lunes, 26 de febrero de 2018

ANCE

ANCE
La Academia Nacional de Ciencias Económicas a la Nación Venezolana

Según su Ley de creación, le corresponde a la Academia Nacional de Ciencias Económicas (ANCE) “hacer saber su opinión razonada en la elaboración de proyectos de leyes en materia económica, así como en todo asunto que directa e indirectamente concierna a las Ciencias Económicas” (Art. 2°, # 4). La trágica situación por la que atraviesa la población venezolana nos obliga a cumplir con este cometido, el cual toca, además, imperativos de compromiso ciudadano que nos dicta nuestra conciencia.

A comienzos del mes de enero de este año se dio a conocer una “Carta abierta al presidente Nicolás Maduro”, firmado por más de 100 economistas, entre ellos quienes conformamos esta Corporación. Ahí se hizo referencia al grave deterioro de la economía venezolana, constatado en el informe que entregara el Gobierno Nacional a la Securities and Exchange Commission de los Estados Unidos, así como en cifras del Banco Central de Venezuela sobre la expansión de los agregados monetarios y de la Comisión Permanente de Economía y Finanzas de la Asamblea Nacional sobre la inflación. Su reseña puso en evidencia que durante el ejercicio de la Presidencia de Nicolás Maduro se ha producido una caída de más de un tercio en el ingreso por habitante, el colapso de las inversiones y una hiperinflación desatada por los elevados y reiterados déficits públicos, financiados con emisión de dinero sin respaldo por parte del BCV. Ello ha envilecido drásticamente al bolívar hasta llevar la tasa oficial con respecto al dólar a ser hoy apenas un 0,000064avo de la existente en el momento de implantarse el presente control de cambio. Con la cotización del dólar en el llamado mercado paralelo, es bastante menos aún.

A ello hay que agregar el abultado servicio de la deuda externa contraía por el sector público desde 2006, que ha impedido atender las importaciones que se requieren, y el colapso de la empresa petrolera nacional, PdVSA, cuya capacidad de producción y de refinación ha disminuido notoriamente. Venezuela tiene hoy su sector externo estrangulado, con el agravante de tener cerrados los mercados de crédito internacionales y encontrarse en default selectivo por no honrar el pago de sus emisiones de deuda en las fechas acordadas.

Como resultado, se ha producido un empobrecimiento acelerado de la población, que cobra un número creciente de vidas por inanición y por las secuelas que acarrea la severa desnutrición, así como la falta de medicamentos y el deterioro de los hospitales, en la salud del venezolano. Hoy muchos venezolanos dejan de asistir regularmente a sus trabajos porque su sueldo no les alcanza ni siquiera para pagar el transporte. Miles salen desesperados de nuestras fronteras a diario, por vías terrestres, marítimas y aéreas, por no poder subsistir en tierras venezolanas. Tan lamentable diáspora, que hoy suma unos tres millones de compatriotas afuera, es inédita en la historia patria y refleja el suplicio que a tantos afecta. Finalmente, el país ha atestiguado el aumento de los saqueos a negocios y transportes de alimentos, como a familias enteras escarbando en la basura para procurarse algo de comer.

Ningún venezolano puede permanecer indiferente a semejante tragedia, más cuando existe un amplio consenso entre los profesionales de la economía sobre las líneas de acción a tomar para salir de la misma y sabiendo, además, que Venezuela --de contar con la administración responsable y eficiente de su economía-- cuenta con los recursos, el talento y las capacidades para lograrlo en un plazo relativamente corto. La ANCE ha hecho numerosos pronunciamientos en los últimos años que van en esa dirección, pero que lamentablemente han caído en oídos sordos en las esferas gubernamentales.

La Carta Abierta hizo un llamado al Presidente a ser coherente con su propio diagnóstico, rectificando sus políticas. Confrontado con sus propios datos, no puede argumentar el desconocimiento de la gravedad de la situación nacional
o, peor aún, manifestar que ésta es “normal” y que Venezuela está bien, para continuar en la inacción actual. Tampoco es permisible que evada responsabilidades insistiendo en el disparate de una supuesta “guerra económica” que intenta echarles la culpa a otros de las terribles consecuencias de las políticas oficiales.

La ANCE lamenta tener que señalar que las condiciones de vida del venezolano van a
empeorar todavía más de no adoptarse cuanto antes medidas que abaten la hiperinflación, unifiquen el tipo de cambio y liberen al aparato productivo de los controles que hoy lo asfixian. Es menester negociar un financiamiento externo con organismos multilaterales para reestructurar provechosamente la deuda externa, estabilizar y liberar el tipo de cambio y proveer los recursos con los cuales sanear las cuentas públicas. Tales condiciones son imperativas para mejorar el abastecimiento interno con producción doméstica, generar empleos productivos cada vez mejor remunerados y revertir la caída en los niveles de consumo de la población. A la par, permitirán reducir nuestra vulnerabilidad externa. Asimismo, facilitarán el rescate de la industria petrolera y atraerán inversiones generadoras de capacidad exportadora y de efectos multiplicadores sobre el resto de la economía.

Después de lo señalado en la Carta Abierta, de los reiterados pronunciamientos de esta Academia y de innumerables señalamientos por parte de economistas calificados durante los últimos años, es sumamente lamentable que ninguna medida económica de importancia haya sido tomada en la dirección referida. El gobierno parece conformarse con los incrementos por decreto del salario mínimo y el reparto de comida subsidiada que apenas llega a una parte de la población, para atender estas penurias. Pero hoy se requieren más de 50 salarios mínimo-integrales, para comprar la Canasta Básica familiar.

Ante la desidia puesta de manifiesto por quienes tienen la responsabilidad de tomar decisiones en materia económica mientras se deterioran aceleradamente las condiciones de vida del venezolano, esta Academia Nacional de Ciencias Económicas, ha llegado a la infausta conclusión de que se persiguen objetivos que responden a intereses divorciados de la misión básica que debe tener todo gobierno, que es la de mejorar el bienestar de su población. Ello es sencillamente imperdonable ante la dimensión de la tragedia que hoy embarga a los venezolanos.

Esta Academia, con base en las discusiones y análisis realizados en su seno, así como con otros colegas, denuncia ante la opinión pública la responsabilidad central del gobierno encabezado por Nicolás Maduro en la terrible situación por la que hoy atraviesan los venezolanos. De ninguna manera constituye ésta una fatalidad, pues el país tiene con qué salir adelante. La renuencia a tomar las medidas para que ello ocurra solo consigue explicación en la prosecución de objetivos políticos subalternos por parte de quienes hoy dirigen el Estado, con consecuencias funestas para la población. Que las políticas del gobierno obedezcan a fines contrarios al interés nacional es absolutamente inaceptable.
Pero esta Corporación no sólo quiere quedarse en la denuncia, sino que también ofrece, una vez más, las opiniones y señalamientos que puedan contribuir a enrumbar a Venezuela hacia el futuro de prosperidad y libertad que merecen sus habitantes.

En Caracas, a los veintiún días del mes de febrero de 2018

Humberto García Larralde                                                Sary Levy Carciente
Presidente                                                                                    Secretaria


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