proceso se llevara a cabo y algunos de ellos son de los que hoy día se hacen las preguntas y expresan lamentaciones.

En primer lugar los partidarios, confesos, convencidos/entusiasmados por compartir el proyecto político que lideró el presidente Chávez que, en esta ocasión, se presentó como mezcla de bolivarianismo (en una versión ordenada para el caso) con socialismo–comunismo en sus matices fundamentales y con su dosis de antiimperialismo. Los seguidores calcaron sin mayores reservas las guías del político líder. Fue impresionante observar y escuchar personas sin mayor trayectoria o preparación política en tales desempeños, hablando o transmitiendo ideas sobre la refundación de las instituciones, por ejemplo[4].

En segundo lugar estuvieron los que, sin ser del bolivarianismo/socialismo que se les ofrecía, percibieron la oportunidad de tener un líder, un mesías o más típico de nuestros casos un caudillo. Las promesas, los ofrecimientos preliminares se presentaron de manera casi neutral, contestataria y justiciera, ante las realidades recientes al momento; y esto seduce potenciales adeptos o seguidores. Más aun cuando las ofertas se presentaron en distintos ambientes: desde los barrios hasta el Eurobuilding y, el político líder, estuvo dispuesto a que analistas atrevidos le hicieran preguntas –como puede sucederle a cualquiera- sobre el futuro y sus intenciones.

En tercer lugar, los que esperaban poder resarcir todos los resentimientos que desde la primera administración de Carlos Andrés Pérez[5], habían producido y permitido acumular los gobiernos de Acción Democrática, Copei y el particular segundo gobierno de Rafael Caldera[6]. En estos gobiernos el drama pareció ser, como le escuche decir a un notable venezolano que podía calificársele de estadista, que a medida que se avanzaba podía haber gobernantes peores. Y, en todo ese contexto, los sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso, a pesar de políticas superiores, mejor estructuradas e intencionadas, de mantenerse un relativa institucionalidad y de no generarse o desatarse la espantosa corrupción de los tiempos de 19 años a la actualidad, fueron olvidados y desatendidos. ¡Ah…! Pero no dejaron de crecer y bordear las ciudades. La llamada democracia de partidos terminó de hacer su parte, ampliando y profundizando la exclusión. To do un caldo de cultivo ideal para esperar un mesías o un caudillo.

En cuarto lugar algunos intelectuales y académicos. Recuerdo una afirmación de Carlos Fuentes sobre que, si uno llega a un país y escucha decir a estos últimos que las cosas van muy bien en esa nación, debería dudar de los mismos, porque ese no era el papel que debían tener tales figuras. También sabemos que hay reflexiones diversas, sobre lo que en la historia, puedan haber representado sus entusiasmos para procesos políticos a ejecutar. Pero también como alguien señalaba alguna vez en estos años, una de las características de esta “revolución“, es la de la ausencia palpable de abundantes intelectuales. En cualquier caso, es conocido que hubo figuras de variado renombre que, facilitaron y auparon las propuestas del político líder y, este, supo atraerlos. Una porción importante de estos desertaron, en las primeras de cambio. Pero es indudable que varios no pensaron –o no quisieron pensar- lo que venía y, en que podía convertirse un proceso que con rapidez fue demostrando su intención última o su causa final.  

En quinto lugar, los políticos. Varios políticos de distinto origen jugaron a esperar a ver qué pasaba o a que oportunidades podían ellos encontrar para apechugarse[7]. Recuerdo casos de personas hoy francamente en oposición que, en momentos de estos diecinueve años, se ha especulado sobre la posibilidad de ser nombrados en algo. Pero también hubo los casos de algunos que, en los comienzos no hablaron o criticaron casi nada y. en momentos, se les pudo ver en embajadas o en reuniones un tanto afectuosas, como bien pueden saber periodistas y prensa. Muchos políticos jugaron entonces a ver qué pasaba. Puede incluso decirse que, su arranque posterior para las lides de la oposición, fue confuso y tardío. Claro, nadie se imaginaba como dice el título de esta nota, pero tampoco debe siempre esperarse que los dedicados a la política sean necesariamente desprevenidos o adaptativos.

En sexto lugar, distintos agentes o ciudadanos que pudieron aplicar el beneficio de la duda. Una especie de duda metódica cartesiana puede llevarlo a uno dudar, o según algunos a que, cuando se vean ideas en contrario o a favor de algo, se brinde la oportunidad de que las cosas puedan resultar lo mejor posible, dando obviamente resultados favorables a una pareja, familia, agrupación o  – ¡casi nada! - nación. Sin aplicar una teoría de la conspiración y sin el uso de máquinas, indudablemente que esto fue aprovechado por la todavía en impulsos iniciales, administración bolivariana.

No es fácil encontrar culpables, pero no es de ocultar que en las primeras elecciones, una tras otra, muchos venezolanos, sin tener incluso compromisos políticos, y aun advirtiéndoseles, le dieron poder y más poder a lo que en 19 años se convertiría en una administración contraria a la sanidad económica, al bienestar de los venezolanos y a cualquier esperanza y entusiasmo para el corto y mediano plazo. La nación, su economía y un futuro desarrollo no solo hay que reconstruirlos y recuperarlos, sino también el entusiasmo.

Trotski y Gramsci, fueron revolucionarios diferentes; también fueron escritores y pensadores especiales a pesar de sus compromisos. Reflexionaron también, sobre los regímenes autoritarios y el fascismo que les tocó vivir u observar. Ellos y otros señalaron como en esos contextos aumenta, la magia, el espiritismo, la brujería y otras formas de misticismo o religión (según diversas expresiones particulares y locales y con todo el respeto que merecen las religiones en sí mismas). Puede observarse  como en la confusa, problemática, sorpresiva y decepcionante realidad económica y social de la actualidad venezolana, para muchos están surgiendo esperanzas por estas vías seudo religiosas o místicas.

@eortizramírez
eortizramirez@gmail.com





[1] Ediciones Casa de las Américas. Cuba 1974. En los años noventa leí también de este autor Las contingencias del bolívar: el discurso de la política de ajuste en Venezuela 1989-1993, 1996, Fondo editorial Fintec. En este último hay un criterio interesante –aunque resumido- sobre el desarrollo perdido.
[2] La administración bolivariana, sobre todo en expresiones del presidente Chávez, quiso catalogar desde sus inicios tales cuarenta años, como perdidos. Cosa no solo falsa, sino que cada día han pasado a ser más añorados, por una porción importante de la población.
[3] Escasez de bienes y divisas; quiebre de empresas y disminución acelerada de estímulos de inversión; inseguridad y servicios en franco deterioro; así como hambre, miseria e hiperinflación, entre otros elementos.
[4] Esta afirmación no persigue subestimar a nadie, sino insistir como eran calcadas tales temáticas sin mayores digerimientos.
[5] Gran momento en que Venezuela se convirtió en un petroestado por el tránsito a la propiedad estatal del petróleo y el aumento histórico en los precios del mismo. Antes había sido una economía de enclave, pero lo que nunca ha sido –hayan ido o venido gobiernos- es una auténtica economía petrolera.
[6] Cinco administraciones en 25 años, antes de 1999 (tres de acción democrática, uno de Copei y el variopinto de Rafael Caldera de 1994 a 1999). En los otros gobiernos (dos de Acción Democrática y uno de Copei) de 1958 a 1974 la nación era otra cosa, por decirlo de alguna manera.
[7] Hay matices en su definición pero, tal expresión, se la escuché a un político en el sentido de cobijarse, protegerse, pegarse allí. 

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