ANCE
La Academia
Nacional de Ciencias Económicas a la Nación Venezolana
Según su Ley de creación, le corresponde a la Academia Nacional de Ciencias Económicas
(ANCE) “hacer saber su opinión razonada en la elaboración de proyectos de leyes
en materia económica, así como en todo asunto que directa e indirectamente
concierna a las Ciencias Económicas” (Art. 2°, # 4). La trágica situación por
la que atraviesa la población venezolana nos obliga a cumplir con este
cometido, el cual toca, además, imperativos de compromiso ciudadano que nos
dicta nuestra conciencia.
A comienzos del mes de enero de este año se dio a conocer una “Carta abierta al presidente
Nicolás Maduro”, firmado por más de 100 economistas, entre ellos quienes
conformamos esta Corporación. Ahí se hizo referencia al grave deterioro de la
economía venezolana, constatado en el informe que entregara el Gobierno
Nacional a la Securities and Exchange Commission de los Estados Unidos, así
como en cifras del Banco Central de Venezuela sobre la expansión de los
agregados monetarios y de la Comisión Permanente de Economía y Finanzas de la
Asamblea Nacional sobre la inflación. Su reseña puso en evidencia que durante
el ejercicio de la Presidencia de Nicolás Maduro se ha producido una caída de
más de un tercio en el ingreso por habitante, el colapso de las inversiones y
una hiperinflación desatada por los elevados y reiterados déficits públicos,
financiados con emisión de dinero sin respaldo por parte del BCV. Ello ha
envilecido drásticamente al bolívar hasta llevar la tasa oficial con respecto
al dólar a ser hoy apenas un 0,000064avo de la existente en el momento de
implantarse el presente control de cambio. Con la cotización del dólar en el
llamado mercado paralelo, es bastante menos aún.
A ello hay que agregar el abultado servicio de la deuda externa contraía por el sector público
desde 2006, que ha impedido atender las importaciones que se requieren, y el
colapso de la empresa petrolera nacional, PdVSA, cuya capacidad de producción y
de refinación ha disminuido notoriamente. Venezuela tiene hoy su sector externo
estrangulado, con el agravante de tener cerrados los mercados de crédito
internacionales y encontrarse en default selectivo por no honrar el pago de sus
emisiones de deuda en las fechas acordadas.
Como resultado, se ha producido un empobrecimiento acelerado de la población, que
cobra un número creciente de vidas por inanición y por las secuelas que acarrea
la severa desnutrición, así como la falta de medicamentos y el deterioro de los
hospitales, en la salud del venezolano. Hoy muchos venezolanos dejan de asistir
regularmente a sus trabajos porque su sueldo no les alcanza ni siquiera para
pagar el transporte. Miles salen desesperados de nuestras fronteras a diario,
por vías terrestres, marítimas y aéreas, por no poder subsistir en tierras
venezolanas. Tan lamentable diáspora, que hoy suma unos tres millones de
compatriotas afuera, es inédita en la historia patria y refleja el suplicio que
a tantos afecta. Finalmente, el país ha atestiguado el aumento de los saqueos a
negocios y transportes de alimentos, como a familias enteras escarbando en la
basura para procurarse algo de comer.
Ningún venezolano puede permanecer indiferente a semejante tragedia, más cuando existe
un amplio consenso entre los profesionales de la economía sobre las líneas de
acción a tomar para salir de la misma y sabiendo, además, que Venezuela --de
contar con la administración responsable y eficiente de su economía-- cuenta
con los recursos, el talento y las capacidades para lograrlo en un plazo
relativamente corto. La ANCE ha hecho numerosos pronunciamientos en los últimos
años que van en esa dirección, pero que lamentablemente han caído en oídos
sordos en las esferas gubernamentales.
La Carta Abierta hizo un llamado al Presidente a ser coherente con su propio
diagnóstico, rectificando sus políticas. Confrontado con sus propios datos, no
puede argumentar el desconocimiento de la gravedad de la situación nacional
o, peor aún, manifestar que ésta es “normal” y que
Venezuela está bien, para continuar en la inacción actual. Tampoco es
permisible que evada responsabilidades insistiendo en el disparate de una
supuesta “guerra económica” que intenta echarles la culpa a otros de las
terribles consecuencias de las políticas oficiales.
La ANCE lamenta tener que señalar que las condiciones de vida del venezolano van a
empeorar todavía más de no adoptarse cuanto antes medidas que abaten la
hiperinflación, unifiquen el tipo de cambio y liberen al aparato productivo de
los controles que hoy lo asfixian. Es menester negociar un financiamiento
externo con organismos multilaterales para reestructurar provechosamente la
deuda externa, estabilizar y liberar el tipo de cambio y proveer los recursos
con los cuales sanear las cuentas públicas. Tales condiciones son imperativas
para mejorar el abastecimiento interno con producción doméstica, generar
empleos productivos cada vez mejor remunerados y revertir la caída en los
niveles de consumo de la población. A la par, permitirán reducir nuestra
vulnerabilidad externa. Asimismo, facilitarán el rescate de la industria
petrolera y atraerán inversiones generadoras de capacidad exportadora y de
efectos multiplicadores sobre el resto de la economía.
Después de lo señalado en la Carta Abierta, de los reiterados pronunciamientos de esta
Academia y de innumerables señalamientos por parte de economistas calificados
durante los últimos años, es sumamente lamentable que ninguna medida económica
de importancia haya sido tomada en la dirección referida. El gobierno parece
conformarse con los incrementos por decreto del salario mínimo y el reparto de
comida subsidiada que apenas llega a una parte de la población, para atender
estas penurias. Pero hoy se requieren más de 50 salarios mínimo-integrales,
para comprar la Canasta Básica familiar.
Ante la desidia puesta de manifiesto por quienes tienen la responsabilidad de tomar
decisiones en materia económica mientras se deterioran aceleradamente las
condiciones de vida del venezolano, esta Academia Nacional de Ciencias
Económicas, ha llegado a la infausta conclusión de que se persiguen objetivos
que responden a intereses divorciados de la misión básica que debe tener todo
gobierno, que es la de mejorar el bienestar de su población. Ello es sencillamente
imperdonable ante la dimensión de la tragedia que hoy embarga a los venezolanos.
Esta Academia, con base en las discusiones y análisis realizados en su seno, así como con
otros colegas, denuncia ante la opinión pública la responsabilidad central del
gobierno encabezado por Nicolás Maduro en la terrible situación por la que hoy
atraviesan los venezolanos. De ninguna manera constituye ésta una fatalidad,
pues el país tiene con qué salir adelante. La renuencia a tomar las medidas
para que ello ocurra solo consigue explicación en la prosecución de objetivos
políticos subalternos por parte de quienes hoy dirigen el Estado, con
consecuencias funestas para la población. Que las políticas del gobierno
obedezcan a fines contrarios al interés nacional es absolutamente inaceptable.
Pero esta Corporación no sólo quiere quedarse en la denuncia, sino que también ofrece,
una vez más, las opiniones y señalamientos que puedan contribuir a enrumbar a
Venezuela hacia el futuro de prosperidad y libertad que merecen sus habitantes.
En Caracas, a los veintiún días del mes de febrero de 2018
Humberto
García Larralde Sary
Levy Carciente
Presidente Secretaria
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