Prof.
Dr. Carlos E. Daly Gimón
2018
parece ser el año del boom de las criptomonedas. Impulsadas por el Internet y
del desarrollo tecnológico, las monedas virtuales son aquellas que “utilizan
las criptografías para la creación de nuevas unidades, y para asegurar y
gestionar el conjunto de transacciones requeridas para su desarrollo”[1].
El rol de pionero corresponde al Bitcoin, a partir del 2009. Más recientemente
han surgido el Ether, Litecoin, Primecoin, Namecoin, Ripple, Dogecoin,
Ethereum, Dash,
Stellar, NEM, NEO, EOS y otras criptomonedas que participan en una amplia
gama de transacciones monetarias, financieras y comerciales que hoy día son
noticia frecuente en el mundo entero. Las fluctuaciones en su cotización llaman
mucho la atención de inversionistas, ahorristas, especuladores, autoridades
financieras, bancos privados y hasta de los responsables de las políticas
monetarias nacionales. Las monedas virtuales no solamente son un fenómeno más
propio del siglo XXI, sino que sus transacciones crean importantes expectativas
e implicaciones en el ámbito de la economía global.
Una moneda, desde la perspectiva de la teoría
económica, es un medio de pago, una unidad de cuenta y depósito de valor [2].
Las monedas virtuales no alcanzan a desempeñar esas funciones fundamentales en
la economía actual.
En el caso del Bitcoin, puede considerarse como
reserva de valor, parcialmente como medio de pago en la Red, y en determinados
comercios, y su función de unidad de cuenta es aún incompleta salvo que se
trate de intercambios entre criptomonedas, dónde el Bitcoin es “la moneda de
referencia”. Es, por tanto, una moneda incompleta. Esa limitación se da en
razón de que son los Estados y por tanto los Bancos Centrales los que
determinan la función de unidad de cuenta en su propio territorio, y quienes,
además, tienen las potestades para obligar a cancelar los impuestos y otras
obligaciones en su moneda local.
También sabemos que un factor fundamental para
darle viabilidad a una moneda determinada es la confianza, y esto no pareciera estar
a favor de las criptomonedas. La desconfianza hacia las monedas digitales
proviene de su vinculación, reiterada en múltiples oportunidades, con operaciones
turbias en la Deep Web, el lavado de dinero y
hasta con acciones fraudulentas en la Red. Este es un aspecto importante
en el debate que hoy tiene lugar alrededor del uso generalizado de las monedas
digitales. En sentido contrario, la seguridad en el uso y manejo de las
criptomonedas, también llamadas criptodivisas, es un repetido argumento
utilizado con frecuencia por parte de sus patrocinadores. La seguridad, se
sostiene, está sustentada en la tecnología Blockchain [3],
la cual protege a sus usuarios de la eventual falsificación, del manejo abusivo
de los costos de intermediación (bancos e instituciones financieras), o hasta
de la emisión excesiva de dinero por parte de instituciones monetarias imprudentes, y, a veces, irresponsables.
Existe, igualmente, lo que podría calificarse como
un forcejeo entre los propósitos regulatorios que pesan sobre las monedas
virtuales, por una parte, y, por la otra, sus acérrimos defensores. Esto ocurre
desde hace unos pocos años, y, tenemos la impresión, seguirá caracterizando el
comportamiento de los flujos monetarios/financieros en los tiempos que se
avecinan.
Ya los Estados nacionales han reaccionado frente al
avance de las criptodivisas. China ha anunciado importantes
restricciones/prohibiciones sobre los sitios de intercambios de criptomonedas,
así como de aquellos proyectos que recurran a la modalidad de Initial Coin
Offerings (ICOs) [4].
Corea del Sur ha eliminado en época reciente varias bolsas que negociaban
criptomonedas de manera anónima, y ha anunciado un aumento significativo en el
régimen impositivo sobre las operaciones con monedas digitales. Incluso, se ha
mencionado la posibilidad de prohibir a extranjeros y menores de edad abrir
nuevas cuentas en criptomonedas. En Estados Unidos existen una normativa desde
2013 por parte del Departamento del Tesoro, la cual obliga a que se considere a
todas las criptomonedas como activos
susceptibles de ser gravados; aparte de que para poder comprar o vender
criptomonedas tiene que registrarse ante la FinCen como un proveedor de
servicios monetarios (MSB)[5].
Japón por su parte, emitió en 2017, una ley que autoriza el uso del Bitcoin
como medio de pago. En dicho instrumento legal, divulgado por la Agencia de
Servicios Financieros de Japón, se pautan regulaciones de ciberseguridad, de
calificación adecuada por parte de los empleados que participen en
negociaciones de criptomonedas, y de auditorías fiscales con carácter
obligatorio. En igual sentido, Australia, Rusia, Francia, Alemania y otros
gobiernos han anunciado regulaciones en la misma dirección.
Pero no solamente se trata de acciones
gubernamentales.
La banca privada internacional por su
parte reacciona ante la activa presencia de las monedas virtuales, aunque lo
hace de manera dispar, y a veces,
irregular.
Ciertamente hay en el sector bancario
un factor estratégico común: llamar la atención de sus clientes y asociados
sobre la volatilidad de las monedas virtuales, particularmente del Bitcoin.
Pero hay instituciones bancarias que van más allá de una prudente advertencia.
El banco sueco Nordea [6], por ejemplo, con una
plantilla de más de 31.000 trabajadores, ha prohibido explícitamente a sus
empleados, a partir del 28 de febrero del año en curso, el uso del Bitcoin. Otro banco nórdico, el Danske
Bank [7],
ha hecho algo parecido aunque sin cerrar la puerta de manera taxativa como las
entidades de países vecinos. Por su parte, el Bank of
América prefiere sugerir a los interesados en adquirir monedas virtuales que
acudan a otra entidad bancaria, y una porción mayoritaria de la banca española
opta por un silencio más bien discreto ante una dinámica financiera difícil de predecir[8].
En el ámbito de los inversionistas, la
cuestión es todavía confusa. La Securities and Exchange Comissions US (SEC), colocó,
en diciembre de 2017, un alerta sobre la posibilidad de fraude y manipulación
con el Bitcoin, al tiempo que autorizados especialistas europeos advierten
sobre los enormes “riesgos” de operar con este tipo de activos.
En esa misma dirección, varios países
han manifestado su interés en acceder a la emisión de sus propias monedas
virtuales [9]. El Riksbank
(Suecia), por ejemplo, se plantea desde hace un
tiempo la emisión de la e-Krona, una criptomoneda estatal, o como
también se le denomina, una «Moneda Digital Centralizada» (CDC). La autoridad
monetaria de Israel, China y Rusia también han adelantado que tienen planes
específicos en esa materia aunque el más decidido parece ser Japón, quién ya ha
precisado que podría presentar la J-Coin antes de los Juegos Olímpicos de
Tokio. Incluso, se menciona la eventual emisión de un e-Euro, por parte del
Banco Central Europeo.
Pero hay más todavía.
El desarrollo de
las monedas digitales ha traído nuevas categorías-variables-, relativas al
desempeño económico de las naciones. Tenemos ahora que “minar” es una actividad
en la que intervienen miles de ordenadores de todas partes, en un proceso
altamente abierto y competitivo. Estos computadores “minan”, y en
dicha actividad participan “mineros”, los cuales “ obtienen los Bitcoins como recompensa a la resolución de un
problema matemático en el que cada 10 minutos compiten miles de nodos siendo la
red de computación más potente que hoy en día existe… Este reto matemático
siempre es igual en su proceso, pero las variables son diferentes y solo puede
resolverse probando números al azar sin parar hasta dar con el resultado que
se busca en ese momento. El primero que lo consiga se lleva la recompensa.
Esto genera competencia y búsqueda de eficiencia mejorando los ordenadores para
este objetivo, a los que llaman mineros” [10].
Al día de hoy, existen fábricas de
criptomonedas en muchos países como es el caso de China, cuyas operaciones
según el portal Web Motherboard [11] reportan ganancias que
exceden el millón y medio de $ mensuales. Islandia es otro país que se ha
convertido en importante centro de “minería” de Bitcoins. Las ventajas del
pequeño país europeo -320.000 habitantes, 103.000 kilómetros cuadrados- residen
en un entorno óptimo para la instalación y operación de equipos electrónicos,
como son la energía a bajo coste para las granjas de ordenadores, un clima que
favorece el enfriamiento rápido de los equipos y por tanto un mejor
rendimiento, y una eficiente conexión a internet; dándose el caso de una sola
empresa que “cuenta con granjas con más de
10.000 ordenadores minando continuamente día y noche ”[12].
A lo que cabe agregar los millones de
“mineros” en todas partes del mundo, quienes en forma doméstica “minan” desde
sus hogares, aunque las limitaciones tecnológicas y los grandes proyectos de
las fábricas de Bitcoins los han ido desplazando hacia otras criptomonedas (Ethereum,
etc.).
Después de casi una década de
circulación de monedas virtuales, nadie sabe a ciencia cierta quién es Satoshi Nakamoto, a
pesar de que los registros indican que es el más importante poseedor de Bitcoins;
creador de los protocolos de esa criptomoneda y del Bitcoin Core; su software
de referencia.
Este comportamiento opaco, reservado,
imprevisto, es lo que caracteriza el campo de las monedas virtuales. En
noviembre de 2017, el Bitcoin se cotizaba, según los circuitos informativos más
destacados, alrededor de los 6.550 $, y en diciembre su valor de mercado subió
en forma sostenida hasta situarse alrededor de los 19.000 $ cada Bitcoin,
provocando una importante sacudida en los mercados financieros, cadenas comerciales y numerosos sitios Web. A
principios de febrero 2018 se produjo un derrumbe desconcertante de esta
criptomoneda, y la cotización del Bitcoin ronda los 7.791,02 $ en la actualidad.
Así como no se tienen evidencias cierta
sobre el supuesto creador del Bitcoin Satoshi Nakamoto, tampoco se sabe con certeza qué
es lo que ha provocado estas intensas variaciones en las cotizaciones del
Bitcoin en tan corto período. Entre noviembre de 2017 y febrero de 2018 algunos poseedores de criptomonedas se han
enriquecido súbitamente, otros han comprobado con estupor la caída abrupta e
inesperada de sus activos financieros. Es el riesgo a ultranza; la contigencia
pura y dura. ¿Será esa la herencia que nos ha quedado de la crisis financiera
del 2008 ? O, más bien, ¿la volatilidad de las criptodivisas se convertirá en
un actor primordial y duradero de una economía financiera que apenas despunta?
[1]
Veáse: https://es.dailyforex.com/forex-articles/2017/10/que-son...criptomonedas.../84544. Consultado en línea el 02/02/2018.
[2]
“Que el dinero sea un medio de pago, se
refiere a su característica básica que se puede usar para transacciones, de modo
que los bienes y servicios se intercambian por dinero”……..”Que el dinero sea
una unidad de cuenta, significa que los precios de los bienes se expresan en
términos de dinero. También hay quienes señalan que el dinero es un estándar de
pagos diferidos, a través del cual los contratos estipulan pagos futuros, pero
para efectos prácticos, esto también forma parte de su función como unidad de
cuenta”..…” Finalmente, que el dinero
sea un depósito de valor significa que se puede usar para acumular activos. Esto
es, el dinero puede ser usado para ahorrar, y así permite transferir recursos
hacia el futuro”. De Gregorio, José. Macroeconomía. Teoría y políticas.
Consulta en línea el 02/02/2018 : www.degregorio.cl/ pdf /
Macroeconomia.pdf. Págs. 395 y ss.
[3]
La plataforma https://www.blockchain.com/
contiene
información exhaustiva y pormenorizada sobre las operaciones de las
criptomonedas.
[4]
“Las ICOs son una forma de
financiación de proyectos o de empresas en fases tempranas que presentan una
serie de ventajas respecto a la forma tradicional de financiación, ya sea ésta
a través de capital riesgo, de ‘business angels’ o incluso haciendo una emisión
de acciones. Las ICOs permiten que una empresa o un proyecto que se va a
desarrollar haga una preventa de derechos sobre ese proyecto; esto
significa que en el momento en el que se está planeando el proyecto, se propone
a aquellas personas que podrían financiarlo, que compren derechos. Estos
derechos pueden ser o bien de utilización de la infraestructura que se
va a montar, o bien derechos económicos; es decir, que cuando haya
beneficios, los inversores obtienen una parte”. https://www.bbva.com/es/que-son-las-icos/ Consultada el 02/02/2018.
[9]
Vale precisar que en
Venezuela está en proceso un proyecto de moneda emitido por el Estado, que
difiere en distintos aspectos de las experiencias referidas en este párrafo. El
PETRO tiene una serie de particularidades como propuesta de carácter público,
que requiere detenerse sobre sus características propias para precisar sus alcances
y efectos. En posterior oportunidad toca abordar esa incipiente y todavía confusa,
iniciativa estatal.
[11]
En la visita a una de esas
fábricas, en la provincia de Liaoning, se informa que: “ la mina que visitamos
es solo una de las seis
propiedades de una hermética sociedad de cuatro miembros y forma parte de una
operación colosal que, desde nuestra visita, ha generado 4,050 bitcoins al mes,
el equivalente a un importe bruto mensual de $1.5 millones de dólares”. https://motherboard.vice.com/es/article/ae7wdg Consultada el 05/02/2018.
Me estafaron, deposité dinero en IQ Option a través de transferencia con los detalles de la cuenta que me dieron el 6 de octubre hasta la fecha en que no abonaron mi billetera ni me reembolsaron.
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