Enrique Viloria Vera
La grandeza de
una nación y su progreso moral puede ser juzgado
por la forma en que sus animales son
tratados.
Gandhi
No me refiero a los
feroces y sanguinarios animales revolucionarios que depredan la República
Bolivariana castro – madurista, y tampoco a los pobres súbditos Hechos en
Socialismo que son mandados como si fueran bestias que no ameritan comer o ser
sanadas…Me refiero a los animales de verdad
verdad, sin distinción zoológica.
Resulta y ocurre que
en Socialismo nuestros animales tampoco ameritan ninguna consideración por
parte de aquellos que sostienen que no es necesario abrir canales humanitarios,
ya que los venezolanos se mueren felizmente de hambre en las calles chavistas y
de mengua en los hospitales de la revolución.
Y mucho menos las pobres bestias
que fallecen sin más en los zoológicos bolivarianos, donde no hay como darles
de comer o proporcionarle los necesarios cuidados veterinarios. Leones, tigres,
y la muy célebre elefanta socialista desnutrida ilustran a cabalidad la falta
de sentimientos animalistas de nuestros deslamados cabecillas comunistas…las
hienas ya no se ríen…lloran de dolor y se compadecen de sus otrora apetecidas
presas.
No sólo en los zoos
ocurre el genocidio, en las casas socialistas perros y gatos no cuentan con su
debida ración diaria de comida – no es de extrañar, si la gente no tiene que
comer las mascotas menos. En la calle, las ratas, gusanos y ratones se han
vuelto caníbales, se comen entre ellos, porque los buchones venezolanos
bolivarianos hacen de las suyas con las deliciosas sobras de comida depositadas
en las por ahora muy competidas
bolsas de basura socialista.
No hay burro o
caballo que se salve, hasta las cebras van a asarse en los fogones callejeros
de los hambrientos compatriotos y compatriotas socialistas… lo del buen yantar
y beber es privilegio de la nomenklatura, y por supuesto de los testaferros y
enchufados de primoroso paladar que sólo comen lomito y langosta – los ravioles
de caviar no son del gusto de la Primera Combatienta -, el Petrus, el Vega
Sicilia y el champán acompañan a los caldos escoceses de más de 18 años. Por
supuesto que un buen puro cubano culmina el condumio revolucionario que es
finalmente regado con un brandy cardenal mendocino o un duque albano que
generosamente aporta al condumio, el socialista camarada Zapa, recién
aterrizado para apoyar sin tapujos el monólogo, el soliloquio madurista.
A nuestros crueles
gobernantes, los defensores- tanto de los derechos de los humanos desvalidos
como los de los animales desamparados -, les recuerdan lo certeramente afirmado
por Juan Pablo II:
Los
animales necesitan nuestra ayuda, San Francisco se interesaba por los animales
desvalidos y por los pobres.
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