Tomado de www.prodavinci.com
ACTUALIDAD
Carlos Romero: “El gobierno ha hecho del conflicto
venezolano un vacilón”
POR Hugo Prieto
Carlos Romero retratado por Roberto Mata
11/02/2018
El gobierno nunca presentó una verdadera hoja de ruta, que permitiera
las negociaciones. “Se burló de la oposición”, dice el internacionalista,
politólogo y profesor universitario, Carlos Romero. En realidad, desde la época
de Chávez, ha demostrado un desprecio olímpico por el papel que juegan los
partidos de oposición en una democracia. El éxito se mide en la implantación
del autoritarismo, del fracaso económico y de una crisis social que raya en
tragedia.
Es increíble que un país, cuyo nombre se confunde con dos palabras,
“emergencia humanitaria”, sea una mortificación para sus vecinos y
particularmente una bomba de tiempo para todo el Caribe. Esta combinación de
factores negativos, domésticos y externos, ha disparado las alarmas de la
comunidad internacional. Hay una coalición de países, encabezada por Estados
Unidos que le ha puesto un límite a Venezuela. El intento de sobrepasar ese
límite va a significar un costo elevadísimo, “que nos va a llevar a una
conflictividad mucho mayor”, dice Romero.
Desde Miraflores se ha hecho un manejo irresponsable, “la gente perdió
la fe en la negociación política, en la vía electoral y pacífica”. No es poca
cosa en un país distante, ¿quizás indiferente? ante la muerte de sus signos
vitales.
¿Usted cree que la suerte de Venezuela y de sus recursos la están
decidiendo soberanamente los venezolanos?
Sí y no. Pretender que la paz y el equilibrio de los pueblos se
consiguen solamente por factores domésticos, es subestimar la importancia que
han tenido los factores internacionales como parte de la globalización, y en
particular el papel que han jugado los medios de comunicación, papel tanto
positivo como negativo para la narrativa, la cobertura, la imposición de
imágenes y de ideas colectivas. Por tanto, la llamada comunidad internacional,
los países democráticos y liberales, que representan la mitad del mundo, juegan
un papel fundamental. No solamente los gobiernos, sino los organismos
multilaterales y las organizaciones de carácter no gubernamental. Todo eso
forma un conglomerado muy complejo y al mismo tiempo interrelacionado que
permite observar que cualquier solución interna pasa por parámetros de índole
internacional.
Podría decirse que la oposición cuenta con el respaldo de gobiernos
democráticos y liberales y el gobierno tiene el apoyo de países con una
orientación política distinta, Rusia y China, y en alguna medida de potencias
emergentes, Suráfrica, India. ¿Se puede hablar de una contraposición? ¿De un
balance? ¿Qué hay allí?
Luego de la caída del Muro de Berlín y del resurgimiento de Rusia, del
desarrollo de China como superpotencia, más la permanencia de Estados Unidos
como una potencia fundamental, lo que hay es un mundo multipolar, en el que hay
potencias medianas, como Brasil, India, Turquía, Suráfrica, que también juegan un
papel importante. El gobierno venezolano ha leído o tiene la creencia de que
existe un mundo multipolar y desde los tiempos del ex presidente Chávez siempre
se buscó promover las relaciones de Venezuela con esos países que no eran
democráticos, el caso de Kadaffi o de Sadam Hussein, movimientos
internacionales de izquierda, proyecciones de carácter mediático que, de alguna
u otra forma, balancearon lo que Chávez denominó un mundo multipolar. Sin
embargo, Venezuela no rompió con el mundo occidental, trató siempre de tener
una especie de imagen oblicua, en el sentido de que profundizó relaciones con
esos países, pero mantuvo buenas relaciones con los países europeos y muy
buenas relaciones con los países de América Latina, a pesar de que quiso
presentar un esquema paralelo y distinto a las organizaciones hemisféricas
tradicionales, a través de Unasur, Celac, Alba. Indudablemente, por una serie
de circunstancias, el mundo multipolar le sirvió a Venezuela, pero hoy por hoy,
el mundo occidental ha apretado a Venezuela.
¿Se acuerda de aquella frase <Aquí huele a azufre>? Parece que los
Estados Unidos están pasando la cuenta. Nadie pensó que Venezuela se iba a
convertir en una especie de Judea, la provincia díscola del Imperio Romano.
¿Usted cree que Estados Unidos va a someter a Venezuela?
No creo, pero le va a dar un límite a Venezuela. Le va a decir. Hasta
aquí usted llega en esa pretensión de jugar oblicuamente en el mundo
internacional. Pero no solamente los Estados Unidos y la Unión
Europea, no podemos olvidar el papel importantísimo que ha jugado Israel en
todo esto. Yo siempre digo que el peor de los errores del ex presidente Chávez
fue haber roto las relaciones con Israel y haber mantenido un enfrentamiento
tan serio con la comunidad judía internacional, cuya influencia en los medios
internacionales es relevante. Estoy seguro de que si hubiese habido una
relación mucho más fructífera y amigable con Israel, y con los factores de
poder que hay detrás de ese país, el gobierno venezolano no tuviera una
situación como la que tiene actualmente. Pero también tenemos que preguntarnos
por qué los países democráticos aprietan a Venezuela y hasta qué punto el
gobierno buscó, tanto en el plano externo como en el plano interno, algo
<distinto>, un modelo caracterizado por el autoritarismo, por la
disminución de las libertades públicas, por la falta de respeto al papel que en
una democracia juegan los partidos de oposición, el llamado Socialismo del
Siglo XXI.
La soberanía, en su acepción militar, siempre fue reivindicada por
Chávez. Aquí no se puede meter nadie. Pero hay realidades, económicas y
políticas, que imponen límites y que a la postre significan un costo para
quienes quieren cambiar el mundo a trocha y mocha. Se impone el modelo y el
gobierno está dispuesto a pagar el precio. ¿Sin chequera petrolera y cuál sería
el epílogo de esa política?
Aquí se mezclan varias cosas. Primero, el afán venezolano —que no es
exclusivo de este gobierno, lo han tenido gobiernos anteriores— de tener una
política “activa” y sobredimensionada. En vez de ser un país sencillo, con
intereses y compromisos sencillos, siempre quisimos meter la mano en asuntos
internos de otros países. Chávez quiso hacer una revolución en América Latina y
en una ocasión habló de una revolución universal. Es decir, la proyección
mediática, política y económica fue muy grande durante el gobierno de Chávez.
Venezuela es un país modesto, con un grado de desarrollo muy limitado,
que quedó en evidencia en esta crisis. ¿Cómo se conjuga ese afán de
grandilocuencia con la realidad de un país pequeño?
Quiero insistir en que esto no es algo inventado por Chávez. Es una
tradición que muchos presidentes tuvieron. Carlos Andrés Pérez llegó al Kremlin
y le dijo a Leonid Brézhnev (ex Secretario General del Partido Comunista de la
Unión Soviética) vengo en nombre del Tercer Mundo y Brézhnev
le respondió. ¿Usted no es el presidente de Venezuela?, dándole
a entender que no pretendiera representar al Tercer Mundo frente a una
superpotencia. Decía que había tres elementos. Uno, el hiperactivismo. Dos, la
confianza en los precios petroleros. Es decir, la relación entre petróleo y
diplomacia. Tres, no podemos olvidar que Venezuela tuvo una actitud
paternalista con algunos países del Caribe y de América Latina, en cuanto a
esta idea de participar en sus asuntos internos. Digamos, por razones
“positivas”, pero intervención al fin. Ocurre también que el concepto de
soberanía ha ido cambiando. Esa idea de mantener una fortaleza cerrada está
caduca por la realidad internacional. ¿Un país puede garantizar que no haya
contrabando, tráfico de drogas, diáspora, circulación de bienes y servicios?
¿Está haciendo un retrato hablado de Venezuela?
Estoy hablando de Venezuela, de Colombia y de otros países. Esto no es
exclusivo de Venezuela. Lo que pasa es que esto se ha agravado, entre otras
cosas, porque tenemos una gran crisis de institucionalidad.
En medio de esa crisis emerge la arista de la geopolítica con toda su
significación e importancia.
Venezuela se presenta como un estado débil y eso es un peligro. No
podemos hablar de seguridad, sino de la inseguridad que, en este momento,
irradia el país. A este elemento doméstico, se agrega otro: Ningún país
Occidental quiere que Venezuela vaya a convertir el área del Caribe en una
especie de Medio Oriente. Es decir, de traernos los problemas que son de
carácter religioso, de carácter étnico, de historias coloniales distintas a la
nuestra. En ningún momento, puede caber la idea que haya una
internacionalización del conflicto venezolano. Curiosamente el gobierno
venezolano se siente cómodo si tal cosa se produce. A Maduro le encantaría que
Putin y Trump resolvieran el problema de Venezuela. Le encantaría, porque así
la gente se olvidaría de lo que está pasando internamente. Nuestro problema es
fundamentalmente doméstico y no de carácter geopolítico, entre otras cosas,
porque nosotros estamos situados en el hemisferio Occidental.
Por las propias asimetrías y características distintas que hay en el
Caribe, existe el peligro potencial de que esto se balcanice. Es previsible que
los factores que quieren evitar ese riesgo intervengan de alguna manera.
Sí, la pregunta es cómo lo quieres resolver y cómo pretendes intervenir.
Hay intervenciones de toda naturaleza, desde las más políticas hasta la
militar. Y, por supuesto, hay condiciones de intervención diferentes. Por
ejemplo, Estados Unidos, la Unión Europea y los países representados en el
Grupo de Lima están comprometidos con una salida política, pacífica y
electoral. Si eso no se da, para infortunio de los venezolanos, se podrían
plantear otro tipo de soluciones.
En el caso de los conflictos en Centroamérica se ensayó un esquema
regional y funcionó (Contadora y Esquípulas), sin mayores presiones de Estados
Unidos o de otras potencias. Pero eso no ocurrió en el caso venezolano. En
República Dominicana acaban de meter el diálogo en el congelador. Uno de los
integrantes de la comisión asesora de la MUD dijo. <Yo no quisiera pensar en
lo que pudiera ocurrir si este diálogo fracasa>. Parece que llegó la hora de
pensar en eso, ¿No?
Lo que pasa es que yo, como politólogo que soy, tengo que reivindicar la
negociación. La negociación es muy importante, al igual que la vía pacífica y
electoral. Ahora bien, si no hay condiciones para ninguna de esas vías, no te
queda más remedio que pensar en otras soluciones. Tenemos que agotar todas las
posibilidades, porque a nadie, ni a Estados Unidos, ni a Rusia, ni a Colombia,
ni a Venezuela misma, le interesa que entremos en una situación donde haya
otras consideraciones para resolver el problema de Venezuela.
Su reivindicación, sin duda, es legítima, pero yo tengo que insistir,
porque el diálogo está en terapia intensiva. ¿Qué podría pasar? ¿O, al menos,
cuál sería el escenario que usted prevé?
Dado el caso de que no haya posibilidad de una negociación política que
conduzca a una vía pacífica y electoral, nosotros entraríamos en un escenario
mucho más conflictivo, en donde tendrían que observarse situaciones que
pudieran llevar a un desenlace de carácter no político. Pero en este momento es
muy difícil pronosticar cuál sería ese tipo de resultado. Es muy difícil
pronosticar cuáles serían las salidas.
Ciertamente, pero ¿podríamos poner esa variable en el horizonte y hablar
de una medida de longitud? ¿Estamos a un paso? ¿A un kilómetro?
En este momento estamos en una encrucijada, en donde la mitad de
Venezuela está por la solución democrática y la otra mitad con una solución de
carácter no democrático. Estamos en una encrucijada y por eso es tan importante
las responsabilidades. Y en este caso no me cabe la menor duda de que la
responsabilidad principal es del gobierno, el gobierno ha hecho de esto, voy a
usar una palabra coloquial, un vacilón, se ha burlado de la oposición. La
oposición sabe muy bien que el gobierno no da su brazo a torcer, que realmente
no ha ofrecido una hoja de ruta para llevar adelante una negociación, ¿cuántos
episodios de negociación en el mundo nos enseñan que sí se puede llegar a una
solución positiva, a un happy ending? ¿Qué pasa con Venezuela? Hay
una piedra de tranca y ¿Tú sabes cuál es?… la excesiva confianza del gobierno.
El gobierno creyó que podía ir como un carrito chocón por toda la dinámica
internacional. Y se le puso un límite, por la sencilla razón de que se lo
buscó.
Varios gobierno, incluido el de Colombia, han dicho que no van a
reconocer al presidente que gane la elección convocada por la ANC, a la que no
le asignan ninguna legalidad.
En principio, el gobierno de Maduro seguirá adelante sin tomar en cuenta
esas advertencias. Eso abriría el camino para una condena en la OEA, que podría
calificar al gobierno venezolano como fuera de la ley, a menos que Maduro
sienta que llegó demasiado lejos y planteé una nueva negociación. Sería, sin la
menor duda, un escenario de mayor confrontación y conflictividad.
Se ha impuesto un límite que tiene consecuencias internas terribles,
digamos que los Estados Unidos han puesto la mano en el garrote, pero todavía
no aprietan. Quizás porque creen que aún hay espacio para la negociación.
Si, con el apoyo de una coalición de países.
Si aprietan el garrote, no me atrevería a decir dónde estaríamos cada
uno de los venezolanos.
Sería como El Asesinato del Expreso de Oriente, donde todos y cada uno
estuvieran involucrados en el asesinato. Esa sería, más o menos, la situación.
Yo creo, honestamente, que hay personalidades internacionales, personalidades
regionales, organismos de carácter internacional, organizaciones no
gubernamentales, intelectuales, que están haciendo todo lo posible para evitar
transitar más allá del límite que la realidad le está imponiendo a Venezuela.
Pero vuelvo a insistir en que la responsabilidad principal y fundamental es del
gobierno y del partido del gobierno. A mí modo de ver están demasiado confiados
en que pueden seguir, porque hasta ahora no habían encontrado ese límite. Y ese
límite vino por dos razones. Por una coalición de países que se fue formando
desde la época del ex presidente Obama, de gobiernos que dijeron no estamos de
acuerdo con el Socialismo del Siglo XXI, no estamos de acuerdo con que metan la
mano en nuestros asuntos internos, no estamos de acuerdo con tu política de
alianzas de carácter geopolítico.
Esa sería la razón internacional, ¿Cuál sería la razón domestica?
Los resultados del modelo a lo interno. En el caso político, la
reducción paulatina y sistemática de las libertades públicas y el estado de
Derecho; además del desprecio por el papel que juegan los partidos de oposición
en una democracia. En el caso económico por el desastre que es y fue el
Socialismo del Siglo XXI. Desde el punto de vista social, la profundización de
la crisis en todos sus aspectos. Eso ha hecho que la comunidad internacional de
países democráticos haya puesto unos límites. Pero también la otra comunidad,
porque los rusos y los chinos no se las van a jugar completa por Venezuela, ya
ha habido casos históricos, uno de ellos fue cuando Allende fue a buscar la
ayuda del Kremlin, algunos me dirán, eso fue en tiempos de la Unión Soviética,
pero es que estos son peores, porque estos no tienen ningún tipo de
condicionamiento ideológico, son muy pragmáticos, al igual que los chinos, al
igual que Turquía y otros países que juegan con el caso venezolano a favor de
sus intereses y para negociar con los Estados Unidos. Entonces, ¿Dónde está la
verdad de estos actores que juegan en una especie de teatro del absurdo global?
¿Dónde está la verdad de esto? Lo único que te puedo decir es que está en manos
del gobierno. El gobierno tiene que rectificar.
El gobierno subestima esos límites y sigue adelante con cosas tan
estrambóticas como esta criptomoneda, el Petro. Sigue adelante con una política
que ante todo es realismo mágico en profundidad, ¿Se dará cuenta el presidente
Nicolás Maduro que ha llegado el momento de poner los pies en la tierra?
Y sobre todo, ¿Cuándo se va a dar cuenta de que ha sido muy irresponsable?
Porque lo ha sido en el tratamiento del tema de la OEA; ha sido muy
irresponsable en el tema de Naciones Unidas, recuerda que Venezuela,
recientemente, representó al bloque de América Latina y no consultaba con el
resto de los países, siendo un miembro transitorio del Consejo de Seguridad; ha
sido muy irresponsable en el tema de las alianzas con países como Rusia y
China; ha sido muy irresponsable en la política de seguridad. Venezuela tiene
hoy uno de los índices más altos del mundo en materia de represión, en materia
de seguridad del Estado. Hay que ver lo que ha significa la lucha por los
Derechos Humanos en Venezuela. ¿Cuántos presos, cuántos detenidos ha habido en
estos últimos años?; ha sido muy irresponsable ante un hecho social, que es la
diáspora. La diáspora, como lo indica la palabra es una obligación. Es decir,
los venezolanos están obligados a irse del país por causas políticas o
económicas. Yo insisto mucho en la responsabilidad que tiene el Estado. Creo,
honestamente, que las puertas no están cerradas totalmente. Creo que todavía es
posible evitar un choque de trenes en Venezuela.
¿Usted cree que en el país podría ponerse en escena <la solución
Siria>? ¿Existe la posibilidad, por ejemplo, de que este país se balcanice
por la alianza de grupos del narcotráfico con grupos armados que operan dentro
o fuera de Venezuela? Esto es lo más parecido a un polvorín, ¿No?
Ese escenario lo hemos discutido varios politólogos en profundidad. Por
supuesto, como suele ocurrir en estas discusiones, siempre hay dos bandos. Hay
unos que dicen que estamos a las puertas de una guerra civil y otros, entre los
cuales me cuento, de que eso no va a ocurrir todavía y podría agregar algo de
carácter moral, ojalá que no la haya, porque todavía las Fuerzas Armadas ejercen
el monopolio de la violencia legítima. ¿Qué hay presencia de los llamados
colectivos? Sí, pero el monopolio de la violencia, que es uno de los principios
del Estado, lo ejercen las Fuerzas Armadas. Dos. Aquí no hay desprendimientos
de carácter étnico o religioso como en el caso del Medio Oriente y,
particularmente, como en Siria. Es decir, aquí no hay una fragmentación
territorial. En tercer lugar, todavía no hay una lucha fratricida entre
sectores sociales.
No olvide que aquí hubo guerras fratricidas.
Sí, la guerra de independencia.
La Guerra Federal.
Podríamos decir que la guerra de Independencia fue un corte histórico.
No hemos llegado a ese punto. Por eso yo soy optimista, no hemos llegado a un
cuadro donde uno pueda definir la situación venezolana como guerra civil o
lucha fratricida. De ruptura de grandes extensiones territoriales.
Ha dicho que está comprometido con la salida política, la vía electoral
y pacífica, ahora dice que es optimista. ¿Qué tendríamos que ver sobre la mesa
para que ese optimismo no sea sólo el de Carlos Romero sino el de toda la
sociedad?
Yo creo que uno de los grandes problemas que tiene la oposición
venezolana es que ha perdido la sintonía con las mayorías del pueblo. Es decir,
para que podamos, realmente, ser una opción de poder y latirle en la cueva al
gobierno, tenemos que reconquistar a la mayoría de los venezolanos, que
actualmente han perdido la fe en la salida política y electoral.
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